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X Homenaje a la Legión


Varios meses tras inscribirme, centenas (e incluso miles) de kilómetros después, llegó el día... Mi debut en una distancia superior a la maratón (42.195 metros), para la que me había preparado a conciencia, pero en la que participaba como preparación para los 101, mi objetivo real.

Me presentaba al HOLE sin descansar desde el viernes 21 de Marzo, habiendo competido en el Trail de los Montes de Málaga el domingo previo y habiendo recorrido 76.600 metros (con más de 5000 metros de desnivel acumulado) en lo que llevaba de semana.

Hasta esta semana no había tenido agujetas desde el día después de correr la maratón de Sevilla, pero debido a encadenar una sesión con otra sin descanso (pero alternando subidas a la Sierra de Mijas con tiradas al mismo ritmo en llano, para "recuperar") tenía algo de agujetas antes ya de ponerme en pie.

Estaba despierto desde antes de las 5 de la mañana debido a la tormenta que arreciaba fuera, pero hasta que no sonó el despertador (me costó oírlo con el chaparrón azotando las ventanas) me resistí a abrir los ojos.

Una vez despierto me fui vistiendo por capas, me coloqué el dorsal y bajé a desayunar, con la mochila preparada en una mano y la camelbak en la otra.

Por primera vez en mucho tiempo no pude con dos tostadas, supongo que por los nervios (que por primera vez sentía ante esta prueba) provocados por el diluvio que caía fuera, y las expectativas de barro que seguramente se cumplirían en los carriles rondeños.

Me tomé un litro de leche con cacao en polvo y avisé a Marco de que estaba casi listo, pero como me respondió que él ya había llegado, me apuré.

Saqué el bidón (con medio vaso de zumo de limón, 4 pellizcos de sal y el resto hasta arriba de agua) de la nevera, lo coloqué en la camelbak, me eché la chaqueta por encima y salí a la calle.

De la puerta de mi casa al coche había menos de 20 metros, pero cuando llegué al interior del mismo tenía la cabeza ya empapada.

Nunca he tenido problemas al correr con lluvia, me acostumbré en los Países Bajos (algún día redactaré la crónica del día en el que corrí una distancia superior a media maratón por primera vez, la primavera del año pasado) y este año en Suiza me curé de espanto cuando crucé los cantones de Zug, Schwyz y Luzern a pie rodeando el Zugersee, con temperaturas rondando los cero grados y las nubes desplomándose sobre mi, literalmente.

Sin embargo al barro hay que darle de comer aparte, como descubrí en el Desafío la Capitana, en el que sufrí más que en la maratón de Málaga a pesar de tener la mitad de kilometraje (en parte por correr con un calzado del todo inadecuado), y el llamado "País del Barro" del HOLE me llamaba la atención casi tanto como me intimidaba.

Es lo que tiene ser debutante en una prueba, como no conoces el recorrido y siempre hay mucha rumorología circulando no sabes si se exageran los comentarios sobre los tramos o son así realmente.

Llegamos a Ronda con una antelación de caso 2 horas con respecto al inicio de la prueba, conseguimos aparcar casi nada más llegar y nos dirigimos a por el dorsal de Marco (yo lo pedí por correo y lo tenía listo desde hacía semanas).


Salimos de la zona de recogida de dorsales y notamos como había bajado la temperatura desde que habíamos llegado, y comenzaba a llover de nuevo (a la altura de Marbella había dejado de llover).

Nos cambiamos mientras caían algunas gotillas y charlaba con algunos amigos sobre la prueba, y recibía mensajes deseándome suerte por whatsapp y mensaje privado de tuiter, y mandé una "selfie" a varios de ellos para enseñarles que estaba ya a punto.

La calidad es muy mala porque se echó con la cámara delantera del móvil, pero os pido que guardéis en la retina la imagen, ya que más adelante haré referencia a ella.


Una vez preparados para la aventura que nos esperaba nos encaminamos hacia el guardarropa, para dejar las mochilas con las toallas y la ropa seca para cambiarnos tras la carrera.

Bajábamos mientras le comentaba a Marco que ya tenía el dorsal empapado con la lluvia, y que en la carrera del Calamorro se me quedó tan mojado que tuve que reengancharlo con los imperdibles varias veces, ya que casi lo pierdo.

Comentando la papeleta que sería perder el dorsal en una carrera así, por montaña, y la dificultad para justificar el paso por los posibles controles a posteriori me saludó Antonio Pozo, que me conoce por la lectura del blog y me comentó que nos veríamos en la carrera.

Tras saludarle e intercambiar algunos comentarios y desearnos suerte dejamos las mochilas, y como estaba apretando la lluvia y el frío era cada vez más notorio, nos refugiamos temporalmente en la zona de entrega de dorsales.

Pensábamos que la salida sería a las 9:30, pero aun ni si quiera estaban todos los ciclistas en el cajón, así que pregunté a un voluntario y nos dijo que la salida estaba planeada para las 10:00, aunque podríamos acceder al cajón desde que saliesen los ciclistas.

Antes de salir para ver la salida ciclista me puse a hacer algunas flexiones, con el objetivo de entrar en calor, aunque solo necesité una serie de 15 para notar la oleada de calorcito subir por el cuerpo (probablemente el lastre de la camelbak, al 100% de su capacidad, ayudó).

Salimos al exterior, notando aun así el cambio de temperatura con el exterior, y recorrimos el parque trotando, para entrar, ahora sí, en calor.

La salida de ciclistas comenzó y nos echamos una foto bajo el arco que cerraba el cajón de salida, antes de que todos los ciclistas hubiesen pasado bajo el arco de meta.


Fui rápidamente al baño por última vez y esperamos a que nos indicasen que podíamos acceder al cajón de salida para entrar al mismo.

Mi ideal de carrera era hacer a entre 5:30 y 6:00 los tramos de bajada-llanos y por debajo de 7:30 los de subida, salvo que fuesen cuestas muy largas o con mucho desnivel, y como tiempo "bueno" de carrera, me había marcado bajar de 6:00:00, pero como pensábamos que los corredores de la carrera de promoción (de "solo" 26 kilómetros) saldrían mucho más rápido que nosotros, no pensábamos colocarnos muy adelante.

Sin embargo, al ver que había, entre los que se notaba que eran ultrafondistas experimentados, muchos corredores con ropa casi "de calle" y varios que no aparentaban ser corredores (aunque a veces las apariencias engañan, todo hay que decirlo), decidimos colocarlos entre la cuarta y la quinta fila del cajón de salida.

Me encontré con muchos amigos, entre ellos y justo al lado, a Fran Viegas y un amigo suyo que venía a correr por primera vez en trail, con quien me eché una fotografía minutos antes de la salida.


Les presenté a Marco, y vi también a Marcos, del Club Media Trail Mijas, con quien coincidí por primera vez en Pujerra.

Activé el GPS mientras la lluvia caía entregaron los maillots de líderes a los primeros clasificados de la Liga Rondeña de Ultrafondo (iniciativa preciosa en la que espero tomar parte en cada carrera en la que pueda asistir, siendo el HOLE la segunda carrera en la que participaba en esta segunda edición).

Como tengo activada la función de autopausa así se activa al comenzar las carreras y la distancia es más fiel, del tiempo me guío por el cronómetro.

Seguía haciendo frío, pero el calor humano del pelotón de salida nos resguardaba del azote de los elementos mientras esperábamos el "okey" de la policía para que la carrera comenzase.

La salida se retrasó unos minutos, pero al final comenzamos una cuenta atrás, que dejamos interrumpida al explotar el cohete (como en la salida de ciclistas) que daba la salida, cuando la cuenta atrás regresiva iba por 3.

La salida fue un poco caótica en los primeros metros, intenté no arrollar a los corredores que tenía delante, que alguno comenzó a un trote realmente lento, y desde atrás alguno me empujó para abrirse paso, pero tras unos pocos metros la carrera comenzó a fluir.





Iba con Marco al lado, lo perdí momentáneamente pasando por el puente de Ronda, sobre el Guadalevín (que me recordaba a mi infancia, ya que lo visité en un par de ocasiones con el colegio, no el puente, la ciudad, pero el puente fue lo que más me sorprendió), pero lo volví a ver al final de la Calle Torrejones, por donde se pegó de nuevo unos metros a mi lado.


Mientras tanto fui hablando con Marcos, que me dio un consejo muy curioso para evitar el molesto ruido del agua agitándose en el interior del camelbak, consejo que le dieron a él precisamente en la edición de la misma prueba, el año pasado.

Consiste en, una vez que está a tope, volcarlo y aspirar, de forma que eliminas el aire del interior y el bidón se queda más comprimido, resultando más sencillo de cargar y evitando tanto el bamboleo del agua como el consiguiente ruido que éste provoca.

Fui hablando con él sobre el recorrido y la edición del año anterior, y sin darme cuenta llegamos al tramo de tierra.

Tras comenzar a 7:00 habíamos recorrido el segundo, tercer y cuarto kilómetro progresivamente más rápido, por debajo de 5:00 y bajando hasta 4:00, pero no se por qué, en esos primeros kilómetros el GPS no me transmitía feedback (la música tampoco sonaba), así que superé con creces el ritmo que me había planteado de inicio (como iba charlando no me di cuenta), lo que provocaría más adelante que tuviese que superar también mi tiempo idóneo máximo por kilómetro.

Al llegar a la primera cuesta de tierra (bastante tendida) comenzó a funcionarme el móvil adecuadamente, tanto el GPS como el reproductor de música, y más contento, emprendí el primer ascenso, bajando mucho el ritmo pero sin llegar a pararme hasta que la cuesta estaba prácticamente llegando a su fin.

De momento no había barro, tan solo charcos, pero según me dijo Marcos, llegaría sobre el kilómetro 6.

Estaba impaciente, quería comprobar si las leyendas sobre el "País del Barro" eran ciertas o meras exageraciones para intimidar a los novatos.

Llegamos al primer avituallamiento, donde Marcos para (a Marco ya no lo veía, pero seguramente estaba cerca) y seguí en solitario, pensando en esperar a Marcos para realizar la carrera con él, ya que llevaba un buen ritmo y conocía el circuito.

Yo me autoavituallé con un orejón de albaricoque y varios sorbos de mi mejunje, como tenía pensado hacer cada 25 minutos aproximadamente, para tener un flujo continuo de agua y energía, aunque no bajé el ritmo para ello.

Sin embargo no hizo falta, ya que Marcos repuso en el avituallamiento y me alcanzó en dos zancadas, iba sobrado.

Tuvimos una bajada leve, que acometí con respeto ya que a lo lejos comenzaba una larguísima cuesta, por la que avanzaban, a trompicones, decenas de atletas, como podían.

Estábamos a los pies del "País del Barro".

Acometo la cuesta con valentía, corriendo, pero la primera zona, aun teniendo escaso barro, parece succionar mis zapatillas, cuyos cordones se retuercen cada vez que intento liberarlas de la viscosa superficie, así que tras pocos metros paso al trote, y de ahí al paso.

Marcos hace lo mismo, aunque avanza a un paso mucho más ligero, en incluso trota cuando pilla zonas más firmes, aunque no tardan en desaparecer.

Mis piernas comienzan a quejarse, me doblo sobre mí mismo y avanzo, tratando de buscar alguna piedra sobre la que apoyarme o tramos que no hayan sido pisados aun, pero conforme avanzo hay menos y menos.

La cuesta está totalmente embarrada, continua lloviendo y pequeños arroyuelos discurren colina abajo, formando charcos alrededor de los huecos que vamos dejando con nuestras pisadas.

Ahora me creo totalmente que otros años haya atletas que hayan perdido los zapatos en ese tramo, lo que no sé es como aguantaron fijas las Skechers...

Adelantamos a dos ciclistas, a los que muchos corredores se ofrecieron a ayudar, pero pese a que no conseguían sacar las bicicletas del cúmulo de barro donde se estaban quedando enterradas negaron la ayuda.

Intento divisar el cada vez más lejano chubasquero verde de Marcos, pero dos veces levanté la vista del suelo y dos veces derrapé, así que me mantuve concentrado en mis pasos.

Un corredor cayó a mi lado y se llenó de barro hasta la rodilla; un paso en falso puede significar caída y ropa empapada y llena de barro con lo que lidiar durante la maratón que teníamos aun delante, era mejor cuidar cada paso.

Pese a poner todos mis sentidos en el ascenso pegué varios resbalones, en uno de ellos metiendo el pie hasta el tobillo en barro, pero a la segunda vez dejó de preocuparme y miraba más por zonas más firmes (a priori) que menos mojadas.

Desde luego esa única subida fue más dura que la subida más dura del Desafío de la Capitana, aunque si ese día nos hubiese llovido hubiese estado a la par la situación.

Si la subida fue dura, peor, desde mi punto de vista, fue la bajada, por la que iba derrapando y empapándome con los charcos, así como con los arroyuelos que saltábamos.

Más adelante cayó otro atleta, pero éste no apoyó con la rodilla para evitar el impacto, sino con las manos, quedándose rebozado en el pringue marrón.

Para los que os cueste imaginaros este "País del Barro", aquí tenéis un ejemplo de como estaba el firme del terreno...


Intimidaba, pero más la falta de control sobre mis pies, y a punto estuve en un par de ocasiones de probar el barro yo mismo, pero conseguí equilibrarme a tiempo.

Como echaba de menos mis Inov, la presencia de empedrado, asfalto y cemento en algunos tramos me hizo descartar los clavos y apostar por una suela más mixta, pero si hubiese sabido lo que me esperaba no hubiese dudado en armarme con ellas.

Poco a poco empezó a aparecer hierba entre el barro, que iba siendo menos protagonista del carrilillo, y al final tierra firme (encharcada pero firme) sustituyó al barro.

Las vistas (ahora pude levantar la cabeza con más seguridad) eran preciosas, nada tiene que envidiarle Ronda a Suiza en cuanto a belleza de los campos, y lo digo con la experiencia de haber estado allí recientemente (Suiza es preciosa y tiene muchísimos contrastes, pero la zona rural de los cantones de Zug y de Luzern se le parece bastante a ese tramo).

De repente me pasó un grupo de legionarios a toda velocidad, saltan un arroyo, y cuando lo salté yo vi a lo lejos moverse el chubasquero verde de Marcos, sobre una colina.

La subo, sin andar, y comienzo a recortarle distancia, y tras una bajada rápida desde donde se divisaba un pueblecito me puse casi a su altura.

Iba charlando con los legionarios, que habían bajado el ritmo, y tras abandonar la bajada de la colina y girar a la izquierda me vio, y bajo el ritmo un momento para ayudarme a ponerme a su altura, todo un detalle.



Había varios curiosos animando, pero estaba sin aliento tras el esfuerzo realizado para alcanzar a Marcos, así que no pude agradecerles los vítores.

Me comentó que estábamos en Benaoján, y continuamos juntos, hablando del recorrido.

En el interior del pueblo nos encontramos el segundo avituallamiento, donde, de nuevo, Marcos paró momentáneamente, y me recuperó pocos metros después.

Pese a que llevaba "solo" 1:05:00 corriendo y no me "tocaba" aun avituallamiento, aproveché que la cuesta era empinada y empezaba a notar hambre para comerme otro orejón y beber de nuevo, y a partir de aquí lo fui haciendo por sensaciones, más que por lo que me marcase el reloj.



Marcos me comentó que el siguiente pueblo sería Montejaque, y saliendo de Benaoján dejó el chubasquero a una conocida (ya habíamos entrado en calor, de hecho yo me había remangado hasta los codos y ya me sobraba el buff del cuello) y acometimos una nueva subida juntos.

La cuesta era asfaltada, parecía eterna, y me recordaba a la de la subida al repetidor de Mijas, lo que le iba comentando a Marcos, pero pronto la cuesta requirió de todas mis energías y la conversación, por mi parte, acabó.

Marcos iba muy bien y empezó a alejarse paulatinamente, y aunque intenté no hacerlo, tuve que acabar la última parte de la cuesta andando.

Giré a la izquierda y me encontré solo (ni rastro de Marcos ni de otros corredores por delante) y ante cuestas peores aún, que subí andando y a duras penas, apoyándome en mis rodillas para poder avanzar.

Me giré llegando a una de las últimas y no veía a nadie por detrás, pero al volver la vista adelante vi un retazo de color azul girando en una curva, así que ya tenía "objetivo".

La pendiente se fue suavizando en el pueblo, mientras perseguía al corredor de azul.

Vi otro avituallamiento a lo lejos, el tercero en lo que llevábamos de carrera (unos 13 kilómetros), pero como estaba entrenando para los 101 quería ver cuanto tardaba en vaciar completamente la camelbak y mis reservas de orejones, a fin de calcular cuanto llevar para los 101.

Sin embargo me dijeron que tenía que ponerme a la derecha, ya que había un control.

Paso por la zona acotada a tal efecto y me para una voluntaria, que me pregunta que donde está mi dorsal.

Confundido, señale el pecho, y al mirar veo que sólo están los imperdibles... 3, de hecho, uno ni si quiera está.

Se me cae el mundo a los pies ¿Y mi dorsal?.

Con todas estas modas de correr sin dorsal o con dorsales fotocopiados igual piensan que soy un caradura de esos o que me he "colado" en la carrera, pero me tranquilizo y le explico que lo llevaba pero posiblemente se me habría volado o caído.

La chica fue muy amable, pero me dijo que sin dorsal no podría seguir, y que si recordaba mi número de dorsal.

Empiezo a recordar, mi mente en ebullición, mientras me pongo a un lado para dejar que los corredores que van llegando pasen el control sin molestar.

En un momento en el que no estaba pasando nadie le digo "¡el 151!" y me dice "un momento..." teclea en el ordenador y me dice que no, que no puede ser, ya que el sistema no se lo acepta.

Me pregunta si no será el 1151 o el 51, y mientras los nervios me atenazan le digo que no lo recuerdo, y caigo en la cuenta...

Me quito la correa de la funda, saco el móvil y comienzo a buscar las fotos que me eché antes de la salida, deseando que se viese el dorsal.

Bien, ¿recordáis la "selfie" y la foto con Marcos frente al arco con la cola del pelotón de los ciclistas?

Sí, en ambas, muy oportunamente, la boquilla de la camelbak tapa el primer número del dorsal.

Creo que la voluntaria se apiada de mí y comienza a probar números, el 351, el 751... pero no hay manera.

Le digo, desesperado por mi infortunio, que qué puedo hacer, si debo retirarme o podría continuar (esperaba que la primera opción no se contemplase, pero tampoco sabía con qué cara pasaría por los demás controles sin dorsal), y me dice que espere un momento.

Pasa Alex, el legionario al que conocí en la Subida a Nagüeles y me dice "¿Ya por aquí?" sacándome una sonrisa, aunque con un hilo de voz le digo, sí, pero sin dorsal, y sin saber si me había oído continuo hacia adelante.

Pasaron otros que me saludaron, pero en ese momento mi mente estaba muy distante y devolví pocos saludos...

En un momento en el que venían pocos corredores me dice que ha llamado a los demás controles para avisarles de mi caso (Marco pasa por el control y se para un momento para preguntarme que qué ha pasado, y, aunque parezca broma, fue justo eso de lo que bromeábamos nada más bajarnos del coche en Ronda...).

Me toma nombre y apellidos y anota "151" en una hoja a mano y me da el "okey" para continuar.

Había estado unos 5-6 minutos parado y me había quedado frío, tanto física como anímicamente, así que con el alma en los pies y congelado, comienzo a moverme y me acerco a Marco, mientras me cubro los brazos con las mangas que hace nada me sobraban.

Vaya un giro para una carrera, mi primer ultra y tengo que perder el dorsal por primera vez, para más inri de los que llevan chip...

Aprieto el ritmo cuando me pongo a su nivel y le cuento toda la historia, aun anonadado, y contemplo sin mucho entusiasmo la cuesta en zigzag que nos espera...

Una vez termino mi relato decido, con resolución, "recuperar" el tiempo perdido, sabía que era un error, pero mi mente sólo quería alejarse de Montejaque lo máximo posible, y huir del fantasma que resultaba para mí correr sin dorsal, aunque fuese por circunstancias ajenas a mí.

Me da tranquilidad el saber que llevo el track del GPS y que los demás controles están avisados de mi problemática, pero aun así no me quedo del todo tranquilo.

Paso a corredores a muy buen ritmo, y algunos se sorprenden tanto del paso que comienzan a animarme.

Pese a lo duro de la subida apenas ando, y recupero el trote incluso antes de acabar la cuesta.

Esa zona me recordó a la subida a la ciudad de Fira, en Santorini, y me pareció increíble que viajemos (en general) tantísimo en busca de paisajes bonitos cuando, más cerca de lo que pensamos, tenemos lugares de una belleza sublime.

En la bajada que siguió a esa subida me percato de que llevo los pies embarrados y las zapatillas llenas de piedrecitas, y una de ellas, en la mismísima planta del pie, hace que me recorra el pie un calambrazo cuando apoyo sobre ella, así que intento apoyar con el mediopie siempre que puedo, aunque lo accidentado del terreno lo hace difícil.

Me saluda un corredor, del playas de Málaga, Juan Carlos Rey  (Ha contactado conmigo a posteriori tras leer la crónica, ayudándome a recordar algunos detalles), con gafas de sol y me comenta que justo hace un par de días que estuvo leyendo la crónica sobre la carrera de los Montes de Málaga, y se preguntaba si algún día coincidiría conmigo.

Charlo brevemente con él y aumento el ritmo, bajando cerca de a 5:00 el kilómetro.

Hay muchos charcos pero al menos ya no hay barro.

Llevo ya 1:35:00 de carrera, y aunque no tengo muchas ganas, decido parar a orinar, para ver si está muy clara (indicaría exceso de hidratación) o bien muy oscura (defecto de hidratación), a fin de regularme en mis autoavituallamientos.

Lo último que querría sería tener problemas renales en mi primer ultra, que suelen producirse por no ser conscientes de cosas tan básicas como el nivel de hidratación.

La orina es amarilla pero brillante, ni clara ni oscura, y satisfecho con el ritmo de autohidratación que llevo continúo adelante.

El corredor que me acababa de reconocer, el del Playas, me ha adelantado, y bajo la fuerte pendiente a buen ritmo para recuperar la posición.

Lo consigo sin gran esfuerzo, dejo atrás a su grupillo (solo recuerdo a un corredor del club "El Pilón" o algo así, y sigo adelante.

No noto pendiente en contra, pero sé que estoy ascendiendo porque el río que transcurre por el margen de la carretera va descendiendo.

Me noto muy cómodo, llevo ya algo más de 15 kilómetros en las piernas y avanzo a buen paso (acababa de descender a 4:22 en el kilómetro anterior, muy por debajo de lo que para mí era ritmo "más rápido de carrera", pero la parada en Montejaque me había roto los esquemas e iba un poco desbocado, aunque me avergüence reconocerlo).

Sin embargo al hacer otro kilómetro, este sin pendiente favorable, por debajo de 5:00 decido parar, sacarme las piedras de ambas zapatillas, inspirar hondo y continuar.

Tardo poco en el proceso y me siento mucho mejor, así que dejo la mediana donde me había apoyado para sacarme las piedras atrás y continúo, en busca y captura del pelotón que me había vuelto a adelantar.

Nos desvían a a derecha y pasamos por lo que parecía la entrada al jardín de un cortijo, donde se encuentra el cuarto avituallamiento.

Me paro a explicarles a los voluntarios mi caso (parece que no se habían enterado, y de hecho tuve que repetirles en un par de ocasiones "151", ya que al mirar el número habían escrito "1151") y cuando me aseguro de que todo está en orden continúo.

Me apetece coger un gajo de naranja pero me da reparo sin llevar dorsal (aunque nadie me dice nada por ello), así que me contento con un orejón.

Vuelvo a pasar al grupito, y me doy cuenta de que ya no llueve, no me había percatado hasta ese mismo instante.

El corredor del Playas de Málaga me dice que lo peor ya ha pasado, y que si tengo buen final lo que nos queda por delante va a ser sencillo, y me pregunta por las pruebas que he realizado anteriormente, sorprendiéndose cuando le digo que es la primera prueba de distancia superior a maratón que hago y que llevo pocos meses metido en la montaña.

Me pasan una chica y un chico que no había visto hasta ese momento a gran velocidad, y trato de ponerme a su altura.

Salimos de la zona del cuartel, cuyo centinela se cuadró a nuestro paso según pasamos.

Me cuesta un poco, pero consigo ponerme al nivel de la pareja, y de repente unos voluntarios los desvían a la derecha, ya que pertenecen a la marcha corta... Con razón ese ritmazo...

No me dicen nada al verme pasar pero comunican a los que vienen detrás que es obligatorio llevar el dorsal visible.

Cruzamos sobre la vía del tren y comienza un tramo de cuestas, en el que aprovecho la primera para caminar y recuperar el aliento (es irónico, pero sí, se puede "recuperar" en cuestas).

El grupito del corredor del Playas de Málaga me alcanza, y él me comenta algo que yo mismo estaba pensando en ese momento, la similitud entre ese tramo y la zona de los Montes de Málaga por la que pasamos en el trail de la semana pasada.

Le respondí "sí, pero la semana pasada teníamos menos agua..." y tras intercambiar un par de chascarrillos puse una marcha más y comencé a alejarme.

Me voy alejando por momentos, y empiezo a alcanzar a otros corredores, pero comienzo a notar los excesos previos y a perder fuelle, y tras pasar un tramo con voluntarios que nos prevenían de una caída a la derecha, me dieron caza.

Me sentía como un venado, habíamos ido mano a mano un buen tramo, pero ahora me estaban alcanzando, cosa que al final, hicieron.

El corredor del Playas de Málaga me dijo "deberías haber recuperado en las cuestas, has apretado y ahora te hemos alcanzado estando más frescos, ponlo en el blog para que la gente se conciencie".

Sonrío, porque yo mismo me estaba regañando mentalmente por esa tontería, y le doy la razón; una regla de oro es "si no puedes ver la cima, camina" y la había estado ignorando y ahora estaba pagando el precio.

Mientras avanzábamos por superficie combinada de carril y asfalto comienzo a notar los efectos del "Muro" (a partir de ahora lo escribiré en mayúsculas por respeto) justo al pasar por el quinto punto de avituallamiento.

Estaba comiendo y bebiendo adecuadamente, pero llevaba ya algo más de 2 horas corriendo y mi cuerpo empezaba a echar en falta glucógeno, pero me dije a mi mismo que si podía hacer una maratón sin dar ni un solo paso (solo zancadas, es decir, sin andar en ningún momento), no iba a parar tras correr 20 kilómetros, aunque la mayor parte de los tramos fuesen de trail, y bastante exigentes.

Fui centrado en mi mismo, y en el suelo que tenía delante, sin que existiese nada más, y ni si quiera me había dado cuenta de que había dejado atrás al grupito (se detendrían en el puesto de avituallamiento, seguramente) hasta que me alcanzaron de nuevo).

Me arrepiento muchísimo del esfuerzo anterior mientras hago penitencia por él, creo que debería tatuarme "dosifícate" o algo así en la mano para que no se me olvide más.

Paro a orinar de nuevo, cuando llevo cerca de 2:15:00 corriendo, y sale más oscurilla, pero para mi alivio, no es marrón aún.

Aún así como y bebo, ya que no era capaz de recordar cuando había sido la última vez que me había autoabastecido.

Me concentro en el lastre que cargo y estimo que tan solo me queda 1/3 de agua en la camelbak, y le echo un ojo a la bolsa de orejones y veo que su estado es aún más deplorable, le queda menos de 1/4 de su capacidad.

Decido que el "experimento" cientounero ha acabado, que yendo a tope mis reservas no pueden aguantar más de 3 horas, y con eso concluyo el "estudio de campo".

Veo un avituallamiento a lo lejos, y mientras el grupito para abastecerse, les doy alcance.

Nadie me dice nada ante la ausencia de dorsal, pero aun así explico mi caso a todos y nadie en concreto, nadie me dice nada de todas formas y bebo dos vasos, isotónica y agua, y me como dos gajos de naranja con ahínco.

Voy trotando pero no puedo más y paro, teniendo que seguir andando.

Me pasa un corredor con bastones que me suena de vista, quizás, de Sierra Blanca, y veo que a lo lejos los corredores comienzan a andar debido a la pendiente que acometen.

Mal de muchos consuelo de tontos, pero me siento más feliz por no ser el único al que doblega la carrera, y comienzo a sentirme más fuerte, no sé si por el efecto fisiológico del avituallamiento o el efecto psicológico de no ser el único que va andando.

Me pongo a la altura del corredor del Playas de Málaga, con el que voy "relevándome" durante ese tramo, y charlamos un poco, llegando a Arriate hombro con hombro (aunque corriendo en lados opuestos de la calle)



Reconozco al cronomerador de dorsalchip (o gesconchip no estoy seguro) que me comenta, nada más verme "¿tu eres el del 151?" y le respondo que sí, aliviado de saber que conoce mi caso.

Me dice "tu dorsal pasó por aquí hace un ratillo, lo llevaba el corredor..." (creo que dijo 760, pero no me atrevo a afirmarlo) y tomamos nota.

Le pregunté que qué tenía que hacer entonces, si podía continuar o no, y me dijo que sin problema, pero que no olvidase mencionar que era "el del 151" en los posteriores controles.

Con una sonrisa de oreja a oreja y sintiéndome mucho más fuerte de repente, recuperé en el avituallamiento, con isotónica, agua, naranjas y plátanos (acabaría lo que llevaba a cuestas en los tramos sin avituallamiento, poco más adelante), y le chocaba la mano a dos niños pequeños que estaban entre el público, al final de la zona de avituallamiento.

"¡Estoy dentro!" No me lo creía aun, pero parecía que no iba a tener problema por correr sin el dorsal, pese a haber tomado la salida con el.

El corredor del Playas acabó en el avituallamiento poco antes que yo, así que lo llevaba delante, y mientras iba a darle caza sentía como recuperaba las fuerzas.

Salimos de la zona del mercadillo y comenzamos una larga cuesta, y lo vi a la mediación de la misma, parando a quitarse piedras de las zapatillas, como había hecho yo varios kilómetros antes.

Por primera vez en toda la carrera sentía la necesidad de orinar (anteriormente era una sensación leve, perfectamente aguantable, pero quería analizar la evolución de mi cuerpo), y salió más amarillita.

Parar en los avituallamientos me produjo un efecto muy positivo y estaba más hidratado.

Echo cuentas mentales y me sorprendo al darme cuenta de que me quedan poco menos de 16 kilómetros de carrera, y me doy cuenta de que voy mejor que varios kilómetros atrás, como si fuese una persona diferente.

Penetro en la que es mi zona preferida de todo el recorrido con diferencia, el cauce del arroyo de la Ventilla, y sonará a perroflautismo, pero me siento en sintonía con todo.

Con el puente de madera que cruzo, las plantas que rodean el estrecho sendero, el agua del arroyo que fluye en dirección contraria a la que asciendo yo, los troncos de los árboles que salto...

Todo parece de cuento de hadas (o de documental de la dos, según como se mire), y mientras me "pierdo" con las sensaciones que el lugar me transmite, veo a lo lejos a dos corredores, con el mismo nombre en el dorsal pero que por un número no tienen dorsales consecutivos (creo que el nombre que aparecía era "Quintana") pero no estoy seguro del todo.

Los adelanto y poco después me adelanta el corredor del Playas, a muy buen paso, al que animo mientras avanza.

Mientras noto las fuerzas en mi interior aumentar conforme avanzo, en lugar de disminuir, salto un grueso tronco, y siento que he "saltado" el muro, al que dejo atrás junto a ese tramo de dudas y sufrimiento, y comienzo uno nuevo de energía e ilusión.

Sin embargo mentalmente me noto más cansado, y de repente aparezco frente al río y me quedo bloqueado.

Parece que mi mente me dijese "agua, peligro" y no quisiese reaccionar, y entre lo que tardo en reaccionar, pensar cómo puedo cruzar el río y lo cruzo, pierdo cerca de un minuto.

Cruzo justo cuando llegan los Quintana (llamemosles así de momento), y acometo una cuesta pronunciada, que subo andando sin reparo alguno.

Aunque me sienta fuerte no volveré a cometer el mismo error que kilómetros atrás, no sé si es el ultra, mi cuerpo o mi mente pero alguno de esos tres elementos me ha dado una nueva oportunidad tras la catarsis y no pienso desaprovecharla.

Al llegar a la cima de la cuesta noto un fuerte viento de cara que me hiela a través de la malla y el cortavientos, y avanzo un poco más rápido, mientras me repito a mi mismo que es por "supervivencia", no por recuperar nada.

Llevo al octavo avituallamiento, en el puente (bueno, a los voluntarios que me dicen que el avituallamiento está en el túnel de la izquierda), y penetro en él.

Los muchachos son muy jóvenes, pero un encanto y muy eficientes, y me recreo en él, charlando con ellos mientras recupero.

Les doy las gracias, me despido y me dirijo al puente, mientras pasan a toda velocidad los ciclistas de la modalidad de MTB.

Al llegar al puente veo a los Quintana dirigirse al avituallamiento, y les hago un gesto con la mano, pero creo que no me ven.

Tras cruzar el puente me indican que siga a los ciclistas, así que me meto en el carril de la izquierda.

Comparto tramo con ellos, y los adelanto al subir (incluso andando) y me pasan en las bajadas, intercambiando ánimos los unos con los otros.

Alcanzo a un grupo de corredores, al corredor de Málaga entre ellos, y me da la sensación de que los paso a demasiada velocidad, así que bajo un poco el ritmo.

Llego al kilómetro 40, nos comunican que es el último avituallamiento, así que repongo a conciencia por última vez.

Un voluntario me ofrece una botella de agua, que acepto encantado (el camelbak ya está vacío) y sigo adelante, con el corredor del Playas de Málaga y otros a los que he dado alcance.

Me dicen que todo está hecho y voy muy bien, y tras desearles suerte los dejo poco a poco atrás.

Sale el sol y noto sus rayos calentándome, y sonrío sabiendo que todo está hecho ya; acometo con muchas ganas una suave pendiente y veo a lo lejos dos corredores que me marco como objetivo.

Me siento como en el décimo kilómetro y llevo ya más de 40 en las piernas, hay más bajadas que subidas (que subo andando) y tengo ganas de que llegue un tramo en llano para ponerme a "velocidad de crucero".

Voy por debajo de 6 minutos por kilómetro y no me lo puedo ni creer, y de hecho, paso alguno por debajo de 5:40, voy pletórico, y tras pasar a la pareja de corredores veo otra pareja mucho más adelante, que me marco como nuevo objetivo.

Me acabo el botellín de agua con el último orejón, y sin bajar el ritmo, abro la camelbak y deposito el botellín en el interior.

He visto, sin exagerar, una centena de envoltorios de geles, botellas de cocacola, una de powerade azul (casi llena, en la zona del arroyo de la Ventilla), y me da tanto coraje que casi acelero sin darme cuenta.

Comienza a soplar el viento y las nubes ocultan al astro rey, dejando paso a una temperatura más fresca, pero ideal para correr.

La zona parece el fondo de pantalla de la pradera de windows, es preciosa, y avanzo perdiendo la mirada en la verdura.

Llego a una zona (aun compartiendo carril con los ciclistas) en la que parece que haya vuelto al "País de Barro", y me hundo hasta los tobillos al avanzar, una vez más.

Un pie se me cala entero de barro y se me llena de piedras, así que decido parar para, al menos, quitarme lo más gordo, pero vuelvo a llenármelo entero al momento, así que decido seguir sin más.

En el "País de Barro" estaba fresco y no lo notaba tanto, pero ahora me costaba muchísimo esfuerzo avanzar con los pies rodeados de barro.

Bajamos, cruzamos un puente y saludo al fotógrafo (somos "amigos" ya, tras haber compartido esos saludos durante tantísimos puntos a lo largo de la carrera), y subo animado por una familia que me dice que ya estoy en Ronda y no queda nada.

Es verdad que veo Ronda (majestuosa), pero me da la sensación de estar muy distante aun...

Llego a una cuesta con un desnivel brutal (a favor, por suerte) y voy reteniéndome para no dejarme ir, ya que me da la sensación de que los músculos vayan a dejarme caer, aunque no sucede.

Los ciclistas bajan como balas y comienzo a acercarme a la pareja de corredores que llevo siguiendo desde hace varios kilómetros.

Llegamos a Ronda, y comienzo a ascender por sus calles, entre tramos trotando y tramos andando, y animado por la multitud.

Subo muy motivado, adelantando incluso a algunos ciclistas, aunque otros me pasan a mi, y a algunos corredores.

No me lo puedo creer cuando llego de nuevo al puente sobre el Guadalevín, y al terminar de cruzarlo me jalea Fran, que dice que estoy a punto de entrar con un tiempo increíble.

Aprieto el paso, pero sin querer confiarme aun, pero a la altura de la plaza de toros decido acabar dándolo todo.

Paso al corredor con los bastones, entro al parque y acabo en un sprint en el que me dejo la piel, pero tengo aun la sensación de ser capaz de seguir corriendo si fuese necesario, las sensaciones son increíbles...





Antes de que me digan nada me meto en el chiringuito de los jueves y les explico mi caso, que no conocían, y primero me preguntan si era corredor y después si había corrido la prueba larga (y si estaba seguro de ello).

Lo entiendo a la perfección, pero parecen dudar de mí aun cuando creo que sueno bastante convincente, y cuando estoy por ceder y dar por perdidos los puntos de la LRU caigo en la cuenta.

Paro el cronómetro (en 5:18:44) y me quito la funda del móvil, mientras me miran curiosos y continúan tomando nota de los corredores y ciclistas que llegan a meta.

Paro el GPS (en 5:13:59) y les comento que tengo el track de la carrera, que he avisado de mi paso en cada control (lo que es perfectamente comprobable) y les comento que tengo testigos de que he realizado íntegramente la carrera.



Con estos argumentos cambian la cara y me dicen que lo entienden, pero que he de hablar con Nuria, una organizadora, que de momento no pueden hacer nada.

El informático que lleva el ordenador me dice que ha tomado nota, que me paso luego y ya estudian mi caso.

No me quedo del todo tranquilo, pero están trabajando, es normal que sigan el protocolo y no confíen a priori, de mí, así que decido ir a cambiarme.

No me había dado cuenta de que estaban dando medalla al llegar a meta, y tras decir que corrí "la larga" me cuelgan una, muy bonita al cuello.

Veo que tiene espacio por detrás para grabarse (como en la maratón de Málaga, pero gratuitamente, un detallazo), pero como no sé mi tiempo, lo obvio.

Dan también gorra, y recojo una extrañado de que no me pregunten por el dorsal.

Me dirijo al guardarropa, y no encuentran mi mochila, pero echo un vistazo y la veo a lo lejos.

Alguien la había puesto con las de marcha corta, pero por suerte estuve atento (por un momento temía que alguien se la hubiese llevado con mi dorsal, los corredores somos buena gente, pero nunca se sabe).

Me cambié, comuniqué a mi familia y amigos mi llegada y situación y dejé un mensaje en Tuiter (me quedaba poca batería), por si luego no podía recuperar el track.


Una vez seco y cambiado me encuentro con Marco, que acababa de llegar a meta, y volví al guardarropa con él.

Se cambió y me comentó que le había preguntado si llevaba el mi dorsal en los controles, desde luego voy a pasar a la historia de la prueba como "el del 151"...

Comentamos sensaciones, experiencias y anécdotas y nos dirigimos a por la paella.

Nuria estaba "en busca y captura" por todos lados, y tras hablar con speakers, jueces, organizadores y voluntarios y recorrerme todo el parque en su busca (sabía que se llamaba Nuria y era morena y bajita, con una chaqueta azul), le comenté a una organizadora que iba un momento al baño.

A la vuelta me dijo que había pasado hace un momento (la Ley de Murphy, como no), pero que no había problema, y con una sonrisa radiante le pregunté al informático, que me lo confirmó.

Le pregunté que qué tenía que hacer para grabar la medalla, y me dijo que sacase el ticket y allí me lo explicarían.

Le di las gracias y me fui, más contento que unas castañuelas, a por le ticket, que me lo facilitó un muchacho joven la mar de apañado.


Otro muchacho, más joven pero igual de apañado, me grabó la medalla.


Me sorprende que los tiempos de organización, GPS y reloj sean tan dispares, estoy pendiente por si salen los vídeos de llegada a meta, porque según mis estimaciones cuando iba por el kilómetro 45, llegaría en meta sobre 5:20:00, y si bailó el 2 de sitio al meter el tiempo puede perjudicar a los que, como yo, participamos en la Liga Rondeña de Ultrafondo, en el cómputo de puntos.

EDITO: En efecto, mi entrada en meta fue en 5:21:10, gracias a Fran por pasarme la imagen; Mañana le mandaré un correo a la organización para solucionarlo, una pena que la medalla esté ya grabada, pero bueno, no creo que se me olvide el tiempo.


De ser así escribiré a la organización, bastante es que me hayan dejado realizar la prueba habiendo perdido el dorsal como para que encima obtenga beneficio de un error a la hora de meter el tiempo.

EDITO: De hecho ha sido así, ya he contactado con ellos enviándoles el tiempo real para que lo modifiquen, cuando esté actualizado subiré una imagen del diploma. 


Por cierto, muchas gracias a todos los que me saludasteis en el parque tras pasar por meta, sé que no estuve muy efusivo pero tenía la mente ocupada en buscar a Nuria, el próximo día estaré más dicharachero.

Enhorabuena a Ana, del Club Media Trail de Mijas, que obtuvo la segunda plaza en su categoría, y mención especial a Marco, por llevarme, esperarme, traerme y acabar su primer ultra, sufriendo, pero entero, que es lo importante.

Muchas gracias a todos los voluntarios, a protección civil y a los jueces y organización, pese al mal rato del dichoso dorsal (por cierto, tengo colección de dorsales, si alguien lo tiene y me lo puede enviar, que contacte conmigo por favor) la experiencia ha sido increíble.


También me gustaría conocer la historia "desde el otro lado", es decir, desde la perspectiva de la persona que encontrase mi dorsal.

Creo que al mal tiempo hay que poner buena cara, y me estoy planteando abrir una sección de humor para contar la historia de mi dorsal... 

En definitiva la carrera ha sido muy positiva, creo que ha sido gran maestra (me ha dado muchas lecciones) de cara a los 101, y me quedo con un muy buen sabor de boca.

Hoy no he tenido problema para subir ni bajar escaleras, pero tengo la espalda y hombros molidos de la camelbak, las piernas muy bien (extrañamente), pero tras la resurección de esta mañana (he dormido cerca de 12 horas) estaban mejor que ayer por la mañana.

Ahora saldré a dar un paseo para ver si de verdad están tan frescas, y mañana descansaré (obligado por la universidad), pero el martes vuelta a las andadas, y con un ojo puesto ya en la media de Málaga, primera media que haré con Fivefingers.

Espero que todos hayáis acabado con buen sabor de boca, sin ninguna lesión, y que nos veamos pronto.

Un abrazo a todos, ¡y vigilad vuestros dorsales, nunca sabéis cuando os pueden abandonar!

Comentarios

  1. Me alegro que al final haya salido todo bien, un añadido mas a una nueva experiencia en esto de correr,jeje, me alegro de haberte saludado antes y despues y espero coincidir y seguir leyendo tus cronicas,un saludo

    por cierto, solo para que lo sepas por curiosidad,pertenezco a un grupillo de amigos que tenemos el C.D. trail running Malaga, pasate por el foro y echa un vistazo, creo que te gustara.

    saludos campeon¡¡¡¡

    Antonio POZO,jeje.... no pozuelo...jajaja

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  2. ¡Muchas gracias Antonio!

    Ahora lo cambio, que fallo jaja he condensado mucha información y algunos detalles básicos se he han escapado...

    Me pasaré a echarle un ojo, ¡un saludo!

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  3. Muchísimas gracias Miguel, ha sido difícil plasmar tantas horas de carrera en la crónica pero creo que al final entre memoria y apuntes/correcciones de otros corredores con los que compartí camino ha quedado muy fiel, me alegro de que te haya gustado.

    ¡Eso espero, allí nos veremos!

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  4. Hola Juan,enhorabuena por tu carrera y tus vivencias por Ronda!!!..tus crónicas enganchan cada vez mas,me meto entu pejello y he vivido la dureza de esa prueba,puedes estar orgulloso de haberla terminado.el domingo nos vemos en la media de malaga,como seguro le iras para un tiempo mejor le el mio,intentare tenerte de liebre...ajajajajajja....por cierto,recuerda me le te regale un portador sal amigo...jajajajjaja....un saludo Juan,nos vemos!!!

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  5. ¡¡Muchas gracias Husky!! algún día me plantearé escribir un libro sobre atletismo, con la de ánimos y buenas críticas que recibo solo me falta dar el salto ;)

    Será un placer, en principio mi idea es ir con Rubén Lirio (liebre de 1:25:00) pero según me vea aprieto el paso o lo disminuyo, a ver como se portan las Fivefingers en media...

    jajajaja te lo agradecería mucho, de momento he pensado llevarme 8 imperdibles, así no se escapa.

    ¡Un saludo campeón!

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