Hace 3 meses que subí al repetidor de Mijas por primera vez con el Club de Atletismo Fuengirola; Hoy, en circunstancias muy diferentes, especialmente las climatológicas y la compañía (la de mi persona únicamente) he realizado mi primer ascenso en solitario al repetidor.
Más que deportivos, los motivos que
me han impulsado a hacerlo han sido personales, desde la maratón solo había
entrenado una vez (ayer tarde) y mi cuerpo tenía un mono de correr bastate
serio, y llevo dos días realizando los últimos trabajos para la universidad, lo
que me tenía mentalmente agotadísimo (en el momento en el que he salido esta
tarde llevaba cerca de 4 horas ininterrumpidas trabajando en una memoria que he
de entregar mañana tarde).
Hoy mi plan inicial era subir a la Stupa Budista de Benalmádena por Torremuelle a ritmo de recuperación, para recuperar de la tirada de ayer, de media maratón, pero al final me di cuenta de que necesitaba despejarme como el comer, y decidí subir a un ritmo muy tranquilo hasta la antena del repetidor.
Cogí mi cinturón de inmolación,
cambiando una botellita por una cámara (como no tenía pensado correr a buen
ritmo pensé que podría capturar las preciosas vistas), me puse ropa abrigada,
ya que la tarde pintaba fría, y comencé a trotar calle arriba.
Recordé fugazmente las agujetas que
tenía la última vez que empecé a subir por ese camino, y la verdad es que ahora
con el tiempo no sabría decir si eran mayores que las que tenía hoy o no, pero
como no tenía prisa simplemente rebajé un poquito el ritmo y a lo tonto a lo
tonto ya había cruzado el puente de la autovía.
Seguí a un ritmo muy tranquilo,
superior a 5:20 minutos por kilómetro (no bajé de 4:30 en toda la sesión, ni
falta que hacía, con la maratón tan reciente no conviene hacer esfuerzos
excesivos), y en pocos momentos estaba ya en la carretera de Mijas.
A pesar de ir a un ritmo muy cómodo
me dio la impresión de que estaba subiendo muy rápido, ya que me creo recordar
que la última vez subí más lentamente, al estar esperando a Sergio y subir
despacio por si venía detrás, pero como hace tanto tiempo no lo sé a ciencia
cierta.
Al llegar a la rotonda donde esperé a
Sergio la última vez hice memoria y recordé que estaba, sin contar esa rotonda,
a 3 rotondas de coger el camino a la derecha que lleva al inicio de la subida
al repetidor.
A pesar de que la tarde estaba
bastante nublada no pensé que fuese a llover, pero cuando iba por la segunda
rotonda me fijé en que se estaba concentrando una negrura amenazadora sobre
Mijas Pueblo…
Por esta zona había llovido
recientemente, el suelo estaba húmedo y olía a lluvia y a tierra mojada, lo que
me hizo el ascenso muy placentero, iba a un ritmo muy cómodo, quizás demasiado,
pero no me preocupaba, y los olores del campo y la lluvia evadían mi mente del
asfalto que pisaba.
A una rotonda de alcanzar la
gasolinera de Mijas pueblo me fijé en que las nubes estaban aclarándose y
cayendo en forma de banco de niebla sobre el pueblo.
No suelo correr con niebla pero me
resulta siempre una experiencia muy curiosa, ya que el agua en suspensión es
bastante refrescante y la sensación que produce el agua que se adhiere a la
cara me encanta.
Yo seguía corriendo a mi ritmo
pachón, bastante motivado por la experiencia que estaba viviendo y la que me esperaba en el tramo que tenía por delante de mí a la subida, y paso a paso
llegué a la última rotonda, con una ligera llovizna cayendo sobre mí, sin
llegar a empapar.
Mientras tomaba el camino a la
derecha recordaba la quedada con el club de atletismo 3 meses atrás, y las
tiradas grupales que realizamos preparando la maratón, que ya hecho de menos.
Al coger dicho camino me
bebí un botellín de agua, ya que estaba empapado por el esfuerzo y, aunque no
tenía sensación de sed, hacía muchísima humedad, y prefería beber antes de que
mi cuerpo notase la carencia de líquido.
Por esta zona las nubes eran negras
de nuevo, pero la llovizna se hizo más fina, y caía como una sutil mantita de
gotas sobre la ciudad.
En este tramo fui más rápido, pero no
porque acrecentase el ritmo, sino porque el terreno se igualaba por primera vez
desde que crucé bajo el puente de la autovía, y en un abrir y cerrar de ojos
estaba dejando atrás este tramo y acercándome al inicio de la subida al
repetidor propiamente dicha.
La última vez que subimos noté una
bajada de temperaturas casi instantánea al entrar en la zona en la que la
arboleda engulle el camino, pero esta vez, o estaba tan empapado en sudor que
no me di cuenta, o la equipación térmica es realmente eficaz.
Hice un chequeo rápido de cómo me
encontraba: Piernas frescas, pulso tranquilo y motivación muy alta, y empecé a
subir sendero arriba, camino de al embotelladora de Mijas.
Ya estaba empezando a oscurecer lentamente, y el
banco de niebla que había visto a la subida por la carretera de Mijas estaba
cayendo implacable sobre el monte, dificultando bastante la visión.
Al enfilar la cuesta hacia arriba
noté que mis piernas se quejaban un poco, tras la larga subida que llevaban ya,
no eran molestias de problemas musculares, sino de fatiga, pero aún así bajé un
poco el ritmo, y poco a poco llegué hasta la embotelladora.
Parecía difícil de imaginar en este
punto, pero cuanto más avanzaba más densa era la bruma que caía sobre el monte;
Miré el reloj y comprobé que llevaba una hora de ascenso.
No me gusta mirar el reloj cuando
entreno, pero no había cogido el frontal luminoso y no me hacía la idea de que
cayese la noche mientras subía a las antenas, pero tampoco quería forzar el
ritmo, así que lo incrementé ligeramente, a mi pesar, y continué subiendo.
La unidad de medida del recorrido que
me faltaba por cubrir (que no tenía otro propósito que servir de “puntos de
control” mentales para animarme a seguir) en rotondas ya no valía, así que me
establecí una nueva, basada en contar las curvas que iba recorriendo hasta
llegar a la cima.
En cuanto giré la primera me encontré
de bruces con un “muro” de niebla que no me dejaba ver más allá de 3-4 metros
de distancia, el más denso que he cruzado nunca corriendo, y ya resoplando por
el esfuerzo de la subida, me adentré en él.
No sé en qué momento pasó, pero había
dejado de llover; Sin embargo, la niebla era tan densa que mojaba solo con
atravesarla, y tanto la carretera como los árboles estaban empapados (de hecho,
al pasar por debajo de los árboles parecía que llovía).
Tras la tercera curva perdí la cuenta
de lo que me quedaba por subir, y empecé a darme cuenta de que la presencia de
la niebla estaba comenzando a ser agobiante, ya que no veía qué me quedaba por
subir y parecía que no avanzaba, esta parte se me hizo excesivamente larga.
Por fortuna, poco después se abrió un
claro, y entre las nubes pude medio orientarme con la imagen que vi de la costa,
que me ayudó a estimar que estaba a medio camino de completar el ascenso que comenzó desde
que crucé el tramo pasado la embotelladora comenzó, y que acabaría al llegar a las antenas.
Sin embargo, las curvas seguían siendo idénticas la una a
la otra, y una vez que se cerró el banco de niebla de nuevo volví a
desorientarme.
Me bebí el segundo botellín de agua, ya que
inconscientemente había estado aumentando el ritmo, y aunque en ese punto me
había dado cuenta, decidí no bajarlo para que no me pillase el anochecer entrenando.
Tenía la barba llena de pequeñas gotitas de agua que me
producían cosquilleo al resbalar, pero estaba tan concentrado en alcanzar las
antenas que dejé de disfrutar del paisaje y las sensaciones y me centré
únicamente en mantener el ritmo, que no es que fuese alto, pero era bastante
superior al que me había propuesto mantener en inicio.
Subiendo en la que pensaba que era la última curva un
viento lateral comenzó a soplar, y el banco de niebla más denso que jamás había
visto ocupó la carretera mientras seguía descendiendo, haciendo que no pudiese
ver a más de 2 metros de distancia.
Por suerte al tomar la curva, que resultó no ser la
última, sino la penúltima, lo dejé atrás, y mi campo de visión aumentó en
varios metros más.
Con la respiración muy agitada y los gemelos bastante
cargados sobrepasé la zona de meta de la anterior subida al repetidor, con el
club, recorriendo los últimos metros casi a sprint.
Al llegar al muro que hay pasada la antena pivoté, me
saqué una foto y comencé a trotar cuesta abajo; Lo más duro ya ha pasado, ahora
solo queda mantener un buen ritmo de bajada para intentar llegar a casa antes de que la noche lo hiciese.
Al cambiar de subir a bajar mis piernas se aliviaron
bastante, ya que había estado subiendo durante 1:28:00 sin respiro, pero no
quise dejarme llevar ya que además de que el suelo estaba mojado y la visión
era difícil (aunque salvo con un coche, no me crucé con nadie) no quería
sobrecargar los cuádriceps.
La subida se me hizo eterna, y de hecho penaba que estaba
llegando cuando aún me quedaba una curva que subir, pero el primer tramo de
bajada se me pasó en un suspiro, y ni si quiera me di cuenta de que había
pasado dos curvas cuando llegué de nuevo a la zona densa del banco de niebla,
que continuaba su bajada por la ladera.
Seguí bajando intentando vislumbrar la costa entre los
bancos de niebla, pero no hubo ni un solo resquicio, el monte estaba totalmente
cubierto por la niebla.
Decidí beberme la última botella de agua, aunque no tenía
sed, pero quizás debería de haber esperado un poco, ya que por primera vez en
muchísimo tiempo me entró flato, y tuve que andar durante un tramo a zancadas
largas mientras se me pasaba.
Era peor andar rápido que trotar despacio, ya que exigía
mayor esfuerzo a los cuádriceps, pero por fortuna tras varios metros andando
rápido y otros combinando trote lento y caminar rápido, al final pude volver a
establecer un ritmo constante, llegando ya a la curva de la embotelladora.
No me di cuenta hasta ese momento, pero había descendido
ya casi hasta el inicio del ascenso a las antenas y en esta parte ya no había
apenas niebla, y de hecho, pasado la embotelladora podía ver hasta donde
alcanzaba la vista sin mucho problema.
Desde esta parte hasta llegar a casa no hay mucho que
contar, bajé sin problema, con cuidado y pegado a la derecha, por el arcén, y
volví a establecer un sistema de marcaje de distancia, primero en rotondas,
hasta que llegué a la primera rotonda de la carretera de Mijas, y después en
paradas de autobús.
Tuve que parar algunas veces ya que entrené con unas
zapatillas nuevas, regalo de mis amigos por mi cumpleaños, y aún no me he hecho
a ellas (o mejor dicho, no las he acostumbrado a mi), y la lengüeta se movía y
me molestaba, pero tras recolocarla podía seguir sin problema.
Recordé que la última vez bajé bastante cansado, y no fui
ni si quiera capaz de esprintar en el último kilómetro, cosa que si hice esta
vez, o porque estoy en mejor forma, o porque el ritmo esta vez fue más
tranquilo, o porque en el tramo que anduve para evitar el flato mis piernas
descansaron.
Sea como fuese llegué a sprint, justo cuando las farolas
de mi calle se encendieron, cansado pero con energía suficiente para haber
hecho varios kilómetros más, y sin ninguna molestia salvo la sensación de
tirantez muscular que acompaña a toda tirada que se precie, por distancia o
intensidad.
En la subida con el club, que se me hizo más amena tanto
por la presencia de mis compañeros como por la ausencia de niebla (que no sabía
que podía llegara ser tan cansina) tardé
en recorrer los 27,4 kilómetros que separan mi casa del repetidor ida y vuelta
2:35:28, es decir, corrí a un promedio de 5:40 minutos por kilómetro (que
habiendo competido el día anterior en la Carrera Popular San Miguel de Torremolinos el día anterior no estuvo nada mal.
Esta tarde he tardado poco más de dos minutos más, 2:37:56,
pero creo que el ritmo de 5:46 minutos por kilómetro no está nada mal teniendo
en cuenta que traté de no forzar en toda la sesión y que corrí una media
maratón ayer por la mañana.
Rendimiento aparte la sesión me ha venido genial para
desconectar, he querido plasmarla en esta entrada antes de nada porque tengo
todas las sensaciones frescas, pero desde ahora hasta que me acueste me voy a
poner a tope con las cosas de la universidad, que me queda nada para acabar.
La experiencia, pese a ser dura, y más en solitario, me ha encantado, pienso proponer alguna subida a los compañeros del Club Atletismo Fuengirola, por si se animan a la siguiente.
Espero que os vaya genial con vuestros entrenamientos, si
consigo transporte quiero participar en la II Carrera Pujerra de este sábado,
pero lo veo difícil, así que seguramente descansaré de competiciones (si voy
tampoco iría a competir a tope) hasta la I Media de Alhaurín de la Torre, donde ya si os veré. ¡Un
saludo!
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