Eran casi las 8 de la tarde, y aunque el cielo estaba algo nublado y ya comenzaba a atardecer, aun notaba el suelo caliente bajo mis pies.
Un asfalto limpio, algo erosionado, me guiaba hacia la línea de salida, donde pocos minutos atrás las féminas completaron esta I edición de la Milla Solidaria de Fuengirola, en beneficio de Cudeca.
Tras ralentizar varios minutos la salida debido a la enorme demanda de dorsales a última hora, los más peques habían realizado sus pruebas, y ahora, nos tocaba a los mayores.
Amorticé la espera con creces saludando a compañeros que hacía muchísimo que no veía y haciendo nuevos amigos, como un nuevo séquito de Pies Negros y otros corredores descalcistas, algunos venidos incluso desde Madrid; habíamos conseguido la categoría minimalista, teníamos que dar espectáculo.
Pili había cumplido en categoría femenina, con un crono de 6:30 que le hubiese hecho acceder al podio en cualquier categoría (no sé por qué no fue así en categoría femenina, cuando si lo fue en masculina), ahora, nos tocaba.
Mi compañero Cristóbal había sido uno de los artífices de que, por tercera vez desde que soy corredor, afrontase descalzo la salida de una prueba.
La primera fue en la Corrida Na Praia, en altura, sobre arena, la segunda vez en el Skoda Triathlon Series, sobre losetas; esta vez, tocaba en asfalto.
En mi última milla, con huaraches y hacía 3 meses, la I Milla Urbana San Pedro de Alcántara paré el crono en 5:23; habría que ver de qué era capaz hoy.
El más experimentado de los descalcistas, llegado desde San Sebastián de los Reyes (Chema), nos "tranquilizó" en la salida contándonos su experiencia en múltiples salidas descalzo, y tras ocupar posiciones y avisar a los compañeros de que echasen un ojo, nos dispusimos a tomar la salida.
Personalmente me pilló de imprevisto, mirando al GPS, como creo que le pasó a mi compañero Jose María Prados, ya que el pobre cayó en las primeras zancadas, aunque se recuperó velozmente y al momento lo tenía pegado a mi sombra.
En los primeros 200 metros escasos de carrera me di cuenta de que no era capaz de pensar.
Mi mente estaba saturada de sensaciones: el tacto rugoso del asfalto, la temperatura de la carretera, la suavidad de las líneas blancas de los pasos de cebra... todo ello mientras respiraba a todo lo que daba el cuerpo y sincronizaba lo mejor que podía la zancada y el braceo, primero tratando de abrirme pase entre el enjambre de corredores que me rodeaba, y tras casi media milla, tratando de alcanzarlos de nuevo.
Muchos corredores habían salido por debajo de 3 el kilómetro, pero pocos aguantaron hasta la Virgen Negra (punto de giro y ecuador de la milla), como mi compañero socorrista Jesús, o Adri, el supercrack del Triatlón Fuengirola.
Por otro lado otros fuera de serie como Salvador Corral o Cristóbal, descalzo, me sacaban ya una decena de segundos, y comenzaban a alejarse poco a poco.
Me di cuenta en el giro, precisamente, de que habíamos completado ya media milla, y por primera vez desde el comienzo de la prueba, pensé.
Pese a correr muchísimos kilómetros con huaraches de forma habitual (1.624 este año, de 2.579 que llevo recorridos), en ese giro en la Virgen noté que no estoy acostumbrado a correr descalzo, ya que al traccionar en la curva se me fueron los pies (al apoyar el talón me hice bastante daño), y se me fueron los tobillos.
Me equilibré con los brazos y me concentré en ir cogiendo a los corredores que llevaba delante, siendo mi objetivo cada vez el que se encontraba más cercano.
En los tramos pintados me parecía "deslizarme" sobre el asfalto, ligero y fácil, pero en los tramos sobre asfalto comenzaba a notar "calorcito" en la zona de los sesamoideos, y los talones me molestaban ligeramente.
Algunos corredores me pasaron a buen ritmo y no me planteé ni alcanzarlos, pero llegando al monumento a la Peseta me di cuenta de que aun me quedaba una última marcha, y comencé un cambio de ritmo progresivo.
Comencé a recuperar posiciones, e incluso me planteé entrar con Cristóbal, pero comenzó un sprint intratable en el Monumento Romano y me contenté con mantener la posición.
Precisamente a escasos 150 metros de la meta, donde Cristóbal comenzó el sprint, tropecé con la base del pulgar derecho contra el suelo (un bache que no vi, por fijarme más en los corredores que en el asfalto...).
Recuperé el equilibrio y la dignidad con un braceo salvador y encaré la meta dejándome la piel en el asfalto, pensé que literalmente, pero al tocarme los pies al llegar a meta, vi que me equivocaba, y seguía intacta.
Paré el crono en ese último km en 3:19.83, marcando un nuevo récord personal, pero a casi 10 segundos en el global de Cristóbal, bestial corredor descalcista pese a que nunca había corrido ni descalzo ni con calzado minimalista previamente (de hecho, hoy domingo ha sido subcampeón absoluto en la Media Maratón de Tolox... incontestable campeón).
Llegué asfixiado, muy cansado de forma general pero sin dolor en ningún punto localizado (estos ritmos tan rápidos no son lo mio...), y tras recuperar el aliento y comprobar, para mi sorpresa (en el tropezón pensaba que me había hecho herida) que tenía los pies intactos, sin ningún roce ni molestia, busqué al resto de corredores descalcistas.
Tanto Chema como Francisco Chamizo y Canijus Próximus habían completado la prueba sin problema alguno, aunque José Luis, compañero del Club Atletismo Fuengirola, sí que había notado molestias.
Como fuimos los últimos en correr, tras dejar un periodo prudencial al acabar el último corredor la milla, nos concentramos en la zona de podio, muy contentos, ya que la jornada había sido increíble para todos los nuestros.
18 trofeos nos trajimos a casa (podéis "bichear" más en el Facebook del club), tanto Cristóbal como yo con doblete (2º senior y 1º minimalista y 3º senior y 2º minimalista respectivamente).
Pese a ser una prueba que se ha colado este año por primera vez en un muy apretado calendario de competiciones (a menos de 15 kilómetros se celebraba una carrera popular con mucha tradición, sin ir más lejos), más de medio millar de corredores han apostado por esta milla solidaria, en beneficio de la Fundación Cudeca, algunos corredores han recorrido hasta 600 kilómetros para participar y el éxito deportivo y solidario no ha tenido precedentes.
Como Fuengiroleño es un orgullo colaborar en actos de este tipo, y como deportista, un orgullo aun mayor representar a mi club y colaborar en la casi veintena de galardones obtenidos en esta jornada, donde destacamos en prácticamente todas las categorías de ambos sexos.
Ha sido una jornada muy especial, de la que espero, se convierta en un referente del calendario provincial y andaluz en futuras ediciones; con tantas horas y esfuerzo detrás, seguro que lo logramos.
Para acabar, como siempre, dejo mi granito de arena en cuanto a lo mejor y peor, desde mi punto de vista del evento; que sepáis que aunque corriésemos "en casa", no me dejo nunca nada en el tintero...
Un asfalto limpio, algo erosionado, me guiaba hacia la línea de salida, donde pocos minutos atrás las féminas completaron esta I edición de la Milla Solidaria de Fuengirola, en beneficio de Cudeca.
Tras ralentizar varios minutos la salida debido a la enorme demanda de dorsales a última hora, los más peques habían realizado sus pruebas, y ahora, nos tocaba a los mayores.
Amorticé la espera con creces saludando a compañeros que hacía muchísimo que no veía y haciendo nuevos amigos, como un nuevo séquito de Pies Negros y otros corredores descalcistas, algunos venidos incluso desde Madrid; habíamos conseguido la categoría minimalista, teníamos que dar espectáculo.
Algunos de los compañeros descalcistas de esta edición |
Inicialmente iba a correr con huaraches, pero finalmente acabé descalzándome... |
Pili había cumplido en categoría femenina, con un crono de 6:30 que le hubiese hecho acceder al podio en cualquier categoría (no sé por qué no fue así en categoría femenina, cuando si lo fue en masculina), ahora, nos tocaba.
Mi compañero Cristóbal había sido uno de los artífices de que, por tercera vez desde que soy corredor, afrontase descalzo la salida de una prueba.
La primera fue en la Corrida Na Praia, en altura, sobre arena, la segunda vez en el Skoda Triathlon Series, sobre losetas; esta vez, tocaba en asfalto.
En mi última milla, con huaraches y hacía 3 meses, la I Milla Urbana San Pedro de Alcántara paré el crono en 5:23; habría que ver de qué era capaz hoy.
El más experimentado de los descalcistas, llegado desde San Sebastián de los Reyes (Chema), nos "tranquilizó" en la salida contándonos su experiencia en múltiples salidas descalzo, y tras ocupar posiciones y avisar a los compañeros de que echasen un ojo, nos dispusimos a tomar la salida.
Personalmente me pilló de imprevisto, mirando al GPS, como creo que le pasó a mi compañero Jose María Prados, ya que el pobre cayó en las primeras zancadas, aunque se recuperó velozmente y al momento lo tenía pegado a mi sombra.
En los primeros 200 metros escasos de carrera me di cuenta de que no era capaz de pensar.
Mi mente estaba saturada de sensaciones: el tacto rugoso del asfalto, la temperatura de la carretera, la suavidad de las líneas blancas de los pasos de cebra... todo ello mientras respiraba a todo lo que daba el cuerpo y sincronizaba lo mejor que podía la zancada y el braceo, primero tratando de abrirme pase entre el enjambre de corredores que me rodeaba, y tras casi media milla, tratando de alcanzarlos de nuevo.
Muchos corredores habían salido por debajo de 3 el kilómetro, pero pocos aguantaron hasta la Virgen Negra (punto de giro y ecuador de la milla), como mi compañero socorrista Jesús, o Adri, el supercrack del Triatlón Fuengirola.
Por otro lado otros fuera de serie como Salvador Corral o Cristóbal, descalzo, me sacaban ya una decena de segundos, y comenzaban a alejarse poco a poco.
Me di cuenta en el giro, precisamente, de que habíamos completado ya media milla, y por primera vez desde el comienzo de la prueba, pensé.
Pese a correr muchísimos kilómetros con huaraches de forma habitual (1.624 este año, de 2.579 que llevo recorridos), en ese giro en la Virgen noté que no estoy acostumbrado a correr descalzo, ya que al traccionar en la curva se me fueron los pies (al apoyar el talón me hice bastante daño), y se me fueron los tobillos.
Me equilibré con los brazos y me concentré en ir cogiendo a los corredores que llevaba delante, siendo mi objetivo cada vez el que se encontraba más cercano.
En los tramos pintados me parecía "deslizarme" sobre el asfalto, ligero y fácil, pero en los tramos sobre asfalto comenzaba a notar "calorcito" en la zona de los sesamoideos, y los talones me molestaban ligeramente.
Algunos corredores me pasaron a buen ritmo y no me planteé ni alcanzarlos, pero llegando al monumento a la Peseta me di cuenta de que aun me quedaba una última marcha, y comencé un cambio de ritmo progresivo.
Comencé a recuperar posiciones, e incluso me planteé entrar con Cristóbal, pero comenzó un sprint intratable en el Monumento Romano y me contenté con mantener la posición.
Precisamente a escasos 150 metros de la meta, donde Cristóbal comenzó el sprint, tropecé con la base del pulgar derecho contra el suelo (un bache que no vi, por fijarme más en los corredores que en el asfalto...).
Recuperé el equilibrio y la dignidad con un braceo salvador y encaré la meta dejándome la piel en el asfalto, pensé que literalmente, pero al tocarme los pies al llegar a meta, vi que me equivocaba, y seguía intacta.
Paré el crono en ese último km en 3:19.83, marcando un nuevo récord personal, pero a casi 10 segundos en el global de Cristóbal, bestial corredor descalcista pese a que nunca había corrido ni descalzo ni con calzado minimalista previamente (de hecho, hoy domingo ha sido subcampeón absoluto en la Media Maratón de Tolox... incontestable campeón).
Llegué asfixiado, muy cansado de forma general pero sin dolor en ningún punto localizado (estos ritmos tan rápidos no son lo mio...), y tras recuperar el aliento y comprobar, para mi sorpresa (en el tropezón pensaba que me había hecho herida) que tenía los pies intactos, sin ningún roce ni molestia, busqué al resto de corredores descalcistas.
Tanto Chema como Francisco Chamizo y Canijus Próximus habían completado la prueba sin problema alguno, aunque José Luis, compañero del Club Atletismo Fuengirola, sí que había notado molestias.
Como fuimos los últimos en correr, tras dejar un periodo prudencial al acabar el último corredor la milla, nos concentramos en la zona de podio, muy contentos, ya que la jornada había sido increíble para todos los nuestros.
18 trofeos nos trajimos a casa (podéis "bichear" más en el Facebook del club), tanto Cristóbal como yo con doblete (2º senior y 1º minimalista y 3º senior y 2º minimalista respectivamente).
Podio descalcista |
El podio en senior fue inesperado... como llevar el dorsal 1, cosas de mi padre, uno de los organizadores |
Podio senior, con algunas de las estrellas de la noche |
Algunos de los "responsables" del éxito de esta edición y varios campeones |
Pese a ser una prueba que se ha colado este año por primera vez en un muy apretado calendario de competiciones (a menos de 15 kilómetros se celebraba una carrera popular con mucha tradición, sin ir más lejos), más de medio millar de corredores han apostado por esta milla solidaria, en beneficio de la Fundación Cudeca, algunos corredores han recorrido hasta 600 kilómetros para participar y el éxito deportivo y solidario no ha tenido precedentes.
Como Fuengiroleño es un orgullo colaborar en actos de este tipo, y como deportista, un orgullo aun mayor representar a mi club y colaborar en la casi veintena de galardones obtenidos en esta jornada, donde destacamos en prácticamente todas las categorías de ambos sexos.
Ha sido una jornada muy especial, de la que espero, se convierta en un referente del calendario provincial y andaluz en futuras ediciones; con tantas horas y esfuerzo detrás, seguro que lo logramos.
Para acabar, como siempre, dejo mi granito de arena en cuanto a lo mejor y peor, desde mi punto de vista del evento; que sepáis que aunque corriésemos "en casa", no me dejo nunca nada en el tintero...
Lo mejor
-Poder celebrar un evento deportivo solidario de semejante magnitud en pleno Paseo Marítimo, un escenario de lujo para un evento sin igual.
-Comprobar que en Fuengirola sigue habiendo cantera, siendo las pruebas de los más peques todo un espectáculo, con grandes corredores (aunque de pequeño tamaño) que sin duda darán continuidad al atletismo cuando les llegue la hora.
-El ambiente de la prueba, con el Paseo Marítimo a rebosar pese a encontrarnos ya a finales de septiembre, y sobre todo, la hucha que se llenó a favor de Cudeca, gracias a las múltiples aportaciones de particulares y empresarios, como Pepe Sibajas, que donó varias cajas de pasteles.
A mejorar
-Lo primero y principal pienso que es la difusión del evento, algo en lo que todos podemos colaborar y que pienso que comenzando por mí mismo pudo ser mejor, aunque estoy contento en el ámbito personal por haber colaborado en que varios corredores descalcistas se uniesen a esta fiesta deportiva.
-En segundo lugar, la gestión de las inscripciones, cerrada dos días previos a la celebración de la prueba y con solo una mesa en la misma jornada; las colas fueron apoteósicas, pero en absoluto me importó esperar para correr viendo la de corredores que se animaban a participar.
-Por último, el avituallamiento post-carrera; la coca-cola está genial, pero personalmente como con agua (o isotónica en su defecto) no me hidrato con nada, y eché de menos un botellín (o al menos vasito) para enjuagarme y refrescarme.
He disfrutado como un enano y he dado el paso (nunca mejor dicho) una vez más al barefoot, aunque me queda mucho camino que recorrer para que sea mi medio de locomoción preferido, de momento, continuaré con mis huaraches.
13 horas tras la prueba he competido nuevamente, en Puente Genil (esta vez con las Nunche 2), pero ya es tarde y ha sido un fin de semana frenético y agotador, así que mañana os contaré.
¡Un abrazo!
-En segundo lugar, la gestión de las inscripciones, cerrada dos días previos a la celebración de la prueba y con solo una mesa en la misma jornada; las colas fueron apoteósicas, pero en absoluto me importó esperar para correr viendo la de corredores que se animaban a participar.
-Por último, el avituallamiento post-carrera; la coca-cola está genial, pero personalmente como con agua (o isotónica en su defecto) no me hidrato con nada, y eché de menos un botellín (o al menos vasito) para enjuagarme y refrescarme.
He disfrutado como un enano y he dado el paso (nunca mejor dicho) una vez más al barefoot, aunque me queda mucho camino que recorrer para que sea mi medio de locomoción preferido, de momento, continuaré con mis huaraches.
13 horas tras la prueba he competido nuevamente, en Puente Genil (esta vez con las Nunche 2), pero ya es tarde y ha sido un fin de semana frenético y agotador, así que mañana os contaré.
¡Un abrazo!
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