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Subida en solitario a las antenas de Mijas 2013, Martes 17 de Diciembre


Hace 3 meses que subí al repetidor de Mijas por primera vez con el Club de Atletismo Fuengirola; Hoy, en circunstancias muy diferentes, especialmente las climatológicas y la compañía (la de mi persona únicamente) he realizado mi primer ascenso en solitario al repetidor.

Más que deportivos, los motivos que me han impulsado a hacerlo han sido personales, desde la maratón solo había entrenado una vez (ayer tarde) y mi cuerpo tenía un mono de correr bastate serio, y llevo dos días realizando los últimos trabajos para la universidad, lo que me tenía mentalmente agotadísimo (en el momento en el que he salido esta tarde llevaba cerca de 4 horas ininterrumpidas trabajando en una memoria que he de entregar mañana tarde).

Hoy mi plan inicial era subir a la Stupa Budista de Benalmádena por Torremuelle a ritmo de recuperación, para recuperar de la tirada de ayer, de media maratón, pero al final me di cuenta de que necesitaba despejarme como el comer, y decidí subir a un ritmo muy tranquilo hasta la antena del repetidor.

Cogí mi cinturón de inmolación, cambiando una botellita por una cámara (como no tenía pensado correr a buen ritmo pensé que podría capturar las preciosas vistas), me puse ropa abrigada, ya que la tarde pintaba fría, y comencé a trotar calle arriba.

Recordé fugazmente las agujetas que tenía la última vez que empecé a subir por ese camino, y la verdad es que ahora con el tiempo no sabría decir si eran mayores que las que tenía hoy o no, pero como no tenía prisa simplemente rebajé un poquito el ritmo y a lo tonto a lo tonto ya había cruzado el puente de la autovía.


Seguí a un ritmo muy tranquilo, superior a 5:20 minutos por kilómetro (no bajé de 4:30 en toda la sesión, ni falta que hacía, con la maratón tan reciente no conviene hacer esfuerzos excesivos), y en pocos momentos estaba ya en la carretera de Mijas.


A pesar de ir a un ritmo muy cómodo me dio la impresión de que estaba subiendo muy rápido, ya que me creo recordar que la última vez subí más lentamente, al estar esperando a Sergio y subir despacio por si venía detrás, pero como hace tanto tiempo no lo sé a ciencia cierta.

Al llegar a la rotonda donde esperé a Sergio la última vez hice memoria y recordé que estaba, sin contar esa rotonda, a 3 rotondas de coger el camino a la derecha que lleva al inicio de la subida al repetidor.

A pesar de que la tarde estaba bastante nublada no pensé que fuese a llover, pero cuando iba por la segunda rotonda me fijé en que se estaba concentrando una negrura amenazadora sobre Mijas Pueblo…


Por esta zona había llovido recientemente, el suelo estaba húmedo y olía a lluvia y a tierra mojada, lo que me hizo el ascenso muy placentero, iba a un ritmo muy cómodo, quizás demasiado, pero no me preocupaba, y los olores del campo y la lluvia evadían mi mente del asfalto que pisaba.


A una rotonda de alcanzar la gasolinera de Mijas pueblo me fijé en que las nubes estaban aclarándose y cayendo en forma de banco de niebla sobre el pueblo.

No suelo correr con niebla pero me resulta siempre una experiencia muy curiosa, ya que el agua en suspensión es bastante refrescante y la sensación que produce el agua que se adhiere a la cara me encanta.

Yo seguía corriendo a mi ritmo pachón, bastante motivado por la experiencia que estaba viviendo y la que me esperaba en el tramo que tenía por delante de mí a la subida, y paso a paso llegué a la última rotonda, con una ligera llovizna cayendo sobre mí, sin llegar a empapar.


Mientras tomaba el camino a la derecha recordaba la quedada con el club de atletismo 3 meses atrás, y las tiradas grupales que realizamos preparando la maratón, que ya hecho de menos.

Al coger dicho camino me bebí un botellín de agua, ya que estaba empapado por el esfuerzo y, aunque no tenía sensación de sed, hacía muchísima humedad, y prefería beber antes de que mi cuerpo notase la carencia de líquido.

Por esta zona las nubes eran negras de nuevo, pero la llovizna se hizo más fina, y caía como una sutil mantita de gotas sobre la ciudad.


En este tramo fui más rápido, pero no porque acrecentase el ritmo, sino porque el terreno se igualaba por primera vez desde que crucé bajo el puente de la autovía, y en un abrir y cerrar de ojos estaba dejando atrás este tramo y acercándome al inicio de la subida al repetidor propiamente dicha.


La última vez que subimos noté una bajada de temperaturas casi instantánea al entrar en la zona en la que la arboleda engulle el camino, pero esta vez, o estaba tan empapado en sudor que no me di cuenta, o la equipación térmica es realmente eficaz.

Hice un chequeo rápido de cómo me encontraba: Piernas frescas, pulso tranquilo y motivación muy alta, y empecé a subir sendero arriba, camino de al embotelladora de Mijas.


Ya estaba empezando a oscurecer lentamente, y el banco de niebla que había visto a la subida por la carretera de Mijas estaba cayendo implacable sobre el monte, dificultando bastante la visión.

Al enfilar la cuesta hacia arriba noté que mis piernas se quejaban un poco, tras la larga subida que llevaban ya, no eran molestias de problemas musculares, sino de fatiga, pero aún así bajé un poco el ritmo, y poco a poco llegué hasta la embotelladora.


Parecía difícil de imaginar en este punto, pero cuanto más avanzaba más densa era la bruma que caía sobre el monte; Miré el reloj y comprobé que llevaba una hora de ascenso.

No me gusta mirar el reloj cuando entreno, pero no había cogido el frontal luminoso y no me hacía la idea de que cayese la noche mientras subía a las antenas, pero tampoco quería forzar el ritmo, así que lo incrementé ligeramente, a mi pesar, y continué subiendo.


La unidad de medida del recorrido que me faltaba por cubrir (que no tenía otro propósito que servir de “puntos de control” mentales para animarme a seguir) en rotondas ya no valía, así que me establecí una nueva, basada en contar las curvas que iba recorriendo hasta llegar a la cima.

En cuanto giré la primera me encontré de bruces con un “muro” de niebla que no me dejaba ver más allá de 3-4 metros de distancia, el más denso que he cruzado nunca corriendo, y ya resoplando por el esfuerzo de la subida, me adentré en él.


No sé en qué momento pasó, pero había dejado de llover; Sin embargo, la niebla era tan densa que mojaba solo con atravesarla, y tanto la carretera como los árboles estaban empapados (de hecho, al pasar por debajo de los árboles parecía que llovía).


Tras la tercera curva perdí la cuenta de lo que me quedaba por subir, y empecé a darme cuenta de que la presencia de la niebla estaba comenzando a ser agobiante, ya que no veía qué me quedaba por subir y parecía que no avanzaba, esta parte se me hizo excesivamente larga.


Por fortuna, poco después se abrió un claro, y entre las nubes pude medio orientarme con la imagen que vi de la costa, que me ayudó a estimar que estaba a medio camino de completar el ascenso que comenzó desde que crucé el tramo pasado la embotelladora comenzó, y que acabaría al llegar a las antenas.


Sin embargo, las curvas seguían siendo idénticas la una a la otra, y una vez que se cerró el banco de niebla de nuevo volví a desorientarme.


Me bebí el segundo botellín de agua, ya que inconscientemente había estado aumentando el ritmo, y aunque en ese punto me había dado cuenta, decidí no bajarlo para que no me pillase el anochecer entrenando.

Tenía la barba llena de pequeñas gotitas de agua que me producían cosquilleo al resbalar, pero estaba tan concentrado en alcanzar las antenas que dejé de disfrutar del paisaje y las sensaciones y me centré únicamente en mantener el ritmo, que no es que fuese alto, pero era bastante superior al que me había propuesto mantener en inicio.


Subiendo en la que pensaba que era la última curva un viento lateral comenzó a soplar, y el banco de niebla más denso que jamás había visto ocupó la carretera mientras seguía descendiendo, haciendo que no pudiese ver a más de 2 metros de distancia.


Por suerte al tomar la curva, que resultó no ser la última, sino la penúltima, lo dejé atrás, y mi campo de visión aumentó en varios metros más.


Con la respiración muy agitada y los gemelos bastante cargados sobrepasé la zona de meta de la anterior subida al repetidor, con el club, recorriendo los últimos metros casi a sprint.


Al llegar al muro que hay pasada la antena pivoté, me saqué una foto y comencé a trotar cuesta abajo; Lo más duro ya ha pasado, ahora solo queda mantener un buen ritmo de bajada para intentar llegar a casa antes de que la noche lo hiciese.


Al cambiar de subir a bajar mis piernas se aliviaron bastante, ya que había estado subiendo durante 1:28:00 sin respiro, pero no quise dejarme llevar ya que además de que el suelo estaba mojado y la visión era difícil (aunque salvo con un coche, no me crucé con nadie) no quería sobrecargar los cuádriceps.


La subida se me hizo eterna, y de hecho penaba que estaba llegando cuando aún me quedaba una curva que subir, pero el primer tramo de bajada se me pasó en un suspiro, y ni si quiera me di cuenta de que había pasado dos curvas cuando llegué de nuevo a la zona densa del banco de niebla, que continuaba su bajada por la ladera.


Seguí bajando intentando vislumbrar la costa entre los bancos de niebla, pero no hubo ni un solo resquicio, el monte estaba totalmente cubierto por la niebla.


Decidí beberme la última botella de agua, aunque no tenía sed, pero quizás debería de haber esperado un poco, ya que por primera vez en muchísimo tiempo me entró flato, y tuve que andar durante un tramo a zancadas largas mientras se me pasaba.

Era peor andar rápido que trotar despacio, ya que exigía mayor esfuerzo a los cuádriceps, pero por fortuna tras varios metros andando rápido y otros combinando trote lento y caminar rápido, al final pude volver a establecer un ritmo constante, llegando ya a la curva de la embotelladora.


No me di cuenta hasta ese momento, pero había descendido ya casi hasta el inicio del ascenso a las antenas y en esta parte ya no había apenas niebla, y de hecho, pasado la embotelladora podía ver hasta donde alcanzaba la vista sin mucho problema.


Desde esta parte hasta llegar a casa no hay mucho que contar, bajé sin problema, con cuidado y pegado a la derecha, por el arcén, y volví a establecer un sistema de marcaje de distancia, primero en rotondas, hasta que llegué a la primera rotonda de la carretera de Mijas, y después en paradas de autobús.

Tuve que parar algunas veces ya que entrené con unas zapatillas nuevas, regalo de mis amigos por mi cumpleaños, y aún no me he hecho a ellas (o mejor dicho, no las he acostumbrado a mi), y la lengüeta se movía y me molestaba, pero tras recolocarla podía seguir sin problema.

Recordé que la última vez bajé bastante cansado, y no fui ni si quiera capaz de esprintar en el último kilómetro, cosa que si hice esta vez, o porque estoy en mejor forma, o porque el ritmo esta vez fue más tranquilo, o porque en el tramo que anduve para evitar el flato mis piernas descansaron.

Sea como fuese llegué a sprint, justo cuando las farolas de mi calle se encendieron, cansado pero con energía suficiente para haber hecho varios kilómetros más, y sin ninguna molestia salvo la sensación de tirantez muscular que acompaña a toda tirada que se precie, por distancia o intensidad.

En la subida con el club, que se me hizo más amena tanto por la presencia de mis compañeros como por la ausencia de niebla (que no sabía que podía llegara  ser tan cansina) tardé en recorrer los 27,4 kilómetros que separan mi casa del repetidor ida y vuelta 2:35:28, es decir, corrí a un promedio de 5:40 minutos por kilómetro (que habiendo competido el día anterior en la Carrera Popular San Miguel de Torremolinos el día anterior no estuvo nada mal.

Esta tarde he tardado poco más de dos minutos más, 2:37:56, pero creo que el ritmo de 5:46 minutos por kilómetro no está nada mal teniendo en cuenta que traté de no forzar en toda la sesión y que corrí una media maratón ayer por la mañana.

Rendimiento aparte la sesión me ha venido genial para desconectar, he querido plasmarla en esta entrada antes de nada porque tengo todas las sensaciones frescas, pero desde ahora hasta que me acueste me voy a poner a tope con las cosas de la universidad, que me queda nada para acabar.

La experiencia, pese a ser dura, y más en solitario, me ha encantado, pienso proponer alguna subida a los compañeros del Club Atletismo Fuengirola, por si se animan a la siguiente.

Espero que os vaya genial con vuestros entrenamientos, si consigo transporte quiero participar en la II Carrera Pujerra de este sábado, pero lo veo difícil, así que seguramente descansaré de competiciones (si voy tampoco iría a competir a tope) hasta la I Media de Alhaurín de la Torre, donde ya si os veré. ¡Un saludo!

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