Como adelanté en la entrada que anunciaba mis vacaciones , y tras algo más de 100 kilómetros en los primeros días, me encontraba a escasas horas de experimentar en mis propias carnes el fenómeno Parkrun . Eran las 6:50 de la mañana, la lluvia repiqueteaba en los cristales y el sonido de mi despertador me sacaba del mundo onírico; llevaba esperando el momento desde que leí la entrada de Sosaku sobre el Parkrun.