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Quinto asalto contra la condromalacia


Tras 24 horas de descanso total después del duro final de mi última sesión, esta mañana tenía marcado en rojo que tocaba salir, no importaba cuan mal me encontrase psicológicamente.

Además, se lo había dicho a mi hermana, que hoy me acompañaría, y menos mal, ya que me acosté muy tarde acabando cosas de la facultad (si tenéis 5 minutos me haríais un favor enorme rellenando esta encuesta), y mis ganas de correr, o de despertarme esta mañana, eran nulas.

Por suerte tenía el compromiso planteado, y cuando me comprometo con algo voy a tope hasta el final, así que a las 8 largas estábamos ya Marina y yo enmallados y preparados para salir, aunque al final nos retrasamos hasta cerca de las 9.

Hoy si llevaríamos GPS y crono, pero tan solo para llevar una referencia, correríamos por sensaciones.

Nos fue de forma excelente hasta el punto que habíamos establecido como límite para volver, el Faro de Calaburras, incluso reteniéndome en el ritmo, ya que me sentía fenomenal y de las molestias en la rodilla, ni rastro.

No obstante, tras girar en el faro y comenzar a volver, cuando llevábamos unos 6600 metros aproximadamente, comencé a notar molestias de repente.

Me puse a hablar con mi hermana sobre pruebas de montaña, rutas de senderismo y demás, intentando evadir mi mente de la creciente molestia, pero llegando al séptimo kilómetro volvieron los chasquidos y tuve que parar en seco.

Le dije a Marina que siguiese sin mí, que ya la seguiría, aunque de repente mi mente comenzó a visualizarme volviendo solo a casa, andando a duras penas mientras cojeaba, y me resigné a que se hiciese realidad.

Comencé a andar, completamente cojo, y paré, me cogí a la barandilla de madera que separa el camino del acantilado y empecé a flexoextender la rodilla sintiendo un dolor sobrehumano mientras crujía, hasta que los chasquidos cesaron y el dolor comenzó a desvanecerse.

Alcé la cabeza; tenía a Marina a unos 400 metros, y justo cuando me disponía a alcanzarla, un muchacho del Triatlón Fuengirola acompañado por otro corredor en cuya camiseta se leía "organización" pasaron a mi lado como balas.

Intenté alcanzarlos, corriendo a tope, sin miedo, durante varios segundos, hasta incluso dejar atrás a mi hermana, pero iban a un ritmo muy alto y no podía dejar atrás a mi hermana.

En el peñón me alcanzó nuevamente, y fuimos a la par durante un kilómetro en el que tuve que parar cerca de 4 veces, unas durante segundos y otras durante bastante más rato, para repetir la recién descubierta técnica y poder mantener el trote.

Desde el kilómetro 9 tan solo tuve que realizarla dos veces, y acabé la sesión con un sprint mantenido de 400 metros a cerca de 4:00 min/km (ritmo que el año pasado por estas fechas podía mantener durante más de 20 kilómetros seguidos pero que hace un mes no era capaz de alcanzar de ninguna de las maneras).

No realizaba el circuito que hemos hecho hoy desde finales de 2012, he llegado a dar la vuelta en Calaburras en 26:18, siendo hoy el tiempo de "giro" 35:30 minutos, pero durante casi 7 kilómetros me he sentido fenomenal, y he llegado a casa corriendo, a diferencia de en la última sesión realizada.

Como estoy completamente recuperado de las agujetas de la sesión de pista del martes, mañana tocará visitar de nuevo la misma, no se todavía si repitiendo las sesiones de 100 metros de la semana pasada o dando el salto a 400, dependerá de como amanezca mañana y las sensaciones.

Resumen de la jornada, 11,6 kilómetros, 6:16 min/km de media y grandes dosis de dolor, aunque descubriendo cómo manejarlo; mañana, más.

¡Nos leemos!

Comentarios

  1. Buen trabajo Juan.

    Cuida esos sprints y sigue manejando bien el tema de los dolores.
    Establece límites y ve superándolos.

    Sigue corriendo campeón. Un saludo.

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