Como ya adelanté la semana pasada, hoy tocaría sesión de larga distancia, ya que aunque mi objetivo principal con minimalistas es la media maratón de Málaga, tengo otros objetivos paralelos, el más importante, los 101 km de Ronda y este fin de mes, el primer "test", el HOLE, mi primer ultramaratón, por lo que tengo que meter kilometraje desde ya (estoy comenzando la segunda semana de un plan de 10 para afrontar los 101 en condiciones).
Además, esta sesión ha sido también la primera en la que he corrido con la camelbak a máxima capacidad (poco más de 2 litros, es decir, 2 kilos de lastre).
También llevé un cinturón portabebidas en el que llevé enganchada una bolsita con orejones de albaricoque (el ritmo iba a ser lento y la sesión larga, por lo que iba a necesitar comer y beber durante la sesión).
La guinda iba a ser correr con el GPS marcándome el ritmo cada 500 metros, pero tras el segundo kilómetro me di cuenta de que no estaba activado, y como las sensaciones que llevaba eran muy buenas, decidí correr por sensaciones, que es una habilidad que de no usarla, seguro que se pierde (como todo en esta vida).
El objetivo era correr durante 1:30:00 y volver desde donde llegase, tratando de volver a un ritmo lo más similar posible al de la ida, por lo que preveía que la sesión sería la más larga hasta la fecha, ya que nunca he entrenado durante más de 3 horas (exceptuando la circundación al Zugersee Suizo).
En vista del primaveral clima (unos 18º cuando salí a entrenar) decidí llevar calzonas y manga corta, y menos mal, cuando no llevaba ni un kilómetro ya estaba sudando a chorros...
Al contrario de lo que esperaba, la camelbak llena no fue demasiado molesta, me ralentizaba, sí, pero no era incómoda de llevar, de hecho, prefiero llevarla a plena carga, ya que se balancea menos y se ajusta perfectamente a mi espalda.
Durante los primeros 4 kilómetros (hasta la rotonda previa a la cuesta de los elefantes, el famoso "kilómetro Manolo") fui pendiente del reloj, y clavé 5 minutos por kilómetro en todos los puntos que tengo medidos, pero a partir de ahí decidí olvidarme del reloj, excepto para comer y beber, y disfrutar de la sesión.
Mientras subía me llegó un olor a salitre que me transportó a los veranos de mi infancia, lo rayos del sol, bastante fuertes para la época, acariciaban mis piernas y brazos y una suave brisa hacía lo propio con mi cara.
El cielo era azul completamente, sin una sola nube, y el mar estaba bastante bravo, tanto que hasta llegar a la casita de madera antes del hotel de los elefantes no pude oír la música que sonaba en mi lista de reproducción (las olas rompían con mucha fuerza varios metros más abajo).
Llegué en 25 minuto a la rotonda de los elefantes, por lo que tocaba comer y beber (habilidad clave en el ultrafondo, que estoy entrenando ya).
Como ya una maratón es una distancia que se hace larga, mi idea a la hora de afrontar un ultra es dividirlo en pequeñas partes "digeribles" en las que ejecutaré alguna acción, como por ejemplo, rehidratarme y comer.
También llevaré tiempos de paso específico según los ritmos que crea que puedo llevar, pero como aun queda mucho tiempo no los he establecido, aunque mi idea es no correr más rápido de a 6:00 el kilómetro en los 101 y tratar de no subir de 6:30 si es posible.
Bueno, como iba diciendo, primer "avituallamiento", que estuvo compuesto por 5 sorbos grandes de isotónico casero (hecho con poco más de 2 litros de agua fría, 1 limón y medio exprimido y 3 pellizcos de sal, para recuperar sales además de agua), un orejón de albaricoque, que me comí a mordiscos pequeños, y 5 buches más, bien espaciados (estuve corriendo durante cerca de 200 metros en el proceso, pero mi idea es no parar salvo para orinar el día de la carrera, así que tengo que entrenar así).
Pese a haber batido bien la mezcla casera, el primer buche estuvo lleno de sal y limón, y no fui capaz de tragarlo, me atraganté, incapaz de procesar el extraño sabor que me encontré, pero tras otro intento pude tragar sin problema.
En la rotonda pasado el hotel de los elefantes acabó el primero "avituallamiento", y ya tenía unas ganas horribles de ir al baño, así que subiendo a la cuesta que lleva a la rotonda que sube al Castillo de las Águilas salí de la acera y me puse en el acantilado a vaciar el depósito.
Bastante aliviado retomé el ritmo, sentía la necesidad de correr más rápido para "recuperar" la parada (obviamente no pausé el crono, en una carrera no te restan el tiempo que paras, sea por la razón que sea), pero tuve la cabeza fría y recordé las palabras que me dijo Julio en el test del doble 6000 previo a la maratón de Sevilla:"Uno no se "recupera" del muro, una vez que llega ya es demasiado tarde".
Iba a estar corriendo durante 3 horas (presumiblemente más, ya que cuanto más larga es la tirada más cuesta mantener el ritmo a la vuelta, y sin referencias menos aun), así que ya tendría tiempo de acelerar a la vuelta, si me quedaban energías.
El segundo "avituallamiento" estuvo en la zona de chiringuitos del paseo marítimo de benalmádena, llegando ya al Castillo del Bil-Bil, en 50:00.
Iba genial, estaba disfrutando muchísimo del entrenamiento, y aunque notaba una sensación rara en las piernas (como de tener los músculos hinchados) supuse que sería producto de correr durante tanto tiempo con zapatillas minimalistas soportando un peso de 2 kilos mayor de lo habitual.
Noté el pie derecho un poco apretado, quizás por la sudoración (estábamos a 20 grados ya), así que apoyé la pierna en un pivote y desabroché ligeramente la zapatilla derecha antes de seguir adelante.
En un ultra una pequeña molestia insignificante se puede convertir en un dolor atroz tras varias decenas de kilómetros, así que veo muy importante escuchar al cuerpo y hacerle caso en cuanto se noten problemas (no he corrido ultras aún, pero en la CxM Sierra Blanca estuve corriendo durante más de 6 horas seguidas, aprendiendo muchísimo sobre como escuchar a mi propio cuerpo y a guiarme por mis sensaciones).
En el tercer "avituallamiento" desapareció la sensación "rara" de las piernas, en la gasolinera al lado del Hotel las Palomas, en Torremolinos (1:15:00).
Llegué a la Plaza Costa del Sol (Salida y meta de la media de Torremolinos desde que tengo memoria) en 1:20:00, con la moral por las nubes, los pies en la tierra y la cabeza fría.
Poco más tarde pasé el punto al que había llegado más lejos entrenando previamente, el segundo semáforo de la Calle de la Cruz.
Volvía a tener muchas ganas de ir al baño (llevaba ya casi un litro de agua en el cuerpo desde que había empezado la sesión, así que era normal), así que, pasado el Burguer King, me pegué a las plantas que cubren la parte izquierda de la acera y vacié el depósito de nuevo.
La orina estaba amarilla, pero aún de un amarillo claro, así que estaba lejos de deshidratarme, aunque para la próxima sesión creo que beberé 12 buches por "avituallamiento", para mantener un nivel de hidratación mayor, sin caer en la sobrehidratación.
Pasé por debajo del puente, llegando a la hora y media, que alcancé pasados dos árboles a la altura de la arqueta que hay al otro lado de la carretera pasado el puente.
Bueno, había llegado más lejos que nunca, ahora "sólo" había que volver a casa.
A los 10 minutos nuevo "avituallamiento" a la altura de Correos, en Torremolinos.
Notaba, por primera vez desde que tengo memoria, los pies cargados, en lugar de las piernas, que estaban totalmente frescas, mucho más que en cualquier tirada hasta la fecha.
La camelbak, casi a media capacidad, se bamboleaba un poco, lo que era algo molesto, pero se podía aguantar, y como estaba muy contento con el resultado que estaba obteniendo pude obviar con facilidad todas las molestias.
En 2:05:00 tuve otro avituallamiento, pasada la rotonda de los molinillos del Arroyo de la Miel.
Notaba ya las pierna algo cansadas, pero mi mente seguía fresca, así que no me costó mucho convencerlas para seguir adelante, aunque notaba que pese a llevar un kilo menos de lastre mi ritmo era ligeramente inferior al de la ida, así que, sin cambiar la frecuencia de zancada, me propuse ampliar ligeramente la amplitud.
Los pies los llevaba como dormidos, supongo que de aterrizar durante el antepie varios miles de veces, pero no era una sensación molesta, así que no tuve problemas para seguir adelante.
Bajando del hotel Playabonita tuve el penúltimo avituallamiento, en 2:30:00 desde que había comenzado la sesión; ya estaba acostumbrado al sabor de mi "cóctel" casero y bebía con ganas aunque no tuviese sensación de sed, y descubrí que me había salido mal las cuentas, ya que acababa de devorar el último orejón, pero como el último "avituallamiento" estaría en el inicio del carril bici de la Avenida Jesús Santos Rein, volviendo desde Torreblanca (si conseguía mantener el ritmo de la ida, cosa que, para mi sorpresa, creía que podía conseguir) no tenía problema, ya que estaba al lado de casa.
Al final llegué al último "avituallamiento" poco antes de llegar a la rotonda del 600 (sin orejón), así que, por poquito, preveía que iba a superar las 3:00:00.
Ya se me habían "despertado" un poco los pies, pero aun así tenía los antepies molidos, así que aproveché la jardinera hasta la rotonda del mercado de Los Boliches para relajarlos un poco amortiguando sobre una superficie más blanda, lo que me vino genial para coger el asfalto con ritmo y tratar de superar por lo menos posible la marca de las 3 horas.
No recuerdo un final de entrenamiento de duración mayor a 2 horas y media en el que haya acabado a tan buen ritmo, incluso apretando en los últimos kilómetros, pese a tener los pies cansados las piernas seguían bastante frescas.
Si no hubiese realizado el cambio de ritmo, estoy seguro de que podría haber continuado durante varios kilómetros más al mismo ritmo, por lo menos 5-6 más, y lo que es más curioso, tras 3 horas corriendo, ¡ni rastro del "muro"!
Como no funcionó el GPS, además de no tener referencias de ritmo (aunque me las apañé para volver casi tan rápido como a la ida) no tengo tiempos parciales, así que no podré colocar resumen.
En Google Maps no he podido establecer del todo la ruta, debido a algunos cruces por carretera por los que pasé, por lo que la ruta varía entre 32 y 34 km según la intente adaptar o no, pero la más cercana a la real creo que es de 16,4 km a la ida (tardando 1:30:00 en llegar) y alcanzando los 32,8 en 3:01:39, redondeando la distancia a la baja y contando las 3 "paradas en boxers"
No creo que "saltase" el "muro" sin más, sino que estaba esperándome más adelante, pero creo que la correcta hidratación y la reposición de hidratos y sales fue clave para que tuviese un final tan bueno.
Quizás el trabajo propioceptivo con las Fivefingers también, ya que poco a poco voy mejorando y puliendo el apoyo de antepie, pero quizás sea todo casualidad, la semana que viene comprobaré la evolución (con suerte, con parciales y ruta más exacta) y ya se verá.
Hasta entonces, a seguir entrenando, y este domingo nos veremos en la Milla de La Cala de Mijas, no soy para nada rápido pero me apunto a todo, así que por allí estaré.
¡Nos vemos!
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