Ir al contenido principal

Sensaciones previas ante mi primer maratón, el IV Maratón Cabberty Ciudad de Málaga



El 18 de Agosto de 2013 a las 21:55 me inscribí en la IV Maratón Cabberty Ciudad de Málaga.

Fue una decisión muy meditada; tras un año bastante desconectado del atletismo quería recuperar la forma y las sensaciones, y pensé que el desafío que suponía afrontar una prueba tan mítica me motivaría para entrenar como nunca lo había hecho.


El 19 de Agosto comencé a leerme libros de autoentremiento y rendimiento deportivo, desde 1970 hasta la actualidad, y tras leerme una decena de ellos y buscar por Internet las últimas tendencias y los últimos enfoques con base científica para entrenar los 42.195 metros, comencé a diseñar mi propio plan de entrenamiento.

El plan era bastante ambicioso, ya que incluía 5 días de entrenamiento semanal, carga de trabajo que sólo había mantenido hasta ese momento durante dos semanas seguidas como máximo.

Tras correr la XXXV Carrera Popular Feria de Mijas el domingo 1 de Septiembre comencé a seguir dicho plan de entrenamiento, que partía de la base que tenía y progresivamente iba incrementando distancia.

Al principio fue especialmente duro, ya que trabajaba varias horas de pie y las piernas sufrían bastante, y afrontaba los primeros entrenamientos sin llegar a recuperar del todo, aunque poco a poco mi cuerpo se fue acostumbrando y fui capaz de recorrer más y más kilómetros seguidos, a un ritmo incluso mayor que al principio.

La primera semana no llegué a los 80 kilómetros, pero tras 5 semanas ya comencé a superar una cifra que, al planear los entrenamientos, no sabía si realmente iba a ser capaz de superar, los 100 km semanales, pero como tenía 14 semanas por delante hasta llegar al maratón, decidí que si veía que no era capaz de seguir el exigente plan que me había autoimpuesto, era tan sencillo como modificarlo para adaptarlo a la realidad y listo. A fin de cuentas, lo importante es acabar, y eso es lo que quería conseguir por encima de todo.

Los resultados que he ido cosechando esta temporada me han ido dando alas, ya que además de mejorar físicamente he machacado mis marcas una tras otras, en 1k, 5k, 10k y media maratón, en esta última modalidad en algunas por cerca de un cuarto de hora con respecto a años anteriores.

Hasta ahora llevo 6 podios en 9 carreras, y en las 3 en las que no he conseguido podio he competido como sénior, así que la trayectoria ha sido impecable, mi cuerpo ha respondido adecuadamente y he podido seguir el plan sin problemas, salvo durante la primera semana de prácticas en el colegio, ya que me encontré con que no tenía tiempo material para salir a correr, pero con un reajuste del horario y muchísima fuerza de voluntad conseguí ir cumpliendo con la planificación semana a semana.

El mayor volumen de entrenamiento lo alcancé en la 9ª semana, 123,8 kilómetros, y desde entonces he ido rebajándolo progresivamente, hasta el punto de realizar tan solo 53,4 la semana pasada, bastante menos que al comenzar el plan de entrenamiento.

Desde la 11ª semana ya estaba todo echado, correr más rápido o más lejos no iba a influir positivamente en el resultado que pueda alcanzar este domingo en la maratón, así que fui reduciendo la carga paulatinamente.

Pese a ello, desde la semana pasada,  no he parado de notar molestias y dolores raros, quizás provocadas por mi propia inseguridad al afrontar una prueba desconocida para mí, en la que he invertido tanto.

He experimentado aleatoriamente dolor en las plantas de los pies, tirones en los cuádriceps y el domingo pasado incluso un pinchazo en el gemelo derecho, que me preocupó tanto que decidí interrumpir el entrenamiento de la que iba a ser mi última media maratón antes de la maratón, que dejé en 14,4 kilómetros y acabé andando, preocupado por ese pinchazo que comenzaba en el centro del gemelo y subía hasta la parte interior de la rodilla.

Esta semana no había salido a correr ningún día, temeroso de que el pinchazo volviese o me provocase alguna lesión que me incapacitase para correr el domingo, tras 14 semanas de intensa preparación, tantas horas empleadas, tantos litros sudados y tanto esfuerzo invertido.

Sin embargo, la impaciencia me pudo y esta mañana he decidido salir a correr, a la misma hora a la que dará comienzo la maratón, 8:30 am, ya que mi cuerpo me pedía correr de nuevo y psicológicamente necesitaba hacer un último entreno completo para afrontar la maratón con confianza, no podía llegar a la línea de salida habiendo dejado el último entrenamiento a medias.

He ido corriendo al que creía que era un ritmo lento, sintiéndome muy tranquilo en todo momento (ni si quiera he llegado a llevar una respiración agitada), y cada vez que mi cuerpo detectaba algo raro bajaba un poco el ritmo, para incrementarlo cuando confirmaba que se trataba tan solo de mi imaginación.

He recorrido los 8,8 kilómetros que separan mi calle del mirador de la Stupa Budista de Benalmádena (subiendo por Torremuelle, por el Castillo de las Águilas) en 00:45:11, y al mirar el reloj no me lo podía creer, era por pocos segundos mi mejor tiempo en subir, y ni si quiera tenía el pulso realmente desbocado… Pero aún quedaba la vuelta y el terror psicológico a lesionarme rondaba mi mente como un águila sobrevuela su presa.

A la ida bebí pasado el hotel de los elefantes, pero a la vuelta iba tan concentrado en mi propiocepción que hasta llegar a casa no me recordé de beber.

He ido tan pendiente a la información que me transmitía mi cuerpo tampoco me he preocupado de mantener un ritmo, he ido en “piloto automático”, por lo que pensaba que pese a haber realizado una ida impecable tanto en sensaciones como en tiempo, a la vuelta iba a tardar bastante más tiempo.

Sin embargo no ha sido así, he llegado en 1:25:33, a un ritmo medio de 5:09 minutos por kilómetro, ritmo que teniendo en cuenta los 6200 metros en desnivel (3100 en subida y 3100 en bajada) no está nada mal, y que de hecho es mi mejor tiempo en completar el circuito.

El kilómetro más duro ha sido el paso del 7º al 8º, que bajé a un ritmo de 7:27 minutos por kilómetro, de puntillas por miedo a que el gemelo se resintiese luego (la semana pasada me molestaba al levantar el pie desde apoyado en plano).

Pero a la vuelta, al ver que estaba cada vez más y más cerca de completar el entrenamiento sin que ninguna lesión letal apareciese, apreté más el ritmo (aunque sentía que podía dar mucho más aún así) y recorrí los dos últimos kilómetros a un ritmo de 4:13 y 4:11 respectivamente, acabando con un sprint calle abajo desde la ermita en el que me esforcé más a fondo, con el objetivo de comprobar si alguna molestia surgía en esos últimos metros o no.

No fue así, y al llegar a casa no pude evitar que se me escapase una risilla nerviosa de alivio y satisfacción al mismo tiempo; no sólo había dejado todos mis fantasmas sobre lesiones y dolores mortales que podían hacer que no llegase a la línea de salida el domingo, sino que además había realizado mi mejor tiempo en un circuito con cuestas con la sensación de que podía haber apretado el ritmo bastante más.

Tal vez físicamente no necesitase confirmar que estaba preparado, pero psicológicamente ha sido excelente, ahora me siento totalmente preparado para afrontar la maratón, y puedo decir con orgullo que estoy en condiciones de dar el 100% el domingo.

Esta tarde voy a recoger el dorsal de la carrera, y entre hoy y mañana a cargarme de hidratos y beber mucho, que es lo único que ya puedo hacer para llegar a tope a la línea de salida.

Allí nos veremos, mucha suerte a todos los valientes que como yo, afrontarán la maratón este domingo.

Alea jacta est, ¡Quedan dos días!


Comentarios

  1. GUAAUUU!!!!! Que pasada Andres!!!! Puedes estar orgulloso por motivar a un tio de 36 años como yo, permíteme que presuma de ti en las reuniones con mis amigos y les enseñe como te expresas, te deseo lo mejor el domingo y que no te quepa la menor duda de que estare en meta esperándote para darte mi mas sincera enhorabuena y cuando ya estes seco, darte un abrazo jeje. ANIMO CAMPEON!!!!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario