Mientras subía camino a Mijas Pueblo en el coche de mi padre, con mi madre y Pepe "el ambulancia", me di cuenta en cuanto cambian las cosas de un año para otro.
En la anterior edición acudí con Emily y Marina, mi hermana, la edición previa a esa, con Kevin, MJ y mi hermana... y tenía que remontarme hasta 3 ediciones atrás para recordar una en la que mi padre estuviese presente, 4 para haberla corrido juntos.
Por fin, tras una ardua batalla, mi padre vuelve a estar en condiciones de correr, y hoy, tras varios años, volvería a participar, con mi madre, que ya corrió en una edición y dijo que no la correría más (las cuestas arriba se le hicieron muy largas).
Tras aparcar casi en la misma salida fuimos a retirar los dorsales, y mientras saludaba corredores (me encontré con varios audaces atletas que, como yo, hacía 14 horas que estaban en la línea de salida de la Corruco Race), fui a inspeccionar el nuevo circuito.
En las 7 ediciones que llevaba en mis piernas el circuito había sido siempre el mismo, pero este año se había adelantado la fecha del mismo, se había ampliado el recorrido (de 2,6 a 4,5 kilómetros) y se había cambiado el trazado.
Entre camisetas azules reconocí a Cristóbal, entre otros compañeros de club, y estuve un rato trotando con él, mientras saludaba a varios de los favoritos de la prueba, como Elio o Rubén Espejo, especialistas en la prueba, pero el nivel que había hoy presagiaba una ardua batalla por el podio.
Puede resultar curioso que un municipio tan pequeño acoja todos los años una prueba con tantísimo nivel, pero si un año acudes a esta tradicional cita, te sorprenderá.
Tras los preliminares habituales de la prueba, y un retraso de algo más de media hora de la salida debido a una inscripción masiva de corredores de última hora (muchos no se llevan bien con la tecnología y eso de la inscripción por email les cuesta, lo sé porque yo mismo inscribí a más de uno), nos situamos bajo el arco de salida y meta.
Este año saldríamos en dirección al mirador, en lugar de en dirección a la Avenida Virgen de la Peña.
Me situé algo mejor que en la corruco, hoy, "armado" con las Nunche 2, ya que, conocedor del adoquinado de la villa blanca, sabía que la protección de las Enix 080 o las Pies Sucios Simna 3 me resultaría insuficiente.
Rafael Merino (creo que no me reconoció) me avisó de que llevaba las correas sueltas, así como otros corredores, pero sabía que no me las pisaría (que me las pisase otro era más probable, aunque aun no me ha pasado); aun así, por insistencia, las pasé por dentro de la misma correa, a sabiendas de que en pocos metros se soltarían.
Comenzamos a un ritmo frenético, que disminuyó ligeramente en el ascenso por la Avenida del Compás, muy pronunciado, y el más ligero pero aun en contra desnivel de la Calle de los Caños.
Ascendía con toda la velocidad que me permitían mis piernas, algo cargadas tras la Corruco, pero mis referencias, Óscar y Cuesta, del Club Atletismo Fuengirola, se mantenían en mi campo de visión.
Iba pisando con cuidado, sobre todo en los pronunciados giros, pero tras el ascenso a Calle Charcones sabía que quedaba poco de ascenso, así que apreté un poco más, intentando alcanzar a Cuesta (Óscar ya se había perdido en uno de los giros) y manteniendo la posición.
Tras un giro de casi 180º en el que me tuve que agarrar a la barandilla para no chocarme contra la pared opuesta a la calle, me dejé de ir con la pendiente a favor, en un enlosado bastante liso, y, avisando con mi chancleteo habitual de mi llegada, fui recuperando las posiciones que había perdido en el ascenso anterior.
Subimos una tachuelilla camino a la muralla, en la que alcancé a Cuesta, animándolo a mi paso (había bajado bastante el ritmo de golpe), pero llegando al mirador apretó y nos pusimos a la par.
Me encantan las vistas desde el mirador, pero hoy no estaba la cosa como para echar una ojeada... Bajamos por la callejuela de la Plaza de Toros camino hacia la Avenida del Compás, y descendí camino a la meta, completando la primera vuelta del circuito.
Había completado los algo más de 2 kilómetros de la primera vuelta en 7:14, con buenas sensaciones pese a haberme machacado la tarde anterior, pero me notaba ya falto de fuelle, y ahora sabía a qué me tenía que enfrentar en la segunda vuelta...
Dudé sobre si mantener o no el ritmo mientras le daba la vuelta a la Plaza Virgen de la Peña, pero vi que algunos de los corredores que me precedían bajaban el pistón y me decidí a acelerar yo; si luego caía, caería, pero al menos intentaría no solo mantener la posición, sino luchar por mejorarla.
Aproveché la subida para ampliar la zancada, reduciendo la frecuencia en los giros para cogerlos de forma más pulida y recortar algunos segundos al crono, pero en el ascenso hasta Calle Charcones, pese a haber recuperado tres posiciones, iba 10 segundos más lento que en la primera vuelta.
Por suerte, tan solo quedaba un tercio de vuelta, y unos pasos por detrás de mí, unidos a la pendiente a favor, me estimularon para aumentar el ritmo.
Aun así, los pasos, de Estela Navascues, acabaron adelantándome, en la subida hacia la muralla, y no pensé si quiera en seguirla; recuperé el aliento en la subida, tratando de no bajar demasiado el ritmo, y esta vez, en la bajada, no me dejé caer, "me tiré", bajando con toda la velocidad que me permitían las piernas, aprovechando el impulso para afrontar la última tachuela y lanzarme hacia la meta.
Me crucé con Pepe "El Ambulancia" en los últimos metros, él comenzando la segunda vuelta (meritazo el del atleta, de 78 años) y yo acabándoa, y tras desgañitarme animándolo, aproveché el ánimo del público para aguantar el ritmo hasta la meta.
El último parcial me había salido a 3:20 con la pendiente a favor, de lo contrario me hubiese sido imposible alcanzar ese ritmo... demasiado larga se me hizo la segunda vuelta como para encima haber mejorado el crono de la primera vuelta.
Tras felicitar por la buenísima llegada a los corredores que me antecedieron nos dirigimos a la plaza Virgen de la Peña para disfrutar del avituallamiento en meta... ¡completísimo! agua, isotónica, plátanos, garrapiñadas, revistas deportivas...
La plaza se fue poco a poco abarrotando, convirtiéndose en un hervidero de atletas que intercambiábamos impresiones pasando un buen rato.
Prácticamente todos los clubes de la provincia, y varios de fuera de ella habían contado con representación en la prueba, y pasamos un rato muy entretenido mientras los atletas más jóvenes disputaban sus pruebas y esperábamos a los sorteos y entrega de premios.
Desde que inscribiese a mi padre en la prueba, Jesús Aguilera me comentó que quería hacerle un homenaje a mi padre, por la superación que ha demostrado en esta batalla contra el cáncer, y que en su periodo de atleta le caracterizó, idea que me pareció fenomenal y apoyé desde el principio.
Sabía que mi padre no sabía nada y el tiempo se me hizo eterno, pero tras la entrega de premios, en la que el Club Atletismo Fuengirola se llevó dos trofeos (de manos -o piernas, mejor dicho- de Rocío, campeona veterana, y Óscar, subcampeón veterno) y los sorteos, llegó el homenaje...
Hubo tres, el primero fue para Paco Marín, uno de los impulsores del deporte en Mijas, el segundo, para mi padre, y el tercero para una atleta local.
Fue un detalle precioso de nuestros vecinos mijeños, con quien estamos encantados de colaborar en lo que haga falta y cuando haga falta; gente como ellos son los que hacen grande esta gran familia de la que formamos parte todos, el atletismo.
Como broche final de la crónica, comparto mis impresiones sobre lo mejor y lo peor de la prueba, y me despido hasta el 13 de septiembre, cuando celebraremos la tradicional subida al repetidor de Mijas; ¡estáis todos invitados!
En la anterior edición acudí con Emily y Marina, mi hermana, la edición previa a esa, con Kevin, MJ y mi hermana... y tenía que remontarme hasta 3 ediciones atrás para recordar una en la que mi padre estuviese presente, 4 para haberla corrido juntos.
Por fin, tras una ardua batalla, mi padre vuelve a estar en condiciones de correr, y hoy, tras varios años, volvería a participar, con mi madre, que ya corrió en una edición y dijo que no la correría más (las cuestas arriba se le hicieron muy largas).
Tras aparcar casi en la misma salida fuimos a retirar los dorsales, y mientras saludaba corredores (me encontré con varios audaces atletas que, como yo, hacía 14 horas que estaban en la línea de salida de la Corruco Race), fui a inspeccionar el nuevo circuito.
En las 7 ediciones que llevaba en mis piernas el circuito había sido siempre el mismo, pero este año se había adelantado la fecha del mismo, se había ampliado el recorrido (de 2,6 a 4,5 kilómetros) y se había cambiado el trazado.
Entre camisetas azules reconocí a Cristóbal, entre otros compañeros de club, y estuve un rato trotando con él, mientras saludaba a varios de los favoritos de la prueba, como Elio o Rubén Espejo, especialistas en la prueba, pero el nivel que había hoy presagiaba una ardua batalla por el podio.
Con Sevi, de Pasodetiempos |
Puede resultar curioso que un municipio tan pequeño acoja todos los años una prueba con tantísimo nivel, pero si un año acudes a esta tradicional cita, te sorprenderá.
Mucha calidad atlética y humana junta |
Tras los preliminares habituales de la prueba, y un retraso de algo más de media hora de la salida debido a una inscripción masiva de corredores de última hora (muchos no se llevan bien con la tecnología y eso de la inscripción por email les cuesta, lo sé porque yo mismo inscribí a más de uno), nos situamos bajo el arco de salida y meta.
Este año saldríamos en dirección al mirador, en lugar de en dirección a la Avenida Virgen de la Peña.
Me situé algo mejor que en la corruco, hoy, "armado" con las Nunche 2, ya que, conocedor del adoquinado de la villa blanca, sabía que la protección de las Enix 080 o las Pies Sucios Simna 3 me resultaría insuficiente.
Rafael Merino (creo que no me reconoció) me avisó de que llevaba las correas sueltas, así como otros corredores, pero sabía que no me las pisaría (que me las pisase otro era más probable, aunque aun no me ha pasado); aun así, por insistencia, las pasé por dentro de la misma correa, a sabiendas de que en pocos metros se soltarían.
Comenzamos a un ritmo frenético, que disminuyó ligeramente en el ascenso por la Avenida del Compás, muy pronunciado, y el más ligero pero aun en contra desnivel de la Calle de los Caños.
Ascendía con toda la velocidad que me permitían mis piernas, algo cargadas tras la Corruco, pero mis referencias, Óscar y Cuesta, del Club Atletismo Fuengirola, se mantenían en mi campo de visión.
Iba pisando con cuidado, sobre todo en los pronunciados giros, pero tras el ascenso a Calle Charcones sabía que quedaba poco de ascenso, así que apreté un poco más, intentando alcanzar a Cuesta (Óscar ya se había perdido en uno de los giros) y manteniendo la posición.
Tras un giro de casi 180º en el que me tuve que agarrar a la barandilla para no chocarme contra la pared opuesta a la calle, me dejé de ir con la pendiente a favor, en un enlosado bastante liso, y, avisando con mi chancleteo habitual de mi llegada, fui recuperando las posiciones que había perdido en el ascenso anterior.
Subimos una tachuelilla camino a la muralla, en la que alcancé a Cuesta, animándolo a mi paso (había bajado bastante el ritmo de golpe), pero llegando al mirador apretó y nos pusimos a la par.
Me encantan las vistas desde el mirador, pero hoy no estaba la cosa como para echar una ojeada... Bajamos por la callejuela de la Plaza de Toros camino hacia la Avenida del Compás, y descendí camino a la meta, completando la primera vuelta del circuito.
La bajada, cómoda tras afrontar varios tramos de adoquinado |
Había completado los algo más de 2 kilómetros de la primera vuelta en 7:14, con buenas sensaciones pese a haberme machacado la tarde anterior, pero me notaba ya falto de fuelle, y ahora sabía a qué me tenía que enfrentar en la segunda vuelta...
Dudé sobre si mantener o no el ritmo mientras le daba la vuelta a la Plaza Virgen de la Peña, pero vi que algunos de los corredores que me precedían bajaban el pistón y me decidí a acelerar yo; si luego caía, caería, pero al menos intentaría no solo mantener la posición, sino luchar por mejorarla.
Completando la primera vuelta |
Aproveché la subida para ampliar la zancada, reduciendo la frecuencia en los giros para cogerlos de forma más pulida y recortar algunos segundos al crono, pero en el ascenso hasta Calle Charcones, pese a haber recuperado tres posiciones, iba 10 segundos más lento que en la primera vuelta.
Por suerte, tan solo quedaba un tercio de vuelta, y unos pasos por detrás de mí, unidos a la pendiente a favor, me estimularon para aumentar el ritmo.
Aun así, los pasos, de Estela Navascues, acabaron adelantándome, en la subida hacia la muralla, y no pensé si quiera en seguirla; recuperé el aliento en la subida, tratando de no bajar demasiado el ritmo, y esta vez, en la bajada, no me dejé caer, "me tiré", bajando con toda la velocidad que me permitían las piernas, aprovechando el impulso para afrontar la última tachuela y lanzarme hacia la meta.
Me crucé con Pepe "El Ambulancia" en los últimos metros, él comenzando la segunda vuelta (meritazo el del atleta, de 78 años) y yo acabándoa, y tras desgañitarme animándolo, aproveché el ánimo del público para aguantar el ritmo hasta la meta.
Cruzando por segunda y última vez la recta de meta, en el fondo |
El último parcial me había salido a 3:20 con la pendiente a favor, de lo contrario me hubiese sido imposible alcanzar ese ritmo... demasiado larga se me hizo la segunda vuelta como para encima haber mejorado el crono de la primera vuelta.
Tras felicitar por la buenísima llegada a los corredores que me antecedieron nos dirigimos a la plaza Virgen de la Peña para disfrutar del avituallamiento en meta... ¡completísimo! agua, isotónica, plátanos, garrapiñadas, revistas deportivas...
La plaza se fue poco a poco abarrotando, convirtiéndose en un hervidero de atletas que intercambiábamos impresiones pasando un buen rato.
Prácticamente todos los clubes de la provincia, y varios de fuera de ella habían contado con representación en la prueba, y pasamos un rato muy entretenido mientras los atletas más jóvenes disputaban sus pruebas y esperábamos a los sorteos y entrega de premios.
Más de 70 maratones hay en esta foto... |
Desde que inscribiese a mi padre en la prueba, Jesús Aguilera me comentó que quería hacerle un homenaje a mi padre, por la superación que ha demostrado en esta batalla contra el cáncer, y que en su periodo de atleta le caracterizó, idea que me pareció fenomenal y apoyé desde el principio.
Sabía que mi padre no sabía nada y el tiempo se me hizo eterno, pero tras la entrega de premios, en la que el Club Atletismo Fuengirola se llevó dos trofeos (de manos -o piernas, mejor dicho- de Rocío, campeona veterana, y Óscar, subcampeón veterno) y los sorteos, llegó el homenaje...
Hubo tres, el primero fue para Paco Marín, uno de los impulsores del deporte en Mijas, el segundo, para mi padre, y el tercero para una atleta local.
Jesús Aguilera, entregando el premio |
Mi padre, emocionado |
Como broche final de la crónica, comparto mis impresiones sobre lo mejor y lo peor de la prueba, y me despido hasta el 13 de septiembre, cuando celebraremos la tradicional subida al repetidor de Mijas; ¡estáis todos invitados!
Lo mejor
-El nuevo recorrido, desde mi vista más duro aun que el anterior, pero muy variado y divertido, con subidas y bajadas constantes por el corazón de la ciudad.
-El avituallamiento en meta, completísimo, claro ejemplo de que con implicación y ganas se puede organizar un evento de 10 y por tan solo un euro de inscripción.
-El ambiente previo, durante y posterior a la competición, con estrellas de alto nivel, corredores populares de toda la provincia e incluso de fuera de Andalucía y todo el pueblo volcado con la prueba.
A mejorar
-La principal mejora es el sistema de cronometraje, que este año, al ser manual, ocasionó varios problemas; muchos afirman alegremente que con un sistema de chip se solventaría todo sin problema, pero esto encarecería muchísimo el presupuesto de la prueba, y con un euro por barba, creo que es demasiado pedir.
-La salida, que se amplió para aceptar más corredores y se retrasó considerablemente; no obstante el día fue excelente, y aunque hizo calor, no hizo sofoco.
-La salida, que se amplió para aceptar más corredores y se retrasó considerablemente; no obstante el día fue excelente, y aunque hizo calor, no hizo sofoco.
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