¡Segunda semana de mi transición al minimalismo para la media maratón de Málaga!
Por suerte esta vez el tiempo ha acompañado un poco más que el miércoles pasado, aunque estaba todo mojado debido a que esta noche ha llovido y hacía viento, pero he podido correr mucho más cómodo y con un tímido sol calentándome cuando se asomaba entre las nubes.
Cuando entreno recién levantado tardo entre un kilómetro y dos en "espabilarme" y coger el ritmo, y como quería repetir el entrenamiento añadiendo 5 minutos más a la ida pero en igualdad de condiciones con respecto a la semana pasada, en lugar de salir sobre las 8, como suelo, he ido bastante más tarde (la semana pasada me retrasé por la lluvia), y al igual que la semana pasada, entrené en ayunas.
El objetivo de esta segunda sesión ha sido, de nuevo, una tirada por tiempo, pero esta vez, volviendo adonde llegase en 25 minutos, en lugar de 20.
Una vez "espabilado" vestido y calzado me puse en marcha, en dirección Avenida Jesús Santos Rein.
Llegué hasta la ermita de la esquina sin darme cuenta de que iba con minimalistas, y mentalmente pensé "tengo que cambiar la zancada, no llevo zapatillas normales", pero mi cuerpo se había ajustado automáticamente a la "técnica" de las zapatillas, fue cuando pensé conscientemente en ello cuando recorrí varios metros apoyando con los talones en lugar de con los metatarsos.
Recobré el apoyo normal rápidamente y, con un poco de cuidado porque estaba todo chorreando, pero con más confianza que la semana pasada, llegué hasta la zona del carril bici.
El carril estaba totalmente encharcado, así que decidí meterme en la zona de césped de la jardinera, y aunque al principio intenté no acelerarme demasiado (el apoyar sobre césped y tierra húmeda es una sensación increíble, los pies me pedían más velocidad) ya que cada pocos metros tenía que pisar sobre cemento mojado y tenía miedo de resbalar al cambiar de superficie de apoyo de golpe, con zapatillas y suelo mojado.
Sin embargo, acabé corriendo todo de lo que era capaz sin quedarme sin aliento (es decir, llegando al límite que tengo marcado para poder volver a la misma velocidad, cuando me quedo sin aliento a la ida, especialmente en los primeros kilómetros, no soy capaz de mantener el ritmo a la vuelta), acabando tramo de carril bici en un abrir y cerrar de ojos y pasando por el primer kilómetro cerca de 30 segundos más rápido que el miércoles pasado.
Con semejante comienzo me vine arriba y en la Avenida de las Gaviotas, pese a cambiar tierra por asfalto, conseguí no solo mantenerlo, sino además, bajarlo un par de segundos.
Me sentía muy cómodo, había puesto un ritmo que podía mantener pese a ser el más rápido al que había corrido nunca con las Fivefingers y ni si quiera me parecía estar corriendo con ellas, me sentía como corriendo con zapatillas normales (dado a que no tenía dolores ni molestias de ningún tipo) pero sintiendo cada pisada que daba (notando la superficie y si era irregular o no sin necesidad de mirar si quiera).
En la subida a la cuesta de los Olimpos subí un poco más el ritmo, con la intención de que el desnivel no me frenase, y conseguí pasar el tercer kilómetro a un ritmo de 4:36 minutos por kilómetro.
Todavía me siento mucho más cómodo subiendo que bajando con las zapatillas minimalistas, supongo que porque desde que estoy entrenando en serio con ellas el mal tiempo nos está acompañando y con todo mojado tengo reparos en mantener el mismo ritmo en las bajadas, especialmente cuando bajo sobre losas mojadas, como es el caso en la zona del reloj de sol.
Entre que me retuve, por el respeto a las losas mojadas en la bajada, y que en un momento llegué a la subida al hotel de los elefantes, no pude mantener del todo el ritmo, que se me subió a 4:43 minutos en ese tramo.
Pasé por el punto en el que volví la semana pasada (debido a que había agotado los 20 minutos que me puse para llegar lo más lejos posible) en 19:19, es decir, 41 segundos más rápido que la semana pasada, y continué el ascenso.
Recuperé el ritmo de 4:33, y lo clavé en el kilómetro 5, a la altura del campo de fútbol del hotel de los elefantes, distancia a la que suelo llegar en alrededor de 25 minutos cuando hago las tiradas largas, así que, instintivamente, me preparé para cambiar de dirección y volver sobre mis pasos, pero al mirar el reloj vi que aun me quedaba cerca de un minuto y medio, por lo que me dejé de ir cuesta abajo, pasé la rotonda y ascendí hasta agotar los últimos segundos.
Llegué en 25:00 a la cuba de reciclaje pasado el semáforo, llegando casi a la curva del final de la cuesta.
Giré sobre mis pasos y traté de igualar el ritmo al que había llegado hasta ahí, ya que me sentía muy fresco pese a llevar 5 kilómetros y medio en las piernas (ese punto lo tengo medido, el GPS marcó 5,4 km pero sé de buena tinta que se comió esos 100 metros).
Pensé en volver sobre el asfalto, ya que aunque ya me he acostumbrado a correr sobre losas (ya no me produce molestias en la planta de los pies) me da mas seguridad correr sobre el asfalto, especialmente cuando éstas están mojadas, como era el caso hoy.
Hasta el kilómetro 6 llegué bien, pasé a un ritmo algo menor debido a que al girar perdí un par de segundos y tuve que volver a poner el ritmo (el hecho de que acabase en subida, obviamente, también influyó), pero estaba decidido a volver incluso más rápido de lo que había tardado en ir.
Seguía por el asfalto, rodeando la rotonda de los elefantes pegado a la acera, cuando un conductor pasó a centímetros de mi pitando como un loco.
Me llevé un sobresalto enorme, ya que caben hasta 3 coches en paralelo en la rotonda (es tan ancha porque ahí suelen parar camiones que llevan o recogen cosas del hotel) y el conductor decidió que quería pasar totalmente pegado al bordillo, de hecho, tuve que inclinarme hacia la izquierda porque si no estoy seguro de que me hubiese golpeado con el retrovisor.
Seguí mientras veía una moto de lejos, y el motorista, en lugar de echarse medio metro a la derecha, empezó a hacerme señas para que me subiese a la acera, lo que tuve que hacer en acto reflejo en el último segundo porque si no me hubiese arrollado.
No contento con no apartarse pasó soltando sapos y culebras por la boca, desde luego el civismo que hay en España (la falta de él, por supuesto) en la carretera es de récord.
Con casi dos atropellos en menos de 100 metros decidí que hasta que no volviese a la ciudad seguiría, muy a mi pesar, por la encharcada acera.
Es increíble que cuando entrené rodeando el Zugersee nadie me pitase en las casi 4 horas que tardé en circundar el lago (y de hecho, algunos conductores cruzaron incluso dobles líneas continuas para invadir el carril del sentido contrario y dejar un margen de varios metros conmigo), y en España en 100 metros me llevase una pitada y una bronca y casi fuese atropellado.
Demasiados pocos atropellos a ciclistas hay con semejante fauna al volante, los aficionados a las dos ruedas tienen la gloria ganada con este panorama, a este paso ya mismo será considerado deporte de riesgo...
Bastante indignado y con el corazón desbocado por la experiencia me concentré en transmitir esa energía negativa a mis piernas para recuperar el ritmo y, de paso, deshacerme de ella.
Bajaba reteniendo un poco por el temor (aún infundado, ya que no he tenido ningún resbalón) de resbalarme, y pasé el séptimo kilómetro llegando al Star92, en 4:25.
Comencé la subida, notando, ya sí, un poco de fatiga por los kilómetros acumulados, y aunque, al igual que a la ida con la cuesta de los olimpos, traté de aumentar el ritmo para que el desnivel no me frenase, esta vez no tuve éxito y el ritmo se me fue hasta 4:40
Llegando al final de la Avenida de Torreblanca volví al asfalto, pegado a la acera por si era necesario saltar en el último momento, y aunque algún conductor me echó alguna mirada asesina y otro me pitó, tuvieron la decencia de dejar unos centímetros de margen entre ellos y yo.
No sé que les cuesta, con dos carriles libres, dejar un poco de margen, cuando yo voy conduciendo no lo encuentro tan difícil, pero se ve que soy yo el raro.
Al pillar el asfalto en pendiente favorable me sentí más seguro y alargué la zancada, pasando el noveno kilómetro, ya en la Avenida de las gaviotas, en 4:17, el que ha sido mi mejor parcial en esta mañana.
Seguí hasta pasado el hotel Gardenia Park por el asfalto, y ahí volví a la acera ya que había varios coches aparcados y corría el riesgo de no ser visto claramente, y como ya había tenido suficientes experiencias fuertes por hoy, no retomé el asfalto hasta pasada la rotonda de Torreblanca, a la altura del Gavia.
El GPS me marcó el décimo kilómetro a la altura del mercado de Los Boliches, a un ritmo de 4:31, por lo que ya estaba cantado que la vuelta iba a ser finalmente más rápida que la ida.
Al igual que a la ida, pasé media avenida por el césped del margen del carril bici, a bastante velocidad, aunque a la altura del Rambo aproveché que el semáforo estaba verde para los peatones para cruzar al otro lado de la calle y continuar por el asfalto.
Cambié de ritmo subiendo a la cuesta de la ermita y paré el crono al llegar a casa, tras un sprint de unos 100 metros en el que no acabé de darlo todo porque el suelo seguía bastante mojado y tengo reparos en correr a tope con las Fivefingers en zonas encharcadas, parando el crono en 49 minutos 16 segundos, es decir, 44 segundos más rápido en total que a la ida.
Según el GPS había recorrido 10.810 metros, pero tengo total confianza en que clavé los 11 kilómetros.
A diferencia de la semana pasada hoy he notado los gemelos como nuevos tras la sesión, la semana pasada recuperé rápido, pero hoy es que no he llegado a notar los músculos rígidos ni cargados, estoy bastante contento con el cambio.
Cuando termino de correr me hormiguean un poco las plantas de los pies, pero en cuanto ando un poco descalzo, ya sin calcetines ni nada, sobre el suelo frío, se me pasa rápidamente.
Este ha sido el recorrido que he seguido hoy:
Una vez "espabilado" vestido y calzado me puse en marcha, en dirección Avenida Jesús Santos Rein.
Llegué hasta la ermita de la esquina sin darme cuenta de que iba con minimalistas, y mentalmente pensé "tengo que cambiar la zancada, no llevo zapatillas normales", pero mi cuerpo se había ajustado automáticamente a la "técnica" de las zapatillas, fue cuando pensé conscientemente en ello cuando recorrí varios metros apoyando con los talones en lugar de con los metatarsos.
Recobré el apoyo normal rápidamente y, con un poco de cuidado porque estaba todo chorreando, pero con más confianza que la semana pasada, llegué hasta la zona del carril bici.
El carril estaba totalmente encharcado, así que decidí meterme en la zona de césped de la jardinera, y aunque al principio intenté no acelerarme demasiado (el apoyar sobre césped y tierra húmeda es una sensación increíble, los pies me pedían más velocidad) ya que cada pocos metros tenía que pisar sobre cemento mojado y tenía miedo de resbalar al cambiar de superficie de apoyo de golpe, con zapatillas y suelo mojado.
Sin embargo, acabé corriendo todo de lo que era capaz sin quedarme sin aliento (es decir, llegando al límite que tengo marcado para poder volver a la misma velocidad, cuando me quedo sin aliento a la ida, especialmente en los primeros kilómetros, no soy capaz de mantener el ritmo a la vuelta), acabando tramo de carril bici en un abrir y cerrar de ojos y pasando por el primer kilómetro cerca de 30 segundos más rápido que el miércoles pasado.
Con semejante comienzo me vine arriba y en la Avenida de las Gaviotas, pese a cambiar tierra por asfalto, conseguí no solo mantenerlo, sino además, bajarlo un par de segundos.
Me sentía muy cómodo, había puesto un ritmo que podía mantener pese a ser el más rápido al que había corrido nunca con las Fivefingers y ni si quiera me parecía estar corriendo con ellas, me sentía como corriendo con zapatillas normales (dado a que no tenía dolores ni molestias de ningún tipo) pero sintiendo cada pisada que daba (notando la superficie y si era irregular o no sin necesidad de mirar si quiera).
En la subida a la cuesta de los Olimpos subí un poco más el ritmo, con la intención de que el desnivel no me frenase, y conseguí pasar el tercer kilómetro a un ritmo de 4:36 minutos por kilómetro.
Todavía me siento mucho más cómodo subiendo que bajando con las zapatillas minimalistas, supongo que porque desde que estoy entrenando en serio con ellas el mal tiempo nos está acompañando y con todo mojado tengo reparos en mantener el mismo ritmo en las bajadas, especialmente cuando bajo sobre losas mojadas, como es el caso en la zona del reloj de sol.
Entre que me retuve, por el respeto a las losas mojadas en la bajada, y que en un momento llegué a la subida al hotel de los elefantes, no pude mantener del todo el ritmo, que se me subió a 4:43 minutos en ese tramo.
Pasé por el punto en el que volví la semana pasada (debido a que había agotado los 20 minutos que me puse para llegar lo más lejos posible) en 19:19, es decir, 41 segundos más rápido que la semana pasada, y continué el ascenso.
Recuperé el ritmo de 4:33, y lo clavé en el kilómetro 5, a la altura del campo de fútbol del hotel de los elefantes, distancia a la que suelo llegar en alrededor de 25 minutos cuando hago las tiradas largas, así que, instintivamente, me preparé para cambiar de dirección y volver sobre mis pasos, pero al mirar el reloj vi que aun me quedaba cerca de un minuto y medio, por lo que me dejé de ir cuesta abajo, pasé la rotonda y ascendí hasta agotar los últimos segundos.
Llegué en 25:00 a la cuba de reciclaje pasado el semáforo, llegando casi a la curva del final de la cuesta.
Giré sobre mis pasos y traté de igualar el ritmo al que había llegado hasta ahí, ya que me sentía muy fresco pese a llevar 5 kilómetros y medio en las piernas (ese punto lo tengo medido, el GPS marcó 5,4 km pero sé de buena tinta que se comió esos 100 metros).
Pensé en volver sobre el asfalto, ya que aunque ya me he acostumbrado a correr sobre losas (ya no me produce molestias en la planta de los pies) me da mas seguridad correr sobre el asfalto, especialmente cuando éstas están mojadas, como era el caso hoy.
Hasta el kilómetro 6 llegué bien, pasé a un ritmo algo menor debido a que al girar perdí un par de segundos y tuve que volver a poner el ritmo (el hecho de que acabase en subida, obviamente, también influyó), pero estaba decidido a volver incluso más rápido de lo que había tardado en ir.
Seguía por el asfalto, rodeando la rotonda de los elefantes pegado a la acera, cuando un conductor pasó a centímetros de mi pitando como un loco.
Me llevé un sobresalto enorme, ya que caben hasta 3 coches en paralelo en la rotonda (es tan ancha porque ahí suelen parar camiones que llevan o recogen cosas del hotel) y el conductor decidió que quería pasar totalmente pegado al bordillo, de hecho, tuve que inclinarme hacia la izquierda porque si no estoy seguro de que me hubiese golpeado con el retrovisor.
Seguí mientras veía una moto de lejos, y el motorista, en lugar de echarse medio metro a la derecha, empezó a hacerme señas para que me subiese a la acera, lo que tuve que hacer en acto reflejo en el último segundo porque si no me hubiese arrollado.
No contento con no apartarse pasó soltando sapos y culebras por la boca, desde luego el civismo que hay en España (la falta de él, por supuesto) en la carretera es de récord.
Con casi dos atropellos en menos de 100 metros decidí que hasta que no volviese a la ciudad seguiría, muy a mi pesar, por la encharcada acera.
Es increíble que cuando entrené rodeando el Zugersee nadie me pitase en las casi 4 horas que tardé en circundar el lago (y de hecho, algunos conductores cruzaron incluso dobles líneas continuas para invadir el carril del sentido contrario y dejar un margen de varios metros conmigo), y en España en 100 metros me llevase una pitada y una bronca y casi fuese atropellado.
Demasiados pocos atropellos a ciclistas hay con semejante fauna al volante, los aficionados a las dos ruedas tienen la gloria ganada con este panorama, a este paso ya mismo será considerado deporte de riesgo...
Bastante indignado y con el corazón desbocado por la experiencia me concentré en transmitir esa energía negativa a mis piernas para recuperar el ritmo y, de paso, deshacerme de ella.
Bajaba reteniendo un poco por el temor (aún infundado, ya que no he tenido ningún resbalón) de resbalarme, y pasé el séptimo kilómetro llegando al Star92, en 4:25.
Comencé la subida, notando, ya sí, un poco de fatiga por los kilómetros acumulados, y aunque, al igual que a la ida con la cuesta de los olimpos, traté de aumentar el ritmo para que el desnivel no me frenase, esta vez no tuve éxito y el ritmo se me fue hasta 4:40
Llegando al final de la Avenida de Torreblanca volví al asfalto, pegado a la acera por si era necesario saltar en el último momento, y aunque algún conductor me echó alguna mirada asesina y otro me pitó, tuvieron la decencia de dejar unos centímetros de margen entre ellos y yo.
No sé que les cuesta, con dos carriles libres, dejar un poco de margen, cuando yo voy conduciendo no lo encuentro tan difícil, pero se ve que soy yo el raro.
Al pillar el asfalto en pendiente favorable me sentí más seguro y alargué la zancada, pasando el noveno kilómetro, ya en la Avenida de las gaviotas, en 4:17, el que ha sido mi mejor parcial en esta mañana.
Seguí hasta pasado el hotel Gardenia Park por el asfalto, y ahí volví a la acera ya que había varios coches aparcados y corría el riesgo de no ser visto claramente, y como ya había tenido suficientes experiencias fuertes por hoy, no retomé el asfalto hasta pasada la rotonda de Torreblanca, a la altura del Gavia.
El GPS me marcó el décimo kilómetro a la altura del mercado de Los Boliches, a un ritmo de 4:31, por lo que ya estaba cantado que la vuelta iba a ser finalmente más rápida que la ida.
Al igual que a la ida, pasé media avenida por el césped del margen del carril bici, a bastante velocidad, aunque a la altura del Rambo aproveché que el semáforo estaba verde para los peatones para cruzar al otro lado de la calle y continuar por el asfalto.
Cambié de ritmo subiendo a la cuesta de la ermita y paré el crono al llegar a casa, tras un sprint de unos 100 metros en el que no acabé de darlo todo porque el suelo seguía bastante mojado y tengo reparos en correr a tope con las Fivefingers en zonas encharcadas, parando el crono en 49 minutos 16 segundos, es decir, 44 segundos más rápido en total que a la ida.
Según el GPS había recorrido 10.810 metros, pero tengo total confianza en que clavé los 11 kilómetros.
A diferencia de la semana pasada hoy he notado los gemelos como nuevos tras la sesión, la semana pasada recuperé rápido, pero hoy es que no he llegado a notar los músculos rígidos ni cargados, estoy bastante contento con el cambio.
Cuando termino de correr me hormiguean un poco las plantas de los pies, pero en cuanto ando un poco descalzo, ya sin calcetines ni nada, sobre el suelo frío, se me pasa rápidamente.
Este ha sido el recorrido que he seguido hoy:
Y esta, la evolución del miércoles pasado a éste (el crono lo paré la semana pasada en 39:46 y ésta en 49:19, tardo un poco entre que paro el crono y freno en pausar la app GPS del móvil):
Por ahora la experiencia está resultando muy positiva, en dos semanas en serio he mejorado muchísimo en cuanto a adaptación (corro casi tan cómodo con zapatillas tradicionales como con minimalistas, con la diferencia de que las sensaciones son mejores con las últimas) y en cuanto a ritmo, de 4:44 minutos por kilómetro de media la semana pasada a 4:29 en esta, en la que he recorrido algo más de dos kilómetros más que la semana pasada.
Me estoy planteando realizar alguna carrera sobre asfalto antes de la media maratón de Málaga, mi objetivo inicial era, si conseguía realizar una transición adecuadamente, acabarla y ya está, sin importarme la marca, pero si la evolución sigue siendo así de positiva voy a intentar, además de acabarla, hacer marca personal en el circuito, que tengo en 1:29:59 en la edición del 2012, muy especial para mí ya que esa fue la primera vez que bajé de 1:30:00 en media maratón.
Esto es todo por esta semana en cuanto a minimalismo, seguramente salga algún día más, porque con un entrenamiento solo a la semana poco va a mejorar la cosa, pero los buenos son los de los miércoles, así que... ¡Hasta la semana que viene!
Me estoy planteando realizar alguna carrera sobre asfalto antes de la media maratón de Málaga, mi objetivo inicial era, si conseguía realizar una transición adecuadamente, acabarla y ya está, sin importarme la marca, pero si la evolución sigue siendo así de positiva voy a intentar, además de acabarla, hacer marca personal en el circuito, que tengo en 1:29:59 en la edición del 2012, muy especial para mí ya que esa fue la primera vez que bajé de 1:30:00 en media maratón.
Esto es todo por esta semana en cuanto a minimalismo, seguramente salga algún día más, porque con un entrenamiento solo a la semana poco va a mejorar la cosa, pero los buenos son los de los miércoles, así que... ¡Hasta la semana que viene!
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