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XI Cronoescalada Bajondillo - La Nogalera


Pese a ser esta cronoescalada una prueba casi inamovible en el calendario de los atletas costasolenses, nunca antes había participado en ella.

Inicialmente tan solo iba con mi padre a la prueba, por lo que, al caer en viernes, nunca habíamos podido ir, y el año pasado, que ya comencé a competir por mi cuenta, trabajaba ese día.

Otro año hubiese estado más que satisfecho con haber corrido los poco más de 1100 metros de la prueba (incluyendo un ascenso de casi 60 metros verticales y unos 130 escalones), pero este año, estando tan metido en el mundo del ultrafondo, la verdad es que me iba a saber a poco.


Por eso tomé una decisión que puede que influyese a posteriori en el resultado de la prueba, cubrir la distancia de cerca de 15 kilómetros que separaba mi casa de la salida de la prueba por mis propios medios.

Inicialmente pensé en hacerlo corriendo (a un ritmo tranquilo, aunque algo cansado, podía llegar en menos de dos horas), pero finalmente decidí cubrir la distancia en bici, tanto para emplear menos tiempo y esfuerzo en realizar el recorrido como para entrenar la transición de bici a carrera a pie, algo que muchos triatletas me han aconsejado de cara a mi debut en el triatlón olímpico de Málaga.

Así pues, tras una larga mañana de playa, almorzar y ducharme (para quitarme la arena y refrescarme, más que nada), me vestí de corto, cogí la mochila y me encaminé hacia Torremolinos con la bicicleta.

Salí tranquilo, pero a medio camino comencé a preocuparme por el implacable paso de los minutos, así que aceleré de más, superando con creces mis mejores marcas entrenando ciclismo de forma aislada y sin llevar el peso extra de la mochila, lo cual me sorprendió bastante una vez paré el crono ya en el paseo marítimo de Torremolinos, donde me encontré, por casualidad, con la zona de salida y recogida de dorsales.



Tras abonar los dos euros simbólicos y retirar mi dorsal, el número 19, encadené la bicicleta a una farola y me encontré de frente con un grupito de los que fueron durante mucho tiempo mis compañeros y máximos rivales en las categorías inferiores, Álvaro Illescas, Olivier Crespo y José Miguel, con quienes no coincidía desde la I edición de la media maratón de Alhaurín y la última edición de la Carrera de San Miguel de Torremolinos, respectivamente.

Ellos ya habían participado otros años en la prueba, pero este año solo repetiría Olivier; tras charlar un rato con ellos seguí saludando corredores, y me encontré con uno con el que ya coincidí en la pasada Carrera de las 24 Horas de Istán, llevando el dorsal 34, y en la pasada Carrera de la Feria de Mijas, con el dorsal 276, y al que por fin puedo poner nombre, David, del San Pedro Atletismo.

No lo sabía, pero llevamos coincidiendo, como poco, desde la pasada edición de la Subida a la Cantera de Nagüeles, donde estuvo en el grupo al que intenté dar caza durante gran parte de la carrera, en mi debut con las Vibram Fivefingers, que hoy llevaría de nuevo.

Había quedado con Álvaro, corredor del Club Atletismo Torremolinos con el que corrí en la I edición de la Carrera Nocturna de Puente Genil para dejarle las cosas durante prueba, pero de momento seguía sin llegar.

Fui cargado con todos los bártulos al baño de un chiringuito cercano a la zona de salida, y ya sin saber que hacer, decidí grabar la introducción del vídeo de la prueba, en la primera curva tras tomar la salida.

Volviendo me encontré con Rubén Espejo y Elio García, brillantes atletas que volaron bajo la semana pasada en la Carrera de la Feria de Mijas, y si mi idea antes de verlos por la zona de salida era salir a debutar en la modalidad sin preocuparme de posición o tiempo, ahora, me reiteraba más.

Un miembro de la organización ofreció llevar las cosas en furgoneta a la línea de meta, así que le entregué la mochila, quedándome con lo justo y necesario para competir, y le entregué también la bici, al darme el visto bueno.

Justo en ese momento llegaron Álvaro (del Club Atletismo Torremolinos, no el del Alpino Jarapalos) y Alberto, con quien también corrí en Puente Genil, y estuvimos charlando hasta el inicio de la prueba.

La prueba se desarrollaría en tandas de 10 en 10, con salida cada 30 segundos; Yo tenía el dorsal 19, así que entraría en la segunda tanda.

Mientras la primera tanda se iba colocando, vi a Paco, gran atleta con quien no coincidía desde la Media Maratón de Málaga, con el que también charlé brevemente.

Me probé en un corto sprint poco antes de que comenzase la salida de la prueba, y me noté especialmente lento, algo cargado de cuádriceps; no sabía si era el calor, el cansancio de la mañana de playa o la "paliza" en bici (aunque la primera mitad del trayecto lo hice a un ritmo más suave), pero no me sentía cómodo.

Comenzó la prueba, y mientras la primera tanda se iba agotando, repasaba mentalmente el circuito con Álvaro, que básicamente se dividía en 3 tramos, salida, giro y llegada a las escaleras, subida de 130 escalones y pequeña subida y bajada a zona de meta; aun así no me lo acababa de imaginar, conocía el tramo del paseo hasta las escaleras y la zona de meta, pero no había subido nunca por ahí...

Se agotó la primera tanda y formamos los de la segunda, yo "envuelto" en corredores del Club Atletismo Torremolinos, por delante un muchacho muy agradable con el dorsal 18 y por detrás, con el 20, mi tocayo Juan, Presi del Club Atletismo Torremolinos, que, como siempre, me mandó recuerdos para mi padre.

Uno a uno fueron saliendo los corredores con los dorsales 1 al 18, y me tocó colocarme en línea de salida, acalorado y con el corazón acelerado.

El árbitro me avisó de que en breve saldría: "10 segundos"; un instante después, colocó un brazo delante de mí; "5 segundos"; El corazón me palpitaba con fuerza; eché mano a mi crono y con el pitido del silbato, lo apreté y comencé a correr.

Por primera vez no tenía referencia de ritmo, al no llevar corredores delante ni detrás, así que no sabía si estaba corriendo rápido o lento, pero me parecía que iba increíblemente lento, me costaba avanzar todo lo rápido que quería y veía corredores trotando al otro lado del carril a los que me costaba alcanzar.

Giré en la curva, pensando encontrarme de momento las escaleras, pero el camino se extendía más adelante, así que, intentando mantener el ritmo (ya que mis piernas se resignaban a aumentarlo más), comencé a avanzar metros, encontrándome con Álvaro, del Alpino Jarapalos, varios metros más adelante.



Animado por él, conseguí aumentar el ritmo de nuevo, pero por más que extendiese la vista hacia el frente, no conseguía localizar los escalones, así que, bastante agotado ya, me vi obligado a rebajar el ritmo.

Cuando por fin llegué a la escalera, subí el primer tramo de dos en dos, pero en el resto no tenía fuerzas para levantar las rodillas, así que tuve que subirlos de uno en uno, con un esfuerzo enorme.



Las carreras cortas y explosivas nunca han sido lo mío, pero estaba sufriendo mucho más de lo habitual y no me veía en absoluto rápido, me parecía que en cualquier momento me podía adelantar un corredor que llegase desde atrás; incluso pensé subir algún peldaño andando, pero me obligué a subirlos todos corriendo, si soy capaz de correr ultras por montaña bajando a cerca de 4:30 tras 4 horas de carrera, una escalera no podía doblegarme.



Tirando de orgullo conseguí acabar el tramo de escalera, y al llegar al final de la misma, mis piernas seguían en "modo subida", no estaban para nada acalambradas pero las notaba igual de torpes que si así estuvieran, parecía que no consiguiese correr eficientemente en llano.

Giré a la derecha y vi a lo lejos una mancha, un corredor con la camiseta del Club Atletismo Torremolinos; a lo mejor no estaba yendo tan lento como pensaba...

Me dije a mí mismo "recupero en la cuesta arriba y ahora lo alcanzo", pero al llegar al final de la cuesta vi a lo lejos el arco de meta y el corredor ya lo había cruzado, así que ejecuté un sprint con todas mis fuerzas hasta que hice lo propio; ahora que estaba comenzando a pillarle el ritmo a la prueba, va y se acaba...

El speaker de Dorsalchip me dio el tiempo el directo nada más pasar bajo meta, 4:39, lentísimo comparado con los cerca de 4 minutos que Álvaro del Alpino Jarapalos me comentó que había hecho en pasadas ediciones.

Físicamente, quitando la fatiga general y en los cuádriceps en particular, estaba bien, pero mentalmente la carrera me había dejado destrozado, así que cogí con ganas la bolsa de patatas y la botella de agua del avituallamiento en meta (ya estaban amortizados los dos euros de la inscripción) y me dispuse a analizar el track de la prueba, mientras iban llegando mis amigos y conocidos a meta.



1200 metros según el GPS, en 4:39, por lo que el ritmo medio de 3:52 tampoco era tan lento como parecía, aunque preguntando a compañeros del Club Atletismo Fuengirola por whatsapp y viendo que todos tenían tiempos cercanos a los 4 minutos, no entendía si era yo el que hoy estaba para el arrastre, o si eran ellos los que estuvieron el año pasado hechos unos máquinas.

Sin embargo, y por el momento, tan solo dos corredores habían bajado de 4 minutos en la presente edición, así que estuve esperando, algo confuso, hasta que fueron llegando todos los corredores.

Finalmente, el récord de esta edición fue 3:28, frente a 3:08 de la pasada edición, por lo que el cambio del recorrido explica en parte la diferencia de tiempos, pero fuese por el calor, por haber venido en bici o por lo que fuese, tampoco tuve un buen día.

En Istán y Mijas entré casi a la par con David, el atleta del San Pedro, y hoy me había sacado más de 30 segundos en una prueba de 1200 metros; por muy mal que se me den las distancias cortas, tanto margen no es normal.

Aun así acabé contento con la experiencia, estuve charlando con varios amigos sobre esta y otras pruebas, pese a sufrir muchísimo, tanto física como mentalmente (más que en una media maratón), me alegro de haber debutado en cronoescalada, y ya tengo una marca para batir en futuras ediciones.

Por cierto, genial la organización, sin incidencias, con avituallamiento de calidad en meta y camiseta técnica para todos los participantes, por tan solo dos euros.

Analizando el vídeo de la carrera a posteriori (lo añadiré al final de la crónica) me he dado cuenta de dos fallos fundamentales, que ya más de un compañero me ha resaltado por las redes sociales: Inicio demasiado explosivo y bajada de ritmo considerable en el tramo de escalones (pese a que ayer estuve 30 minutos subiendo y bajando escaleras para practicar).

Una vez colgadas las clasificaciones y ver que ocupaba la 5ª posición en mi categoría, recogí las cosas del camión guardarropa (no me había percatado de su llegada), me despedí de mis amigos y volví a casa esta vez, a un ritmo más tranquilo, aunque aun así volví a establecer un nuevo récord personal en el tramo de vuelta a casa, y un segundo mejor tiempo.



Lo peor de la jornada, como ya he comentado, fue la fatiga general y sobre todo en las piernas, que las sentí muertas como hacía tiempo que no lo notaba, aunque hoy no tengo agujetas ningunas ni las siento para nada cargadas.

Lo mejor el ambiente, la organización, el encuentro y reencuentro con amigos y corredores, y, aunque tenga poco que ver, que cada vez me siento más cómodo sobre la bici y hago mejores tiempos con menos esfuerzo.

Os dejo el vídeo de la prueba como colofón de la crónica, espero que os guste.



He descubierto que al grabar desde adelante los brazos estorban bastante, hay más movimiento y se escucha peor, así que a partir de ahora volveré a grabar tan solo desde la espalda.

¡Nos vemos el domingo en la media maratón de Cártama!

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