Antes de nada tengo que dar las gracias a todos los miembros del Club Atletismo Pontanés Amigos del Canal, especialmente, a José Leyva, que me informó de la prueba, me invitó a la misma y gestionó mi inscripción.
La prueba, de carácter familiar, no suele acoger muchos atletas de fuera de la localidad (aunque esta abierta a todos los participantes que deseen correrla), así que el hecho de que me invitasen, viniendo desde Fuengirola, tiene aún más valor, y es algo que les agradezco enormemente.
La ida fue algo accidentada, ya que sabíamos el camino gracias a la I edición de la Carrera Nocturna de Puente Genil, que corrimos con otros compañeros (Álvaro, del Club Atletismo Torremolinos, y Alberto, amigo de Alahurín de la Torre), sin embargo, confundimos la entrada y acabamos entrando por Lucena sur.
Para más inri, pese a tener un margen de 2 horas al levantarme, por una cosa y por otra, acabamos aparcando en un colegio cercano a la Plaza Jesús Nazareno (plaza del ancla para los pontaneses) a las 9:50.
Llegué muy justito, mucho más de lo que me hubiese gustado, pero retiré el dorsal justo a tiempo para la fotografía de salida (un detalle muy bonito que no he visto en otras pruebas, cada club suele echarse su "foto de familia", pero no se la echan todos los participantes (no faltaba ni uno).
Esta sería la tercera prueba en la que participaría en la localidad, pero me sentía como si estuviese corriendo en mi propio barrio, se me anunció por megafonía al llegar, una gran mayoría de los atletas del Club Atletismo Pontanés Amigos del Canal (que no eran pocos precisamente) se acercaron a saludarme y a hablar un poco conmigo...).
Entre otros charlé con José Luis Vela, quien me hizo entrega del dorsal, José Leyva u Óscar, a quien traté de alcanzar, sin éxito, en la carrera nocturna.
En esta ocasión no iba a poder grabar la prueba (tenía la cámara sin batería), pero para la media maratón, que no me perderé salvo causa de fuerza mayor (toco madera) espero poder grabar de nuevo la carrera, ya que el marco es digno de verse.
La salida se haría tras una línea pintada en el asfalto (¿para qué más?, en la que nos fuimos colocando, aunque inicialmente parecía que nadie quería ocupar las primeras posiciones.
Sin embargo, resultó que se estaban guardando para los favoritos (que diferencia con otras pruebas, donde hay codazos por ocupar la primera línea de salida aunque sea la primera vez que se corra, aquí cada uno dejó que el que quisiese correr se colocase delante sin problema).
Yo sabía que primera línea era demasiado, así que me coloqué en segunda, ajusté el GPS y guardamos un minuto de silencio en memoria de los compañeros del club fallecidos.
La prueba, organizada por el club, estuvo limitada a 150 corredores, cifra que se ha triplicado en estos últimos años con respecto a la original, aunque estoy seguro de que, en caso de así quererlo, si abriesen 300 plazas, las 300 quedarían ocupadas.
Sin embargo, para que todo el mundo quede contento y la prueba sea de la máxima calidad, es verdad que hay que tener siempre un cupo límite, que en este caso, si no se completó, se quedaría muy muy cerca.
La temperatura prometía ser ideal, algunas nubes amenazaban con lluvia, pero no parecía que fuese a caer todavía.
Acabó el minuto de silencio y se dio la salida, a base de un buen pistoletazo; ¡Comienza la carrera!
Fui en el grupo de cabeza durante el primer kilómetro, inicialmente acompañando a los 3 líderes (un corredor muy alto de la localidad, otro con una camiseta del circuito mundial de triatlón XTerra y un muchacho joven de la Escuela de Atletismo Miguel Ríos que corría con cascos), y poco a poco perdiendo posiciones (no quería forzar ya que sabía que había salido muy rápido, y no conocía el perfil de la prueba).
El primer kilómetro consistió en un poco de callejeo por el pueblo, Calle Baldomero Jiménez, Calle Elio Antonio de Nebrija, Calle Agustín Espuny y Calle Juan XXIII; calles rectas, largas y con giros de 90º, con un poco de carril bici en el último tramo.
Se nos comentó al inicio de la prueba que el tráfico estaría controlado pero no cerrado, por lo que era recomendable colocarse en la parte derecha de la calzada siempre que fuese posible, y con precaución.
Al pasar bajo el puente que daba paso a la carretera, ya fuera del pueblo, completé mi paso por el kilómetro 1, en un tiempo de 3:30 minutos, justo cuando un nutrido grupo de corredores del Club Pontanés Amigos del Canal me adelantaba, Óscar entre ellos.
No fueron los únicos, en el segundo kilómetro por la CV - 179 me adelantaron varios corredores, sobre todo, del club local, pero decidí mantener un ritmo constante pese a la pendiente ascendente (subíamos por un falso llano, pero iba picando hacia arriba) durante todo el tiempo que pudiese.
Completé mi paso por el segundo kilómetro en 4:15, bastante más fuerte que al completar el primero, así que decidí mantener el ritmo mientras la pendiente subía y bajaba, ligeramente hasta el momento.
El grupo de cabeza me sacaba dos señales de ventaja, pero a mediados del segundo kilómetro se destacó y la carrera comenzó a estirarse, avanzando los corredores en hilera en lugar de en pelotones.
Oía pasos detrás de mi, pero no me giré, concentrado en no perder ventaja con respecto a los corredores que me antecedían.
Desde el kilómetro dos no me pasó ningún corredor, pero sabía que si bajaba el ritmo me seguirían alcanzando.
En efecto, completé el kilómetro 3 en 4:16 y me adelantó, poco a poco, un corredor con una camiseta fosforito, pero como la pendiente, sorprendentemente, se inclinaba a nuestro favor, alargué la zancada y me mantuve a su par.
No quise apretar el ritmo porque sospechaba que pronto habría que ascender, y en efecto, la cuesta (madre que cuesta) se comenzó a visualizar antes que la marca del cuarto kilómetro.
Paso en 3:59, ajustando el paso rápidamente y dejando que el corredor de la camiseta fosforito me adelantase; queda aún media carerra, y casi con total seguridad, más de la mitad del desnivel positivo, así que decido reservar.
El cambio de rasante es increíble, los corredores parecen perderse al final de la cuesta, y escucho vítores y aplausos pero no puedo ver público por ningún lado.
Cuando corono la cuesta aparece el público, voluntarios del avituallamiento que se encuentra allí enclavado y, a lo lejos, los corredores a los que persigo.
En la zona se conoce dicha cuesta como "Cuesta de los Huevos", por dos motivos, el primero, desconocido para mi al principio, porque antiguamente se encontraba allí una huevera; el segundo, lo descubrí mientras la ascendía resoplando y con el corazón desbocado.
El agua estaba fresquita fresquita, pero llegaba tocadillo arriba (asfixiado sobre todo, físicamente seguía estando entero, pese a participar ayer en La Sportiva Running Day La Senda), así que tan solo di un par de buches rápidos, antes de comenzar a alargar la zancada nuevamente, y recortándole metros al corredor que perseguía.
La carretera avanzaba entre olivos, con una vasta extensión verde a ambos lados salpicada por cortijos, que me recordó bastante a la meia maratona do Concelho de Castro Marim, tanto por las vistas (solo faltaba el océano de fondo) como por el cielo nublado.
Tras dejar durante unos segundos que se me perdiese la vista en las vistas, me centré en volver a adelantar al único corredor que me había alcanzado desde el segundo kilómetro, al que pillé en varias zancadas.
Al llegar al final de la carretera giramos a la izquierda, entrando en un carril de tierra compacta con algunos charquitos y algunas piedras; el cambio de tacto me gustó, me sentí más rápido y decidí apretar un poco más, espoleado al ver que comenzaba a acercarme a otros corredores.
Kilómetro 5 completado en 4:27, aún padeciendo un poco la "Cuesta de los Huevos".
El camino comenzó a serpentear en lugar de ir recto, siempre picando hacia arriba, y adelantándonos yo y el corredor de fosforito cada pocos metros, mientras acechábamos a otro corredor, con camiseta oscura.
En uno de mis ataques le tomé la posición por la izquierda, recortando al límite en una curva, y vi que no tenía brazo izquierdo.
Se me erizaron los pelos de la nuca, muchas personas no corren o hacen muchas cosas porque, a veces incluso sin intentarlo, dicen que no pueden, mientras que la sociedad es a la que dice, por desgracia, que muchas personas con características personales determinadas no pueden hacer ciertas cosas; se equivocan.
Aquí estaba este corredor, que por el motivo que fuese carecía de brazo izquierdo, plántandome batalla ferozmente y realizando una excelente carrera.
Concentrado en la pugna que llevábamos los dos llegamos al kilómetro 7, habiendo completado el 6º en 4:15.
El kilómetro comenzó con una abrupta bajada, donde dejé atrás a mi rival más directo del momento, y me lancé a por el siguiente, sin desbocarme, y gracias a dios, ya que de la nada apareció una fuerte pendiente me que cortó el ritmo de cuajo.
Pensé incluso en acabarla andando, como hizo el corredor que me antecedía, y al que adelanté gracias a eso, pero gracias al orgullo y a mis piernas pude realizarla del tirón sin pararme, aunque sufriendo.
Otro kilómetro menos, a 4:22, y sólo quedaba uno... ¡pero vaya final!
Ya al final del camino, oculto tras las ramas de los pinos, retornaba el asfalto.
Sonaban campanas y aplaudían lugareños; ya estábamos en la Aldea de la Cordobilla.
Subimos por la pendiente, rodeando una rotonda mientras me adelantaban a la par, los dos corredores con los que había estado batallando tras la segunda mitad de la carrera, pero en la última pendiente, cuando ya sentía que la meta se encontraba cerca, apreté, tomé la última recta y crucé el arco de meta, segundos por delante de ellos.
Mi tiempo final fue de 34:07 según mi cronómetro, dos segundos más según el crono de la organización.
Esperé a los corredores que habían recorrido esos últimos metros conmigo para felicitarlos, especialmente al corredor de fosforito, que entró de la mano de un pequeñín, que supongo que sería su hijo.
Me dirigí al final de la calle, donde me entregaron una coca cola bien fresquita y la bolsa del corredor y me situé al lado de las dos paelleras gigantes, donde se realizaría la comida post carrera.
Nada más coger la bolsa del corredor me sobresaltó su peso, muy superior a lo que estoy acostumbrado, así que tras avisar a Mayte, mi pareja, que se encontraba en Puente Genil, y a mis compañeros y amigos de mi llegada a meta, me puse a curiosearla.
Me quedé anonadado: 2 bollicaos, una botella de aceite, una camisa técnica, una bolsa de patatas, un bote de carne de membrillo artesanal, una botella de agua, una pieza de fruta y un pedazo de trofeo, más grande que el que he recibido en algunas pruebas por ser el primer clasificado de mi categoría.
Sin palabras, la mejor bolsa del corredor que recuerdo, a un coste de 4 euros para socios del club y 8 para cualquier otro corredor, un euro por kilómetro más que amortizado con el cronometraje, avituallamiento y el pedazo de bolsa, y eso sin hablar de la paellada en meta para atletas y acompañantes... de lo mejorcito, me reitero.
Además, habría en meta sorteo de premios y regalos, pero mi madre me había escrito comentándome que íbamos a tener visita (amigos suizos) que se irían a media tarde, así que no sabría a qué hora me tendría que marchar (no me específico hora, solo "media tarde").
Me sacó de mi ensimistamiento con el móvil el hermano de José Leyva, Juan Leyva, que me pidió una fotografía, a lo que accedí encantado y lleno de orgullo.
Poco después llegó José Leyva, luego José Luis Vela, y tanto otros, con los que intercambié impresiones sobre la prueba y el recorrido.
José Luis me dijo que incluyese en la crónica que esperó para darme el dorsal porque estaba invitado, ya que aparecí bastante más tarde de lo esperado (la próxima vez saldré con un margen mayor de tiempo, mea culpa).
Tras charlar con otros tantos corredores (aunque no recuerdo los nombres) y ver entrar a casi todos los atletas a meta, ya cambiado e hidratado, pedí señas para llegar a Puente Genil, y me indicaron que siguiese el canal, siguiendo el recorrido de la media maratón de Puente Genil.
Allí me encontré con varios corredores, entre ellos, José Luis Vela, con quien fui charlando sobre atletismo en general, Puente Genil, Fuengirola, la historia de la prueba...
Comenzó a chispear, así que trotamos bajo la lluvia, mientras nos acercábamos a un buen grupo de atletas.
José Luis se ofreció a ayudarme con la pesada bolsa del corredor, pequé de novato y la llevé a cuestas de vuelta al pueblo.
Alcanzamos a medio camino al grupo, nos pusimos a su ritmo y fuimos charlando todos juntos.
Uno de ellos era Antonio, en palabras de José Luis Vela, reliquia del atletismo pontanés, que este año cuajó su peor actuación en la maratón de Sevilla, con quien coincidí, haciendo él 3:04:00 en la que fue su peor edición; 64 años, sobran las palabras.
Llegamos juntos a Puente Genil, y ya ahí me despedí de ellos, siguiendo en solitario al llegar al Parque del Ancla.
No sabía aún si podría acudir o no a la paellada, pero mi familia me llamó diciendo que contaba conmigo, así que no tuve más remedio que desistir.
Me despido hasta la próxima de Puente Genil y sus buenas gentes, hasta, como muy tarde, la próxima edición de su media maratón.
Muchas gracias a todos por la gran acogida que me habéis brindado, por vuestra compañía y por esta genial mañana de auténtico atletismo.
¡Nos vemos pronto!
PD: primera página de la clasificación, en primicia gracias a José Leyva.
PD 2: Adjunto el track de la prueba, ¡se me olvidaba! (la "Cuesta de los Huevos" es la del km 4,2 un buen repecho...).
La prueba, de carácter familiar, no suele acoger muchos atletas de fuera de la localidad (aunque esta abierta a todos los participantes que deseen correrla), así que el hecho de que me invitasen, viniendo desde Fuengirola, tiene aún más valor, y es algo que les agradezco enormemente.
La ida fue algo accidentada, ya que sabíamos el camino gracias a la I edición de la Carrera Nocturna de Puente Genil, que corrimos con otros compañeros (Álvaro, del Club Atletismo Torremolinos, y Alberto, amigo de Alahurín de la Torre), sin embargo, confundimos la entrada y acabamos entrando por Lucena sur.
Para más inri, pese a tener un margen de 2 horas al levantarme, por una cosa y por otra, acabamos aparcando en un colegio cercano a la Plaza Jesús Nazareno (plaza del ancla para los pontaneses) a las 9:50.
Llegué muy justito, mucho más de lo que me hubiese gustado, pero retiré el dorsal justo a tiempo para la fotografía de salida (un detalle muy bonito que no he visto en otras pruebas, cada club suele echarse su "foto de familia", pero no se la echan todos los participantes (no faltaba ni uno).
Esta sería la tercera prueba en la que participaría en la localidad, pero me sentía como si estuviese corriendo en mi propio barrio, se me anunció por megafonía al llegar, una gran mayoría de los atletas del Club Atletismo Pontanés Amigos del Canal (que no eran pocos precisamente) se acercaron a saludarme y a hablar un poco conmigo...).
Entre otros charlé con José Luis Vela, quien me hizo entrega del dorsal, José Leyva u Óscar, a quien traté de alcanzar, sin éxito, en la carrera nocturna.
En esta ocasión no iba a poder grabar la prueba (tenía la cámara sin batería), pero para la media maratón, que no me perderé salvo causa de fuerza mayor (toco madera) espero poder grabar de nuevo la carrera, ya que el marco es digno de verse.
La salida se haría tras una línea pintada en el asfalto (¿para qué más?, en la que nos fuimos colocando, aunque inicialmente parecía que nadie quería ocupar las primeras posiciones.
Sin embargo, resultó que se estaban guardando para los favoritos (que diferencia con otras pruebas, donde hay codazos por ocupar la primera línea de salida aunque sea la primera vez que se corra, aquí cada uno dejó que el que quisiese correr se colocase delante sin problema).
Yo sabía que primera línea era demasiado, así que me coloqué en segunda, ajusté el GPS y guardamos un minuto de silencio en memoria de los compañeros del club fallecidos.
La prueba, organizada por el club, estuvo limitada a 150 corredores, cifra que se ha triplicado en estos últimos años con respecto a la original, aunque estoy seguro de que, en caso de así quererlo, si abriesen 300 plazas, las 300 quedarían ocupadas.
Sin embargo, para que todo el mundo quede contento y la prueba sea de la máxima calidad, es verdad que hay que tener siempre un cupo límite, que en este caso, si no se completó, se quedaría muy muy cerca.
La temperatura prometía ser ideal, algunas nubes amenazaban con lluvia, pero no parecía que fuese a caer todavía.
Acabó el minuto de silencio y se dio la salida, a base de un buen pistoletazo; ¡Comienza la carrera!
Fui en el grupo de cabeza durante el primer kilómetro, inicialmente acompañando a los 3 líderes (un corredor muy alto de la localidad, otro con una camiseta del circuito mundial de triatlón XTerra y un muchacho joven de la Escuela de Atletismo Miguel Ríos que corría con cascos), y poco a poco perdiendo posiciones (no quería forzar ya que sabía que había salido muy rápido, y no conocía el perfil de la prueba).
El primer kilómetro consistió en un poco de callejeo por el pueblo, Calle Baldomero Jiménez, Calle Elio Antonio de Nebrija, Calle Agustín Espuny y Calle Juan XXIII; calles rectas, largas y con giros de 90º, con un poco de carril bici en el último tramo.
Se nos comentó al inicio de la prueba que el tráfico estaría controlado pero no cerrado, por lo que era recomendable colocarse en la parte derecha de la calzada siempre que fuese posible, y con precaución.
Al pasar bajo el puente que daba paso a la carretera, ya fuera del pueblo, completé mi paso por el kilómetro 1, en un tiempo de 3:30 minutos, justo cuando un nutrido grupo de corredores del Club Pontanés Amigos del Canal me adelantaba, Óscar entre ellos.
No fueron los únicos, en el segundo kilómetro por la CV - 179 me adelantaron varios corredores, sobre todo, del club local, pero decidí mantener un ritmo constante pese a la pendiente ascendente (subíamos por un falso llano, pero iba picando hacia arriba) durante todo el tiempo que pudiese.
Completé mi paso por el segundo kilómetro en 4:15, bastante más fuerte que al completar el primero, así que decidí mantener el ritmo mientras la pendiente subía y bajaba, ligeramente hasta el momento.
El grupo de cabeza me sacaba dos señales de ventaja, pero a mediados del segundo kilómetro se destacó y la carrera comenzó a estirarse, avanzando los corredores en hilera en lugar de en pelotones.
Oía pasos detrás de mi, pero no me giré, concentrado en no perder ventaja con respecto a los corredores que me antecedían.
Desde el kilómetro dos no me pasó ningún corredor, pero sabía que si bajaba el ritmo me seguirían alcanzando.
En efecto, completé el kilómetro 3 en 4:16 y me adelantó, poco a poco, un corredor con una camiseta fosforito, pero como la pendiente, sorprendentemente, se inclinaba a nuestro favor, alargué la zancada y me mantuve a su par.
No quise apretar el ritmo porque sospechaba que pronto habría que ascender, y en efecto, la cuesta (madre que cuesta) se comenzó a visualizar antes que la marca del cuarto kilómetro.
Paso en 3:59, ajustando el paso rápidamente y dejando que el corredor de la camiseta fosforito me adelantase; queda aún media carerra, y casi con total seguridad, más de la mitad del desnivel positivo, así que decido reservar.
El cambio de rasante es increíble, los corredores parecen perderse al final de la cuesta, y escucho vítores y aplausos pero no puedo ver público por ningún lado.
Cuando corono la cuesta aparece el público, voluntarios del avituallamiento que se encuentra allí enclavado y, a lo lejos, los corredores a los que persigo.
En la zona se conoce dicha cuesta como "Cuesta de los Huevos", por dos motivos, el primero, desconocido para mi al principio, porque antiguamente se encontraba allí una huevera; el segundo, lo descubrí mientras la ascendía resoplando y con el corazón desbocado.
El agua estaba fresquita fresquita, pero llegaba tocadillo arriba (asfixiado sobre todo, físicamente seguía estando entero, pese a participar ayer en La Sportiva Running Day La Senda), así que tan solo di un par de buches rápidos, antes de comenzar a alargar la zancada nuevamente, y recortándole metros al corredor que perseguía.
La carretera avanzaba entre olivos, con una vasta extensión verde a ambos lados salpicada por cortijos, que me recordó bastante a la meia maratona do Concelho de Castro Marim, tanto por las vistas (solo faltaba el océano de fondo) como por el cielo nublado.
Tras dejar durante unos segundos que se me perdiese la vista en las vistas, me centré en volver a adelantar al único corredor que me había alcanzado desde el segundo kilómetro, al que pillé en varias zancadas.
Al llegar al final de la carretera giramos a la izquierda, entrando en un carril de tierra compacta con algunos charquitos y algunas piedras; el cambio de tacto me gustó, me sentí más rápido y decidí apretar un poco más, espoleado al ver que comenzaba a acercarme a otros corredores.
Kilómetro 5 completado en 4:27, aún padeciendo un poco la "Cuesta de los Huevos".
El camino comenzó a serpentear en lugar de ir recto, siempre picando hacia arriba, y adelantándonos yo y el corredor de fosforito cada pocos metros, mientras acechábamos a otro corredor, con camiseta oscura.
En uno de mis ataques le tomé la posición por la izquierda, recortando al límite en una curva, y vi que no tenía brazo izquierdo.
Se me erizaron los pelos de la nuca, muchas personas no corren o hacen muchas cosas porque, a veces incluso sin intentarlo, dicen que no pueden, mientras que la sociedad es a la que dice, por desgracia, que muchas personas con características personales determinadas no pueden hacer ciertas cosas; se equivocan.
Aquí estaba este corredor, que por el motivo que fuese carecía de brazo izquierdo, plántandome batalla ferozmente y realizando una excelente carrera.
Concentrado en la pugna que llevábamos los dos llegamos al kilómetro 7, habiendo completado el 6º en 4:15.
El kilómetro comenzó con una abrupta bajada, donde dejé atrás a mi rival más directo del momento, y me lancé a por el siguiente, sin desbocarme, y gracias a dios, ya que de la nada apareció una fuerte pendiente me que cortó el ritmo de cuajo.
Pensé incluso en acabarla andando, como hizo el corredor que me antecedía, y al que adelanté gracias a eso, pero gracias al orgullo y a mis piernas pude realizarla del tirón sin pararme, aunque sufriendo.
Otro kilómetro menos, a 4:22, y sólo quedaba uno... ¡pero vaya final!
Ya al final del camino, oculto tras las ramas de los pinos, retornaba el asfalto.
Sonaban campanas y aplaudían lugareños; ya estábamos en la Aldea de la Cordobilla.
Subimos por la pendiente, rodeando una rotonda mientras me adelantaban a la par, los dos corredores con los que había estado batallando tras la segunda mitad de la carrera, pero en la última pendiente, cuando ya sentía que la meta se encontraba cerca, apreté, tomé la última recta y crucé el arco de meta, segundos por delante de ellos.
Mi tiempo final fue de 34:07 según mi cronómetro, dos segundos más según el crono de la organización.
Esperé a los corredores que habían recorrido esos últimos metros conmigo para felicitarlos, especialmente al corredor de fosforito, que entró de la mano de un pequeñín, que supongo que sería su hijo.
Me dirigí al final de la calle, donde me entregaron una coca cola bien fresquita y la bolsa del corredor y me situé al lado de las dos paelleras gigantes, donde se realizaría la comida post carrera.
Nada más coger la bolsa del corredor me sobresaltó su peso, muy superior a lo que estoy acostumbrado, así que tras avisar a Mayte, mi pareja, que se encontraba en Puente Genil, y a mis compañeros y amigos de mi llegada a meta, me puse a curiosearla.
Me quedé anonadado: 2 bollicaos, una botella de aceite, una camisa técnica, una bolsa de patatas, un bote de carne de membrillo artesanal, una botella de agua, una pieza de fruta y un pedazo de trofeo, más grande que el que he recibido en algunas pruebas por ser el primer clasificado de mi categoría.
Sin palabras, la mejor bolsa del corredor que recuerdo, a un coste de 4 euros para socios del club y 8 para cualquier otro corredor, un euro por kilómetro más que amortizado con el cronometraje, avituallamiento y el pedazo de bolsa, y eso sin hablar de la paellada en meta para atletas y acompañantes... de lo mejorcito, me reitero.
Además, habría en meta sorteo de premios y regalos, pero mi madre me había escrito comentándome que íbamos a tener visita (amigos suizos) que se irían a media tarde, así que no sabría a qué hora me tendría que marchar (no me específico hora, solo "media tarde").
Me sacó de mi ensimistamiento con el móvil el hermano de José Leyva, Juan Leyva, que me pidió una fotografía, a lo que accedí encantado y lleno de orgullo.
Poco después llegó José Leyva, luego José Luis Vela, y tanto otros, con los que intercambié impresiones sobre la prueba y el recorrido.
José Luis me dijo que incluyese en la crónica que esperó para darme el dorsal porque estaba invitado, ya que aparecí bastante más tarde de lo esperado (la próxima vez saldré con un margen mayor de tiempo, mea culpa).
Tras charlar con otros tantos corredores (aunque no recuerdo los nombres) y ver entrar a casi todos los atletas a meta, ya cambiado e hidratado, pedí señas para llegar a Puente Genil, y me indicaron que siguiese el canal, siguiendo el recorrido de la media maratón de Puente Genil.
Allí me encontré con varios corredores, entre ellos, José Luis Vela, con quien fui charlando sobre atletismo en general, Puente Genil, Fuengirola, la historia de la prueba...
Comenzó a chispear, así que trotamos bajo la lluvia, mientras nos acercábamos a un buen grupo de atletas.
José Luis se ofreció a ayudarme con la pesada bolsa del corredor, pequé de novato y la llevé a cuestas de vuelta al pueblo.
Alcanzamos a medio camino al grupo, nos pusimos a su ritmo y fuimos charlando todos juntos.
Uno de ellos era Antonio, en palabras de José Luis Vela, reliquia del atletismo pontanés, que este año cuajó su peor actuación en la maratón de Sevilla, con quien coincidí, haciendo él 3:04:00 en la que fue su peor edición; 64 años, sobran las palabras.
Llegamos juntos a Puente Genil, y ya ahí me despedí de ellos, siguiendo en solitario al llegar al Parque del Ancla.
No sabía aún si podría acudir o no a la paellada, pero mi familia me llamó diciendo que contaba conmigo, así que no tuve más remedio que desistir.
Me despido hasta la próxima de Puente Genil y sus buenas gentes, hasta, como muy tarde, la próxima edición de su media maratón.
Muchas gracias a todos por la gran acogida que me habéis brindado, por vuestra compañía y por esta genial mañana de auténtico atletismo.
¡Nos vemos pronto!
PD: primera página de la clasificación, en primicia gracias a José Leyva.
PD 2: Adjunto el track de la prueba, ¡se me olvidaba! (la "Cuesta de los Huevos" es la del km 4,2 un buen repecho...).
Pedazo de crónica Juan, muy bien documentada. Ya te estamos preparando el dorsal para la MMPG2015 Gracias por todo
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias José! ¿Tiene ya fecha oficial? ¡Gracias a vosotros!
EliminarAún no, pero muy probable el domingo, 8 de Febrero
Eliminar¡Perfecto!
EliminarAntonio Jesús Álvarez Aguilar: No te conozco personalmente, aunque viendo tu perfirl te recuerdo en la salida, formo parte del equipo organizador de esta prueba, y quiero darte mi agradecimiento por la crónica tan acertada que has tenido, espero contar contigo en próximas ediciones y te mando un saludo en mi nombre y del CLUB ATLETISMO PONTANES AMIGOS DEL CANAL.
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio Jesús, como se nota cuando la organización se vuelca en la prueba, la foto de salida, la bolsa del corredor, la organización de la posterior paellada... todo un ejemplo de como organizar una prueba, suelo participar en unas 4-5 al mes y esta junto con la carrera popular de la feria de Mijas son, con diferencia, las dos mejores en las que he participado. ¡Un saludo!
EliminarAntonio Laredo Ruz : Juan , soy Antonio Laredo, uno de los corredores con los que volvistes al Pueblo ,la "Reliquia del Atletismo" como me denominas en tu crónica .Quiero agradecerte el relato que haces de nosotros, ¡Muchas Gracias , de corazón ! . Eres una persona atenta, sensible, considerada y buena . Una agradable sorpresa el haberte conocido , un lujo para el Atletismo. P.D. : Ah , tengo 63 ; ¡ Por lo que mas quieras no me añadas años , que ya tengo que ir racionándolos !
ResponderEliminar¡Buenos días Antonio! No hay de qué, muchas gracias a vosotros, ha sido una mañana realmente buena en todos los aspectos.
EliminarLo mismo digo, siento haberte "cargado" otro año más, pero seguro que el año que viene estas al mismo nivel, o incluso mejor ;)
Un saludo Antonio, ¡seguro que nos veremos en próximas pruebas!
Francisco Núñez : A nivel personal y como miembro del Club Atletismo Pontanes Amigos del Canal te doy las GRACIAS por participar en nuestra carrera y quedas invitado para La Media Maratón de Puente Genil 2015 y al acto de convivencia que realiza el Club tras la Carrera. Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias Francisco, gracias a vosotros por la dedicación en las pruebas que organizáis y el buen rato que pasamos corriendo, es de agradecer que un club prepare con tanto mimo y cuidado desde la salida hasta después de llegada a meta estas carreras.
Eliminar¡Un saludo!
Juan. He de comentarte que Paco Núñez fue quien tuvo la idea de invitarte a esta prueba, un fenómeno!
EliminarHe de darle las gracias en persona en la próxima ocasión en la que coincidamos ;)
Eliminar¡Muchas gracias!
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