He corrido en varias ocasiones la carrera de las aguas de Istán, la última y más memorable, por hacer honor a su nombre, este mismo año, pero nunca había participado en la carrera de las 24 horas deportivas de Istán... hasta este año.
Istán es un pueblo que me gusta mucho, ya que pese a pertenecer a la Costa del Sol está muy bien urbanizado y no tiene las aglomeraciones y problemas de las excesivamente edificadas ciudades que discurren paralelas a la costa.
Además, está enclavado en la zona sur de la Sierra de las Nieves, lo que hace que las vistas sean increíbles.
Muy motivado por volver a Istán tras la visita que realizamos en junio, a las 8:00 am estábamos Mayte (mi pareja) y yo en pie, y tras un buen desayuno, de 4 tostadas por mi parte, recogimos a Sergio, compañero del Club Atletismo Fuengirola, encaminándonos hacia el municipio de Istán pocos minutos pasadas las 9:00 am.
Por el camino fuimos comentando las impresiones que teníamos frente a la prueba, del estilo de las que me gustan de verdad: carrera popular de pueblo, inscripciones gratuitas, premios y sorteos... las que se organizan realmente por y para el corredor.
En poco más de hora y 20 estábamos ya aparcados en la entrada de Istán y subiendo la cuesta hacia el campo de fútbol, mientras recordaba aquella lluviosa mañana de tormenta estival.
La salida y meta sería en el campo de fútbol, así que allá nos dirigimos, encontrándonos con Toni, del Club Atletismo San Pedro y otras caras conocidas en el interior del mismo, pese a que aún era temprano (estaba disputándose una prueba de bicicleta de montaña cuando llegamos al interior del campo).
Tras saludar y recoger los dorsales nos apartamos a un lado, y fuimos viendo la llegada de la prueba de bici de montaña, en la que, de haber sabido que se celebraba, me hubiese gustado probar, pero ya será en la edición del año que viene...
Entre los corredores que comenzaban a llegar al campo de fútbol se encontraban muchos atletas del San Pedro, Marbella, Nerja, varios locales, algún cientounero... y entre ellos más caras conocidas, como Francisco Giménez, con el que he coincidido en otras ocasiones, y con el que estuve charlando un poco antes de comenzar la prueba, entre otros corredores.
Muchos se extrañaban al verme calzar Vibram Fivefingers, y se acercaban para preguntarme "cómo funcionaban" y qué tal corría con ellas; Entre el buff tubular en la cabeza, las zapatillas y la Gopro colgada a la espalda no iba de incógnito, precisamente...
Cuando algo más de medio centenar de corredores nos habíamos congregado en el campo de fútbol, uno de los organizadores nos convocó en el exterior del mismo, mediante un bocinazo con un altavoz.
Nos había llamado para explicarnos brevemente como sería la carrera, cuya descripción fue la más efectiva y cómica que jamás había escuchado...
Básicamente se nos explicó que correríamos todos juntos, mayores y pequeños, pero que los peques correrían de forma participativa, podían volverse cuando lo estimasen oportuno (se hizo hincapié en que lo peques no llevan barba, para evitar tentaciones), y que no había posibilidad de equivocarse con el recorrido, se avanzaría por la carretera hasta que no se pudiese seguir, se giraría y se volvería otra vez (se hizo hincapié en que se echaría foto en el giro, para evitar mayores tentaciones); La distancia sería de, aproximadamente, 6400 metros, ida por la parte derecha de la calzada y vuelta por la izquierda.
La prueba comenzó a viva voz, con un "preparados, listos, ya", tras el que salimos corriendo por la carretera en dirección Monda como alma que lleva el diablo.
Puse un ritmo fuerte, aprovechando la bajada, y en pocos metros y aprovechando mi potencia de zancada, me coloqué segundo, reprimiendo el impulso de acelerar más ya que sabía que a la vuelta tocaría ascender la pendiente que ahora descendíamos con tantas ganas.
El calor era notable, la diferencia con la última edición de la carrera de las aguas de Istán era más que notable, pero también me estaba encantando el ambiente de la prueba.
No me resultaba difícil mantener el ritmo, la vista se me perdía a lo lejos entre la sierra, los pies parecían flotar sobre el asfalto y las pisadas de los atletas que me precedían hacían que, inconscientemente, mis piernas trabajasen a gran intensidad.
Me concentraba en la respiración y el ritmo únicamente, corrí sin música, con el GPS silenciado y sin mirar el reloj, siguiendo mis sensaciones.
Viendo a posteriori el análisis, sé por qué mantuve la segunda posición durante tanto tiempo (comparado con lo que estoy acostumbrado), y es porque durante los dos primeros kilómetros, pese a alternar subida y bajada, estuve corriendo a un ritmo cercano a 3:40 minutos por kilómetro.
Pasados esos dos primeros kilómetros, como es lógico, comencé a acusar la fatiga, y me pasaron de golpe unos 6 corredores 5 de los cuales formaron rápidamente un pelotón conjunto y uno que le seguía de cerca; poco después me adelantaron otros dos corredores.
Pensaba usar a los corredores del San Pedro, gracias a que había varios y a su rápidamente detectable indumentaria, como referencia, así que fijé la mirada en los que llevaba delante, mientras intentaba que el ritmo no cayese demasiado.
Poco a poco se me fue acercando uno desde detrás, sacándome unos metros en la subida, pero en la bajada me quedé a su par.
En las curvas me pegaba lo máximo posible al borde de la carretera, a fin de recortar distancia entre los atletas del San Pedro y yo, pero en esa misma bajada, como había tierra y varias piedrecitas sueltas, al pivotar y traccionar para alargar la zancada, justo en el momento de bajar el talón, una piedra de tamaño considerable me impactó de lleno en el centro del talón, dejándomelo adormecido y dolorido por un instante.
Notaba la molestia al continuar avanzando, pero pese al contratiempo tenía al alcance al corredor del San Pedro, dorsal 18, así que decidí ignorar el dolor y alcanzarlo en cuanto antes.
En la subida me puse a su par, y en la posterior bajada aceleré un puntito de más para ver si era capaz de seguirme o no... ¡y tanto!, cambió el ritmo y al subir moderadamente volvió a dejarme atrás, por pocos metros.
En la misma cuesta, otro corredor del San Pedro, dorsal 34, me dejó atrás, pero lejos de desanimarme, me propuse como objetivo adelantarlos a los dos en la segunda mitad de la prueba, que ya no podía quedar lejos.
Como objetivo de tiempo, a priori, me había establecido como "bueno" un tiempo de unos 25-26 minutos, pero en carrera estos pequeños objetivos son los que motivan a uno, el tiempo es efímero y se olvida, pero los "enfrentamientos" en carrera son eternos en la memoria.
En una posterior subida pude divisar a lo lejos el coche de Protección Civil y los voluntarios que controlaban el giro, y, más cerca y de repente, a un grupo de 4 corredores (ya se había descolgado uno) liderado por Cristian, atleta del Málaga, desde mi punto de vista claro favorito de la carrera, seguido por un quinto corredor que no conocía.
Otro corredor, más alejado, les seguía, y un séptimo y octavo, aún más atrás; giraron los dos corredores del San Pedro, seguidos por mí, y completé la primera mitad de la prueba en décima posición, pletórico.
Estaba cansado, pero con el dolor del talón casi olvidado y empujado por el espíritu de la carrera, aceleré con fuerza tras realizar el giro de 180º.
Un corredor al que no conocía me pisaba los talones, y pocos metros tras él me encontré, cara a cara, a Sergio, que venía también como una exhalación.
Decidido a ir a por todas en la segunda mitad, aceleré hasta pasar al dorsal 34 del San Pedro y colocarme justo detrás de su compañero, mientras iba viendo caras conocidas en el otro lado de la calzada.
Tras una ligera subida y una bajada más larga alcancé al corredor que al inicio de la prueba ocupaba la primera posición (llevaba un ritmo endiabladamente alto).
Podía apretar el ritmo, lo que me animó muchísimo, ya que pese a no hacerlo, sabía que contaba con un puntito de fuerzas extra, lo que con el calor y la fatiga que nos acompañarían en el tramo final de la prueba podía suponer la diferencia entre una posición y otra.
En la segunda mitad de la carrera fui más "conservador", manteniendo la posición, pero aun así no subí de 4:30 minutos por kilómetro en ningún momento.
Me puse a la par del corredor del San Pedro, que me preguntó si estaba grabando, y le respondí que sí, y que salía en un buen trozo (por ejemplo, en la bajada en la que le "probé"), tratando de responder con la mayor naturalidad posible, fingiendo no estar para nada fatigado por el ritmo (guerra psicológica).
Recorrimos codo con codo un buen tramo, hasta que nos adelantó el corredor que me pisaba los talones en el giro, momento en el que decidí que era la oportunidad perfecta para atacar, "ahora o nunca".
No lo debí haber hecho de forma tan prematura, ya que se cruzó por el otro lado de la carretera un chico con la misma camiseta que él y bajó drásticamente el ritmo, "devolviéndome" rápidamente la posición, pero mientras escuchaba a un corredor desde atrás advertir de que afrontábamos la subida más dura, decidí que no me podía echar ahora atrás; si bajaba el ritmo mis perseguidores me alcanzarían y sería más difícil tratar de poner metros de por medio más adelante, así que, exprimiéndome al máximo, encaré la cuesta con energía, notando, aliviado, como las pisadas de los demás corredores indicaban que nos estábamos distanciando.
En mi mente era un coche de fórmula uno, veloz, ligero, apurando al máximo las curvas y acelerando al máximo en cuanto tenía oportunidad; era mi vía de escape mental a la fatiga física y el extenuante calor.
De repente comencé a identificar la carretera, vi a lo lejos el campo de fútbol, y sabía que ya estaba todo el pescado vendido.
Con temor escuché pisadas más cercanas (o quizá más fuertes, no sabría decirlo con seguridad), y pese a saber que aunque 3 de los corredores del grupo de cabeza no fuesen senior no tendría trofeo (aunque no esperaba tampoco obtenerlo), decidí apretar los dientes y ejecutar un último sprint.
Justo cuando entraba al campo de fútbol salía Cristian, creo que "presunto campeón", del interior del mismo, y aunque traté de frenar, el paso repentino del asfalto al albero me hizo derrapar un poco, así que frené progresivamente, acabando casi en el centro del campo de fútbol.
Me desabroché rápidamente el arnés de la Gopro, muy agobiado por el calor y bastante asfixiado por el último esfuerzo, y mientras paraba el GPS (el crono lo había pausado instintivamente nada más llegar a meta, marcando 25:00) recuperaba el aliento con pasos cortos.
Volviendo a la entrada del recinto me fui encontrando con los corredores que habían llegado justo detrás de mi, a quienes felicité por la buena carrera y con quienes charlé brevemente.
Devolví los imperdibles y, a mi pesar, el dorsal (los colecciono siempre que puedo) y cogí una pieza de fruta, justo cuando Sergio llegaba a meta.
En meta nos entregaron un ticket a canjear por un refresco en el bar del polideportivo, así que tras intercambiar impresiones con él y Mayte sobre la prueba nos encaminamos al mismo, donde me pedí un aquarius bien fresquito.
Las vistas desde el balcón del bar eran excelentes y soplaba una fresca brisa que ayudaba a refrescarnos, así que nos instalamos allí, donde comenzamos a charlar con los corredores y ciclistas que fueron llenando el local.
Cuando nos decidimos a acercarnos a ver las clasificaciones, las clasificaciones vinieron a nosotros: los organizadores llegaron trayendo los los premios del sorteo y de las carreras y los cronometradores de Dorsalchip con su respectivo equipo.
Por un error todos los corredores corrieron una posición hacia abajo (se tomó el tiempo de llegada de un chico como primer clasificado), y contemplé con gran sorpresa mi posición.
4º senior y 7º absoluto, certificando los 25 minutos de tiempo en recorrer la prueba.
Todo el mundo me lleva ya un par de años avisando de que en senior "se acaba lo bueno" y para conseguir podio hay que ganar la carrera, prácticamente, pero es la segunda vez que me quedo al filo en pocos meses, no sé si habré tenido suerte o solo me hace falta un poco más de esfuerzo para conquistar el tercer escalón del podio, aunque con carreras tan buenas como esta, tanto por el ambiente como por sensaciones, quien quiere premio, el mayor premio es la experiencia en sí.
Aun sabiendo que ni yo ni Sergio teníamos premio, esperamos al sorteo y a la entrega de premios, charlando animadamente con Francisco y otros corredores, de los que nos despedimos cerca de las una de la tarde, cuando decidimos volver a Fuengirola.
Fue una mañana de auténtico atletismo, realmente buena, seguramente no vuelva a Istán hasta junio del año que viene, para participar en la próxima edición de la Carrera de las Aguas, pero si tengo oportunidad, sea por turismo o para hacer senderismo (o bicicleta de montaña), me encantaría volver por el municipio.
Este es mi resumen técnico de la prueba, de 6.190 metros de longitud según Strava:
De momento, esto es todo, en cuanto pueda editaré y colgaré el vídeo de la prueba aquí y en la categoría Videoblog, pero por ahora, ¡esto es todo amigos!
Nos leemos mañana en la crónica de la XXXVI Carrera de la Feria de Mijas, ¡descansad!
PD: Aquí os dejo el vídeo de la prueba, ¡disfrutad!
Además, está enclavado en la zona sur de la Sierra de las Nieves, lo que hace que las vistas sean increíbles.
Muy motivado por volver a Istán tras la visita que realizamos en junio, a las 8:00 am estábamos Mayte (mi pareja) y yo en pie, y tras un buen desayuno, de 4 tostadas por mi parte, recogimos a Sergio, compañero del Club Atletismo Fuengirola, encaminándonos hacia el municipio de Istán pocos minutos pasadas las 9:00 am.
Por el camino fuimos comentando las impresiones que teníamos frente a la prueba, del estilo de las que me gustan de verdad: carrera popular de pueblo, inscripciones gratuitas, premios y sorteos... las que se organizan realmente por y para el corredor.
En poco más de hora y 20 estábamos ya aparcados en la entrada de Istán y subiendo la cuesta hacia el campo de fútbol, mientras recordaba aquella lluviosa mañana de tormenta estival.
La salida y meta sería en el campo de fútbol, así que allá nos dirigimos, encontrándonos con Toni, del Club Atletismo San Pedro y otras caras conocidas en el interior del mismo, pese a que aún era temprano (estaba disputándose una prueba de bicicleta de montaña cuando llegamos al interior del campo).
Tras saludar y recoger los dorsales nos apartamos a un lado, y fuimos viendo la llegada de la prueba de bici de montaña, en la que, de haber sabido que se celebraba, me hubiese gustado probar, pero ya será en la edición del año que viene...
Entre los corredores que comenzaban a llegar al campo de fútbol se encontraban muchos atletas del San Pedro, Marbella, Nerja, varios locales, algún cientounero... y entre ellos más caras conocidas, como Francisco Giménez, con el que he coincidido en otras ocasiones, y con el que estuve charlando un poco antes de comenzar la prueba, entre otros corredores.
Muchos se extrañaban al verme calzar Vibram Fivefingers, y se acercaban para preguntarme "cómo funcionaban" y qué tal corría con ellas; Entre el buff tubular en la cabeza, las zapatillas y la Gopro colgada a la espalda no iba de incógnito, precisamente...
Cuando algo más de medio centenar de corredores nos habíamos congregado en el campo de fútbol, uno de los organizadores nos convocó en el exterior del mismo, mediante un bocinazo con un altavoz.
Nos había llamado para explicarnos brevemente como sería la carrera, cuya descripción fue la más efectiva y cómica que jamás había escuchado...
Básicamente se nos explicó que correríamos todos juntos, mayores y pequeños, pero que los peques correrían de forma participativa, podían volverse cuando lo estimasen oportuno (se hizo hincapié en que lo peques no llevan barba, para evitar tentaciones), y que no había posibilidad de equivocarse con el recorrido, se avanzaría por la carretera hasta que no se pudiese seguir, se giraría y se volvería otra vez (se hizo hincapié en que se echaría foto en el giro, para evitar mayores tentaciones); La distancia sería de, aproximadamente, 6400 metros, ida por la parte derecha de la calzada y vuelta por la izquierda.
La prueba comenzó a viva voz, con un "preparados, listos, ya", tras el que salimos corriendo por la carretera en dirección Monda como alma que lleva el diablo.
Puse un ritmo fuerte, aprovechando la bajada, y en pocos metros y aprovechando mi potencia de zancada, me coloqué segundo, reprimiendo el impulso de acelerar más ya que sabía que a la vuelta tocaría ascender la pendiente que ahora descendíamos con tantas ganas.
El calor era notable, la diferencia con la última edición de la carrera de las aguas de Istán era más que notable, pero también me estaba encantando el ambiente de la prueba.
No me resultaba difícil mantener el ritmo, la vista se me perdía a lo lejos entre la sierra, los pies parecían flotar sobre el asfalto y las pisadas de los atletas que me precedían hacían que, inconscientemente, mis piernas trabajasen a gran intensidad.
Me concentraba en la respiración y el ritmo únicamente, corrí sin música, con el GPS silenciado y sin mirar el reloj, siguiendo mis sensaciones.
Viendo a posteriori el análisis, sé por qué mantuve la segunda posición durante tanto tiempo (comparado con lo que estoy acostumbrado), y es porque durante los dos primeros kilómetros, pese a alternar subida y bajada, estuve corriendo a un ritmo cercano a 3:40 minutos por kilómetro.
Pasados esos dos primeros kilómetros, como es lógico, comencé a acusar la fatiga, y me pasaron de golpe unos 6 corredores 5 de los cuales formaron rápidamente un pelotón conjunto y uno que le seguía de cerca; poco después me adelantaron otros dos corredores.
Pensaba usar a los corredores del San Pedro, gracias a que había varios y a su rápidamente detectable indumentaria, como referencia, así que fijé la mirada en los que llevaba delante, mientras intentaba que el ritmo no cayese demasiado.
Poco a poco se me fue acercando uno desde detrás, sacándome unos metros en la subida, pero en la bajada me quedé a su par.
En las curvas me pegaba lo máximo posible al borde de la carretera, a fin de recortar distancia entre los atletas del San Pedro y yo, pero en esa misma bajada, como había tierra y varias piedrecitas sueltas, al pivotar y traccionar para alargar la zancada, justo en el momento de bajar el talón, una piedra de tamaño considerable me impactó de lleno en el centro del talón, dejándomelo adormecido y dolorido por un instante.
Notaba la molestia al continuar avanzando, pero pese al contratiempo tenía al alcance al corredor del San Pedro, dorsal 18, así que decidí ignorar el dolor y alcanzarlo en cuanto antes.
En la subida me puse a su par, y en la posterior bajada aceleré un puntito de más para ver si era capaz de seguirme o no... ¡y tanto!, cambió el ritmo y al subir moderadamente volvió a dejarme atrás, por pocos metros.
En la misma cuesta, otro corredor del San Pedro, dorsal 34, me dejó atrás, pero lejos de desanimarme, me propuse como objetivo adelantarlos a los dos en la segunda mitad de la prueba, que ya no podía quedar lejos.
Como objetivo de tiempo, a priori, me había establecido como "bueno" un tiempo de unos 25-26 minutos, pero en carrera estos pequeños objetivos son los que motivan a uno, el tiempo es efímero y se olvida, pero los "enfrentamientos" en carrera son eternos en la memoria.
En una posterior subida pude divisar a lo lejos el coche de Protección Civil y los voluntarios que controlaban el giro, y, más cerca y de repente, a un grupo de 4 corredores (ya se había descolgado uno) liderado por Cristian, atleta del Málaga, desde mi punto de vista claro favorito de la carrera, seguido por un quinto corredor que no conocía.
Otro corredor, más alejado, les seguía, y un séptimo y octavo, aún más atrás; giraron los dos corredores del San Pedro, seguidos por mí, y completé la primera mitad de la prueba en décima posición, pletórico.
Estaba cansado, pero con el dolor del talón casi olvidado y empujado por el espíritu de la carrera, aceleré con fuerza tras realizar el giro de 180º.
Un corredor al que no conocía me pisaba los talones, y pocos metros tras él me encontré, cara a cara, a Sergio, que venía también como una exhalación.
Decidido a ir a por todas en la segunda mitad, aceleré hasta pasar al dorsal 34 del San Pedro y colocarme justo detrás de su compañero, mientras iba viendo caras conocidas en el otro lado de la calzada.
Tras una ligera subida y una bajada más larga alcancé al corredor que al inicio de la prueba ocupaba la primera posición (llevaba un ritmo endiabladamente alto).
Podía apretar el ritmo, lo que me animó muchísimo, ya que pese a no hacerlo, sabía que contaba con un puntito de fuerzas extra, lo que con el calor y la fatiga que nos acompañarían en el tramo final de la prueba podía suponer la diferencia entre una posición y otra.
En la segunda mitad de la carrera fui más "conservador", manteniendo la posición, pero aun así no subí de 4:30 minutos por kilómetro en ningún momento.
Me puse a la par del corredor del San Pedro, que me preguntó si estaba grabando, y le respondí que sí, y que salía en un buen trozo (por ejemplo, en la bajada en la que le "probé"), tratando de responder con la mayor naturalidad posible, fingiendo no estar para nada fatigado por el ritmo (guerra psicológica).
Recorrimos codo con codo un buen tramo, hasta que nos adelantó el corredor que me pisaba los talones en el giro, momento en el que decidí que era la oportunidad perfecta para atacar, "ahora o nunca".
No lo debí haber hecho de forma tan prematura, ya que se cruzó por el otro lado de la carretera un chico con la misma camiseta que él y bajó drásticamente el ritmo, "devolviéndome" rápidamente la posición, pero mientras escuchaba a un corredor desde atrás advertir de que afrontábamos la subida más dura, decidí que no me podía echar ahora atrás; si bajaba el ritmo mis perseguidores me alcanzarían y sería más difícil tratar de poner metros de por medio más adelante, así que, exprimiéndome al máximo, encaré la cuesta con energía, notando, aliviado, como las pisadas de los demás corredores indicaban que nos estábamos distanciando.
En mi mente era un coche de fórmula uno, veloz, ligero, apurando al máximo las curvas y acelerando al máximo en cuanto tenía oportunidad; era mi vía de escape mental a la fatiga física y el extenuante calor.
De repente comencé a identificar la carretera, vi a lo lejos el campo de fútbol, y sabía que ya estaba todo el pescado vendido.
Con temor escuché pisadas más cercanas (o quizá más fuertes, no sabría decirlo con seguridad), y pese a saber que aunque 3 de los corredores del grupo de cabeza no fuesen senior no tendría trofeo (aunque no esperaba tampoco obtenerlo), decidí apretar los dientes y ejecutar un último sprint.
Justo cuando entraba al campo de fútbol salía Cristian, creo que "presunto campeón", del interior del mismo, y aunque traté de frenar, el paso repentino del asfalto al albero me hizo derrapar un poco, así que frené progresivamente, acabando casi en el centro del campo de fútbol.
Me desabroché rápidamente el arnés de la Gopro, muy agobiado por el calor y bastante asfixiado por el último esfuerzo, y mientras paraba el GPS (el crono lo había pausado instintivamente nada más llegar a meta, marcando 25:00) recuperaba el aliento con pasos cortos.
Volviendo a la entrada del recinto me fui encontrando con los corredores que habían llegado justo detrás de mi, a quienes felicité por la buena carrera y con quienes charlé brevemente.
Devolví los imperdibles y, a mi pesar, el dorsal (los colecciono siempre que puedo) y cogí una pieza de fruta, justo cuando Sergio llegaba a meta.
En meta nos entregaron un ticket a canjear por un refresco en el bar del polideportivo, así que tras intercambiar impresiones con él y Mayte sobre la prueba nos encaminamos al mismo, donde me pedí un aquarius bien fresquito.
Las vistas desde el balcón del bar eran excelentes y soplaba una fresca brisa que ayudaba a refrescarnos, así que nos instalamos allí, donde comenzamos a charlar con los corredores y ciclistas que fueron llenando el local.
Cuando nos decidimos a acercarnos a ver las clasificaciones, las clasificaciones vinieron a nosotros: los organizadores llegaron trayendo los los premios del sorteo y de las carreras y los cronometradores de Dorsalchip con su respectivo equipo.
Por un error todos los corredores corrieron una posición hacia abajo (se tomó el tiempo de llegada de un chico como primer clasificado), y contemplé con gran sorpresa mi posición.
4º senior y 7º absoluto, certificando los 25 minutos de tiempo en recorrer la prueba.
Todo el mundo me lleva ya un par de años avisando de que en senior "se acaba lo bueno" y para conseguir podio hay que ganar la carrera, prácticamente, pero es la segunda vez que me quedo al filo en pocos meses, no sé si habré tenido suerte o solo me hace falta un poco más de esfuerzo para conquistar el tercer escalón del podio, aunque con carreras tan buenas como esta, tanto por el ambiente como por sensaciones, quien quiere premio, el mayor premio es la experiencia en sí.
Aun sabiendo que ni yo ni Sergio teníamos premio, esperamos al sorteo y a la entrega de premios, charlando animadamente con Francisco y otros corredores, de los que nos despedimos cerca de las una de la tarde, cuando decidimos volver a Fuengirola.
Fue una mañana de auténtico atletismo, realmente buena, seguramente no vuelva a Istán hasta junio del año que viene, para participar en la próxima edición de la Carrera de las Aguas, pero si tengo oportunidad, sea por turismo o para hacer senderismo (o bicicleta de montaña), me encantaría volver por el municipio.
Este es mi resumen técnico de la prueba, de 6.190 metros de longitud según Strava:
De momento, esto es todo, en cuanto pueda editaré y colgaré el vídeo de la prueba aquí y en la categoría Videoblog, pero por ahora, ¡esto es todo amigos!
Nos leemos mañana en la crónica de la XXXVI Carrera de la Feria de Mijas, ¡descansad!
PD: Aquí os dejo el vídeo de la prueba, ¡disfrutad!
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