Veleta, 19:25. Km 78,8.
El gélido viento fue lo primero que noté al salir del puesto de avituallamiento, enfriando mi ánimo y los gritos de apoyo de las voluntarias que nos habían atendido.
Una de ellas, envuelta en varias capas, había salido a ver si llegaban más corredores, ya que en todo el rato que nos estuvieron atendiendo no llegó ningún otro corredor.
Los portugueses estaban ahora más animados, y me pidieron echarse una fotografía conmigo, mientras intentaba contactar con mi madre por el móvil, sin éxito.
Había bebido bastante en el avituallamiento y necesitaba una breve parada para aliviar la vejiga, pero no supe como preguntarles si me podían esperar un momento, y cuando reaparecí en el sendero ya me sacaban unos 200 metros de ventaja.
Intenté alcanzarles, pero cuando llevaba cerca de un kilómetro de descenso por el agreste camino descendente me di por vencido, y, con las piernas machacadas, decidí cambiar el trote por pasos largos y pequeños saltitos, apoyado en los bastones, a fin de ganar algo más de velocidad.
Miré la chuleta del avituallamiento, y después, las vistas... Pradollano estaba enfrente nuestra, a lo que parecía decenas de kilómetros, pero el sendero giraba hacia la izquierda...
Recordaba del briefing que el director de carrera dijo que una vez se llegase al Veleta la bajada sería por el camino que usan los rider de BDM para descender, así que me esperaba un sendero más o menos llano, con poco obstáculo, y en línea recta hasta Pradollano.
Lo que se extendía ante mí era un inmenso camino serpenteante, plagado de rocas y con un desnivel considerable, lo suficientemente fuerte como para no descender por ahí en bicicleta, pero claro, para el que se dedique a hacer descenso el circuito será casi el paraíso...
Para mí, ultra runner con 80 kilómetros ya en el cuerpo, la bajada era una tortura física, aunque tengo que admitir que un deleite para los sentidos... una especia de catarsis...
En un momento dado el camino se bifurcaba, y cogí, siguinedo la señalización, el Sulayr, el "sendero del Sol" que tantos ultra fondistas y montañistas han intentado acabar de una sola vez, recorriendo íntegros sus 300 kilómetros en una única gran etapa, hasta el momento, según me he informado, sin éxito.
Y no dudo el por qué, si tras "solo" 80 kilómetros estaba tan cansado, en caso de tener por delante aún 220... no, mejor no pensarlo.
Pensaba en todo y en nada, admirando la majestuosidad de las montañas que me rodeaban, mirando hacia adelante y viéndome solo (los portugueses habían desaparecido), mirando detrás y viéndome solo (nadie me seguía hasta donde alcanzaba mi visión), envuelto en un profundo silencio tan solo perturbado por mis pasos.
El sol era testigo de mi paso, descendiendo lentamente en el horizonte.
No esperaba atravesar al final una segunda noche, afortunadamente, pero ya no podía ver Pradollano, oculto tras la montaña, así que me iba a tocar darme prisa, pese a que aún parecían quedar horas para la puesta de sol.
Mentalmente para mí era todo bajada, pero me "mosqueaba" ver que el camino parecía ascender pasado un teleférico... Aunque desde mi elevada posición no se apreciaba si sería o no el sendero a seguir.
Sin embargo, tras un doloroso descenso y ya a los pies del teleférico, resultó ser, en efecto, el camino, y me dispuse a ascenderlo con energía y rabia, deseoso de llegar ya a la meta... "a este paso no llego para el autobús de las 9, ¡vamos, vamos!".
No sé cuanto tiempo me llevó, pero al llegar a la cima del camino volví la vista atrás, sorprendido de las fuerzas que aún me quedaban (y de que nadie me siguiese aún), pero más aún cuando al volver a girarme para ver a qué me enfrentaba ahora, vi un segundo ascenso.
"animado" por las vacas, y algún toro, que pastaban, ajenos al mundo, meneando sus cencerros, continué ascendiendo, ahora pesadamente, casi sin evitar poder arrastrar los pies.
Agoté uno de los botellines para el momento en el que coroné el segundo ascenso tras el teleférico.
Ya volvía a ver a lo lejos Pradollano, en semipenumbra, al comenzar a ponerse el sol en la lejanía, entre nubes anaranjadas y un par de picos, pero aún tenía luz de sobra para ver sin problema, pese a llevar puestas las gafas de sol.
Hasta ese punto todo el camino estaba magistralmente balizado, "de sobra", como nos anticipó en el Núñez Blanca el director de carrera, pero en esa zona las balizas eran más intermitentes, y en algún punto tuve que volver al camino, despistado, al recorrer varios metros sin tener una referencia.
Algunas veces resultó que sí, era el camino correcto, pero en un par de giros mientras bajaba en Z seguí recto cuando había que continuar por el sendero.
Ya me costaba ver, así que decidí parar para ponerme las gafas de vista, pero en ese momento oí pasos y pensé que lo mejor sería esperar para ver si me podía pegar al corredor.
Lo esperé y bajé con él, otro corredor portugués, pero a los pocos metros me dejó atrás, una vez el firme se volvió algo más técnico, y volví a quedarme solo.
Ahí si, me puse las gafas de vista, así como el frontal, aunque aun sin encender, y seguí bajando.
Pese a llevar los bastones, en una zona de bajada en roca, de apenas 6 metros, tropecé, golpeé uno de los bastones y di una voltereta sobre la roca, quedándome sentado y algo aturdido.
Me había golpeado una rodilla y el codo, pero no me dolía excesivamente.
El frontal yacía en el suelo, al lado de las gafas, y las pilas estaban desparramadas.
Las gafas, por suerte, estaban intactas, pero la parte trasera del frontal se había roto, dejando salir las pilas.
Me invadió el pánico, ya casi no veía y posiblemente me acababa de cargar el frontal...
Traté de ajustarlo, sin éxito, aunque aparentemente el compartimento de las pilas cerrase, cada pocos metros se abría de nuevo.
Decidí llevarlo en la mano, y encenderlo cuando realmente lo necesitase, no fuese que las pilas estuviesen también dañadas y no me diesen hasta la meta.
Bajaba y bajaba y de repente volví a oír pasos; "¿de donde sale este tío?"
Un corredor bajaba "escopetado", saltando entre las rocas y dando enormes zancadas, de forma que me dejó atrás en un momento.
Llevaba una luz roja de posición trasera, por lo que me vino muy bien para seguir por el camino correcto persiguiendo su estela.
En un cambio de rasante desapareció, y al llegar a ese punto, me encontré ante una enorme pista que bajaba, y bajaba, y bajaba... y cuyo final no se veía, aunque posiblemente, debido a que ya era de noche y las primeras estrellas comenzaban a asomarse en el firmamento...
Busqué con la mirada las banderitas, pero no vi ni una, un trozo de cuerda señalaba, extendido en el suelo, que ese no era el camino, y seguí por la ancha pista.
De repente, a lo lejos, vi una sombra muy extraña, por lo que dejé de trotar y me acerqué andando, encendiendo el frontal a unos 2-3 metros. ¡Se me heló la sangre en las venas!
Acababa de deslumbrar a un toro, que pegó un respingo (como yo había hecho al descubrirlo), y comenzaba a golpear el suelo con las pezuñas.
Temiendo una embestida me adelanté, echando a correr hacia la "pared" con que limitaba la pista a la derecha, y escalándola a duras penas como podía.
Apagué el frontal, esperé unos segundos y lo encendí de nuevo.
El toro se había movido muy poco, pero ahora tenía la mirada fija en mí y no se movía.
A través de la "pared" recorrí unos 200 metros, en total oscuridad, y con el corazón saliéndoseme de la boca, al bajar de nuevo a la pista, eché a correr como alma que lleva el diablo, sin mirar atrás.
No tenía ni idea de si me había metido en el camino equivocado ahora o no o donde estaba Pradollano, pero tenía muy claro que tenía que poner la mayor tierra de por medio entre ese toro y yo.
No sé cuantos metros recorrí, pero cuando me sentí a salvo, encendí el frontal con una mano (con la otra sujetaba los dos palos), y alumbré hacia atrás.
El toro no me había seguido, aunque intuí la silueta de otros toros y vacas en la distancia.
Al alumbrar hacia adelante la tira fosforescente de una de las banderitas me devolvió la luz del frontal; al menos estaba en el camino correcto, después de todo...
Sin embargo, por más que escudriñaba la oscuridad, no veía Pradollano por ningún lado...
Me olvidé de trotar, bajé andando, guardando energía por si otro encuentro con un cuadrúpedo requería que volviese a esprintar, aunque cuando llegué a una zona en la que a la izquierda tenía una gran empalizada de madera estilo "quitamiedos" de pista de esquí, volví al trote.
Pronto comencé a pisar cemento, y posteriormente, tras una empinada cuesta de unos 80 metros, tierra nuevamente.
No había habido ningún desvío, pero llevaba varios metros sin ver ninguna baliza, por lo que seguí, algo inquieto, aunque al final de una elevada pendiente me pareció ver linternas o frontales y avancé con más decisión.
En efecto, una banderita caída me indicaba que ese era el camino correcto... ¿pero cuántos kilómetros me quedaban aún por recorrer? era noche cerrada y ni rastro de Pradollano...
Las luces resultaron ser hombres paseando, a los que pregunté "¿por donde el ultra?" y me indicaron a mi derecha.
Llegué a la civilización, pero parecía encontrarme en un ciudad perdida... no había ni un alma en las calles y solo mi frontal emitía luz, todo estaba envuelto en el manto de la noche... una visión hermosa a la par que inquietante.
La voz de un hombre mayor me devolvió a la realidad, "¡vamos vamos campeón, al final de la calle tienes la meta!"
¿Cómo?¿estaba ya en Pradollano? Me costaba creérmelo, pero conforme avanzaba por la calle comencé a ver más personas y algún corredor, y comencé a alargar la zancada.
Alguna vivienda emitía luz y un par de bajos estaban iluminados; a lo lejos, se erigía la meta.
Apagué el frontal y aceleré el paso.
Ya casi estaba; quedaban metros para cerrar un nuevo capítulo en mi vida deportiva y una carrera de dureza y belleza increíbles, quedaban apenas 100 metros para convertirme en finisher de la I edición del Ultra Sierra Nevada...
Leer Epílogo
¡Muchísimas gracias Miguel!
ResponderEliminarMe queda aún el epílogo y comenzar con Breña, que ha sido este fin de semana, se me acumula el trabajo jaja
Tengo primero que ponerme al día con cosillas de la universidad, pero en un apr de días, a media semana como mucho espero tenerlo todo actualizado.
¡Un saludo, y gracias!