Dos años después volvía a tomar la salida en el Homenaje a la Legión; en mi debut en la prueba no había superado nunca la distancia de maratón, pero ahora, con casi una treintena de eventos superiores a la maratón completados, era un corredor completamente diferente.
Antes de tomar la salida llevaba ya más de 110 kilómetros esa semana, pero estaba tranquilo y tenía la certeza de que en proporción (este año la distancia sería casi 5 kilómetros mayor), mejoraría mi primera participación.
Antes de tomar la salida llevaba ya más de 110 kilómetros esa semana, pero estaba tranquilo y tenía la certeza de que en proporción (este año la distancia sería casi 5 kilómetros mayor), mejoraría mi primera participación.
Hacía algo de fresco, pero como ya había dejado las cosas que me "sobraban" en consigna (el coche lo había aparcado bastante lejos), me coloqué en la cola bajo el arco de Dorsalchip, previa al cajón de salida.
El ambiente era de escándalo, me había encontrado ya a una nutrida comitiva de compañeros del Club Atletismo Pontanés Amigos del Canal, al crack Pedro Abello, que seguro que hoy volvía a dar espectáculo, y a varios curtidos guerreros con los que suelo coincidir, como Fran, con quien compartí varias decenas de kilómetros en la última edición de las 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme.
Traté de adelantar alguna posición cuando se abrió el corralito de salida, ya que aunque mi idea era ir conservador hasta la zona de Arriate, no quería quedarme atascado en la salida.
La situación no era para nada la que recordaba de mi debut en la prueba, marcado por el viento, el frío y la lluvia, y además la participación se había incrementado exponencialmente tras la edición que me perdí para correr en el Ultra Trail Tabernas Desert el año pasado.
La salida fue bastante más rápida de lo que recordaba, con parciales por debajo de 4:30 minutos el kilómetro aprovechando la pendiente a favor, y las piernas extrañamente recuperadas de las últimas sesiones (80 kilómetros en total en los dos días previos a la prueba).
Hubo corredores que apretaron más, sobre todo de la prueba corta, que pasaban como balas, y otros a los que ya iba pasando, pero no tenía prisa e iba cómodo con mi ritmo.
Coincidí con José, con quien compartí camino desde Ronda a Prado del Rey en el V Ultra Trail Sierras del Bandolero, varias semanas atrás, pero en estos momentos aun no habíamos encontrado nuestra posición en la prueba, así que nos adelantábamos mutuamente.
También coincidí con Raúl, de Trekking&Running Marbella, un grandísimo atleta con quien he tenido el placer de compartir varias carreras y además varios proyectos deportivos, en los que siempre se involucra desde el minuto 1.
Tras subir andando las primeras pendientes, Raúl me dejó atrás en el primer avituallamiento, kilómetro 4,8 según organización y mi GPS.
Cansado de haber estado corriendo recientemente con varios kilos a cuestas en la mochila, en esta prueba llevaba lo justo, medio litro de agua, un par de geles y un par de barritas, así que sería clave ir repostando en los avituallamientos.
Más aun cuando se me saltaron las gomillas que apretaban los bidones a la mochila, por lo que se me salían con los botes... uno directamente lo vacié y metí en la mochila, y el otro lo agarré como pude con una gomilla.
En la bajada volvía coger a Raúl, pero se me soltaron los cordones de la zapatilla derecha y al parar a atármelos me olvidé de pillarlo; la bajada estaba fenomenal en comparación a lo que recordaba ("el País del Barro", hoy casi seco), pero aun así había zonas bastante inclinadas y pedregosas, por lo que puse un ritmo más conservador mientras la estación de Benaoján comenzaba a divisarse en la distancia.
Pese a que mi ritmo era más que cómodo, ya comenzaba a adelantar a algunos corredores que se habían pasado de ritmo en las primeras subidas, y a otros que bajaban aun peor que yo, como José Luis, con quien coincidí en Euráfrica; bajando le pasa como a mí, pero subiendo tira hasta más que yo... y así, nada más cruzar la vía del tren en Benaoján se volvió a poner por delante.
Llegamos a la esquina donde pillamos José, Aitor y yo el avituallamiento en Bandoleros, al amanecer, y emprendiendo el camino en dirección opuesta a la que llevamos en dicha prueba, afrontamos la subida hacia Benaoján, donde me encontré con José de nuevo.
Paré un momento en el avituallamiento Benaoján, donde me encontré a Bartolo, concejal de deportes, y otros miembros del equipo de gobierno local a quienes conocí durante el Reto 360º Solidarios el pasado noviembre, y recuperé líquidos.
Dejé atrás momentáneamente a Jose y me lancé tras la estela de José Luis, que subía trotando sin prisa pero sin pausa hacia Montejaque; acabaría dejándome atrás, enorme este veterano.
Aun así pasé a varios corredores, entre ellos algunos del Maratón Jerez, lo que me hacía pensar que la salida este año había sido más rápida de lo debido para más de uno, ya que además de recordar que había menos corredores en la prueba, también recordaba que fuimos más tranquilos hasta el cuartel... es verdad que la falta de barro se estaba agradeciendo, pero quedaba por ver si el calor, ya notorio, causaría o no estragos más adelante...
No tardé en llegar al punto donde pensé que me descalificaban en mi primer HOLE (perdí el dorsal), en Montejaque, donde hoy me esperaban unas animadas voluntarias, entre ellas Mari, de Eventos Montes, con una torta de chicharrones deliciosa.
Me hubiese encantado haberme quedado a charlar un poco con ellas, pero había que continuar y me esperaba la subida a la ermita, así que era mejor no enfriarse.
Hice la primera parada para ir al baño a los pies de la misma, y comencé a subir sin prisa pero sin pausa, oteando el horizonte en cada uno de los giros para ver por donde me iba colocando la carrera.
Tenía a José a un giro de distancia, y a poco más estaría Víctor, el legionario con el que coincidí en la bajada del refugio de Líbar hacia Montejaque, ya que si la voz no era la suya, era idéntica.
Desde lo alto de la ermita me dejé caer, recordando esa primera noche en Bandoleros, pero debí relajarme bastante, ya que no tardaron en alcanzarme José primero y Víctor después.
Me puse a su ritmo, ya que no iba forzado, y fuimos bajando a buen paso juntos.
Nos separamos en el avituallamiento previo al campamento de la legión, ya que José siguió de largo (estaba prácticamente haciendo la prueba en autosuficiencia, y siendo veterano en Sables lo llevaba muy bien), y Víctor debió de tardar algo más en repostar, ya que esperaba que posteriormente se nos uniese, pero no nos alcanzó.
Tras pocos minutos ya volvía a estar detrás de José, y sin buscarlo, estábamos de nuevo corriendo a la par.
Seguro que si lo intentamos a propósito, no somos capaces de correr más del 75% de un ultra juntos (de hecho, él estaba haciéndola con Piescu, un compañero con el que nos echamos una foto en el Boyar, a la vuelta de Bandoleros), y sin embargo, pocas semanas después, la carrera nos había colocado juntos una vez más.
Pasamos la media maratón en 2 horas, que quedaba justo en el avituallamiento de la legión, y tras cruzar las vías del tren pusimos el automático en la cuesta.
Allí nos enganchó un compañero gaditano del Puerto, con el que fuimos ascendiendo por una pendiente que se nos hizo bastante larga, y donde hubiese venido muy bien colocar un avituallamiento previo al del kilómetro 30, ya que se nos fue una hora y 5 en ese tramo, e íbamos muy bien.
Otros corredores tardaron más, y a más de uno se le atragantó la subida, como a un muchacho del Grupo Alpino de Benalmádena al que el compañero del Puerto cedió su agua, ya que estaba completamente seco y acalambrado.
A lo mejor es solo mi impresión, pero como he comentado más de una vez a lo largo de la crónica, creo que la salida fue mucho más rápida de lo debido... quizás se le está perdiendo el respeto a los ultras, y eso es algo que puede resultar muy caro...
Al llegar al avituallamiento ya había varios corredores esperando para ser evacuados... ¡y apenas habíamos superado el ecuador de la prueba!
Fuimos andando en todas las subidas, y en los tramos corribles íbamos a entre 5 y 6 minutos el kilómetro, un ritmo muy asequible (de ultra, vamos), y no paramos de adelantar a corredores a mansalva desde el avituallamiento de la legión...
Ahora tocaba una larga bajada hacia Arriate, marcada como peligrosa, aunque más bien para los ciclistas, ya que no era muy técnica.
El firme si que estaba regular, y plagado de piedras, por lo que se me acabó atascando, y ahí me pasaron mis dos compañeros de camino y otros corredores, como Rafael y otro corredor del Alpino Jarapalos, muy buenos bajadores.
Casi no paré en el avituallamiento previo a Arriate, ya con mis compañeros a la vista, y en el segundo tramo de bajada, más corto y corrible, los fui alcanzando.
Me animó mucho recordar que fue en esa zona donde empezó a darme el "pajarón" el año pasado en los 101, y ahora estaba yendo fenomenal y disfrutando el mismo tramo (a la inversa), así que el ritmo fue fluyendo solo, de forma natural.
En el avituallamiento de Arriate me reconocieron los muchachos de Dorsalchip, y tuvieron un detallazo al nombrarme con el sintetizador de voz por megafonía ¡qué grandes!
Con las pilas puestas y rehidratado pero con algo de hambre (increíble el olor a pollo asado en la plaza del avituallamiento, ¡eso resucita aun muerto!), divisé a José a lo lejos y mientras me comía la barrita de la bolsa del corredor, fui alcanzándolo, ya saliendo de Arriate.
Había pasado un mal momento por culpa de su pie derecho, en el que arrastra una fascitis plantar desde hace ya algún tiempo, pero tras tomarse un ibuprofeno, parece que iba mejor.
Yo llevaba uno en la mochila por si el pecho me daba la lata, ya que lo tenía lleno de mocos y había pasado toda la noche tosiendo cuando ya casi me había recuperado, pero con la de mocos y flemas que estaba echando en la carrera no tenía de que preocuparme.
Alcanzamos a Rafa y a su compañero, y nos internamos juntos en el Arroyo de la Ventilla, una zona preciosa donde en mi primer HOLE comencé a andar incluso en los llanos.
Recordaba el camino con una precisión increíble, e iba comentándoselo a mis compañeros de trayecto mientras esquivábamos senderistas.
El paso por el arroyo fue coser y cantar este año, y estaba disfrutando como un enano de los toboganes.
Las balizas desaparecieron por momentos, pero tenía claro el camino, así que, sin dudar ni un momento, cogimos un desvío a la izquierda; si pronto escuchábamos coches o aplausos iríamos bien, ya que el puente estaría cerca...
Es verdad que pasamos un tramo largo sin balizas, pero no me inquieté ni por un momento... eso sí, ¡cuando vimos dos balizas en una bifurcación me dio la risa!
Suponíamos que se unirían ambos caminos más adelante, pero por si acaso y en vista de que conocía el camino, me siguieron sin dudar, y ya encontramos de nuevo las balizas, y comenzamos a ver corredores a lo lejos... entre ellos, uno con una camiseta que me resultaba familiar...
¡Era Fran, del Media Trail Mijas!
Es un fijo este año de la LRU, un superviviente, como demostró en el I Ultra Líbar Adventure, corredor top este año en la liga, pero hoy no era su día... una caída sobre el kilómetro 10 lo había dejado fuera de combate, y por no retirarse estaba sufriendo de lo lindo... menos mal que ya le quedaba poco (un saludo Fran, ¡espero que llegases bien!).
Llegamos al puente, paramos brevemente en el avituallamiento, y tras incorporarnos con las bicis afrontamos el último tramo de cuestas, José y yo codo con codo y Rafa sin separarse demasiado, unas veces por delante y otras por detrás; ¡se me pasó volando!
Cuando nos dimos cuenta estábamos superando la maratón, en 4 horas 24 minutos, en un avituallamiento donde paramos algo más, yo para beber más y José para rellenar sus bidones, vacíos en el último tramo.
Seguíamos adelantando algún que otro corredor desperdigado, pero la carrera ya nos había puesto a cada uno en nuestro sitio; nosotros seguíamos con nuestra estrategia, corriendo en llano, y en cuanto llegaba una tachuela o cuesta, pie a tierra y a recuperar.
Personalmente iba muy entero y animado, y por las referencias que tenía de mi primer HOLE estaba claro que iba a batir la marca, aunque no quería confiarme...
Tras subir una pequeña cuesta la pendiente fue suavizándose y colocándose a favor hasta el Pilar de Coca, donde prácticamente no nos detuvimos y seguimos camino a Ronda, ya a menos de 8 kilómetros, y restando...
La diferencia del tramo final con respecto a mi primer HOLE de nuevo fue enorme, ya que las bicicletas tenían espacio para rodar sin molestarnos (ni nosotros a ellas) y apenas había barro; en mi debut en la prueba, con la lluvia, todos queríamos el centro del carril, y al pasar las bicicletas te salpicaban barro hasta en el alma.
Fuimos trotando por las suaves lomitas que nos iban acercando a Ronda, y tras parar en el último avituallamiento, cogí las riendas y fui tirando de José como él hizo conmigo en Bandoleros; yo marcaba el ritmo y le iba adelantando que nos íbamos a ir encontrando y el me seguía sin separarse.
Parecía que no llegábamos a Ronda, cada vez quedaban menos kilómetros y seguíamos bastante lejos, pero tras pasar bajo el puente de la circunvalación, donde se coloca el primer avituallamiento de los 101, ya sabíamos que estábamos allí.
No quería forzar el ritmo ya que íbamos muy bien y José iba justito, pero Rafa nos pasó a buen ritmo y nos animó a pegarnos a el, como nosotros habíamos hecho con él previamente, sí que nos animamos.
José se fue quedando poco a poco, pero ya estábamos a menos de un kilómetro, así que no quería sacarle de ritmo; sabía que llegaría bien.
Los últimos metros fueron una gozada, y acabé con sprint incluido, en 5:42:10, en una prueba que por mi GPS se había alargado en casi 1.600 metros (en montaña es muy difícil clavar las distancias, demasiado bien había ido yendo la medición en carrera hasta la mediación).
Felicité a Rafa y a José, a quien por fin le pude dar el teléfono (en Bandoleros nos despistamos), y tras charlar brevemente con el encargado de Dorsalchip, que se acercó a saludar, recogí mi ticket con el tiempo y me dirigí a por un plato de paella, no sin antes felicitar a Alex Barrera, que vuelve a estar hecho un toro y hoy volvió al podio.
Con la paella en mano y charlando con Raúl estuve haciendo cola para la grabación de medalla, donde conocí también a Nacho, ciclista de Marbella que añadió otro HOLE a su colección, aunque aun no sabe si animarse o no a probar algún año en los 101.
Una vez tuve grabada la medalla y tras recoger mis cosas del guardarropa tocaba volver a casa, cerrando una nueva aventura en la que puse en práctica una nueva estrategia de carrera que me funcionó de perlas pese a la fatiga acumulada.
Si pillo plaza para Grazalema, será mi próxima aventura en la Liga Rondeña de Ultrafondo, pero lo que es seguro es que os veré a muchos el domingo que viene en la media de Málaga.
¡Un abrazo a todos!
El ambiente era de escándalo, me había encontrado ya a una nutrida comitiva de compañeros del Club Atletismo Pontanés Amigos del Canal, al crack Pedro Abello, que seguro que hoy volvía a dar espectáculo, y a varios curtidos guerreros con los que suelo coincidir, como Fran, con quien compartí varias decenas de kilómetros en la última edición de las 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme.
Traté de adelantar alguna posición cuando se abrió el corralito de salida, ya que aunque mi idea era ir conservador hasta la zona de Arriate, no quería quedarme atascado en la salida.
La situación no era para nada la que recordaba de mi debut en la prueba, marcado por el viento, el frío y la lluvia, y además la participación se había incrementado exponencialmente tras la edición que me perdí para correr en el Ultra Trail Tabernas Desert el año pasado.
La salida fue bastante más rápida de lo que recordaba, con parciales por debajo de 4:30 minutos el kilómetro aprovechando la pendiente a favor, y las piernas extrañamente recuperadas de las últimas sesiones (80 kilómetros en total en los dos días previos a la prueba).
Hubo corredores que apretaron más, sobre todo de la prueba corta, que pasaban como balas, y otros a los que ya iba pasando, pero no tenía prisa e iba cómodo con mi ritmo.
Coincidí con José, con quien compartí camino desde Ronda a Prado del Rey en el V Ultra Trail Sierras del Bandolero, varias semanas atrás, pero en estos momentos aun no habíamos encontrado nuestra posición en la prueba, así que nos adelantábamos mutuamente.
También coincidí con Raúl, de Trekking&Running Marbella, un grandísimo atleta con quien he tenido el placer de compartir varias carreras y además varios proyectos deportivos, en los que siempre se involucra desde el minuto 1.
Tras subir andando las primeras pendientes, Raúl me dejó atrás en el primer avituallamiento, kilómetro 4,8 según organización y mi GPS.
Cansado de haber estado corriendo recientemente con varios kilos a cuestas en la mochila, en esta prueba llevaba lo justo, medio litro de agua, un par de geles y un par de barritas, así que sería clave ir repostando en los avituallamientos.
Más aun cuando se me saltaron las gomillas que apretaban los bidones a la mochila, por lo que se me salían con los botes... uno directamente lo vacié y metí en la mochila, y el otro lo agarré como pude con una gomilla.
En la bajada volvía coger a Raúl, pero se me soltaron los cordones de la zapatilla derecha y al parar a atármelos me olvidé de pillarlo; la bajada estaba fenomenal en comparación a lo que recordaba ("el País del Barro", hoy casi seco), pero aun así había zonas bastante inclinadas y pedregosas, por lo que puse un ritmo más conservador mientras la estación de Benaoján comenzaba a divisarse en la distancia.
Pese a que mi ritmo era más que cómodo, ya comenzaba a adelantar a algunos corredores que se habían pasado de ritmo en las primeras subidas, y a otros que bajaban aun peor que yo, como José Luis, con quien coincidí en Euráfrica; bajando le pasa como a mí, pero subiendo tira hasta más que yo... y así, nada más cruzar la vía del tren en Benaoján se volvió a poner por delante.
Llegamos a la esquina donde pillamos José, Aitor y yo el avituallamiento en Bandoleros, al amanecer, y emprendiendo el camino en dirección opuesta a la que llevamos en dicha prueba, afrontamos la subida hacia Benaoján, donde me encontré con José de nuevo.
Paré un momento en el avituallamiento Benaoján, donde me encontré a Bartolo, concejal de deportes, y otros miembros del equipo de gobierno local a quienes conocí durante el Reto 360º Solidarios el pasado noviembre, y recuperé líquidos.
Dejé atrás momentáneamente a Jose y me lancé tras la estela de José Luis, que subía trotando sin prisa pero sin pausa hacia Montejaque; acabaría dejándome atrás, enorme este veterano.
Aun así pasé a varios corredores, entre ellos algunos del Maratón Jerez, lo que me hacía pensar que la salida este año había sido más rápida de lo debido para más de uno, ya que además de recordar que había menos corredores en la prueba, también recordaba que fuimos más tranquilos hasta el cuartel... es verdad que la falta de barro se estaba agradeciendo, pero quedaba por ver si el calor, ya notorio, causaría o no estragos más adelante...
No tardé en llegar al punto donde pensé que me descalificaban en mi primer HOLE (perdí el dorsal), en Montejaque, donde hoy me esperaban unas animadas voluntarias, entre ellas Mari, de Eventos Montes, con una torta de chicharrones deliciosa.
José, otro compañero y un servidor, en el avituallamiento |
Muy cómodo, y superando ya en 3 minutos la llegada a Benaoján con respecto a mi debut en la prueba |
Hice la primera parada para ir al baño a los pies de la misma, y comencé a subir sin prisa pero sin pausa, oteando el horizonte en cada uno de los giros para ver por donde me iba colocando la carrera.
Tenía a José a un giro de distancia, y a poco más estaría Víctor, el legionario con el que coincidí en la bajada del refugio de Líbar hacia Montejaque, ya que si la voz no era la suya, era idéntica.
Desde lo alto de la ermita me dejé caer, recordando esa primera noche en Bandoleros, pero debí relajarme bastante, ya que no tardaron en alcanzarme José primero y Víctor después.
Me puse a su ritmo, ya que no iba forzado, y fuimos bajando a buen paso juntos.
Nos separamos en el avituallamiento previo al campamento de la legión, ya que José siguió de largo (estaba prácticamente haciendo la prueba en autosuficiencia, y siendo veterano en Sables lo llevaba muy bien), y Víctor debió de tardar algo más en repostar, ya que esperaba que posteriormente se nos uniese, pero no nos alcanzó.
Tras pocos minutos ya volvía a estar detrás de José, y sin buscarlo, estábamos de nuevo corriendo a la par.
Seguro que si lo intentamos a propósito, no somos capaces de correr más del 75% de un ultra juntos (de hecho, él estaba haciéndola con Piescu, un compañero con el que nos echamos una foto en el Boyar, a la vuelta de Bandoleros), y sin embargo, pocas semanas después, la carrera nos había colocado juntos una vez más.
Pasamos la media maratón en 2 horas, que quedaba justo en el avituallamiento de la legión, y tras cruzar las vías del tren pusimos el automático en la cuesta.
Saliendo del cuartel |
Otros corredores tardaron más, y a más de uno se le atragantó la subida, como a un muchacho del Grupo Alpino de Benalmádena al que el compañero del Puerto cedió su agua, ya que estaba completamente seco y acalambrado.
A lo mejor es solo mi impresión, pero como he comentado más de una vez a lo largo de la crónica, creo que la salida fue mucho más rápida de lo debido... quizás se le está perdiendo el respeto a los ultras, y eso es algo que puede resultar muy caro...
Al llegar al avituallamiento ya había varios corredores esperando para ser evacuados... ¡y apenas habíamos superado el ecuador de la prueba!
Fuimos andando en todas las subidas, y en los tramos corribles íbamos a entre 5 y 6 minutos el kilómetro, un ritmo muy asequible (de ultra, vamos), y no paramos de adelantar a corredores a mansalva desde el avituallamiento de la legión...
Ahora tocaba una larga bajada hacia Arriate, marcada como peligrosa, aunque más bien para los ciclistas, ya que no era muy técnica.
El firme si que estaba regular, y plagado de piedras, por lo que se me acabó atascando, y ahí me pasaron mis dos compañeros de camino y otros corredores, como Rafael y otro corredor del Alpino Jarapalos, muy buenos bajadores.
Casi no paré en el avituallamiento previo a Arriate, ya con mis compañeros a la vista, y en el segundo tramo de bajada, más corto y corrible, los fui alcanzando.
Me animó mucho recordar que fue en esa zona donde empezó a darme el "pajarón" el año pasado en los 101, y ahora estaba yendo fenomenal y disfrutando el mismo tramo (a la inversa), así que el ritmo fue fluyendo solo, de forma natural.
En el avituallamiento de Arriate me reconocieron los muchachos de Dorsalchip, y tuvieron un detallazo al nombrarme con el sintetizador de voz por megafonía ¡qué grandes!
Con las pilas puestas y rehidratado pero con algo de hambre (increíble el olor a pollo asado en la plaza del avituallamiento, ¡eso resucita aun muerto!), divisé a José a lo lejos y mientras me comía la barrita de la bolsa del corredor, fui alcanzándolo, ya saliendo de Arriate.
Había pasado un mal momento por culpa de su pie derecho, en el que arrastra una fascitis plantar desde hace ya algún tiempo, pero tras tomarse un ibuprofeno, parece que iba mejor.
Yo llevaba uno en la mochila por si el pecho me daba la lata, ya que lo tenía lleno de mocos y había pasado toda la noche tosiendo cuando ya casi me había recuperado, pero con la de mocos y flemas que estaba echando en la carrera no tenía de que preocuparme.
Alcanzamos a Rafa y a su compañero, y nos internamos juntos en el Arroyo de la Ventilla, una zona preciosa donde en mi primer HOLE comencé a andar incluso en los llanos.
Recordaba el camino con una precisión increíble, e iba comentándoselo a mis compañeros de trayecto mientras esquivábamos senderistas.
El paso por el arroyo fue coser y cantar este año, y estaba disfrutando como un enano de los toboganes.
Las balizas desaparecieron por momentos, pero tenía claro el camino, así que, sin dudar ni un momento, cogimos un desvío a la izquierda; si pronto escuchábamos coches o aplausos iríamos bien, ya que el puente estaría cerca...
Es verdad que pasamos un tramo largo sin balizas, pero no me inquieté ni por un momento... eso sí, ¡cuando vimos dos balizas en una bifurcación me dio la risa!
Suponíamos que se unirían ambos caminos más adelante, pero por si acaso y en vista de que conocía el camino, me siguieron sin dudar, y ya encontramos de nuevo las balizas, y comenzamos a ver corredores a lo lejos... entre ellos, uno con una camiseta que me resultaba familiar...
¡Era Fran, del Media Trail Mijas!
Es un fijo este año de la LRU, un superviviente, como demostró en el I Ultra Líbar Adventure, corredor top este año en la liga, pero hoy no era su día... una caída sobre el kilómetro 10 lo había dejado fuera de combate, y por no retirarse estaba sufriendo de lo lindo... menos mal que ya le quedaba poco (un saludo Fran, ¡espero que llegases bien!).
Llegamos al puente, paramos brevemente en el avituallamiento, y tras incorporarnos con las bicis afrontamos el último tramo de cuestas, José y yo codo con codo y Rafa sin separarse demasiado, unas veces por delante y otras por detrás; ¡se me pasó volando!
Cuando nos dimos cuenta estábamos superando la maratón, en 4 horas 24 minutos, en un avituallamiento donde paramos algo más, yo para beber más y José para rellenar sus bidones, vacíos en el último tramo.
Seguíamos adelantando algún que otro corredor desperdigado, pero la carrera ya nos había puesto a cada uno en nuestro sitio; nosotros seguíamos con nuestra estrategia, corriendo en llano, y en cuanto llegaba una tachuela o cuesta, pie a tierra y a recuperar.
Personalmente iba muy entero y animado, y por las referencias que tenía de mi primer HOLE estaba claro que iba a batir la marca, aunque no quería confiarme...
Tras subir una pequeña cuesta la pendiente fue suavizándose y colocándose a favor hasta el Pilar de Coca, donde prácticamente no nos detuvimos y seguimos camino a Ronda, ya a menos de 8 kilómetros, y restando...
La diferencia del tramo final con respecto a mi primer HOLE de nuevo fue enorme, ya que las bicicletas tenían espacio para rodar sin molestarnos (ni nosotros a ellas) y apenas había barro; en mi debut en la prueba, con la lluvia, todos queríamos el centro del carril, y al pasar las bicicletas te salpicaban barro hasta en el alma.
Fuimos trotando por las suaves lomitas que nos iban acercando a Ronda, y tras parar en el último avituallamiento, cogí las riendas y fui tirando de José como él hizo conmigo en Bandoleros; yo marcaba el ritmo y le iba adelantando que nos íbamos a ir encontrando y el me seguía sin separarse.
Parecía que no llegábamos a Ronda, cada vez quedaban menos kilómetros y seguíamos bastante lejos, pero tras pasar bajo el puente de la circunvalación, donde se coloca el primer avituallamiento de los 101, ya sabíamos que estábamos allí.
No quería forzar el ritmo ya que íbamos muy bien y José iba justito, pero Rafa nos pasó a buen ritmo y nos animó a pegarnos a el, como nosotros habíamos hecho con él previamente, sí que nos animamos.
José se fue quedando poco a poco, pero ya estábamos a menos de un kilómetro, así que no quería sacarle de ritmo; sabía que llegaría bien.
Los últimos metros fueron una gozada, y acabé con sprint incluido, en 5:42:10, en una prueba que por mi GPS se había alargado en casi 1.600 metros (en montaña es muy difícil clavar las distancias, demasiado bien había ido yendo la medición en carrera hasta la mediación).
Felicité a Rafa y a José, a quien por fin le pude dar el teléfono (en Bandoleros nos despistamos), y tras charlar brevemente con el encargado de Dorsalchip, que se acercó a saludar, recogí mi ticket con el tiempo y me dirigí a por un plato de paella, no sin antes felicitar a Alex Barrera, que vuelve a estar hecho un toro y hoy volvió al podio.
Con la paella en mano y charlando con Raúl estuve haciendo cola para la grabación de medalla, donde conocí también a Nacho, ciclista de Marbella que añadió otro HOLE a su colección, aunque aun no sabe si animarse o no a probar algún año en los 101.
Una vez tuve grabada la medalla y tras recoger mis cosas del guardarropa tocaba volver a casa, cerrando una nueva aventura en la que puse en práctica una nueva estrategia de carrera que me funcionó de perlas pese a la fatiga acumulada.
Si pillo plaza para Grazalema, será mi próxima aventura en la Liga Rondeña de Ultrafondo, pero lo que es seguro es que os veré a muchos el domingo que viene en la media de Málaga.
¡Un abrazo a todos!
Lo mejor
-Las colas de recogida de dorsales y guardarropa fueron realmente rápidas, estuvieron muy bien organizadas y bien dotadas con voluntarios.
-La bolsa del corredor fue fenomenal, el maillot muy bonito, un gel y una barrita, la revista de la liga, descuentos en tiendas deportivas... si le unimos la cantidad y calidad de los avituallamientos, la prueba se amortiza con creces desde el punto de vista del corredor.
-No sé si fue mi impresión, pero este año con respecto a mi primera participación todo fluyó mucho mejor, los corredores de la prueba larga y la media nos separamos y unimos en los momentos oportunos y con las bicis solo nos encontramos al final, por lo que estos nuevos recorridos y distancias, desde mi punto de vista, han sido todo un acierto.
A mejorar
-Del kilómetro 21 al 30 hubiese venido de perlas un avituallamiento, y había carriles para haber metido una furgoneta... al que fuese justo de fuerzas o sin agua, desde luego, se le haría muy largo ese tramo.
-No tuve la suerte de subirme al podio (y en un HOLE lo veo difícil), pero por lo que me han contado lo compañeros, la espera fue eterna... no veo bien que se haga como en otras pruebas y se entreguen los trofeos nada más llegar por meta los 3 primeros de cada categoría, pero esperar hasta que cierre la meta es excesivo, habría que buscar una solución intermedia.
-Los servicios post-carrera estuvieron bastante colapsados (casi 1 hora de cola para grabar medalla), y de los ultrafondistas entré entre los 50 primeros; creo que harían falta más voluntarios en la zona de paellada y grabación de medallas, al menos en las horas en las que mayor concentración de finishers se produce.
Hola Juan,
ResponderEliminarTe he visto en la foto con medias compresivas y pensaba que no son tan beneficiosas para usar en ultras.
Me surge una duda, desde que cambié mi recpeción de la pisada a un correr más natural con el mediopie, me aparecen cada poco tiempo sobrecargas en el gemelo de la pierna derecha.
Como ves el usar pantorrilleras para solucionar el problema y que marcas te gustan pues he usado medilast pero la sobrecarga aparece con ellas.
Supongo que el cambio de la pisada es algo mucho más lento de lo que yo esperaba y tendré que reducir drásticamente los km y empezar como si fuera de cero.
Gracias
¡Hola Eduardo!
EliminarEl único motivo por el que las uso es porque con ellas estoy más calentito, salvo las Lurbel que fueron las que llevé en el HOLE las otras las tengo dadas de sí, por lo que apretar ni aprietan ya jajaja
Solo he probado Lurbel y HG Sport además de las de Bandoleros, pero no noto diferencia alguna a correr con ellas o sin ellas, salvo por la temperatura...
En mi caso para comenzar a correr de forma más natural aproveché la recuperación tras un maratón y varias semanas "en blanco" para ir sin prisas ni presiones, lo mejor es no forzar las cosas.
¡Un saludo!