La tercera de las populares del circuito de Fuengirola de este año comenzaba con la titánica tarea de encontrar a mi padre entre la multitud que abarrotaba la falda del castillo Sohail, en una mañana de auténtico verano. Mientras saludaba a unos y otros y preguntaba por él (había llegado justo a tiempo para perderme la foto de grupo y ya se me había escapado) avanzaban los minutos, pero estaba tranquilo porque sabía que muy lejos no podía haber ido; es más, seguramente estaría donde más bullicio hubiese.