Si en la carrera de la feria de Mijas conseguí “enganchar” al atletismo a uno de mis amigos, Kevin, que
repetiría en esta edición de la carrera popular “Feria de San Miguel” 2013,
esta vez dupliqué el “logro” al convencer a dos amigos más, Érika y Gonzalo (que
participó conmigo en la carrera de la feria de Mijas allá por el año 2008,
obteniendo la segunda posición en la categoría juvenil).
María José
volvió a apuntarse de espectadora/fotógrafa, a la que doy las gracias por la
cantidad de instantáneas que tenemos gracias a ella.
Tras pasar
una buena mañana en Málaga, por la tarde tocó desplazarnos hasta Torremolinos, carrera a la que
llegué con una buena motivación tras el podio en obtenido en Mijas y unos entrenamientos en
los que empecé a rebajar hasta niveles insospechables los tiempos obtenidos en
años anteriores por estas mismas fechas.
Como de costumbre llegamos puntuales... Demasiado; hasta el punto de que a las 6 y 10 ya teníamos todos nuestros dorsales y no sabíamos que hacer hasta que empezase la carrera.
En ese
momento nos fijamos en que había barras fijas en un lateral del complejo
deportivo, así que decidimos matar el tiempo y los nervios ejercitando un poco
el tren superior.
Empezamos con tranquilidad, pero
acabamos pasándonos ya que tras unos pocos minutos nos encontrábamos sudando a
chorros, pero acabábamos de descubrir las cuerdas, que en Fuengirola no hay
(tenemos muchas instalaciones deportivas en el paseo marítimo, pero ni una sola
para escalar cuerda) y no nos pudimos resistir a escalar un poco.
Aún resoplando nos echamos una foto
de grupo, y decidimos, con la garganta ya seca y la camiseta empapada, dejar
eso del ejercicio para la carrera, y sentarnos un poquito a la sombra.
Comentando anécdotas en anteriores
carreras y hablando de todo tipo de temas la tarde empezó a avanzar, y una vez
que las carreras de categorías inferiores dieron comienzo nos bajamos al tartán
para observarlas y animar desde primera fila.
Allí nos dimos cuenta de que en el
dorsal de Gonzalo en lugar de “Pro” (promesa) ponía “Pre” (prebenjamín), y lo
comentamos a los responsables de los dorsales, ya que por lo visto había habido
un error a la hora de la inscripción, que se solventó sin complicación alguna.
Cuando nos tocó el turno a los
mayores fuimos colocándonos en el arco de salida, y no pude evitar comentar a
dos atletas (no los conocía, pero los deportistas somos, en general, muy
sociables), que iba a estar difícil no embotellarnos en la salida de la pista,
ya que aunque la puerta no era especialmente estrecha, éramos muchos corredores
y las salidas son siempre muy rápidas.
Comenzamos a esperar a la señal de
salida sin demasiadas preocupaciones, en las salidas siempre tienes que estar
atento y si eres cauto no tiene por qué pasar nada, y en ese momento, Sergio,
un compañero del Club de Atletismo Fuengirola se puso a mi lado, y comenzamos a
hablar de la tradicional subida al repetidor que tendría lugar varias horas
después de la carrera, a la mañana siguiente, y acordamos quedar en Los
Boliches para subir juntos a Mijas Pueblo.
De repente,
como si me hubiesen leído la mente hacía pocos minutos, nos
comunicaron que para evitar embotellamientos en la salida, ésta se trasladaba a
la calle lateral del estadio, desde dónde finalmente dio lugar, una vez que
todos los atletas hubimos ocupado nuestros puestos.
Por el camino
me crucé con Osama, que me dijo que hoy si que corría, ya que en Mijas asistió
sólo como espectador, y tras desearnos suerte seguimos nuestros caminos, él
hacia la cabeza de la carrera y yo hacia la zona donde se encontraba el primer
cuarto de los atletas.
Momentos después, la carrera comenzó.
Momentos después, la carrera comenzó.
La salida
fue rápida y la pendiente hacia abajo nos ayudaba a mantener un ritmo elevado.
En pocos segundos perdí de vista a Sergio, que comenzó la carrera con una
galopada increíble.
También me
pareció ver de lejos a Álvaro Illescas, del club Alpino Jarapalo, uno de mis
amigos atletas con quien siempre tengo pugnas en todas las categorías por
alcanzar el podio, aunque salvo contadas ocasiones como la media maratón del
Rincón de la Victoria, suele quedar por delante de mí, aunque en el último año
le recorté bastante ventaja y conseguí adelantarle algunas veces.
La primera
media vuelta fue rapidísima, con Osama ya destacado como líder indiscutible.
Comencé a
pasar atletas (no entiendo esa manía de colocarse el primero en línea de salida
si no se puede correr a un ritmo elevado, al menos en los primeros kilómetros,
pero son misterios del atletismo), lo que elevó bastante mi motivación, y en la
segunda mitad de la primera vuelta, lejos de bajar el ritmo, lo incrementé aún
más, mientras subíamos la cuesta del Aqualand, camino de completar la primera
vuelta.
Camino al
citado Aqualand pasé al lado de Álvaro, confirmando que era él, pero me
sorprendió que su ritmo no fuese tan alto como de costumbre (el año pasado fue
el campeón de la prueba sin muchas dificultades), y tras comentarme que estaba
en baja forma y no podía aguantar si se pegaba a mí, le desee suerte y retomé
mi ritmo, relamiéndome con la posibilidad de repetir el primer podio obtenido
en Mijas.
Durante la
segunda vuelta mantuve estable el ritmo, ya que si lo aumentaba más (que era lo
que mi cuerpo pedía) podía desfondarme y echar por tierra la carrera, ya que
aún quedaba una vuelta más, pero mantuve la cabeza fría y no bajé en ningún
momento de 3:50 minutos por kilómetro.
Llegando a
la mitad de la segunda vuelta pasé a Sergio, que había empezado a bajar el
ritmo pero aún mantenía una velocidad considerable.
Le animé a
que se pegase pero me dijo que iba bien así, así que seguí, empezando ya a
notar fatiga, aunque no demasiada, debido a la euforia.
Sin embargo,
terminando la segunda vuelta, comencé a pasar a atletas jóvenes, que bien
podían ser promesas, y la euforia se me vino un poco abajo, ya que
había pasado muchos meses fuera y era posible que hubiese nuevos atletas,
atletas que hubiesen subido de Junior a Promesa… Y si hasta la segunda vuelta
no los había alcanzado, eso significaba que llevaban un buen ritmo y que podía
haber aún atletas de mi categoría corriendo delante
de mí.
Cogí agua en
el avituallamiento (la primera vuelta se me pasó tan rápido que pensé que
habría un segundo avituallamiento más adelante, hasta que caí en que, como era
un circuito de 3 vueltas, ese era el mejor punto para colocarlo, porque los
atletas podrían refrescarse tres veces, y así se ahorraban poner más), y de un
trago largo bebí medio vaso, y el otro medio me lo eché por la nuca.
Poco antes
de comenzar la tercera y última vuelta comencé a doblar a varios atletas, y al
tomar por última vez la curva para bajar hacia el cocopark pasé a Érika, que
iba recuperando energías caminando a pasos largos.
Sin duda,
para una persona que no ha corrido nunca, una carrera es un gran reto, y más
una de más de 8000 metros, pero ahí estaba, aguantando estoicamente.
Ya me
empezaba a costar mantener el ritmo, pero di todo lo que tenía mientras seguía
pasando corredores, pero ya no sabía a cuáles pasaba por primera vez y a cuales
estaba doblando, y lo que es peor, llegados a este punto, de espaldas todos los
atletas me parecían promesas, pero iba aprovechando el impulso emocional que me
daba adelantarlos y tras pasar a uno fijaba la vista en el siguiente, hasta que
lo pasaba también.
Llegado al
área de avituallamientos el suelo era un campo de minas, lleno de agua y vasos
de plástico por todos lados, por lo que aminoré ligeramente el paso por miedo a
resbalones con el agua o al pisar un vaso.
Me pegué a
la parte derecha de la carretera, además de para diferenciarme de los atletas
que estaban en ese momento completando la segunda vuelta, para coger un vaso
más de agua y echar un último trago, aunque como los voluntarios que tenían el
agua se habían movido todos a la parte izquierda, cosa con lo que no contaba,
no pude beber, pero faltaban escasos metros ya para acabar la carrera, por lo que,
sin ni si quiera plantearme cruzar a coger agua, empecé a apretar el paso y
encaré la calle pro la que habíamos bajado cerca de media hora antes.
Seguía viendo a posibles promesas delante de mí, y eso, unido a la sensación de saber que quedan pocos metros, me motivó para comenzar un sprint desde la misma puerta del estadio, que no acabé hasta que entré por meta.
Seguía viendo a posibles promesas delante de mí, y eso, unido a la sensación de saber que quedan pocos metros, me motivó para comenzar un sprint desde la misma puerta del estadio, que no acabé hasta que entré por meta.
No pensaba que fuese a tener trofeo
al ver que apenas quedaban camisetas conmemorativas ya, pero había hecho una
carrera muy buena, así que tampoco me importó demasiado, y entonces caí en la
cuenta.
El crono, de nuevo se me había olvidado pararlo. Por suerte, el muchacho que venía detrás de mí si lo había
parado, en 32 minutos y varios segundos, por lo que, recordando que el año
pasado Álvaro había ganado con un tiempo de 31 minutos y 40 segundos y que lo
había pasado en la primera vuelta, recobré la esperanza de llevarme un
detallito a casa. Nos felicitamos mutuamente por el final de carrera y el buen sprint que habíamos realizado y me fui a buscar a María para cambiarme, aunque
antes paré para beber un par de vasos de agua y llevarme uno con Fanta para
beber camino a las gradas.
Cuando la encontré, María me dio la
enhorabuena por el final de carrera y me preguntó que qué tal había ido todo, y
tras darle un breve resumen, y preguntarle si habían entrado ya Kevin, Gonzalo
o Érika cogí la ropa de repuesto y me fui a los vestuarios a cambiarme.
Al volver, ya con ropa seca, le
pregunté si había noticias de mis amigos, pero todavía nada, y le fui contando,
esta vez, con más detalle, cómo había ido la carrera.
Al final del relato, noté que alguien
me tocaba en la espalda, y vi a Gonzalo y Kevin, que ya habían completado la
prueba.
Estaba tan entusiasmado hablando que
ni si quiera los había visto de llegar, y eso que mantuvimos la vista en la
pista todo el rato.
Como vi que no tenían camiseta les
dije que preguntasen, y tras preguntarme donde podían conseguir algo de beber
se encaminaron a preguntar por las camisetas.
Cuando volvieron, con sus vasos en la
mano y menos sudor en la frente, me dijeron que se habían acabado las
camisetas, y nos sentamos juntos a esperar a que llegase Érika, que cerró la
meta con un tiempo de aproximadamente 56 minutos, según calculamos por la hora
a la que comenzamos. Independientemente del tiempo, yo lo veo como una victoria
enorme, ya que hubo muchos corredores que se retiraron, algunos de ellos
experimentados (por problemas musculares o malas sensaciones), y ella, que
debutaba en una carrera de 8200 metros, aguantó desde el inicio hasta el final.
Eso se merecía una foto de grupo, que
tomamos en el tartán, delante de los anuncios de los patrocinadores.
Mientras
compartíamos nuestras impresiones sobre la carrera se iba organizando la
entrega de premios, que comenzó, como es habitual, con los premios de los
atletas de categorías inferiores.
No sabíamos
a ciencia cierta si alguno tendría trofeo o no, ellos apostaban por mí, yo
quería creer que sí, pero confiaba más en que Érika consiguiese algo, ya que,
por desgracia, no suele haber mucha participación femenina en el atletismo,
pero esta carrera fue la excepción.
Llegamos al turno de los promesas masculinos, y me nombraron en primer lugar, así que me dirigí al podio pensando en quienes podrían ser el primero y el segundo clasificado, pero ni cuando subieron al podio los reconocí, probablemente no habíamos coincidido antes.
Llegamos al turno de los promesas masculinos, y me nombraron en primer lugar, así que me dirigí al podio pensando en quienes podrían ser el primero y el segundo clasificado, pero ni cuando subieron al podio los reconocí, probablemente no habíamos coincidido antes.
Con mucha alegría nos echamos la foto
de rigor y bajamos del podio, momento en el que una muchacha aumentó aún más mi
ánimo al darme una entrada para el aqualand.
Nos esperamos hasta que la entrega de
premios acabó por completo, y nos dirigimos al coche, con el estómago vacío y
el cuerpo machacadito, y decidimos darnos un homenaje y acabar la noche cenando
pizza y jugando a juegos de mesa, que movimiento ya habíamos tenido todos para
rato.
Fue un Sábado intenso, y me hubiese
gustado alargar más la velada post-carrera, pero al día siguiente tendría una “escalada”
considerable, y quería ser capaz de levantarme de la cama para afrontarla.
El resumen personal que obtuve en la carrera fue de un tiempo de 32:24 en completar los 8200 metros de prueba, a un ritmo medio de 3:56 minutos por kilómetro, lo que me permitió alcanzar el puesto 89 de la clasificación general y el tercero de mi categoría.
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