Hace un rato he publicado una entrada hablando de mi decisión de pasarme al minimalismo, y como dije, escribiré una entrada semanal sobre la evolución en los entrenamientos para trabajar la transición al minimalismo, que incorporo a mi plan de entrenamiento para maratón y ultramaratón.
Pensaba haber salido esta mañana sobre las 8, aunque el vendaval que arreciaba fuera me ha hecho reconsiderarlo, y he acabado saliendo más tarde, desafiando a la tormenta envuelto en mallas térmicas y en un chubasquero impermeable.
El objetivo de esta primera sesión era hacer una tirada por tiempo, llegar hasta donde me llevasen mis pies en 20 minutos y volver, sin tener en cuenta tiempo ni distancia.
Hasta ahora había recorrido siempre distancias inferiores a 5 kilómetros con las zapatillas minimalistas, y generalmente a ritmos lentos para ir acostumbrándome a la técnica, pero como me he dado cuenta con la práctica, ésta se adquiere sola.
Por mucho que leas que no debes "talonear" al correr con zapatillas minimalistas, ya que estas zapatillas no ofrecen protección para el talón (por poner un ejemplo), los primeros días, aun tratando de no hacerlo, apoyarás los talones, repitiendo el error paso a paso a pesar del dolor, pero cuando salgas dos o tres veces a entrenar, apoyarás inconscientemente el peso en la zona de los metatarsos o de la mediación del pie, como si llevases toda la vida corriendo así.
Hoy, durante el primer kilómetro, que discurrió desde casa hasta cerca del final del carril bici de la Avenida Jesús Santos Rein, fui bastante cómodo en cuanto a pisada, pero no me atrevía aun a terminar acelerar un poco y poner un ritmo más elevado debido a que la lluvia empeñaba mis gafas y no me dejaba ver con claridad y estaba todo chorreando.
Siempre que corro con minimalistas busco el asfalto, ya que me siento más cómodo sobre él que sobre la acera, especialmente sobre las líneas de los pasos de cebra y demás, pero como en combinación con el agua son altamente antiadherentes hoy las he evitado, así como el margen de la carretera, por el que discurría un arroyuelo de agua de forma improvisada.
Aun así, pasé el primer kilómetro casi clavando un ritmo de 5 minutos por kilómetro, lo que pienso que no está mal par no tener mucha experiencia calzando minimalistas.
Como no tuve problemas de adherencia, en cuando pasé el primer kilómetro bajé bastante el ritmo, pasando por la Avenida de las Gaviotas a 4:39.
Decidí poner un ritmo marcial e intentar clavar los siguientes kilómetros a un ritmo de alrededor de 4:40, que sin forzar, me exigiese a emplearme a fondo, y pese al desnivel de zonas como la curva de los Olimpos o la cuesta del hotel de los elefantes, lo conseguí durante varios kilómetros.
Me siento más cómodo ascendiendo que descendiendo con las zapatillas minimalistas hasta el momento, ya que me da la impresión de que al bajar sin apoyar los talones se me van a ir los pies, aunque de momento no me ha pasado.
En el semáforo de la mediación de la cuesta de los elefantes di la vuelta, en exactamente 20 minutos, habiendo ya pasado los 4 kilómetros, y con los gemelos ya bastante cargados.
Pese a intentar no apoyar los talones, había momentos en la bajada en los que, inconscientemente, pisaba, y se produjo un debate entre mis gemelos, ya algo doloridos, y mis pies, que intentaban no apoyar el talón para evitar la molestia que eso supone en el talón.
Eso me hizo perder un poco de ritmo en esa bajada, y al pasar por delante de la zona del Star92 se levantó un viento bastante molesto, que se coló por debajo de mi chubasquero y lo inflaba como un paracaídas, oponiéndome una gran resistencia.
Ese kilómetro fue bastante duro, ya que además de la subida con los gemelos cansados, tuve que tirar del lastre del chubasquero, y cuando llegué al punto más alto y empecé a descender de nuevo (pasado el reloj de sol, en la curva de los olimpos) decidí seguir sobre asfalto, ya que correr sobre la acera es mucho más duro para los pies que correr por la carretera.
Me sorprendió la impermeabilidad de las Fivefingers, ya que hasta volver de nuevo a la Avenida de las Gaviotas no me caló el agua, y eso que iba, inevitablemente, pisando charcos, ya que debido al tráfico era peligroso tanto para conductores como para mí, que fuese tan separado de la acera.
Pese al viento y la fatiga, acabé la tirada en 39 minutos y 45 segundos, algo más (tardé algunos en parar el GPS), habiendo recorrido 8.400 metros a un ritmo medio de 4:44 minutos por kilómetro en el siguiente trazado:
Como estoy entrenando para la maratón de Sevilla actualmente, no suelo hacer tiradas de menos de 25 kilómetros, y puedo hacer dos y hasta tres de forma consecutiva sin que la fatiga afecte significativamente al rendimiento, pero esta tirada, pese a ser corta, me dejó físicamente tan mermado como las tiradas de 30-32 kilómetros, especialmente por la tensión en los gemelos.
Sin embargo, fue tan solo en los primeros instantes tras acabar la sesión, después de ducharme (aplicando agua fría en las piernas) y almorzar, noto un poco de tensión en las piernas pero mínima comparada con la que tenía nada más acabar el entrenamiento, no sé si se recupera más rápido al correr con zapatillas minimalistas o si mañana vendrán las agujetas de verdad.
Sea como sea, hasta el miércoles que viene recupero mi entrenamiento con vistas a la maratón, y mañana, si las agujetas y las condiciones meteorológicas me lo permiten, afrontaré mi última tirada larga antes de la maratón de Sevilla.
Espero que os haya resultado interesante esta primera experiencia entrenando con calzado minimalista, ¡la semana que viene más!
Un saludo a todos.
Inflar como un paracaídas es dejar que la determinación sople el viento bajo tus alas. Cada suspiro de valor llena las velas para elevarse hacia lo desconocido con valentía.
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