Un año más volvía la carrera familiar solidaria, y como no podía ser de otra forma, desde temprano (no había recogido el dorsal con anterioridad) estuve en el aparcamiento del puerto, encontrándome con compañeros de club, corredores y, finalmente, mis padres, que también participarían. Este año la prueba no entraba dentro del circuito de Carreras Populares y se habían eliminado las categorías, pero se había incluido otro destinatario de los beneficios de la prueba, la Fundación Cudeca, a la que particularmente siempre tengo muy presente.