Me considero una persona muy positiva y siempre he creído tener una gran suerte, pero creo que últimamente tengo un imán para atraer desgracias.
En el plano familiar las cosas se han ido complicando por motivos de salud en diferentes miembros hasta puntos insospechados, y en el plano personal parece que cada vez que intento hacer algo el mundo se pone en contra de mí.
Basta como muestra mi "estado" deportivo actual, pero no lo digo solo yo, para muestra, un botón.
En el plano familiar las cosas se han ido complicando por motivos de salud en diferentes miembros hasta puntos insospechados, y en el plano personal parece que cada vez que intento hacer algo el mundo se pone en contra de mí.
Basta como muestra mi "estado" deportivo actual, pero no lo digo solo yo, para muestra, un botón.
Para los que no estén al día y quieran conocer la situación a fondo recomiendo la lectura de mi primera y segunda visita al fisiterapeuta y mi visita al médico, recientemente, pero para no extenderme mucho con cosas que ahora veo nimias (aunque la semana pasada eran mi mayor preocupación) lo resumiré a grandes rasgos a continuación:
El martes 8 de octubre, tras dos días de inactividad total salgo a hacer un entrenamiento "normal" en mi rutina de ultrafondo, a fin de preparar fuerte los ultras de noviembre.
Decido que hace mucho que no calzo mis Inov-8 Oroc 340, desde mayo, concretamente, y decido ponérmelas para hacer una tirada de unos 35 kilómetros con cerca de 4000 metros de desnivel en aproximadamente 5 horas.
No sé si será por el calzado o por qué motivo, pero a las 2 horas y media no soy capaz de continuar corriendo, se me bloquea la rodilla izquierda y me cruje cada pocos pasos, siendo el dolor insoportable.
Me pilla bajando del Calamorro por la cara este tras subir por la rampa de cemento viniendo de Alhaurín de la Torre, por lo que decido volverme andando, intentando infructuosamente cada pocos metros echar a trotar sin éxito; tardo 6 horas en completar la sesión haciendo varios kilómetros menos de lo previsto.
Sábado 11 de octubre, tras toda la semana inactivo por completo y con dolor al bajar escaleras o caminar rápido, llega el fin de semana y los dolores, a priori, desaparecen, pero tras 4-5 kilómetros trotando muy suave y algo más de una decena andando, el coche escoba me alcanza y me veo obligado a abandonar en el I Desafío del Tinto.
Domingo 19 de octubre, tras una semana de reposo total, participo en la carrera de 4 kilómetros de El Corte Inglés en Málaga, acompañante a Mayte, mi pareja; me cuesta terminar y los dolores en la rodilla izquierda (aunque la derecha también me molesta) son insufribles.
Tras prácticamente 11 días de inactividad total, la semana del 20 al 26 de octubre, tras visitar por primera vez en mi vida al fisioterapeuta, la dedico a nadar, hacer kilómetros en bici y una serie de ejercicios que me prescribieron en la clínica; me pierdo, con todo el dolor de mi corazón, el Campeonato Andaluz de Ultra Trail.
Por último, esta semana, tras ir de nuevo al fisio y al médico y probar a trotar en un par de sesiones, que acabé bien nadando, bien en bici, decido contactar con la organización del maratón de Murcia para comentarles que no podré asistir a la prueba y, con vistas de "futuro", hago lo propio con la organización del I Ultra Trail Sierra de las Nieves, consultando si podría cambiar la modalidad de ultra maratón por bicicleta de montaña, ya que al ir en bicicleta no noto molestia ninguna en la rodilla.
Ayer mismo por la mañana me comunicaron que me concedían el cambio de modalidad, y volviendo de casa de Mayte, mi pareja, volví a nacer.
Yo pensaba que ya habría "tocado fondo", que a partir de ahora solo quedaba, con ayuda de los médicos y los fisioterapeutas, ir mejorando día a día...
Voy en bici, con el casco, como siempre, y bajando una calle con pendiente moderada, acelero un poco (iría a unos 30-35 km/h) y dejo de acelerar y pongo las manos sobre las manetas de freno para llegar con tranquilidad a una rotonda, más adelante, frenar y continuar, como he hecho miles de veces.
Sin embargo, a poco más de dos farolas para llegar a la rotonda, algo impacta en mi hombro derecho, instintivamente cierro la mano y aprieto la maneta de golpe.
Noto un fuerte impacto y ya no noto nada hasta que levanto la cabeza, con el cuello totalmente dolorido, y estoy en mitad del carril de la rotonda.
Llevaba las gafas puestas, el móvil en los bolsillos y una mochila en la espalda con mi portatil, mis apuntes y varios libros.
No me da tiempo a pensar, veo coches aproximándose y, arrastrándome, intento alejarme de la carretera, pero no soy capaz de moverme.
Lo único que pienso en esos momentos es en no tener ninguna lesión cerebral, estoy confundido y me duele todo tanto que se me nubla la vista, pero me resisto a perder la conciencia, y trato de recordar al detalle la imagen del rostro de Mayte y me repito mentalmente su número, que aprendí durante el Andorra Ultra Trail por si lo necesitaba de emergencia.
Mientras alguien me agarra con sumo cuidado y me ayuda a llegar al bordillo, por un instante, pienso que estoy en el Pirineo andorrano y he tenido un accidente, pero al colocarme en el bordillo y abrir los ojos veo que sigo "aquí".
Me preguntan si estoy bien, intento responder algo, sin pensar, no sé si sí o si no, pero no me sale la voz.
Dicen que han llamado a la policía y a la ambulancia y si estoy bien, y veo que se ha ido congregando gente en la calle y hay un par de coches parados en la misma rotonda.
La bicicleta, a priori, parece intacta; yo tengo un agujero, literalmente, en mi mano derecha, y la sangre del codo izquierda me llega hasta el hombro, parece que tengo varias heridas abiertas pero se distinguen con la sangre.
Consigo sentarme y les digo que no hace falta que llamen a la ambulancia, que estoy bien, y trato de incorporarme.
Me dicen que espere un momento, y cierro los ojos tratando de descubrir todos los focos de dolor de mi cuerpo, mientras noto, con una punzada de pánico, que me cuesta mover el cuello y que pese a que puedo mover la mano izquierda, no puedo mover del todo el brazo.
Escucho como alguien comenta al oficial de policía que acaba de llegar la escena.
Por lo visto, la bici dio una vuelta sobre sí misma, impacté de cabeza directamente contra el asfalto y reboté dos veces más contra el suelo hasta quedar inmóvil, por unos segundos.
Me parece un sueño lejano, una pesadilla, aunque la incorporarme casi me doblo sobre mí mismo del dolor en ambas piernas, especialmente, la derecha, y me doy cuenta de que no es una pesadilla, sino real.
Lo único que me preocupa es llegar a casa, dejar la bicicleta e ir al médico, ya que no puedo realizar ningún movimiento con el hombro izquierdo.
Tras preguntarme el policía mi versión de los hechos y asegurarse por enésima vez de que no fui embestido, pregunta por la ambulancia, pero por lo visto, ante mi insistencia, finalmente no llamaron (o llamaron diciendo que no era necesaria, no lo recuerdo bien).
Me dicen que no pierda tiempo y vaya al hospital, e incluso se ofrecen a llevarme, pero no sé por qué, rechazo las ofertas.
Con el brazo derecho, intacto, recojo mis pertenencias, me pongo la mochila, rota, en el hombro derecho y comienzo a caminar calle abajo con la bicicleta, que, de milagro, está intacta.
Cuando consigo reunir las fuerzas suficientes, me subo, y experimentando un dolor brutal en cada pedalada, consigo llegar a casa y dejarla en el patio.
No tengo fuerzas para sacar las cosas de la mochila, ni si quiera para quitármela, así que voy tal cual al ambulatorio.
Tras explicar a duras penas lo que me ha sucedido me dicen que espere en urgencias, y me doy cuenta de que aun llevo el casco.
Como me ha costado mucho sacar las cosas, finalmente, de la mochila, decido quitármelo y meterlas dentro para tenerlas a mano, y ahí me doy realmente cuenta de la importancia del accidente que acabo de tener.
El casco tiene la parte izquierda machacada por completo, pero incluso en la derecha está rajado por la mitad trasversalmente; de no llevarlo no estaría escribiendo esto ahora, y posiblemente no volviese a escribir nunca más.
Me toco la cara y noto las gafas; las cojo y las miro, y me sorprendo al verlas intactas.
Abro el portátil y veo que salvo algunos arañazos no presenta secuelas visibles; hasta enciende.
Por último, meto la mano en el bolsillo y saco mi móvil; completamente intacto, tan "solo" yo he quedado machacado.
Y dentro de la mala suerte he tenido una suerte increíble, podría decirse que hasta he vuelto a nacer.
Tras avisar a mis familiares y amigos de la vorágine de los últimos minutos de mi vida, me echo un ojo, y veo que, a través del pantalón, la rodilla derecha ha duplicado su tamaño, las heridas del codo izquierdo han dejado de sangrar por el momento, aunque están muy abiertas e hincadas, y descubro una herida muy profunda en la cadera que no para de supurar, siendo de lejos la que más me preocupa.
El agujero de mi mano derecha se ha "rellenado" de sangre y parece poca cosa ahora.
Mientras espero a ser atendido, con muchísimo esfuerzo, intento mover, poco a poco y primero con ayuda de mi mano sana, el cuello en todas direcciones; el recorrido hacia la izquierda es el más doloroso, pero consigo completarlo.
Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mi recorrido con el brazo izquierdo, que prácticamente no puedo elevar ni mover a derecha ni izquierda.
Cuando finalmente me atienden lo primero que me dicen es de cuantos miligramos quiero que me pinchen el nolotil, pero mi primer pensamiento es que esta tarde iré a la universidad, y si me pinchan algo así no seré capaz de conducir (aun pensaba que podría, ¡iluso!).
Con cara de incredulidad me dicen que entonces será "ibuprofeno" y me piden que les relate el suceso.
Lo que más quieren saber es si en algún momento perdí la consciencia, y se sorprenden aun más de que estuviese consciente en todo momento (omití los segundos en los que mi mente viajó a Andorra) al ver el estado en el que ha quedado el casco.
Me palpan cuello, pecho y hombros y me dicen que roto, a priori, no hay nada, pero es posible que haya alguna fisura; tras repasarme el hombro izquierdo corrigen y dicen que es posible que haya alguna pequeña fractura, pero nada realmente grave.
El siguiente paso es ir desinfectando y curando las heridas, donde se detienen especialmente en la de la cadera izquierda y creo que debaten si echar o no puntos, pero como están atendiendo a otra persona a la vez que a mí, no sé a quien se refieren.
Finalmente, tras entretenerse un buen rato con ella deciden curarla de forma "tradicional".
Me da el parte médico y me comentan que si en algún momento siento náuseas o mareos, vuelva de urgencia, y me dicen que saque cita para el hospital dentro de 48 horas como máximo, para una cura y revisión, y de nuevo a las 72 horas, para una nueva revisión; además, también me dan cita para traumatología, dentro de unos días.
Aprovecho que estoy en el ambulatorio para coger cita, y gracias a Carmen, la madre de una de mis mejores amigas, que me deja su número, me atienden rápidamente.
Me recogen mi padre y mi tío en el ambulatorio, y tras llegar a duras penas a mi casa, me tumbo en mi cama, donde permanecería postrado e incapaz de moverme hasta esta misma mañana.
En el hospital me dijeron que casi al 100% el segundo día tras el accidente sería peor, pero la verdad es que hoy me encuentro mucho mejor que ayer, aun me cuesta mover el cuello y el brazo izquierdo está colgando bastante insensible, pero con ayuda puedo moverlo algo más.
Ayer fue uno de los días más largos de mi vida, siendo realmente deprimentes las primeras horas que pasé encamado.
No era capaz de incorporarme ni moverme sin ayuda, me dolía todo independientemente de como me colocase y no era capaz de "hilar ideas" cuando traté, sin éxito, de hacer alguna de las múltiples tareas pendientes que tengo del máster de investigación o tratar de estudiarme alguno de los temas de las oposiciones.
Finalmente decidí ver una serie y dejar pasar el tiempo sin más, lo que, como mi hermana me recordó, no me veía hacer desde hace años.
Quizá todo ha pasado por una razón y el destino ha querido "obligarme" a tener un día para mí por completo, y "obligarme" también a desconectar del deporte por completo una temporada.
No sé si he tenido mala suerte, no sé si he tenido buena suerte, lo único que sé al 100% es que quitando como estuve ayer, estoy en el peor momento físico de mi vida, pero tengo un traje de momia muy chulo para Halloween que me ha salido gratis y ya no tengo que rebanarme la cabeza pensando dónde lo celebraré, ya que mi cuarto parece la única opción.
He estado pensando y no sé si quiero volver a correr, no sé si quiero volver a coger la bici y no sé si realmente quiero volver a nadar o hacer deporte en general, aunque supongo que conforme me vuelva a ir encontrando mejor volverá a picarme el gusanillo.
Creo que cuando vuelva a ser capaz de andar sin dolor podré volver a hacer todo ello, pero ahora mismo el dolor en cuello y hombro izquierdo y el del "machaque" en general no me deja pensar con claridad, pero tenía (y tengo) un compromiso con las organizaciones del II Maratón de Murcia y el I Ultra Trail Sierra de las Nieves y lo que es seguro es que no podré acudir de ninguna forma (probablemente ni si quiera de espectador) a ambas pruebas, por lo que he querido redactar esta entrada a modo de disculpa pública y deseando de todo corazón que ambas pruebas sean todo un éxito y pueda estar allí en otra ocasión.
Quiero darle las gracias a mi hermana, Marina, y Mayte, mi pareja, por su preocupación e interés en todo momento, ya que sin ellas hoy no tendría ánimo ni para levantarme de la cama.
Más que nada quiero recuperarme, no perder ni una clase más y poder ponerme al día con todo en el plano académico y social, ya que hace mucho que no tengo la oportunidad de ver a mis amigos; después ya pensaré que quiero hacer con esta nueva vida que comencé ayer al levantarme del asfalto.
Quiero también daros las gracias a todos por la preocupación y la atención recibida en estas últimas horas, y también despedirme con un mensaje que, aunque parezca de perogrullo, es cierto al 100%: El casco salva vidas y vuestra seguridad es lo primero, no lo olvidéis nunca cuando salgáis a entrenar.
Por desgracia hay muchos accidentes causados por fallos mecánicos, fallos humanos, o incluso a propósito, pero ya veis en mi caso, un simple pájaro unido a la inconsciencia (si no llevo a llevar puesto el casco) podría haberme costado la vida.
Gracias por leer estas líneas.
Mucho, mucho ánimo y paciencia. Ahora a descansar y en breve fijo que te leo de nuevo en alguna que otra aventura.
ResponderEliminarNi un paso atrás....ni pa coger impulso!!!!!
¡Gracias tocayo! ahora mismo no estoy para dar paso ninguno, sea hacia delante o hacia detrás, pero espero recuperarme pronto.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Mucho animo y a curar con paciencia tanto las heridas como las lesiones, seguro que acabas volviendo acorrer antes de lo que crees, eso se lleva dentro y cuesta hacerlo desaparecer.
ResponderEliminarMejorste pronto. Un saludo
¡Muchas gracias, se hará lo posible!
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