Tras una semana corriendo mentalmente la maratón, soñando con ella y pensando en ella a todas horas, la hora de la verdad llegó esta mañana, después de descansar bastante (pero dormir menos) desde ayer a las 21:00 de la tarde.
Me levanté a las 5:55, y lo primero que hice nada más
incorporarme rápidamente y vestirme de forma automatizada (como siempre que
compito, dejé todo preparado la noche anterior, por capas desde el cuello hasta
los pies) fue mirar el móvil, y me encontré con esto:
Del mismo modo me encontré varios mensajes de apoyo y
ánimo tanto en Whatsapp (especialmente de los compañeros del Club de Atletismo
Fuengirola) como en Twitter.
Antes de seguir quiero agradecer el apoyo a todos los
atletas, compañeros, amigos, familiares y personas en general que me han
transmitido mensajes de ánimo desde que decidí inscribirme y hasta que terminé
la maratón, especialmente a José Antonio, que hizo la segunda mitad de la
maratón conmigo y me animó constantemente, tirando de mi hasta cuando no tenía
fuerzas ni para levantar los pies, y ofreciéndome agua, isotónica y todo lo que
pudiese necesitar.
Un abrazo enorme campeón, sin tu apoyo los 10 últimos
kilómetros hubiesen sido una agonía insufrible que hubiese tenido que padecer
sólo, recorriendo esos 10.195 metros de martirio durante varias decenas de
minutos más.
Pero no quiero adelantar acontecimientos; Tras
vestirme y desayunar (2 plátanos y un vaso de leche de litro con varias cucharadas de
cacao en polvo) pasé por el baño y salí a la calle con mi hermana, dónde nos
recogió unos minutos después Juan Antonio, que hoy ha estado de voluntario en
la zona de meta, entregando las camisetas de finisher.
Paramos en la rotonda de Los Pacos para recoger a
Gonzalo, que no se pierde una y está siempre apoyándome al pie del cañón.
Llegamos a Málaga hablando un poco de todo, y mientras
Juan Antonio aparcaba nos dejó en el muelle 1 y nos fuimos ubicando.
Saludé a varios compañeros del club de atletismo que
ya estaban por allí y a varios conocidos, y tras pasar por el baño por segunda
vez y explorar un poco la zona nos dirigimos a la zona de consigna, donde
situaron en primer lugar a Juan Antonio.
Aprovechamos que aún quedaban cerca de 50 minutos para
echarnos un par de fotos.
Después nos fuimos a la zona de los cajones de salida,
para esperar allí cerca hasta que fuésemos llamados a entrar.
Hasta ese momento no había sentido mucha diferencia
con correr una media maratón o una carrera importante, lo veía todo aún como
irreal, muy lejano… aunque el reloj avanzaba implacable y nos acercábamos a las
8:05.
A las 8:20 nos llamaron, entré y me situé a mitad del cajón, que estaba
aún casi vacío.
Ya cuando entraron las liebres de 3:00:00 me pegué a ellas, ya que mi idea inicial era correr a su ritmo hasta que no pudiese más y tuviese que aflojar el paso.
Desde que puse un pie dentro del cajón tuve la
sensación de que estaba a punto de comenzar algo grande, ya la percepción no
tenía nada que ver con ninguna carrera que hubiese corrido hasta el momento,
sabía que estaba ante un desafío como ningún otro que hubiese afrontado antes,
y me quedé pensando en si realmente iba a ser como pensaba o no, o si iba a
estar a la altura.
Pero no me dio tiempo a pensar mucho, ya que cuando
miré el reloj situado sobre el arco de salida en lugar de mostrar la hora, como
antes, mostraba una cuenta atrás de cerca de 40 segundos, que al llegar a los
10 últimos fue coreada por atletas, espectadores y el speaker del evento.
Mientras tanto, a una centena de metros de la salida,
Gonzalo y Marina preparaban la cámara para inmortalizar el momento con alguna
foto y un vídeo de la misma.
La cuenta atrás estaba llegando a su fin, y la
aventura estaba a punto de comenzar…
Empezaba a sonar “si quieres, bailamos” de Pereza en
mi lista de reproducción aleatoria cuando, con el cuerpo aún un poco cortado
por el frío que hizo durante los minutos previos a la prueba y el corazón
martilleándome en el pecho, la cuenta atrás llegó a su fin y la salida dio
comienzo.
Os dejo aquí un mapa del circuito de la maratón para
que en futuras referencias a kilómetros y determinados puntos de la carrera
sepáis ubicarlos en el mapa, o al menos, tengáis una referencia espacial de los
mismos:
Para mi gusto la salida fue un poco estrecha, los que partimos
de los primeros cajones no tuvimos problema para salir, pero con el poco
espacio que había y los metros que la meta se “comía” a los lados, creo que se dificultó
un poco la salida a los atletas que se encontrasen más atrás.
Aunque en ese momento pensaba que no estaba corriendo
excesivamente rápido, salí fuerte, reteniendo el impulso de dejar volar las
piernas pero sin controlarme lo suficiente.
De haber sido una media maratón habría sido una salida
con cabeza, dejé que las primeras 3 líneas de atletas se fuesen sin ni si
quiera pensar en seguirlos, no como en las últimas medias, que hice los
primeros kilómetros a pocos metros de los líderes, y puse un ritmo asequible
(realmente no era tan bajo como pensaba, la adrenalina del momento me impulsaba
hacia adelante) mientras dejaba que me pasasen aquellos con más prisa que yo.
Pero las liebres de las 3:00:00 se habían quedado
atrás, por varios metros ya al girar a la salida del puerto, así que decidí
correr por sensaciones.
Fue mi primer
fallo, y posiblemente el más grave de todos los que pude haber cometido en
esta, mi primera maratón.
Por mucho que leas, por mucho que te cuenten y por
mucho que investigues, no sabes lo que es la agonía que se sufre al pasar el
muro hasta que no lo vives en tus propias carnes, especialmente si te pasas de
rosca en la primera mitad… pero en ese momento yo era un atleta feliz, muy
ilusionado y capaz de comerse al mundo, que pecó de imprudente y se dejó llevar
por las sensaciones que su cuerpo le transmitía en lugar de seguir las
directrices que su mente le recordaba.
El primer kilómetro lo pasé en cerca de 3:40, y el
segundo directamente ni lo vi, iba tan concentrado que ni si quiera me lo
encontré.
Mi hermana y Gonzalo estuvieron atentos y capturaron
mi paso por el kilómetro 2, que debía estar en el Paseo de los Curas, donde con
total certeza estaba, pero como ya he dicho, yo lo pasé por alto, mientras
escuchaba “Du Hast” de Rammstein en el equipo de sonido de la organización
entremezclada con gritos de ánimo, y comenzaba a sonar en mis auriculares “The
day that never comes” de Metallica (como veréis más adelante mi gusto musical
es muy ecléctico, lo mismo escucho música clásica que reggaetón o heavy metal).
Me encontré de voluntario a Rubén Espejo, gran atleta y buen amigo que
cuando no deleita al atletismo con sus actuaciones se presta a colaborar en
eventos así, todo un ejemplo.
De repente me encontré el kilómetro 3, desde la
perspectiva contraria a la siguiente foto:
Y fue para mí una sorpresa llegar a él tan pronto, me
sentía liviano cual pluma y mis pies se apoyaban fugazmente sobre el asfalto
antes de alzarse nuevamente sobre la carretera, mi respiración era profunda y
acompasada y no me costaba trabajo seguir el ritmo que me había autoimpuesto.
Sin embargo, me acordé del relato de Julio sobre los
huevos y el jamón, y empecé a correr reteniéndome (comparado con correr medias
maratones) y a pesar de ver a viejos conocidos, como al muchacho del Club de
Atletismo Guadalhorce de la camiseta amarilla, del que hablé en las crónicas de
las medias maratones de Rincón de la Victoria y Antequera, no intenté mantenerles
el paso, y seguí a mi ritmo.
A medio camino entre el kilómetro 3 y el 4 me encontré con Rocío y con
varios miembros del Club de Atletismo Fuengirola, que han estado apoyándonos,
animándonos y ayudándonos en todo lo que podían, labor que les agradezco
enormemente (un afectuoso saludo para todos).
Pocos metros después de la foto el atleta del
Guadalhorce incrementó el ritmo y siguió adelante, y recorrí varios metros en
solitario, hasta que se me empezó a acercar un grupito de varios atletas, entre
ellos, las mujeres que ocupaban la 3ª y 4ª posiciones respectivamente en ese
momento.
Inconscientemente apreté un poco el paso para
mantenerme a su nivel, pero me encontré sin aliento tras varios metros y
recuperé mi ritmo anterior, mientras el grupito se alejaba poco a poco.
Un hombre que iba acompañándoles en bicicleta me animó
a que me uniese a ellos, diciéndome que iban a ir clavando los kilómetros con
el objetivo de hacer 2:50:00, pero vi una locura intentar ir a por ese tiempo
en mi primera maratón y agradeciéndole el esfuerzo seguí a mi ritmo.
Durante esos kilómetros mantuve un ritmo constante, y
salvo por un par de atletas solitarios no fui adelantado de nuevo, no me
pasaron más grupos de corredores.
En el kilómetro 5 me encontré el primer avituallamiento,
en el que cogí un botellín de agua y un vaso de bebida isotónica, que para mi
sorpresa y por fortuna, acabó casi íntegramente en mi garganta.
Tras “repostar” en ese primer avituallamiento (intenté
beber en todos los que me encontré durante la carrera) retomé la marcha, algo
más fuerte que antes de parar, y empecé a adelantar a un corredor solitario que
el grupo de 2:50:00 había rebasado previamente.
Lo dejé atrás llegando al kilómetro 6, al igual que a
la suave pendiente que habíamos venido recorriendo desde tercer kilómetro, de
forma inconsciente por mi parte, pero una vez que noté que la pendiente se
igualaba ya me di cuenta de que hasta ese momento habíamos estado subiendo, una
minúscula pendiente, pero no es lo mismo que correr en liso.
Durante varios metros parecía que me iba acercando
poco a poco al grupo de 2:50:00, así que me obligué a frenar un poco, ya que no
sabía que me esperaría a partir del kilómetro 32, aparte del temido muro (hasta
hoy nunca había corrido más de 32 kilómetros seguidos).
En el avituallamiento situado a mitad del kilómetro 7
bebí de nuevo, esta vez con menos fortuna al beber del vaso, y me sorprendió
gratamente encontrarme a Nele (Juan Francisco), compañero de la diplomatura de
educación física, detrás de la mesa de avituallamientos.
Me reconoció al instante y me deseó ánimos, mientras
seguía hacia adelante camino del kilómetro 8, sin rastro de malestar ni
problema de ningún tipo.
Desde la Media Maratón Internacional Ciudad de Motril
no había comenzado tan bien una carrera, no tenía problemas ni molestias de
ningún tipo, el ritmo que llevaba me resultaba cómodo de mantener y además de
que llevaba varios kilómetros sin ser adelantado había pasado ya a un par de
corredores, antes de llegar al primer cuarto de la prueba.
Llegando al kilómetro 8 me crucé con la cabeza de la
carrera, ya destacada, y con los atletas que ocupaban las primeras posiciones
de sus respectivas categorías, y a pesar de que nos sacaban ya una distancia
considerable (habíamos pasado hace un par de minutos la marca del kilómetro 11
en el otro lado de la calzada, así que nos sacaban casi dos kilómetros) no me
pareció excesiva.
Llegando al puentecito antes de alcanzar el kilómetro
9 me crucé con Claudio, que iba a un ritmazo sin despeinarse, y me encontraba
tan bien que le di ánimos sin perder el aliento.
Pasé el kilómetro 9, mientras iba viendo a los
corredores que estaban ya en el otro lado de la calzada, y a los pocos metros
pasó el grupito de 2:50:00.
Giré en el control y me di cuenta de que mentalmente
para mí había un abismo entre la zona en la que yo estaba corriendo y los
siguientes corredores, ya que no había sido adelantado en varios kilómetros y
no oía pasos, pero al girar vi que tenía a varios a tan sólo segundos.
Mentalmente me afectó un poco, pero como físicamente
seguía genial no le di importancia.
Me di cuenta de que las liebres de 3:00:00, las que
tenía pensado seguir, no estaban a la vista aún, así que decidí bajar un poco
el ritmo para ver si las veía.
Me crucé con ellas antes de llegar al puente, cuando estaban pasando por el kilómetro 9 (ahora en la parte contraria de la calzada, desde mi punto de vista), y me di cuenta de que la distancia que me sacaba Claudio a mí era prácticamente igual (unos 100 metros menor en mi caso) que la que yo le sacaba a las liebres de 3:00:00, así que pensé que aun reduciendo el ritmo iba a ser muy difícil (de seguir así) emplear más de 3:00:00 en acabar la maratón, aunque, obviamente, eso estaría por ver.
Tras cruzar el puente me dio por mirar a ver si veía a
algún conocido, y al primero que vi fue a Sergio, que pasó poco detrás de la
liebre de 3:00:00.
En el kilómetro 10 volví a beber agua, ya varias posiciones por detrás de la que
mantenía hasta el control de dorsales, pero aun así el ver la marea humana de
gente que aún no había pasado por ahí me elevaba el ánimo.
El siguiente miembro del club que vi fue Luis Alberto,
y aunque fui prestando atención ya hasta que pasaron Fernando Padre e hijo y a
Félix no identifiqué a ninguno más.
Al pasar el kilómetro 11 me di cuenta de que desde el
control de carrera no había adelantado a nadie, y por el contrario, había sido
adelantado por varias decenas de atletas, así que, y este fue otro de los
errores que cometí en la carrera, decidí pegarme al siguiente grupito que me
adelantase.
Al correr en grupo siempre es más fácil mantener el
ritmo, y no es lo mismo tirar solo que en compañía, así que no lo veía muy
descabellado en ese momento.
Sin embargo, apenas habíamos completado un cuarto de
la distancia total de la carrera, así que ahora que lo veo en retrospectiva
debería haber usado esos kilómetros para recuperar del tute inicial
(prácticamente aún no había llegado a los 4:00 minutos por kilómetro en
ninguno, estaba rodando realmente rápido, a ritmo de media maratón realmente).
Llegando al kilómetro 12 encontré mi grupo, liderado
por Chemari, con el que he coincidido en varias medias maratones este año, y
con el corredor alto de Rincón de la Victoria y Antequera (Paco, por fin sé su
nombre), entre otros.
El objetivo de este grupo era ir a por 2:54:00, lo que
seguía sin ver asequible del todo, pero lo veía más viable que 2:50.00, por lo
menos, así que me pegué a ellos.
Pasamos el kilómetro 12 a un ritmo de 4:04 minutos por
kilómetro, ritmo que mantuvimos prácticamente igual (oscilando entre 4:02 y
4:06 minutos por kilómetro) en todos los kilómetros que corrí con ellos.
Volví a beber en el siguiente avituallamiento, en el
kilómetro 12,5 y ya en el kilómetro 13, apenas un kilómetro después de haberme
unido al grupito, me encontraba en la segunda fila del pelotón liderado por
Chemari, mientras empezábamos a “devorar” a los atletas que habían salido más
fuerte de la cuenta.
Muchos de esos atletas eran “engullidos” por el grupo
y se quedaban pegados al final del mismo, luchando por mantener el ritmo, pero
otros directamente lo atravesaban y se quedaban atrás.
Utilicé la suave pendiente descendiente para
recuperar, ya que el grupo iba marcando el ritmo y al tener la ligera
inclinación a favor no la aprovecharon, lo que me vino bien para recuperar un
poco las fuerzas.
Ya con más fuerza seguimos corriendo, mientras los
ciclistas que apoyaban al pelotón y los propios corredores del mismo
intercambiaban anécdotas y chascarrillos.
Disfruté mucho de la compañía del pelotón, se notaba
que eran corredores preparados y que hacían las cosas en serio, y además se lo
tomaban con cachondeo y rivalidad sana, me gustó mucho el ambiente.
Del kilómetro 13 al 14 no pasaron cosas destacables,
seguía notándome bien de sensaciones, mejor que antes de pegarme al grupito, y
el hecho de que fueran cantando el ritmo me ayudaba a calcular cómo podría
salirme la carrera, ahora que ya habíamos recorrido más de un cuarto de la
misma.
Siendo capaz de mantener el ritmo del pelotón durante toda
la carrera, cosa que en ese momento no dudaba, creía que podríamos llegar
incluso a 2:52:00, siempre y cuando el temido muro no se interpusiese entre la
marca y yo, pero más tarde aprendí que en una maratón esas cábalas no sirven, y
que cuando sumas dos y dos siempre te llevas una.
Volvíamos a acercarnos de nuevo al centro y empezaba a
preguntarme si mi hermana estaría lista en el kilómetro 17 para darme un gel,
como acordamos.
Como le dije que estaría pegado a la parte derecha de
la carrera, espacio que suelo ocupar al correr, y en ese momento, para no
estorbar ni estorbarme con el pelotón estaba pegado a la parte izquierda, entre
las bicis y los corredores, adelanté unos metros y me coloqué en el margen
derecho, con fortuna, ya que pronto cogimos un giro a la derecha y al estar en
la parte derecha lo pude coger a la perfección.
Llegamos al kilómetro 15, y me di cuenta de que esos
metrillos de más que acababa de recorrer hace poco para cambiar mi orientación
dentro del pelotón empezaban a pasar factura, ya que me estaba quedando atrás
metro a metro, pero tiré de voluntad y me acerqué de nuevo al grupo.
En el correspondiente avituallamiento bebí de nuevo,
como de costumbre, aunque aún no me había dado por comer mientras corría.
Me empezaba a preocupar mi vejiga, ya que a pesar de
haber ido al baño antes de comenzar la prueba la empezaba a notar pesada, y al
ritmo al que estaba bebiendo, por mucho que sudase (tras el primer kilómetro me
sobraban tanto la braga como las mangas de la camiseta, fue demasiado
abrigado), me temía que iba a necesitar parar a beber antes de que la prueba
acabase.
Me encontré con Isidro, y me preguntó si iba bien, a
lo que respondí que sí, ya que físicamente no estaba mal, y me dijo que si
necesitaba agua o cualquier cosa, que solo tenía que decirlo.
Fue otro error, debí haber dejado que se alejasen, ya
que aunque físicamente estaba bastante bien, psicológicamente me estaba
empezando a pesar ya el esfuerzo realizado, y que recordé como hacía algo más
de una hora estábamos pasando por el paseo de los curas y ahora, que volvíamos,
parecía que estuviésemos aun empezando, y realmente así era, ya que ni si
quiera habíamos pasado la media maratón.
Siguiendo muy de cerca a Chemari y compañía, y alcanzando a un
par de atletas, llegamos a la calle Larios, al kilómetro 16.
Me pareció muy original lo de poner las frases en los
kilómetros, y la verdad es que me sirvió de “entretenimiento”, además de la
alegría al ver la marca del kilómetro distraía la mente en leer los mensajes y
luego me tiraba algunos momentos pensando en ellos, con lo que se sobrellevaban
los kilómetros bastante bien.
No sé si será algo que se organiza en todas las
maratones o si será esta pionera en ello, pero si de mí dependiese yo copiaría
la idea para todas las maratones, y quizá incluso medias.
Desde el pelotón se comentaba que tuviésemos cuidado
en la calle Larios, ya que si el suelo estaba mojado podía ser peligroso,
preocupación que compartía.
Al principio no fue así, así que afrontamos con
confianza la suave pendiente ascendente (suave, pero se notaba claramente no
era como la del cuarto kilómetro en adelante), ya en tercera fila, porque me
había empezado a descolgar del pelotón debido a que llevaban el ritmo de forma
implacable, y en la subida me costó mantenerlo (marcaban un ritmo fijo, hubiese
pendiente a favor o en contra, para quitarse el sombrero).
Extrañamente, al comenzar la subida empecé a notar
pinchazos, pero no en el muslo derecho, como la semana anterior entrenando,
sino en el izquierdo, que nunca me había dado problemas.
Al principio pensé que igual me había cogido uno o más
pelos al cerrarme la cremallera y con el traqueteo ahora me estaba tirando,
pero al moverme la malla para corroborarlo me di cuenta de que no era así.
Por lo menos no era un dolor muy fuerte, era
soportable y no se incrementaba, solo estaba latente mientras corría, así que
hice todo lo posible por intentar ignorarlo.
Subiendo por la plaza de la Constitución el suelo sí
que estaba mojado, no sé muy bien por qué, ya que habíamos dejado el
avituallamiento atrás hacía casi un kilómetro, y un par de señores mayores se
cruzaron por medio de la calle y tuve que saltar a la derecha para esquivarlos.
Ahí eché en falta algún voluntario que guiase a los
peatones para que circulasen de forma segura tanto por su propia integridad
como por la de los atletas, ya que parecía que no se habían enterado de que
había una carrera y pasaba por mitad de la calle como quien va de paseo, sin
prisa ninguna, y sin mirar antes de empezar a cruzar.
Continuamos atravesando el tramo que más me gustó de toda la carrera, el casco histórico y la zona de la catedral.
Desde esa zona nos dirigimos hacia la Alcazaba, kilómetro 17, donde me aguardaban Marina y Gonzalo, pasada la pirámide de cristal.
Desde esa zona nos dirigimos hacia la Alcazaba, kilómetro 17, donde me aguardaban Marina y Gonzalo, pasada la pirámide de cristal.
Pocos metros pasado el kilómetro 17 (nosotros lo
veíamos desde la otra perspectiva, desde el otro lado del cartel, ya que
veníamos subiendo) me esperaba mi hermana, gel en mano, y con sus ánimos y los
de Gonzalo y el gel me vine arriba.
Se me hizo un poco pastoso en la boca, pero tenía todo
pensado, el 17 era un punto estratégico porque me daba fuerzas antes de llegar
a la media maratón y tenía un avituallamiento a 500 metros.
Lo que no podía prever era que sólo iban a haber dos
voluntarios, y uno solo de ellos con botellas.
Al ir en grupo no le dio tiempo a coger otra botella
antes de que yo llegase, y fallé por poco al intentar coger una, así que me
tuve que fastidiar y tragarme la pasta poco a poco.
De hecho casi me trago uno de los pivotes de la acera
también, el no coger agua me desconcentró, y al pasar un atleta de un lado a
otro no me di cuenta de que había pivotes a la derecha de la carretera, y me
frené en seco parando el impacto, que iba derecho a mi muslo, con las manos.
Menos mal que estuve rápido de reflejos, si no podía
haberse acabado ahí la maratón para mí.
Me puse en marcha de nuevo, a varios metros ya de
distancia del pelotón, pero aunque intenté alcanzarlos me quedé a unos 5 metros
de distancia.
El malestar por no poder tragar bien el gel unido al
susto con el pivote y la molestia en el gemelo izquierdo me hicieron
recapacitar sobre si de verdad iba a ser capaz de aguantar el ritmo del grupito
por mucho más tiempo, ya que en la primera vez que me quedaba atrás por unos
pocos metros me estaba costando alcanzarlos.
Por eso me quedé a unos pocos metros de distancia,
pero cesé en mi empeño de pegarme de nuevo a ellos cuando vi que me costaba más
trabajo de la cuenta.
Llegamos hasta el kilómetro 18 prácticamente juntos,
tenían un par de metros más de ventaja, pero iba a la par, aunque cuando
empezamos a encaminarnos hacia la palmilla empezaron a aumentar esa distancia,
y empezaron igualmente a adelantarme corredores que venían más fuertes que yo.
Al llegar al kilómetro 19, enfrente de la Rosaleda, ya
me sacaban más de 50 metros, pero mi ánimo no decayó ya que parecía que los
dolores en el gemelo izquierdo iban remitiendo y además iba adelantando a
corredores a los que el pelotón iba dejando detrás.
Yo era adelantado también, pero se mantenía un
balance.
Ya estábamos camino del kilómetro 20, y
psicológicamente se me hizo difícil también, ya que estoy acostumbrado a que en
las carreras el kilómetro 20 sea el último esfuerzo, y llego siempre muy
motivado e incrementando el ritmo, y hoy tuve que esforzarme para no reducirlo
aún más.
Empezaba a ser consciente de la dureza del desafío, ya
que aún tenía por delante más de la mitad y no estaba tan fresco, ni física ni
mentalmente.
Al cruzar el puente del Mediterráneo afrontamos un
nuevo ascenso sutil pero prolongado, hasta llegar a la avenida de la Palmilla,
donde se invirtieron las tornas y empecé a recuperar tanto las fuerzas como
posiciones.
Cuando corría al sol, como era el caso, el calor era
agobiante, estaba excesivamente abrigado y mi ropa negra absorbía aún más el
calor, así que agradecí el avituallamiento del kilómetro 20, y me eché un poco
de agua en la cara y la nuca, lo que me vino muy bien.
Una vez que me empecé a encontrar mejor apreté un poco
el paso, de nuevo, un error, en un intento de alcanzar de nuevo el pelotón, ya
que sabía que aunque fuésemos cuesta abajo ellos iban a seguir marcando el
ritmo férreamente, y podía aprovechar para pegarme a ellos y aguantar un poco
más a su lado.
Cuando llegamos al túnel pensaba que podía
conseguirlo, pero reaparecieron de repente las molestias en el gemelo izquierdo
y pensé que no iba a conseguir nada así, ya que incluso si conseguía llegar
hasta el pelotón en cuanto el terreno se igualase o ascendiese ligeramente iba
a volver a quedarme atrás.
El control de carrera del kilómetro 21 en poco más de
1:26:00, y me acordé de la conversación con Sergio a la vuelta de la Carrera
Urbana San Pedro de Alcántara, en la que me dijo que el año pasado pasó la
mitad de la maratón de Málaga en un tiempo similar al que venía haciendo en
media maratón y acabó fatal.
El tiempo por el que pasé era mejor que el de dos de
mis media maratones realizadas esta temporada, Marbella y Antequera, la primera
y la última, por lo que empecé a pensar que a lo mejor el llevar un ritmo tan
rápido durante los primeros kilómetros me iba a condenar en la segunda mitad de
la carrera.
Llegué al kilómetro 22 mientras me empezaban a asaltar
dudas, y en el giro de la avenida de la Aurora me encontré con Carlos y José
Antonio.
José Antonio me dijo que aún no había pasado la hora y
media desde el inicio de la carrera, un tiempazo a esas alturas, y se ofreció a
acompañarme mientras pudiese, lo que me pareció genial ya que así podía
olvidarme de mis dudas y mis molestias un rato (de hecho, en algún momento después
de pasar el avituallamiento del kilómetro 22,5 me dejó de doler, y no me di
cuenta hasta que, empezando la subida del kilómetro 23 me dio por hacer una
revisión de las sensaciones musculares, y eché en falta el pinchazo).
Me animó bastante desde el principio que viniese a mi
lado, ya que el pelotón era inalcanzable ya para mí y me estaba empezando a ver
solo durante el resto de la carrera, y probablemente siendo adelantado
continuamente, ya que ya apenas estaba adelantando y si siendo adelantado, lo
que siempre es duro moral y psicológicamente.
Pasamos el kilómetro 24 sin mucho que contar, y
llegamos al 25, donde me atreví con mi primera fruta en carrera, una naranja.
Fallé al cogerla, pero un voluntario se pegó un sprint
para acercármela. Fue un detallazo, con voluntarios así da gusto correr.
Le pegué un par de mordiscos y bebí todo el jugo que
pude, que me sentó bastante bien.
Me di cuenta en esa zona, en la que nos cruzásemos,
que el grupo que iba con el objetivo de 2:54:00 me sacaba más ventaja a mí que
las liebres de 3:00:00, que se iban acercando peligrosamente.
José Antonio me ofreció dátiles, pero le dije que
estaba guardando un gel para el kilómetro 32, que llevaba metido en el bolsillo
trasero de la camiseta.
Llegando al kilómetro 26 empecé a notar que me costaba
avanzar (ya no era yo el que llevaba el ritmo, José Antonio iba un par de pasos
por delante), y no era capaz de responder como antes, mayormente usaba
movimientos de cabeza o gestos, o si hablaba, era en un hilo de voz.
El viento nos soplaba ligeramente de cara, y llevaba
la parte de las ingles completamente escocida del roce.
Cada paso empezaba a ser más doloroso, y a pesar de
los ánimos de José Antonio fui bajando poco a poco el ritmo.
En el avituallamiento de la avenida de Europa (km
27,5) tuve tan mala suerte al beber que el 80% del agua del vaso acabó sobre
mí, en lugar de en mi interior, y al escozor, el calor sofocante y la vejiga, a
punto reventar, se sumó la sensación de sed, que no había aparecido aún en toda
la carrera (ni en ninguna de las medias maratones que he disputado este año).
Pocos metros pasado el kilómetro 28 avisé a José
Antonio y me metí a la derecha a orinar, en el césped, detrás de un árbol.
Detrás de mí vinieron varios atletas que decidieron hacer
lo mismo, se ve que no fui el único que no aguantó la maratón sin evacuar
líquidos.
Sentí un alivio enorme, y tras unos 30 segundos o así
recuperé la marcha, pero a un ritmo que no tenía nada que ver con el de antes.
Aún no era un ritmo malo del todo, pero me noté
tremendamente fatigado, y durante los primeros pasos tras la parada noté todos
los músculos de gemelos a glúteos altamente cargados.
Además, sin saber ni cómo ni por qué me habían dejado
de funcionar los auriculares, la última canción que había oído era “Sola” de
Diana Navarro, en la “parada en boxes”, peor ahora no se oía nada en absoluto,
y aunque no haga mucha diferencia, el tener un run run de fondo siempre ayuda
(al menos personalmente) a distraerte mejor.
Por si alguien corre con música habitualmente y tiene curiosidad,
la lista de reproducción aleatoria que había escuchado hasta ese momento fue:
- “Si quieres, bailamos” – Pereza
- “The day that never comes – Metallica
- “Courage” – Ant Alien Farm
- “Bom boom” – Chayanne
- “Suelta las riendas” – Mikael Eretxun
- “Take over control” – Afrojack
- “Riot” – Three Days Grace
- “Let me out” – Dover
- “Kamikaze” – Amaral
- “Wake me up” – Evanescence
- “La suerte de mi vida” – El Canto del Loco
- “Girls just want to have fun” – Russian Red
- “Hell yeah!” – Zebrahead
- “Poso malaka eise” – Going Through
- “Tornado of souls” – Megadeth
- “Smoke on the water” – Metallica
- “Paranoid” – Black Sabbath
- “Take me home” – Russian Red
- “Resurrección” – Amaral
- “Carros de fuego” – Vangelis, BSO
- “Sacrificio” – Azrael
- “Far from love” – Missquerada
- “Brick by boring brick” – Paramore
- “An Irish pub” – The Rumjacks
- “Resistance” – Muse
- “Thrift shop” – Macklemore & Ryan Lewis
- “De Bilbao” – El Reno Renardo
- “Soy Arbañí” – El Koala
- “El mítico chupa-chups – Mojinos Escocíos
- “Journey” – Tranzpotter
- “Adagio en G menor” – Albinoni
- “La nube” – Söber
- “Animal I have become” – Three Days Grace
- “Rusted from the rain” – Billy Talent
- “Pretty woman” – Ray Orbinson, BSO
- “Fista pagana” – Mago de Öz
- “Denouncing november” – Blue Tab
- “Mein hert brennt” – Ramsstein
- “I’d come for you” (esta canción me recordó a Miriam, campeona promesa de la I Vertic Night de Málaga)
- “Sola” – Diana Navarro
Me gusta escuchar música diversa para que no se me
haga repetitivo, y en reproducción aleatoria porque, al no saber qué me espera
cuando una canción acaba se me hace más ameno, he corrido con listas de
reproducción ya hechas y sabía qué venía en cada momento, no era lo mismo.
Pero volvamos a la carrera de nuevo, que empiezo a
divagar y me separo del objetivo de esta crónica, que es contar mi experiencia
como debutante en maratón.
Empecé a luchar con todas mis fuerzas para no bajar el
ritmo, y hasta el kilómetro 30 conseguí mantenerlo, entre fuerza de voluntad y
todo el apoyo de José Antonio, pero tras beber en el kilómetro 30 me di cuenta
de que cada vez me pesaban más las piernas, y de que me empezaban a fallar aunque
quisiese seguir corriendo.
Decidí que de kilómetro 32 nada, que necesitaba el gel
ya, así que aprovechando que tenía la boca aún húmeda me lo tomé del tirón, esta
vez bajó sin problema, y psicológicamente algo mejor seguí adelante, aunque
bajando paulatinamente el ritmo sin poder hacer nada para evitarlo.
A pesar de que teníamos una ligera pendiente a favor
mi ritmo se iba frenando, y en vista de que las piernas no me respondían empecé
a tirar también con los codos y con los hombros, intentando transmitir fuerzas
con el tren superior al tren inferior.
De repente, sin saber ni cómo ni por qué, me di cuenta
de que había chocado contra el muro, quedando bastante maltrecho.
Físicamente estaba derrengado, los pies parecían
hechos de plomo, cada paso me provocaba un dolor insufrible y psicológicamente
estaba muy tocado, quedaba aún lo más duro, y el circuito en esta zona era el
mismo que el que recorrí hace 20 días en la I Transplant Run Ciudad de Málaga, por
lo que parecía haber entrado en un bucle espacio-temporal que no tenía muy
buena pinta, ya que me daba la impresión de que por más que me esforzase no
avanzaba.
Cuando llegamos a la avenida
Alicia de Larrocha, que fue salida y meta de la Transplant Run y ahora era el camino
al kilómetro 32, certifiqué que, antes de afrontarme a lo desconocido (los kilómetros
que me esperaban más allá del 32, distancia a la que nunca me había enfrentado)
ya estaba totalmente exhausto, cuando me pasó el pelotón entero de la liebre de 3:00:00, de liebre a la cola, antes de llegar al final de la avenida.
Tanto José Adán como Agustín,
que iban de liebre con ellos me animaron, e incluso me ofrecieron geles, pero
yo, que estaba luchando en una batalla interna contra mi cuerpo en la que iba
perdiendo, no pude sino agradecer con un hilo de voz la ayuda, negar con la
cabeza, y continuar arrastrando las piernas hacia adelante, tirando con toda mi
alma.
Creo que psicológicamente estaba
tan mal que no me afectó el hecho de que la liebre a la que llegué a sacar
tantísima distancia me adelantase con esa facilidad, estaba tan mal que ni le
di importancia, de haberme adelantado en el kilómetro 22 en vez de en el 32
posiblemente hubiese sido capaz de pegarme y aguantar mejor el tirón, pero en
ese momento no podía ni planteármelo.
Menos mal que José Antonio
seguía ahí, al pie del cañón, de haber tenido que recorrer solo ese tramo no sé
cómo me las hubiese apañado.
Intente motivarme restando los
kilómetros que me quedaban en voz alta, y al pasar por el kilómetro 32 dije,
con gran esfuerzo “¡10!”.
Fuimos rodeando el tramo del
estadio olímpico, mientras iba siendo adelantado por más y más corredores,
algunos de los cuales pasaban a mi lado como una exhalación, desde mi punto de
vista, y me dejaban atrás en pocos metros.
Cogí en el avituallamiento un
par de vasos de agua, con manos temblorosas e imprecisas, y bajé aún más el
ritmo para poder beber el agua, que tanta falta me hacía.
Me costó mucho arrancar de
nuevo tras beber, pero me encontré un poco más lúcido, e intenté arreglar los
auriculares para ver si con la música se me hacían más livianos los kilómetros
que me quedaban por recorrer, pero a pesar de apretar el conector al móvil y de
subir el volumen no sucedía nada.
Miré la funda del móvil y me
percaté de que estaba tan húmeda que no se veía la pantalla, y pensé que quizás
el móvil se había mojado y se había apagado, por posiblemente iba a tener que
meterlo en arroz para resucitarlo más adelante.
Pero en ese momento ni si
quiera me importó, mi mente estaba concentrada intentando hacer que mis piernas
respondiesen, y todo mi cuerpo estaba usando las pocas fuerzas que le quedaban
para mantenerme erguido (ya me costaba trabajo hasta levantar la cabeza) y
seguir avanzando, no importaba que el móvil no funcionase, que estuviese siendo
adelantado por más y más atletas ni que cada paso fuese más lento y doloroso
que el anterior.
“¡9!” y dejamos atrás la marca
del kilómetro 32, comenzando a restar metros del siguiente kilómetro, el 33.
Había una inclinación poco
pronunciada que en mis carnes se vivió como una auténtica montaña que no era
capaz de escalar, mi cuerpo ya no daba más de sí y mi mente intentaba,
impotente, hacerlo avanzar paso a paso, tarea cada vez más ardua.
Por suerte con los ánimos de
José Antonio conseguía repetir ese proceso que tantas veces he repetido a lo
largo de mi vida pero nunca con tanto esfuerzo, el de avanzar paso a paso, ya
sin fase de vuelo, ya que en lugar de levantar las piernas prácticamente las
arrastraba.
Pensaba que antes de cruzar el
último control de carrera habíamos cruzado el kilómetro 34, y dije “8…” con
menos energía esta vez.
Sin embargo ahora me doy
cuenta, al revisar el circuito, que el kilómetro 34 se alcanzaba realmente al
girar en el control de paso, lo que explica por qué ese kilómetro fue, con
diferencia, el que más largo se me hizo de toda la carrera.
Mi paso por ese tramo fue
agónico, intentaba pensar, pero cada vez me costaba más (ya ni si quiera tenía
fuerzas mentalmente) y me costaba cada vez más ir procesando lo que me decía
José Antonio, que se desgañitaba en palabras de ánimo intentando que siguiese
adelante.
Sentía sed de nuevo, pese a
haber bebido hacía un par de kilómetros, hambre y una fatiga enorme, que hacía
que hasta tragar saliva fuese una tarea titánica.
Llegando al kilómetro 35, ya
sin ni si quiera fuerzas para pensar cuántos kilómetros quedaban para acabar la
maratón, o cuántos kilómetros tenía una maratón, José Antonio se adelantó uno
metros y volvió en un sprint con un vaso de isotónica, que me bebí antes de
llegar al mismo, y una vez allí me paré para coger agua, que bebí con un gran
esfuerzo, ya que la misma tarea de tragar empezaba a ser un reto.
Volví a ponerme en marcha con
mi cuerpo quejándose ruidosamente por verse forzado a continuar, y José Antonio
me dio un plátano que pelé torpemente e intenté masticar, pero por más que lo
masticaba no era capaz de tragármelo.
Escupí la mitad y me concentré
en la mitad restante, que se empezó a deslizar poco a poco por mi garganta, y
cuando, con mucho esfuerzo, hice acopio de concentración y fuerzas para tragar,
mientras girábamos camino al kilómetro 36, me paré de repente.
Era la primera vez que andaba
en una carrera desde que empecé a correr, y aunque siempre había pensado que si
alguna vez me pasaba eso me iban a invadir ganas de retirarme y me iba a
avergonzar de ello con cada paso que diese, en el momento no fui ni si quiera
capaz de entender qué pasaba.
Intentaba seguir avanzando,
pero por más que intentaba que los pies se despegasen del asfalto una vez que
los talones se levantaban no tenía fuerzas para elevar la punta del pie.
Ahora en retrospectiva me da
vergüenza reconocer que he andado en una carrera, que se supone que está hecha
para correr, pero al menos puedo decir con total honestidad que no me planteé
abandonar en ningún momento.
Sabía que con José Antonio
dándome ánimos y tirando de mi iba a llegar a la meta, donde quiera que
estuviese, y además, en la remota posibilidad (que no llegué a ver factible
pese a las circunstancias) de decidir abandonar, ¿Cómo se supone que iba a
volver al puerto?
Anduve a pasos largos durante
unos 200 metros, y aunque a mi parecer iba hasta más rápido que corriendo, me
dijo José Antonio que habíamos pasado el kilómetro 35 a un ritmo de 5:10
minutos por kilómetro.
Con mucho esfuerzo logré “traducir”
qué significaba correr a 5:10, y recordé que muchas veces entreno a ese ritmo,
así que realmente no era un ritmo tan malo, en ese momento pensaba que iba
muchísimo peor de cómo iba realmente.
Animado constantemente por José
Antonio y por los espectadores y voluntarios, que leyendo el nombre del dorsal animaban
de forma personalizada a los corredores que, como yo, estábamos contradiciendo
a nuestro apelativo y estábamos comenzábamos a andar (delante de mí, por
increíble que me pareciese, había atletas aún peor que yo, cosa que me
resultaba difícil de aceptar, teniendo en cuenta que no recordaba haber sufrido
tanto en mi vida) conseguí ponerme en marcha de nuevo, de forma destartalada y
sin técnica alguna, pero indudablemente más rápida que andando a pasos largos,
aunque me costase notar la diferencia en ese momento (salvo por el nivel de
dolor percibido de una y otra forma, exponencialmente mayor al intentar
correr).
Llegando al kilómetro 36, a
escasos metros de cruzar la marca, cuyo texto ya no era capaz de leer o
procesar, sentí como mi cuerpo se colapsaba, y volví a andar de nuevo.
No entendía que pasaba, quería
seguir corriendo, no ansiaba nada tanto como ser capaz de, aunque fuese a trote
cochinero, avanzar lentamente camino de la meta, pero simplemente, no era
capaz.
Según José Antonio (ahora veo
que tenía razón, viendo el perfil de altitud de la carrera), ya lo más duro
había pasado, y lo que nos esperaba era todo cuesta abajo hasta la meta.
Lo cierto es que a mí me
parecía que estaba subiendo una eterna pendiente, pese a llevar el terreno a
favor no conseguía coordinar mi cuerpo para continuar corriendo.
Tras unos 100 metros caminando
hice acopio de fuerzas, aunque lo que me movía en esos instantes era más mi
voluntad más que mi cuerpo, y eché a trotar de nuevo, pero tras unos 300 metros
no pude más y volví a andar otro tramo.
Conseguí obligarme a hacer un
repaso mental de mi cuerpo, y llegué a la conclusión de que si no corría era
porque no quería, ya que no tenía molestias propiamente dichas, tenía el 90% de
los músculos del cuerpo agarrotados y hechos polvo, pero no tenía ninguna
lesión que me obligase a pararme.
En ese momento mi mente ganó
una pequeña batalla, y le dije a José Antonio como pude “en la siguiente farola
empiezo a correr de nuevo”, y varios metros antes de alcanzarla me puse en
marcha, trotando de nuevo como pude.
Conseguí pasar la marca del
kilómetro 37 trotando y mi moral se incrementó muchísimo, pero estaba ya
empezando a notar molestias en las rodillas, que parecía que se me bloqueasen
al intentar avanzar, sobre todo la derecha.
No sé si realmente se me
bloqueaban o si mi cuerpo estaba buscando una excusa para obtener unos cuantos
metros de “alivio” (caminar era muy doloroso, pero era casi un descanso
comparado con trotar, ya no ya se puede decir que estuviese corriendo).
Al cruzar la rotonda pasado el
kilómetro 37 no pude más y volví a empezar a andar.
Vi a lo lejos un puesto de
avituallamiento, y me prometí a mí mismo que una vez que una vez que lo pasase
me pondría en marcha de nuevo.
Como hizo antes en el puesto de
avituallamiento del kilómetro 35, José Antonio se adelantó para traerme un vaso
de isotónica, y esta vez aproveché que iba andando para beber copiosamente, dos
vasos de isotónica y medio botellín de agua.
Tal y como me había prometido a
mí mismo y aprovechando el impulso anímico de espectadores y voluntarios, eché
a trotar penosamente, e incluso adelanté a un hombre que iba andando también,
con las manos en los costados y la cabeza gacha.
Llegando a la marca del
kilómetro 38 me pasó en un suspiro la liebre de 3:15:00, y se vino a mi mente
la imagen del giro tras el primer control de carrera, en el que le estaba
sacando al menos un minuto y medio o dos de ventaja a esa misma liebre, y
terminé de hundirme.
No era capaz de ver la luz al
final del túnel y volví a andar durante varios metros, aunque haciendo todo el
caso que podía a José Antonio, cada pocos pasos andando echaba a trotar de
nuevo, convenciéndome mentalmente de que era capaz de llegar a la próxima
farola o al próximo paso de cebra sin pararme, aunque lograba pocos de esos
logros.
Cada 50 metros andando trotaba
durante otros 50 antes de pararme, o 100 si conseguía motivarme y aguantar el
dolor, aunque andando o trotando iba siendo adelantado por multitud de
corredores, lo que me daba la sensación de estar nadando a contracorriente.
Cuán diferente habría sido en
caso inverso, si hubiese empezado dosificando mis energías y hubiese
aprovechado la corriente anímica de ir adelantando corredores durante la
segunda parte para seguir avanzando. Creo que es una de las lecciones más
valiosas que me ha enseñado el atletismo, a través de esta maratón.
Por más que intento recordar no
sé cómo llegué hasta el kilómetro 40, con total seguridad combiné pasos largos
con trote cuando pude, pero no recuerdo pensamientos específicos de esos
tramos, desconecté en piloto automático y aunque recuerdo vagamente que se me
pegase andando un hombre y después volviese a quedarse atrás no puedo capturar
detalles de ese tramo de dos kilómetros.
Sin embargo, tras recuperar
bebiendo copiosamente tanto isotónica como agua en el último punto de
avituallamiento mi consciencia “resucitó” y me dije a mí mismo algo que José
Antonio llevaba diciéndome desde hacía varios kilómetros, que lo peor ya había
pasado, y que si había sido capaz de llegar hasta ahí, como no iba a ser capaz
de continuar corriendo hasta la meta.
Aun así no pude evitar pararme
en un par de ocasiones antes de llegar al kilómetro 41, andando en la segunda
cerca de 300 metros del tirón, la mayor distancia hasta el momento, porque
notaba la rodilla derecha realmente entumecida y no era capaz de mandar la
señal a la pierna para que la doblase antes de avanzar.
Al final conseguí trotar a
trompicones mientras cruzamos el kilómetro 41, y desde ahí el único pensamiento
que ocupaba mi mente era una frase corta y sencilla, que me repetía como un
mantra una y otra vez “no te pares, no te pares, no te pares, no te pares…”
No servía darme ánimos a mí
mismo, no recordarme todo lo que había sufrido hasta ese momento, o lo poco que
quedaba para llegar a meta, lo único que sirvió fue concentrar todas mis
energías en no pararme.
Tenía calambrazos en brazos,
cuello espalda y en prácticamente todos los grupos musculares en los que
centraba mi atención, pero no podía pararme. Ya no.
Llegando al puerto José Antonio
se salió del recorrido, y continué esos 300 o 400 metros solos, concentrado en
mi mantra.
Vi a lo lejos lo siguiente, y
no me lo podía creer, no era consciente aún de lo cerca que estaba de completar
la prueba más dura que había corrido nunca:
Estaba ya llegando al kilómetro
42, y ya “sólo” me quedarían 195 metros que recorrer.
Oía gritos de ánimo y de apoyo
de la multitud, tanto de amigos como de espectadores que gritaban mi nombre
para animarme, pero no era capaz de concentrarme en avanzar y escuchar a la
vez, tan sólo oía.
Pasé por la marca del kilómetro
42, que yo encaré desde la perspectiva opuesta a la fotografía, y me dio la
sensación de que algo cambiaba en mi interior.
Ya no dolía avanzar, sabía que yo podía
hacerlo, estaba a punto de terminar, y tirando más con la parte superior de mi
cuerpo que con la inferior, conseguí aumentar el ritmo a uno mucho mayor del
que había mantenido en todos los kilómetros anteriores.
Mi hermana y Gonzalo entre
otros me animaban, e inmortalizaban mis últimos metros en la maratón con un
vídeo.
Al final hasta me atreví con un
sprint, pero no tan rápido como hubiese querido, ya que aunque en ese momento
no era capaz de sentir nada mis músculos no daban más de sí, por mucha fuerza
que les inyectara.
Vi que el reloj de la prueba no
había llegado aún a 3:19:00, e intenté llegar antes de que pasase el minuto,
aunque no volví a mirar hacia arriba para comprobarlo, simplemente fijé la
vista en un punto inexistente en el infinito, enfrente de mí, y corrí con todas
las fuerzas que me quedaban.
En este vídeo se me ve llegando a meta desde lejos: http://www.corriendovoy.com/atletismo/87084/maraton-malaga-2013
En este vídeo se me ve llegando a meta desde lejos: http://www.corriendovoy.com/atletismo/87084/maraton-malaga-2013
Crucé la línea de meta y de
repente me invadieron un montón de sensaciones y de “flashes” de la carrera, la
salida, el giro en el primer control, el grupito de las 2:54:00, el momento en
el que José Antonio se pegó a mi lado para ayudarme, el momento en el que el
grupo de 3:00:00 me adelantó, el momento en el que me paré por primera vez en
mi vida en una carrera…
Me emocioné y se me saltaron un
par de lágrimas, pero no sé por qué intenté y conseguí, reprimirlas, aunque en
mi interior giraba un turbulento remolino de emociones y sentimientos que nunca
había sentido al terminar una carrera.
En mi mente se sucedían las
imágenes que más me habían marcado durante la carrera mientras me invadía una
sensación de orgullo y de satisfacción enorme, que se resumió en una corta
frase que le dediqué a mi yo interior “lo he logrado”.
Mientras todos estos
pensamientos invadían mi mente mi cuerpo seguía insensible al dolor que había
estado sufriendo en cantidades industriales durante los últimos kilómetros, y
avanzaba dentro de la zona de meta a la vez que los voluntarios me ponían cosas
en las manos, y la medalla de finisher al cuello.
Vi a Juan Antonio que me
preguntó que qué tal me había ido, y mientras daba ávidos sorbos a un gatorade
azul que había aparecido en mi mano derecha sin saber cómo ni cuándo, seguí
avanzando.
Me encontré a José Antonio, que me
felicitó por haber completado la carrera, y me dijo que se tenía que ir.
A través de la valla que
separaba la zona de meta de la zona de los espectadores le di un abrazo,
cargado con la camiseta de finisher, una manzana, un botellín de agua y un
rectángulo de plástico envuelto que no llegué a abrir.
Pasé enfrente de un stand donde
varios atletas se estaban echando fotos al llegar, y reconocí a Abraham,
excompañero del grado de educación primaria con el que coincidí el año pasado,
que ha decidido dejarlo este año para estudiar en Madrid lo que realmente le
gusta.
Me eché una foto en el stand y
una con él, y tras desearle suerte me despedí y salí de la zona de meta,
reencontrándome con Gonzalo y Marina, que me preguntaron que qué tal me había
ido todo y cómo estaba.
En ese momento me di cuenta de
que estaba tan cansado que me costaba hasta hablar, pero aun así les conté lo
más importante.
Lo primero que hice en cuanto
me pude sentar fue quitarme la parte de arriba de la equipación de invierno,
hoy muy poco acertada, ya que estaba empapadísimo en sudor, y me puse la
camiseta de finisher.
Lo siguiente fue quitarme los
tenis y los calcetines y sentí un alivio enorme, ya que aunque no tenía
ampollas ni molestias en las plantas de los pies se me habían hinchado
muchísimo, y la sensación al liberarlos de las zapatillas fue hasta placentera.
Comprobé el móvil y vi el
motivo por el que se había dejado de escuchar la música, una actualización del
reproductor de música del móvil, que no podía haber sido más inoportuna.
Mi hermana me pasó a mi madre
en su móvil y le conté la experiencia en la maratón brevemente, mientras
Gonzalo y Marina preguntaban dónde estaba el stand de todotrofeos.
Una vez estaba más descansado y
aliviado me dispuse a levantarme para buscar el lugar donde se grababan las
medallas, y me costó casi más esfuerzo levantarme del banco que esprintar en la
meta varios minutos antes.
Mi hermana había ido con mi
dorsal al “kiosco del tiempo”, y me trajo el papelito que mostraba mi tiempo y
mi clasificación temporal.
Le eché un vistazo y me
sorprendí gratamente, ya que aunque no me había parado a pensar en qué posición
habría acabado en la general ni mucho menos en mi categoría (ya sénior), imaginaba
que habrían entrado cerca de 1000 corredores antes que yo.
Pero no fue así, acabé en la
291ª posición de la clasificación absoluta masculina, de 1786, y la 67ª en la
categoría sénior, de 396, con un tiempo de 3:19:04, y un promedio de 4:43 minutos
por kilómetro.
Me parece increíble que hasta
el kilómetro 22 no subiese de 4:10 minuto por kilómetro, y luego en los últimos
no fuese capaz de bajar de 6:00 minutos por kilómetro, casi 2 minutos más por
kilómetro de media.
Parece incomprensible, pero en
cuanto corres una maratón ves que puede ser incluso peor, dentro de lo malo de
forzar de más en la primera mitad había estado varios meses preparando la
prueba y físicamente llegaba preparado, si además de forzar en la primera mitad
hubiese llegado subentrenado no quiero ni imaginarme como hubiese acabado la
maratón.
Creo que no es muy descabellado
pensar que por cada segundo de más por kilómetro que corres en la primera mitad
de la maratón te resientes 10 segundos en la segunda mitad, no se si
matemáticamente será así, pero es la impresión que me ha dado.
Los organizadores nos marearon
dando un par de vueltas alrededor de la zona de llegada, ya que no sabían a
ciencia cierta donde estaba el stand de todotrofeos, pero al final dimos con
él.
Ya había recuperado la
sensibilidad muscular, y de qué manera, me dolía simplemente quedarme de pie, y
me acerqué a preguntarle a Juan Antonio cuanto le quedaría más o menos para
poder volver a casa, y mientras él acababa me encontré con varios compañeros del
Club de Atletismo Fuengirola, como Claudio, José Antonio, Michel, Pablo Madrid y varios más.
Acabó con presteza y me dijo
que me esperase con mi hermana en un lateral del muelle 1 mientras él y Gonzalo
iban a por el coche, ya que vieron que me costaba horrores caminar y parecía
más un pingüino que una persona, y media hora más tarde estaba en casa,
subiendo las escaleras apoyando todo el peso que podía en el pasamanos, ya que
mis piernas por sí solas eran incapaces de subir los escalones.
Mi primera maratón ha sido una
experiencia cuanto menos intensa, dolorosa, sí, pero que quiero repetir pronto.
No cuanto antes, ya que primero
quiero ser capaz de poder volver a correr sin problemas, pero sin duda sí para
la XXX Maratón Internacional Ciudad de Sevilla en Febrero.
No sé cómo si habré sabido como
captar la esencia de lo que es correr una maratón de forma que alguien que
nunca la haya corrido la entienda, ya que aunque se hable mucho del dolor y del
sufrimiento, sobre todo en los últimos kilómetros, cada metro que se avanza es
una satisfacción enorme, y tirando de pundonor y de voluntad una vez que se
cruza la meta se olvidan los malos ratos pasados.
Sin duda los atletas somos una
especie aparte, los maratonianos (a pesar de llevar varios meses siguiendo un
estilo de vida maratoniano no podía considerarme uno hasta acabar mi primera
maratón) más aún, pero por difícil que parezca de creer, en ningún momento me
he arrepentido de correr la maratón, he disfrutado más de lo que he sufrido y
quiero correr para seguir entrenando en cuanto pueda.
Ya tengo la experiencia de la
primera maratón, ya sé a qué me enfrento, así que ahora que conozco a la bestia
“sólo” queda ir domándola poco a poco.
De momento mi próximo objetivo
son las 3:15:00, quiero ir dosificando de inicio a fin ya que estoy
completamente seguro de que puedo disfrutar la maratón desde el principio y hasta el final, al
igual que las medias maratones, creo que solo necesito la experiencia y la
preparación para correrla adecuadamente, y fijarme objetivos realistas y realmente asequibles.
En la próxima maratón, por
mucho que me pida el cuerpo correr, saldré pegado a la liebre de 3:15:00, y
hasta el kilómetro 40 no pienso despegarme de ella para correr más, una maratón
es muy larga y puede pasar de todo, como he aprendido en este debut, así que lo
mejor es ir poco a poco, paso a paso, y al final, si se tienen fuerzas, darlo
todo.
A propósito, os dejo aquí esta foto con el tiempo y posición de los compañeros del Club de Atletismo Fuengirola.
Actuación fenomenal de todos, el 100% finalizamos, pero quiero destacar especialmente el carrerón de Claudio, campeón veterano, y el de Fernando, que con sus 81 años sigue corriendo maratones, todo un ejemplo para el mundo del atletismo.
A propósito, os dejo aquí esta foto con el tiempo y posición de los compañeros del Club de Atletismo Fuengirola.
Actuación fenomenal de todos, el 100% finalizamos, pero quiero destacar especialmente el carrerón de Claudio, campeón veterano, y el de Fernando, que con sus 81 años sigue corriendo maratones, todo un ejemplo para el mundo del atletismo.
Por increíble que parezca he
tardado más en escribir esta crónica que en correr la maratón, pero espero que
sea de vuestro agrado.
Voy a recopilar información
sobre los entrenamientos realizados para prepararla y los colgaré en breve,
para que cualquiera pueda echarles un ojo, y en cuanto a crónicas creo que voy
a estar al menos 15 días sin escribir, ahora toca recuperar física y
mentalmente, desconectar un poco, y volver al entrenamiento poco a poco y con
más fuerza.
Un saludo a todos, y muchas gracias
por leerme.
Juan Andres,primero darte la enhorabuena por acabar tu primer maratón y decirte que llevo varias carreras siguiéndote en tu blog (el cual me gusta mucho porque coincides en muchas cosas de las que yo pienso en carrera),te e visto en varias carreras y en esta estuve en el grupo de 2:54 aunque yo al final también me descolge e hice 2:56 para ser tu primera maratón esta demasido bien y por la edad que tienes vas a mejorar mucho,veo que tienes pensado correr la media de alhaurin,espero que la corras pues yo soy de hay y la voy a correr,yo era el de la camiseta de (yo tambien empujo el carro)animo y ya nos veremos.
ResponderEliminarMuchas gracias Cristóbal!
EliminarQue tiempazo, cuantas maratones has hecho hasta ahora?
Me suena la camiseta sí, me pareció muy curiosa, qué es lo que representa exactamente?
Pues sí en Alhaurín estoy inscrito ya, así que allí nos veremos, ahora voy a recuperar bien y a volver a los entrenamientos poco a poco, pero espero llegar a tope a esa media.
Allí nos veremos, mucha suerte con todo!
Muy buen tiempo,Enhorabuena!! Vaya un recorrido bonito e?
ResponderEliminarSí, la verdad es que ha estado muy bien pensado, se han visto puntos muy emblemáticos y diferentes caras de Málaga! quitando la zona del estadio olímpico que se me hizo eterna (en parte porque llegué ya KO) me ha encantado de inicio a fin.
EliminarEste a sido mi tercera maratón,la camiseta es de la fundación rett es una caso que vi de un hombre en Valencia que corria maratones levando a su hija que tiene esta enfermedad en un carro,me llamo tanto la antencion que les compre una pues los beneficios van para investigar dicha enfermedad catalogada como rara.
ResponderEliminarPues nada a recuperarnos y espero verte en mi pueblo.
Muy buen tiempo entonces para llevar solo 3 maratones! yo voy a ir poco a poco, no quiero hacer otra mitad de carrera alrededor de 1:26 y luego que la segunda se me vaya a cerca de 2 horas, la siguiente saldré para alcanzar 3:15:00, que lo veo asequible =)
EliminarEn efecto, allí nos vemos, espero que recuperes sin problema!
Bueno bueno pa ser la primera ha estado pero que muy bien y si llegas a aguantar los caballos igual bajas algo de tiempo, pero ya que mas da. Un saludico desde Murcia.
ResponderEliminarMuchas gracias! me quedo con las sensaciones de la carrera, que dudo que se me olviden y la experiencia que creo que me va a venir genial a la hora de afrontar la segunda maratón, en principio la XXX Maratón Internacional Ciudad de Sevilla, ya os contaré!
ResponderEliminarHola Juan, he visto tu blog sobre la Maratón de Malaga, yo tambien la hice (posiciion 22 con 02:45), y he visto todos los errores que has cometido en tu primera Maraton, te los digo con la mayor humildad y con la idea de que aprendas en el futuro, si has sido capaz de con tantos errores hacer la marca que has hecho, es que haciendolo bien puedes bajar de las tres horas en un par de años.
ResponderEliminarerrores:
1-con la ropa que llevabas, quizá en el polo norte te hubiera ido bien, pero en Málaga, amigo, suerte que no hayas sufrido un golpe de calor. Estoy seguro que hubieras hecho 10 minutos menos sin esa ropa.
2-tu ritmazo al principio, lo has pagado de sobra a partir del km 30
3-nuestro cuerpo es mas eficiente en pruebas de fondo si vas siempre al mismo ritmo, y no a 3:40 al principio, luego a 4 y luego a 6; mejor ir todo el tiempo a 4:20, ya se que al principio con los nervios es dificili ir lento, pero así debe ser.
A pensar en positivo, si con tantos errores terminaste, imáginate corriendo bien la prueba. Lee sobre maraton, hay mucha informacion en internet más importante buscate un amigo experimentado que te aconseje e incluso que pueda correr contigo. Y otra cosa no corras dos maratones seguidos, acabarás lesionado, yo acabe Malaga el año pasado con la pubalgia que me tuvo 6 meses sin correr, y la verdad que correr es una droga preciosa que no quiero quitarme. Animo, Fuerza y a correr con la cabeza en el futuro. Recibe un saludo desde Ubrique, Luis Gómez
Hola Juan, de nuevo. Olvidé decirte algo importante: he visto tus planes de carreras en enero y febrero y me han dado miedo: no puedes hacer en dos meses luego de lo que sufre nuestro cuerpo en la preparacion de una Maratón y la misma, dos mm y una maratón. Salvo que seas superman, debes entender que correr en serio como ambos hacemos es muy lesivo. Deberías controlar un poco esa impaciencia por correr y mas despues del subidón que nos da terminar una maraton. Si haces Sevilla, córrelo con cabeza, tratando de hacer la misma media por km toda la maraton. Suerte y cuídate, no me gustaría que acabaras con una lesión, y desgraciadamente corriendo tantas carreras consecutivas vas directo a ella. Fuerza y Descanso y piensa que nosotros somos populares y no profesionales, Mi idea es seguir corriendo hasta los 80 años si Dios quiere, pero no podemos hacer burradas...
ResponderEliminarHola Luis!
EliminarEn primer lugar enhorabuena por la marca y posición, es realmente buena, de todas las personas que conozco que corrieron la maratón (que no son pocas) tienes la mejor!
Tienes razón en todos los consejos, voy a plantearme en Sevilla salir desde atrás y seguir al pacemaker de 3:15:00, al menos hasta el 40, y si tengo fuerzas tirar algo más, apretaré a partir de ahí, pero no antes, ya que como bien señalaste entre los errores, pienso que el error primordial fue embriagarme de emoción en la primera mitad, lo que me dejó sin fuerzas llegando al 30 (donde de verdad empezaba la carrera, y además de llegar ya físicamente agotado, por mucho que me había informado y que me habían contado la experiencia del "Muro" no me esperaba que fuese tan implacable).
Esta semana aun no he salido a correr, solo a andar una horita al día, y ya este domingo haré una tirada tranquila, de una hora y vuelta a ritmo cómodo para ir preparando al cuerpo para correr de nuevo.
En Alhaurín seguramente corra compitiendo realmente, pero en Torremolinos me la voy a plantear como un entrenamiento colectivo, saldré más a ritmo de maratón que de media, ya que teniendo en 20 días la maratón sería más que contraproducente salir a hacer marca o a correr a un ritmo de competición.
Te agradezco muchísimo los consejos y la experiencia que has compartido, sé que puedo tardar un año o dos en bajar a las 3:00:00 (un tiempazo como el tuyo no puedo ni imaginármelo, sinceramente), pero con constancia, aprendiendo de los errores y con consejos de cracks como tú creo que va a ser cuestión de tiempo y kilómetros.
Espero que te vaya genial, coincidamos pronto (aunque creo que si te veo será solo antes de comenzar la carrera, o ya en meta) y que las lesiones respeten.
Un saludo desde Málaga!
Por cierto Luis, podrías echarle un vistazo general a cómo me preparé para correr la maratón para saber cómo mejorar en futuras programaciones?
EliminarHe leído varios libros sobre entrenamiento y autoentrenamiento, buscado información en foros y en artículos deportivos y preguntado a compañeros y amigos, pero creo que la información de primera mano de un corredor es siempre la más fiable (aunque cada persona es un mundo), especialmente de mano de un corredor de un nivel tan alto como tú.
Te dejo aquí el resumen de mis entrenos del 1 de septiembre hasta el día de la maratón, por si no te importa decirme en líneas generales cómo lo enfocarías: http://elcorredorerrante.blogspot.com.es/2013/12/este-es-el-diario-de-mi-plan-de.html
Un saludo, y gracias de antemano.
Hola Juan Andrés, es un placer charlar contigo. Veo que te gusta tanto correr como a mí, con una diferencia te envidio por tu edad, yo ya tengo 45 años, empecé hace 3 años y ojalá hubiera comenzado mucho antes...las lesiones del futbol me llevaron al tenis de mesa, y otra lesión de hombro me llevó a correr. Solo llevo 3 maratones, primero Sevilla 02;59, el pasado año 02:50 y este 02:45. Y también cometí el año pasado el error de querer correrlo todo; al final acabe lesionado con una pubalgia que me impidió hacer el pasado año Sevilla. Paré unos 5 meses, haciendo bici sobre todo. Y la verdad que ahora estoy mejor. No sabes lo frustrante que es no poder correr, cuando ya para nuestra mente es algo necesario. Por esto querría evitarte este paso que me ocurrió a mí. Si algún día notas dolor, descansa y espera a que pase y si es algo más jodido para más tiempo.
EliminarRespecto al plan, hay muchos. Yo he seguido estos tres años el de la web de runners: http://www.runners.es/entrenamiento/smartcoach , se adapta a tu nivel y la mejoría se obtiene poco a poco; es sencillo y aunque creas que no vas a llegar al nivel que te promete, al final sí lo consigues. Está basado en la escuela americana, que es donde comenzaron los Maratones populares. Hasta 02:50 estos planes son muy buenos, se rueda tranquilo dos o tres días, un día de serie y otro día de rodaje largo (es lo usual) y al hacer el plan te pide hace unas preguntas sobre una marca previa, la prueba que deseas preparar, etc. Ya te digo a mí en estos tres años me ha ido muy bien con ellos, y de adapta a todos los niveles y además es muy realista, a mí solo me daba una mejoría de 5 minutos (de 02:50 el año pasado a 02:45 este año). Consejillo que te daría, dado que aún eres muy joven; trata de mejorar en pruebas de 10 km y 1/2 maratón; cogerás velocidad que te servirán en el futuro para la Maratón; está claro que la maratón es la prueba reina y la que más te gusta. Conozco mucha gente de 30 años que es muy buena en 1/2 maraton; hace 01:12 o similar y aún no hacen maratones; y hacen bien pues el desgaste de los 4 meses de entreno de maraton son muy duros. Al final acabarán en la maraton, y tendrán la velocidad para obtener buenas marcas. Es lo que me falta a mí, dado que he empezado tarde. Tú en cambio debería cuidar más las pruebas de 10 y 1/2, y ya verás como serás muy bueno en la Maratón pasados los 32 años. Cuidate Juan Andrés y estamos en contacto en Facebook
Muchísimas gracias por todo, estamos en contacto!
EliminarAhora que me he marcado el objetivo (y estoy inscrito) del maratón de Málaga, que he tenido serias dudas porque se puede decir que es mi primer año corriendo como aficionado (lo de hace 18 ó 20 años ya se le ha olvidado a mi cuerpo), estoy preparando mi plan de entrenamiento y me estoy mentalizando. Una manera de mentalizarme, es leer la crónica del primer maratón de otros corredores populares que lo intentaron antes que yo.
ResponderEliminarTu crónica, como siempre, es muyyy completa y está muy bien narrada, no sé cómo haces para recordar todos los momentos y todas las sensaciones con tanto detalle. =)
Mi objetivo está muy lejos del que tú te marcabas en 2013, yo me conformo con ser finisher, y de acuerdo a cómo lo veo ahora, mi tiempo estaría rozando las 4 horas, ver qué tal voy a unos 5:30 y llegado al punto crítico ver qué sensaciones tengo.
En general, una lección que estoy viendo clara (sea cual sea la "marca" que uno se plantee), es no apretar más de la cuenta en la primera mitad, ceñirse al plan, para intentar evitar al tío der mazo en la segunda mitad.
Me da muchísimo respeto esta distancia (creo que nunca antes he corrido más de 22 km, quizás 25 hace muchos años), pero tengo la mente puesta en disfrutar de la carrera, claro que sí! =)
P.D.: Confieso que me he asustado porque primero he leído tu crónica del maratón de Málaga de 2014, luego ya he visto que no pudiste entrenar debidamente por el problema de la rodilla y el accidente. Eres todo un luchador.
Lo más importante es tener el objetivo claro, ahora ya es sólo ir a por él (que no es moco de pavo ;))
EliminarLa lectura de otras crónicas te va a ayudar mucho, y sobre todo te va a motivar para entrenar, yo mismo pasé por ahí en 2013, en verano precisamente, mientras confeccionaba mi plan.
Si necesitas ayuda puedo echarte una mano con la preparación, sin compromiso alguno.
Salvo la semana pasada en el maratón de Los Pacos (clandestino) nunca había acabado mejor la segunda mitad de un maratón que la primera, el "muro" nos lo ponemos nosotros por ir con revoluciones de más... a ver si este año en Málaga consigo por fin correr un maratón con cabeza y disfrutarlo de inicio a fin.
Todo se consigue con esfuerzo y dedicación, y seguro que este maratón no es una excepción ;)
Nos vemos, si no antes, en diciembre, ¡tanto en la salida como en la meta!
¡Un abrazo!