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XIX La Legión 101km24h


En mi debut cometí muchísimos errores, sufrí más que nunca hasta ese momento, y arrastrándome acabé; en mi segundo asalto el sufrimiento llegó a una nueva dimensión, y con muchísimo dolor tuve que abortar, tras medio año entrenando solo con la prueba en mente, en el kilómetro 50.

A medida que uno va haciéndose mayor va perdiendo la noción del tiempo, y aunque sigo siendo muy joven y tengo mucho que aprender, me sorprendí tras lo que parecía un suspiro, otro año más, en la cola de sellado de pasaportes del campo de fútbol de Ronda.


Cada año me ha parecido que un corredor completamente diferente afrontaba la prueba, más experimentado, con diferentes expectativas... y este año había tomado hacía tiempo ya la decisión de salir a disfrutar, sin agobios y sin tiempos de paso.

Salimos temprano para Ronda, a las 7 de la mañana, con el que sería mi equipo de apoyo (mis padres en esta ocasión, al trabajar Mayte), y tras re-desayunar en un bar cercano a la salida, en torno a las 9 de la mañana me despedí de ellos.

Tenían un folio con los tiempos de paso aproximados que podría hacer teniendo en cuenta la previsión que hice en su día el año pasado, pero con una horquilla de una hora más por pueblo, por lo que no tardaríamos demasiado en vernos; si hacía un tiempo de entre 13 y 14 horas me daba por satisfecho.


¡Como pasa el tiempo!
La "peor" parte desde mi punto de vista en los 101 es la eterna espera previa a la salida... si, el ambiente es de escándalo, te encuentras a multitud de gente y llevas meses esperando, pero esas últimas horas se hacen interminables.

Otros años he acabado aturullándome  y yendo de un lado a otro del campo de fútbol (saludando a unos y otros, yendo al baño, buscando a la cabra, posando para una foto, yendo al baño de nuevo...), pero este año tenía claro lo que haría: posicionarme bien para estar en una posición cómoda en la salida.

Tras saludar a un veteranísimo como Dantitan Powers y a multitud de compañeros me coloqué bajo el arco que, una vez saliesen los ciclistas, nos conduciría al corralito de salida, y allí me coloqué, charlando con unos y otros mientras comenzaba a concentrarme en la aventura que tenía por delante.


Uno de los "clásicos" de los 101 
Poco antes de comenzar la prueba ciclista me empezaron a entrar ganas de ir al baño, pero como entre esta web y las pruebas muchos me conocen de vistas u oídas, entretuve la mente ocupada conversando sobre carreras, minimalismo y la montaña en general para no pensar en mi vejiga.


Salida de los participantes en MTB; instantánea de Diario Sur
Poco después de abandonar los ciclistas, tras varios minutos de incesante goteo, la pista de atletismo, me sorprendió muy gratamente encontrarme a Tenllado y Don Francisco Contreras  "Súper Paco" llegando al arco que nos conduciría al tartán.



¡Preparados para ocupar la pista!
Al primero lo conocí en la decimotercera etapa del Reto Barcelona-Málaga, 1.168 kilómetros que se cargaron entre él, Mark Woolley, Francisco Berbén y Paco Contreras, jornada en la que también nos acompañó Súper Paco, ultrafondista de vieja escuela que no necesita presentación.

Calentamos el cuerpo con un breve sprint una vez que se abrieron las vallas, en una mañana fresca pero muy agradable, que contrastaba enormemente con las dos visitas previas al campo de fútbol de Ronda, donde tras pocos minutos al sol comenzaba a sudar.


¿Encontráis a Wally? Una pista, llevo el Buff de Bandoleros ;)

En décimas de segundo estábamos embutidos bajo el arco de salida
Podría haber apretado más el paso y haber pillado una posición más ventajosa, pero mi idea no era salir a reventar la prueba (porque el que acabaría reventado en ese caso sería yo), pero tampoco comenzar, como siempre, esquivando y adelantando en zigzag a participantes que pese a comenzar andando se colocaban por delante de mí.

Delante estaban los pros, a los que tras el reconocimiento a Súper Paco, entre otros, fue presentando Chito, mítico Speaker en carreras de montaña: Joan Marc, Miquel Capó, Rubén Delgado, Víctor Pimentel...

Una primera línea de combate de Órdago (y la segunda también, por el aspecto de sus integrantes), entre la que tengo la suerte de contar a varios amigos, a los que fui saludando a voces entre el griterío.

Estuvimos algo más de media hora bajo el arco de salida, aunque cada segundo se me hizo un mundo... ¡y sin embargo, desde que comenzaron las arengas y hasta que se dio la salida el momento voló en un abrir y cerrar de ojos!


¡Chupinazo!
A más de uno pillaría de improvisto, ya que, como siempre, aunque esta vez en mucha menor medida, tuve que abrirme paso en zigzag en los dos primeros giros, el que nos sacaba del campo de fútbol y el que nos introducía en la Avenida de Málaga.

En la callecita intermedia me encontré a los citados Mark Woolley y Francisco Berbén, que participarían en la modalidad de equipos civiles bajo el nombre de "Viejos Lobos", de momento desperdigados en el torrente de marchadores que nos abríamos paso hacia el corazón de Ronda.

Me abrí paso hacia la izquierda, para dejar pasar a aquellos con más prisa que se habían quedado más atrás en la salida, y saludando a espectadores y compañeros fui encontrando el ritmillo.

Casi hasta el mismo campo de fútbol fui con Antonio, corredor que siempre que se monta una aventura grande (Barcelona-Málaga, la Carretera de la Muerte casi en total autosuficiencia de Paco Contreras a final de año...) nos acompaña en el tramo del inicio del Paseo Marítimo de Málaga, aunque finalmente pisaría el acelerador.


Buscando ritmo con otros compañeros
Mi vejiga me recordaba con cada apoyo que seguía llena, por lo que los primeros compases de la carrera se me hicieron bastante largos, como a los compañeros que llevaba a ambos lados, así que en cuanto dejamos Ronda y cogimos el Camino de los Quejigales paré frente una tapia para aligerar la carga.

Ahora si que sí, ya estaba completamente cómodo, me encontraba rodando a un ritmo conservador, bajo una buena temperatura y controlando la euforia del momento, sin ganas de comer ni beber nada.

No sé si otros años no me di cuenta, al salir mucho más pasado de revoluciones, pero me pareció que la salida de este año fue realmente rápida, ya que desde que dejamos Ronda y hasta el ascenso de la "Cuesta del Caramelito" me pudieron adelantar, al menos, medio centenar de personas, que subían corriendo, trotando y caminando a gran velocidad.

Muchos me daban ánimos al adelantarme y me decían que me uniese a ellos, pero ya había tomado la firme resolución de subir caminando todas las cuestas; si al final llegaban las fuerzas podría emplearlas para hacer algo épico como subir trotando la Cuesta del Cachondeo, pero dudaba mucho que fuese así, así que mejor subir andando.

Pasé de largo en el primer avituallamiento, ya que pese a llevar encima "lo justo" (el material obligatorio, batería externa y cargador y el resto del espacio ocupado por comida), tenía aun dos botellines de Powerade helado sin abrir y comida suficiente para darle dos vueltas al circuito de los 101, así que mientras tuviese líquido no pensaba parar.

Es verdad que ya íbamos encontrando charcos por el camino, pero la temperatura era fenomenal, casi hasta demasiado calurosa cuando el sol nos daba de lleno sin brisa, por lo que de momento prefería la previsión meteorológica de este año, sin duda alguna.

Poco después de dejar atrás el Pilar de Coca, del que volví a pasar de largo, me saludó un corredor con el que había estado charlando por Internet antes de la prueba, y que corría con unas sandalias que él mismo se había fabricado (un abrazo campeón), con el que recorrí un buen tramo, antes de que apretase el paso.

Básicamente me "fueron llevando" hasta Navetas, ya que varios de los corredores que llegaban fuerte desde atrás pausaban ligeramente el ritmo, charlábamos un rato y posteriormente volvían a poner la primera, por lo que los kilómetros fueron pasando sin darme cuenta si quiera.

El reloj estaba en silencio, y la hoja que usé en los XVIII 101 Kilómetros en 24 Horas la llevaba por debajo del dorsal; así me olvidaba de tiempos y ritmos y me centraba en mis sensaciones, guardando en las tachuelillas y dejándome caer en las bajadas, donde, simplemente alargando la zancada, volvía a ponerme a la par de los corredores que me dejaban atrás en las subidas.

En la entrada al campo de maniobras si que me dejé llevar un poco y subí trotando, pero sin pasarme de revoluciones, ya que es uno de los puntos calientes de animación y la euforia puede sacarte de punto con facilidad.

Emilio, cientounero de Medrunning que este año viviría la prueba desde la barrera, me inmortalizó en la entrada a Navetas; un saludo campeón, ¡espero la foto!


¡fotón!

Muy animado en la entrada a Navetas
Ya en el interior del bucle me di cuenta de que cada vez me adelantaban menos corredores, y por contra, iba alcanzando a otros cuyas camisetas o zapatillas me resultaban conocidas... me sentía "lento" al correr cómodo, pero ahora que comenzaba a recuperar alguna posición, con las piernas completamente frescas, comencé a animarme más.

Me encontré de nuevo con Antonio llegando a la zona del campo de tiro; bastoneando me adelantaba en las subidas, ya que ascendía sin prisa, pero en cuanto el terreno picaba a favor volvíamos a ponernos a la par, y finalmente acabaría dejándolo atrás.

Salí de Navetas bastante antes de lo que me esperaba (me daba la sensación de que otros años ese tramo se me había hecho más largo), y tras saludar de nuevo a Emilio y a varios conocidos (Bichos Runners, Susmuráis...) puse rumbo a Arriate.


Inmortalizado de nuevo por Emilio
Imagen de Ezequiel, del Sierra Bermeja Trail

Otra captura del compañero ;)
Recuerdo que el año pasado me entraron ganas de tirarme al Guadalcobacín, pero este año al pasar junto a su ribera casi hacía fresco...

En la tendida bajada del Camino de Parchite, al bajar con comodidad y potencia, me quedé unos minutos en solitario, pero no tardó en alcanzarme un corredor del Trail Running Melilla que me resultaba familiar...

¡Era Juandi, compañero de Chemari, con el que había coincidido en el I Euráfrica Long Trail!

Este año debutaba en la prueba, que se tomaba con calma y como tirada larga de cara al Andorra Ultra Trail Mític, al que este año volvería; aun tengo la espina clavada de la VI edición, mi primer DNF, pero trabajando sobre todo en verano, al menos por el momento, no puedo plantearme volver...

Estuvimos charlando hasta que en Arriate lo perdí; iba completamente en su salsa, animando a corredores, público, saltando... ¡se lo estaba pasando en grande!


Siguiendo la estela de Juandi; mi padre, a la izquierda
El paso por Arriate fue apoteósico, con pasillos de público enfervorecido animando con pasión de punta  apunta del pueblo, en el que me llevé una gran sorpresa al encontrarme a mis padres, a los que pensaba que no vería hasta Alcalá del Valle.

Saliendo del pueblo le eché un ojo al reloj y vi que llevaba 2:45 en casi 30 kilómetros, un ritmo mucho mayor del que esperaba, pero como iba cómodo tampoco me preocupé, simplemente me propuse tomarme con calma la subida al Cortijo del Polear, que en la pasada edición se me hizo eterna.

Bajé un poco el ritmo y comenzaron a pasarme algunos equipos, entre ellos el de Víctor, legionario al que conocí en el V Ultra Trail Sierras del Bandolero y con quien coincidí de nuevo en el XII Homenaje a la Legión.

Fuimos charlando hasta llegar al avituallamiento del Cortijo del Marqués, donde paré por primera vez, primero para limpiar y rellenar de agua uno de los bidones de Powerade, ya vacío y después para coger un par de barritas energéticas; me comí una, de Overstims, y guardé otra, de Aptonia, ya que comenzaba a tener un poco de hambre.

Probé el agua para bajar la barrita y me supo mucho a cloro o químico, así que decidí echarle una pastilla de sales de las de Powerbar (las compré de casualidad en el Cary Intersport al recoger el dorsal, ya que eran de un sabor que no había probado aun) y fui dando sorbos y comiendo mientras el equipo de Víctor se perdía curva a curva.

Ya habíamos adelantado a algunos ciclistas antes (los primeros dos tumbados en el suelo en Navetas, después del campo de tiro), pero en esta cuesta pasamos a varios empujando las bicicletas, a los que fui animando cuando los alcanzaba.

Me sorprendió que, nuevamente, comenzaban a adelantarme más corredores de los que iba adelantando, ya que la subida no era nada propicia para adelantar, por el perfil que presentaba, pero yo no eché cuentas y seguí a lo mío; "si no puedes ver la cima..."

Fue un alivio para las piernas el completar la cuesta, y en cuanto cambiaron los grupos musculares comencé a trotar alegre, pasando de nuevo a corredores sin esfuerzo alguno.

Pensaba parar en el avituallamiento del Cortijo del Polear, pero entre el bidón de Powerade y el de agua con sales tenía aun unos 700 mililitros, como poco, así que decidí pasar de largo una vez más.

¡La sorpresa fue mayúscula cuando me encontré a Mark Woolley saliendo del avituallamiento!

Llevaban un equipazo y sabía que lucharían por el podio, pero al preguntarle como iban me comentó con humor que "habían conocido mejores momentos".

Me extrañó muchísimo alcanzarlos, pero seguía yendo cómodo, así que volví al camino muy animado, y como el terreno ahora nos pillaba a favor y alternaba zancadas largas en las pendientes con otras más cortas en llano (y pasos en las tachuelas), fuimos cruzándonos una y otra vez cada pocos kilómetros.

El grupo que llevaban era de miedo, Gfeller, Berbén, Wolley, Azuaga... ¡no quiero ni pensar la cantidad de kilómetros que pueden salir si juntamos todos los que hay en esas piernas, pero seguro que dan la vuelta a la tierra y llegan al espacio exterior!

Fue todo un placer compartir camino con ellos, ya fuese a su rebufo o ligeramente por delante, pero finalmente los dejé atrás en el Cortijo de la Manga, donde volví a pasar de largo mientras que ellos se abastecían.

Me dio pena alejarme de ellos, ya que además de la calidad deportiva y humana son un equipo con un sentido del humor increíble, pero sabía que tarde o temprano nos acabaríamos encontrando de nuevo.

En uno de los repechos previos a llegar a Alcalá del Valle vi a un corredor que corría de forma muy curiosa, como deslizándose sobre el suelo, y a poco que fijé la vista me di cuenta de por qué... ¡era el corredor de los huaraches caseros! ¡y yo que pensaba que ahora me tocaba correr "solo" un buen trecho!

Nos pusimos a la par y llegamos charlando hasta la Carretera del Alcalá del Valle, ya que a él la subida parecía no costarle esfuerzo alguno, por lo que le dejé marchar.

Me parecía increíble que emplease casi media hora en avanzar hasta Alcalá del Valle desde ese mismo punto hacía un año, cuando este, en cuanto cogí la pendiente a favor, me planté en el avituallamiento.

De nuevo recibimiento de lujo en el pueblo, y tras parada técnica para rellenar bidones, le eché un ojo al gps, extrañado por no haber visto a mis padres en Alcalá, donde si los esperaba... ¡5 horas clavadas!

Había llegado mucho antes que en mi primer contacto con la prueba, en los XVII 101 Kilómetros en 24 Horas... con la salvedad de que ese año llegué ya exhausto a Alcalá del Valle y este año aun estaba muy entero...


Aun así y pese a ir andando si que comenzaba a notar las piernas fatigadas, así que eché mano a una de las barritas energéticas (esta aun no la he analizado, pero en el futuro espero añadirla al listado de análisis nutricional), de fruta natural con magnesio sin azúcares añadidos, y que fui ingiriendo mientras me adelantaban corredores, entre ellos, Rafa entre ellos, el corredor que el año pasado llegó a ser cuarto tras perderse y entrar parcialmente en el recorrido de las bicis, lo que finalmente le llevó a abandonar.

Había pasado la primera barrera psicológica, Alcalá del Valle, y ahora tocaba llegar a la segunda, Setenil de las Bodegas, segundo punto clave al ser el punto a partir del cual prácticamente realicé todo el recorrido andando en el año 2014.

Sabía que había estado yendo rápido por el reloj, aunque las piernas, para la altura de prueba en la que nos encontrábamos, estaban fenomenal, pero decidí regular el ritmo y acortar la zancada en llano; no quería repetir el error de mis primeros 101.

A los pocos kilómetros después de salir de Alcalá del Valle ya veíamos Setenil de las Bodegas, y realmente lo recordaba más cerca, pero el tramo hasta la bajada al Arroyo de los Molinos se me hizo bastante largo.

Me puse tras un equipo de azul y fui a su rebufo hasta la entrada al pueblo, donde primero se separaron y después, fruto del subidón de chocar manitas y los ánimos del público, que reverberaban por todo Setenil, volví a ponerme a su altura.

Dejando atrás las terrazas camino del cuartel me encontré a mi padre, con quien recorrí trotando varios metros y que me dejó justo a la entrada del puesto, desde donde unos militares me animaron a viva voz "¡venga errante, que este año sí!"


Antes de llegar a Setenil me notaba cansado, pero nada más pisarlo se me fueron las penas
Es increíble el ánimo que da que alguien a quien no conoces te saluda como si te conociese de toda la vida, y más viniendo de los militares que organizan la prueba, y entre tantos miles de corredores reconocen a uno; ya lo había flipado en colores en el primer control de dorsal, en el que el militar a cargo del sello me preguntó por los huaraches, pero no dejaba (ni deja) de alegrarme en grado extremo cuando sucede.

Aproveché una de las mangeras para mojarme la cabeza, cogí un trozo de naranja y otro de chocolate, rellené un bidón y salí por el pasillo para encontrarme con mis padres de nuevo... ¡otro chute de ánimo en vena!
Ya hasta Benaoján no los vería; no quería parar, pero tampoco quería irme
Salí al trotecillo sabedor de las cuestas que ahora nos esperaban, y en cuanto vi la primera comencé a caminar.

Una muchacha con la que me había ido cruzando varias veces a lo largo del recorrido estaba a los pies de la cuesta hablando airadamente con un hombre, y por el tono de la conversación creo que finalmente abandonaría, ya que escuché que lo estaba pasando fatal con el estómago.

Lo tomé como una señal, ya que el año pasado pensaba que el problema que tuve era estomacal (finalmente fue renal), y decidí tomarme con más calma aun la subida.

Desde Setenil hasta Chinchilla fue el tramo en el que más sufrí hasta ese momento, ya que ahora el sol nos daba de pleno, no paraban de pasarme corredores y, como en el tramo previo a Setenil, volvía a notar fatiga.

No fue nada en comparación a mi primer 101; había superado el segundo "cortafuegos", ya que en los escasos llanos y pendientes que encontramos camino al avituallamiento del 62, pasado el río Setenil, pude trotar sin problema, aunque en los aledaños del río caminé bastante en los llanos para evitar el barro.

Pasé de largo en el avituallamiento que nos esperaba tras las rampas del Setenil... ¡ese famoso avituallamiento del charco de Facebook! (he intentado encontrarlo a posteriori pero me ha sido imposible, si alguien tiene alguna foto y me la pasa la cuelgo encantado).

Los apenas 3 kilómetros hasta Chinchilla fueron los más duros, ya que apenas hubo tramos donde pudiese trotar y comenzaron a pasarme corredores a los que había visto con anterioridad; sabía que podría apretar si quería, pero ya estaba comenzando a notar fatiga, así que sería un suicidio...

Me sorprendió bastante el adelantamiento de Bartolo, ultrafondista y concejal de deportes de Benaoján al que conocí en la etapa 8 del Reto 360º Solidarios, ya que mi padré me comentó en Setenil que lo había visto pasar en Alcalá del Valle, pero pensaba que iría por delante mía (no nos vimos porque justo al pasar yo decidieron, en vista de que llegaron antes de tiempo, comer algo).

Me paré a beber en el avituallamiento y me alcanzó el corredor de las melenas con quien coincidí en las V y VI 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme.

Según me contó iba muerto y muy acalambrado, pero subía de miedo, así que nos fuimos adelantando paulatinamente y recorrimos un buen trecho juntos.

También me confirmó lo que me temía: se cambian las 24 horas por un ultra trail de Barbate a Vejer de la Frontera, que seguro que está fenomenal (y si puedo, anoto en la agenda), pero no van a ser lo mismo que las 24 horas.

Este era el año del asalto a las 7 vueltas, pero como no lo plantee en autosuficiencia con alguien que conozco el recorrido para guiarme en la primera vuelta y de noche, creo que se quedará en tentativa...

En uno de los últimos repechos me adelantó un grupo militar de Melilla a la voz de "¡non plus ultra!", en referencia a mi tatuaje, y me dieron ánimos.

Hice un rápido reconocimiento, y la verdad es que comenzaba a necesitarlos, ya que una incipiente rozadura en un testículo, que comenzaba a inflamarse, me estaba tocando las narices, y no tenía buff a mano para seguir el remedio que improvisó Pablo Gálvez en nuestro Ultra Trail Gran Trocha al Valle del Genal de la semana pasada.

¡Por fin vislumbrábamos a lo lejos el IV Tercio!


Comencé a escuchar voces conocidas mientras recordaba el sufrimiento de mi primera participación en los 101 en esa misma bajada, y no tardaron en alcanzarme los Viejos Lobos, con quien compartí algunos metros hasta que me dejaron atrás.

Poco después pararon un momento a orinar, todos juntos, así que volví a recuperar la posición, aunque viendo la fuerza con la que llegaban, daba por hecho que me pasarían de nuevo en breve.

Fue un gustazo poder correr tras tanta subida, recuperar posiciones y sensaciones y volver a disfrutar... ¡se me hizo hasta corta!

Cuando llegamos abajo me encontré muy cómodo, así que decidir continuar al trote hasta la Fuente de la Higuera, donde pillé al grupo de Melilla y al corredor de la melena, aunque después, al subir caminando las tachuelas previas al cruce sobre la vía del tren, los Viejos Lobos volvieron a dejarme atrás, junto a Del Toro, del Alpino Benalmádena.


No estoy seguro de si la foto es previa a la llegada al IV Tercio por la cara de felicidad, pero la recuerdo ahí
Los ánimos del público en la zona de entrada al cuartel (Pablo Gálvez entre ellos, "hablando del rey de Roma...") me llevaron en volandas hacia el interior del mismo, adelantando de nuevo a los Viejos Lobos, que me cogieron mientras rellenaba los bidones con agua y les echaba sales, tanto por recuperar electrolitos como por disimular el sabor del agua.

Tuvieron que esperar un poco porque Mark quería un yogur (que no había), pero volvieron a cogerme la delantera mientras cogía el móvil.

Llevaba ya el testículo derecho en carne viva y había aumentado considerablemente su tamaño, rozando muchísimo más y escociéndome con el sudor, así que escribí a mis padres para que me buscasen unas tiritas y un ibuprofeno y me lo diesen en Benaoján, ya que si en la última hora había empeorado tantísimo, cuando llegase a Benaoján sería ya un kiwi.

La sorpresa llegó cuando me encontré a mis padres en la salida del Cuartel, y más aun cuando una chica que se encontraba entre el público me ofreció un ibuprofeno, que me tomé mientras me echaba al buche medio bidón de agua.


La familia, apoyo moral y logístico inmejorable en cualquier ultra
Con el escozor aun incandescente bajé la prueba, saludado por un par de corredores que también completaron Bandoleros este año, y me dispuse a seguir la estela de los Viejos Lobos, que en apenas un minuto que estuve parado me sacaban ya más de un centenar de metros.

Como iba con la pendiente a favor no tuve problema en alcanzar al corredor de la Breña y posteriormente a los Viejos Lobos, ahora sin Del Toro y que volvían a estar en apuros por lo que vi de lejos: a Berbén echando la primera papilla.

Se recuperó a una velocidad increíble, pero en la voz se le notaba algo tocado... aunque no tanto como al equipo de amarillo que llevábamos delante, de los que un miembros iba cojeando e incluso se tiró al suelo al llegar a la vía del tren.

En mi debut en los 101 comenzó a anochecer en el IV Tercio, y en ese tramo ya era noche cerrada... ahora, aunque delante nos esperaba sombra debido al paso de la Ermita de Montejaque, el sol aun nos daba de cara, algo que realmente no esperaba tampoco en esta edición (aunque no me había planteado cuando me podría anochecer).

Le eché un ojo al gps y me sorprendí a los pies del monte a un kilómetro de alcanzar el kilómetro 80... ¡qué subidón, menos de media maratón y estaba en meta!

Esta era la cuesta más temida y llegaba como había deseado, cansado, pero con las piernas aun muy enteras, así que me recordé mentalmente lo que me había propuesto antes de comenzar la prueba para ser consciente de ello... "si llego con fuerzas a la Ermita de Montejaque, aprieto hasta la meta".

Cuando me habían preguntado en carrera qué pensaba hacer les había dicho a mis interlocutores al menos medio centenar de veces que "disfrutar, subir andando, bajar corriendo, y si llego fuerte a la Ermita, apretar... como para 13 o 14 horas, ya veremos", y aunque aun no quería ni pensar en el tiempo, las sensaciones era muy muy buenas.

Ya podía apretar, ya que pese a que quería llegar bien a las 24hrun de las Palmas de Gran Canarias, que tendrían lugar en menos de una semana, tendría 6 días para recuperar, y desde luego, no quería llegar a meta sin haberme dejado la piel en el camino; estaba corriendo con cabeza, y así quería acabar, pero también quería llegar "vacío" a meta.

Aun andando, ya que afrontábamos una larga subida, metí una marcha más, y comencé a adelantar corredores, primero a los solitarios, después parejas, después un equipo... y al girarme había perdido a los Viejos Lobos, aunque sinceramente esperaba volver a cruzármelos de nuevo.

Si ya estaba en pleno subidón al tomar consciencia de que me quedaba "un suspiro" para acabar la prueba, al comprobar la facilidad con la que ascendía y adelantaba a otros corredores me vine completamente arriba...

Ya casi en la Ermita vi a un corredor que estuvo bajo el arco de Unicaja conmigo, con una mochila Salomon Roja y un buff de Transgrancanaria, al que pregunté si era canario.

¡En efecto, además era muy probable que corriese en la 24hrun del Parque Romano, y encima se llamaba Juan también!

Le hablé de esta web y le dije que me escribiese si se recordaba para quedar en el ultra que teníamos en breve, y tras despedirme me lancé a la caza del siguiente equipo, que resultó ser el de Víctor.

Llegué como un Ferrari a las zetas de Montejaque, y derrapando por el empedrado en las curvas, llegué y dejé atrás Montejaque en un suspiro y me lancé a por Benaoján, a ritmos cercanos a 5 minutos el kilómetro tras más de 80 kilómetros de carrera.

Llegué en un suspiro a Benaoján, donde tenía encargado a mi madre un Powerade para cambiar rápidamente por uno de mis bidones y seguir del tirón hasta Ronda, sin repostar más.


No quería parar si quiera, pero no le podía negar una foto a mi padre
Tras una breve parada para coger el Powerade, las tiritas (¡que alivio me dieron!) y echarme la foto me puse en marcha, adelantando a dos ciclistas que bajaban frenando.

Me saludaron en la bajada hacia la Estación de Benaoján animándome a seguir así, ya que tenía las 13 horas en las manos (y me recomendaron quitarme ya las gafas de sol), y agradeciendo el apoyo pero sin querer aun mirar el reloj, me lancé hacia el cruce de las vías del tren, recordando el avituallamiento de Bandoleros en esa zona.

En menos de un año he recorrido la zona 4 veces, ya mismo casi me puedo considerar "nativo"...

Avanzaba en solitario pero conocía el camino, que tenía fresco del último HOLE, y adelantando a varios ciclistas que avanzaban empujando sus monturas, me dispuse a conquistar la "Cuesta de la Mueca" (según la nombró el voluntario encargado de que no nos fuésemos hacia la Cueva del Gato).

Aquí comenzó el primer contacto de verdad con el barro, que en primera instancia las Merrell Bare Access 4 salvaron con nota, pero que poco después, justo cuando vislumbraba la silueta de Del Toro a lo lejos, me fallaron por primera vez con un resbalón que casi da con mis huesos en el suelo.

Estaba todo embarrado con ese fango succionador que intenta arrancarte las zapatillas a cada zancada y derrapé, así que bajé una marcha y me dispuse a buscar las zonas con más piedras y hierba para poder avanzar con seguridad.

Iba con fuerzas para subir al trote hasta las tachuelas, y muy motivado, pero el barro me dio inseguridad y el subidón bajó a media potencia.

Le pedí a un corredor que me sacase la funda de las gafas y me cambié las de sol por las de vista, recuperando la confianza de repente al ver mucho mejor (ya comenzaba a atardecer), y tras el control del Cortijo Manía, después de bajar medio corriendo-medio deslizándome por el País del Barro, me coloqué el frontal, aun apagado.

Por primera vez en toda la prueba saqué la chuleta con los tiempos de paso, no para mirar el tiempo, sino para ver el perfil, y comprobé encantado que tan solo me esperaba una subida previa a la Cuesta del Cachondeo.

Además, en la bajada me encontré subiendo a un legionario que me dijo "aprovechad en las bajadas que ya no encontráis más barro" y con eso me lo dijo todo.

Volvía a estar al 110%, ya que estaba a menos de 9 kilómetros de meta y, fijándome de verdad en el tiempo por primera vez en la prueba (bueno, segunda tras Alcalá, lo demás fueron vistazos para ver el pulso más que nada), vi que llevaba 10:40 casi clavadas en marcha.

Eso significaban dos cosas, la primera, que no me iban a hacer falta ni la batería externa ni el cargador, y la segunda, que no solo tenía las 13 horas en la mano, sino el sub 12 horas, y desde luego lucharía por ello.

Ya sabía lo que era volar bajo por esa bajada, ya que cuando "resucité" en el Cortijo Manía en mi primer 101 la bajé a todo lo que daban las piernas, pero es que además, cuando comencé el ascenso al Puerto la Muela, donde encendí el frontal, abrí la última barrita que pensaba comerme en la jornada, y me dije "si la acabas antes de llegar al avituallamiento, subes corriendo".

Y corriendo corriendo quizás no, pero si que subí a un trote muy bueno, hasta que, llegando al avituallamiento, decidí apagar el frontal y bajar el ritmo por si nos pedían que enseñásemos el dorsal o algo.

Al revés, nos llamaron la atención por llevar el frontal apagado (llegué junto a una pareja), y como no me pusieron impedimento alguno por continuar, completé la subida a buen trote, jaleado por los legionarios.

El panorama comenzó a resultarme familiar, y de repente me vi en el tramo que recorrí a la inversa en Bandoleros cuando me perdí llegando a Ronda.

Vale, ya sabía donde estaba, sabía qué me quedaba y sabía que si el cuerpo me lo permitía, las 12 horas eran mías; ¡a por ellas!

El kilómetro 98 cayó por debajo de 6 min/km; mirada atrás y en solitario, mirada adelante y en solitario... solo un frontal, muy distante, afrontaba lo que parecía el comienzo de la Cuesta del Cachondeo.

Alguna mini tachuela sin importancia, la humedad del río, el rumor del agua... y el kilómetro 99 cayó a poco más de 6 min/km, dejándome en la base de la Cuesta del Cachondeo, tras adelantar a un ciclista y aunque una hilera de luces titilantes, ya cubierto por el manto de la sombra... ¡por apenas 30 minutos no llegaba con luz!

Fijaos si iba fuerte que pensé "pues ya está, el año que viene me da igual el tiempo, pero de día tengo que llegar", y del mismo coraje (algo absurdo, se me acababa de ocurrir en ese momento, pero pensé "si hubiese apretado antes..."), comencé a subir al trote por la Cuesta del Cachondeo... apenas 100 metros.

Ahí alcancé el que hasta ese momento fue el mayor pico de pulsaciones (157, llevaba una media de 140), y tras ajustarme la banda cardíaca, que me molestaba ya, y recolocarme la malla (se me había caído la tirita y me escocía de nuevo), me eché las manos a las piernas y subí dejándome el alma en cada paso.

Pasé a varios ciclistas más y a algunos corredores sueltos, y cuando ya veíamos el asfalto, divisé al equipo de Alex Barrera, del Tercio, al que di ánimos antes de pisar por penúltima vez el acelerador.

De ahí a meta el tiempo pareció colapsarse, me entró una angustia vital inexplicable, y el único objetivo en la vida en ese momento era llegar a la Alameda del Tajo... parecía que toda mi vida había sido un complicado prólogo para llegar a ese momento.

Si ya me había emocionado en Montejaque al recordar a Gonzalo, Emma y Mayte esperándome en mitad de la noche por el callejón por donde este año pasé "a 5 pelao", ahora la sensación se quedaba corta...

Quería disfrutar del momento, que no se acabase, pero por otro momento no podía frenar, atravesando el puente como alma que lleva el diablo, pasando al lado de la Plaza de Toros donde le había dado la vuelta al ruedo hacía... ¡más de 11 horas!

La gente me jaleaba y más jaleaba yo, me planteé fugazmente sacarme el pasaporte (no recordaba si se sellaba antes o después), pero al ver la curva previa a la Alameda del Tajo me lancé a la carrera hacia la meta.

Casi derrapo al ver a los legionarios pidiendo el Pasaporte, y tras pelearme con el forrito de plástico para poder sacarlo y recibir el sello y la enhorabuena, me lancé a meta entre los gritos de ánimo del público (entre los que distinguí los de mis padres).

Me fundí en un abrazo con Chito y al girarme ahí estaba mi padre, al que di otro.

No sé en qué orden pero me pusieron la medalla, recogimos las prendas finisher y me fui a por mi madre, que faltaba por saludar.


¡Meta!
Paré el crono inconscientemente unos segundos después de entrar a meta, en 11:46:12, aunque según el cronometraje tardé 2 segundos menos, 11:46:10, mejorando en varios minutos mi mejor marca en 100 kilómetros.

No me esperaba hacer esa mejor marca personal, ni bajar de 12 horas, ni llegar tan fuerte como lo hice... me costaba asimilarlo (y aun hoy, acabando esta crónica, me cuesta), pero estaba claro que había corrido con las tres "c", cabeza, corazón, y, disculpen la expresión, cojones, y cuando uno corre con las tres "c", salvo catástrofe del destino, las cosas solo pueden salir bien.

Me dirigí a un bar cercano con mis padres y nada más cambiarme ya tenía frente a mi una ración de calamares con ensalada... aun degustando las mieles del éxito había que comer con cabeza.

Tenía 6 días por delante para enfrentarme a las 24 horas del Parque Romano, y aun hoy tengo las piernas y la espalda dolorida, pero tengo claro que en Canarias no voy a ir a pasearme; tocará sacar a relucir de nuevo las tres "c".


Lo mejor

-Pese a tener una guarnición menor que en otras ediciones debido a la presencia en misiones en el extranjero, personalmente no eché de nada en falta y la organización fue, como siempre, un lujazo.

-Puede que sea impresión mía, pero me pareció que hubo mucha más animación y público tanto en los pueblos como en los puntos calientes (Navetas, Cuartel y zonas con acceso vía carretera en general), haciendo del paso por cada pueblo una experiencia única.

-La medalla, aunque este es un punto controvertido y que personalmente me "perjudicó", ya que no voy a tener en el futuro próximo ningún "ladrillo" (le regalé el mío a mi padre cuando peor estuvo, como muestra de que con esfuerzo, podía salir adelante, como así hizo); no obstante el diseño ha sido una apuesta arriesgada pero creo que acertada

A mejorar

-El primer "fallo" creo que es algo que mientras que a la mayoría de cientouneros ni les va ni les viene, a los de cabeza creo que molesta más, y fue la ausencia de control con respecto al material obligatorio; a mi me da igual que la gente salga del campo de fútbol con una riñonera nada más, pero si se pide un material obligatorio, lo lógico es que, salvo el frontal que solo hace falta de noche, el resto se lleve siempre encima, ya que no sabes cuando puede venir una tormenta o puedes necesitar la manta térmica; yo fui todo el tiempo con el material obligatorio encima y comida de sobra y la mochila no llegaba a los 3 kilos, que no es tanto.

-En segundo lugar y aunque personalmente no tuve problema, muchos corredores me han comentado que este año el tallaje ha sido más pequeño, de forma que aquellos corredores que pidieron tallas entre la XXL y la L entran muy por los pelos; puede servir como excusa indirecta para ponerlos más en forma, pero pienso que el tallaje debe ser lo más universal posible.

-Y para acabar, aunque tampoco estuve presente y de igual forma me he enterado por las redes sociales, ha habido polémica con respecto al Farolillo Rojo; opino de oídas, pero si una persona llega a la Alameda del Tajo debe entrar directamente a meta, puede entretenerse en saludar amigos o echarse una foto, pero esperar deliberadamente para cerciorarse de ser la última persona en cruzar la meta me parece una conducta inmadura y antideportiva, por lo que, si realmente fue una adjudicación injusta, como hay fotos y vídeos espero que se haga justicia.

Comentarios

  1. Una de las mejores crónicas que te he leído campeón. Mi más sincera enhorabuena por la carrera que te has marcado, por la forma tan profesional y a la vez tan personal que la has hecho, por tu forma de vivir el trail y hacérnoslo llegar, pero sobre todo, por hacernos felices a todos cuando consigues tus metas. Voy a ser un poco mamonazo y voy a decirte que no has llegado aún a tu límite. Eres joven, muy joven y como bien dices...te queda mucho por vivir, por experimentar y por aprender. Estoy seguro que muy pronto nos das una sorpresa y eres tú quien tiene que esperar al segundo y al tercero para que entréis todos juntos como acto de deportividad. Muchas gracias por la mención y por supuesto, te mando las fotos. Un abrazo y suerte en LPGC (no te olvides de avisar a SosakuRunner, Gonzalo y saludarle ya que estás por allí xD).

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    1. ¡Muchas gracias Emilio!

      Me dio mucha alegría verte, ¡a ver si coincidimos en carrera pronto!

      ¿Fue ya la II edición del trail del Rocío que me comentaste el año pasado? a ver si me entero de alguna prueba por tu zona y nos ponemos al día.

      Muchas gracias de nuevo, este comentario es de los que emocionan jajaja a Sosaku ya le he avisado, y a Pancho, Robaina y compañía, como no los vea me pateo la isla buscándolos, que tan grande que no es jajaja

      ¡Un abrazo!

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  2. ¡Muchas felicidades! Una aventura impresionante. Lo de correr con la cabeza creo que ha sido el secreto del éxito en esta carrera. Suerte en GC y a ver si un día te animas a hacer Transvulcania ;-)

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  3. ¡Muchas felicidades! Una aventura impresionante. Lo de correr con la cabeza creo que ha sido el secreto del éxito en esta carrera. Suerte en GC y a ver si un día te animas a hacer Transvulcania ;-)

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    1. ¡Gracias Ricardo!

      Por mí encantado, me han hablado maravillas de la prueba, junto al Ultra Trail de Madeira me han dicho que a nivel internacional es de los mejores, incluso más que el UTMB...

      Lo malo es que entre inscripción, viaje y alojamiento de momento el coste es prohibitivo para mi, a ver si en las próximas opos meto la cabeza y consigo estabilidad económica y profesional ;)

      ¡Un saludo Ricardo!

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  4. Acabo de descubrir este blog, excelente crónica de la 101. Me has vuelto a llevar a hacerla dos días después.. pero una pregunta.. que es eso de las tachuelas? jeje Enhorabuena por tu éxito personal. Un abrazo. Nos vemos en el monte.

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    1. ¡Hola Mujer Esponja!

      Con ese término es con el que llamo a esas zonas en las que, siendo el terreno primordialmente llano, de repente nos encontramos con pequeñas ondulaciones del terreno, que se suben, se bajan y nos devuelven de nuevo a un tramo llano.

      Al verse desde la perspectiva del aumento de altitud, nos encontramos como pequeños triangulitos entre llanos, como si el perfil fuese un listón de madera plano al que se han adherido tachuelas, de ahí la expresión.

      Por aquí por mi zona se emplea bastante, no me había planteado que en otras zonas no se emplease la misma expresión jeje

      ¡Un saludo!

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  5. Grande Errante, grande!!!!
    Tiempazo
    una duda, cuantas pastillas de sales y cuantas barritas llevabas para los 101?
    Saludos

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    1. ¡Gracias Eduardo!

      De sales llevaba un tubo de Powertabs, de las que usé 4 (cada una diluída en 500 ml de agua), de barritas, 2 Powerbar Energyze (http://www.elcorredorerrante.com/2016/05/analisis-powerbar-energize.html), 2 de cereales (http://www.elcorredorerrante.com/2016/05/powerbar-natural-energy-cereal-analisis.html) y 2 iguales pero de fruta que aun no he analizado. Aparte me tomé una en el avituallamiento del Cortijo del Marqués, de Overstims.

      ¡Un saludo!

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  6. ¡Enhorabuena Juan!

    Ya lo estuve comentando el otro día con Fernando, vaya marca te has "cascado".. no todo el mundo puede llegar a esos niveles.

    Espero que el año que viene sigas esa progresión y rebajes las 11 horas.

    Un saludo.

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    1. ¡Gracias Julián!

      En una prueba tan larga puede pasar de todo, pero yo creo que si todo va bien será factible... en poco menos de un año veremos ;)

      ¡Un saludo!

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  7. Enhorabuena, era lo que tocaba. Creo que estamos ante un futuro ganador de esta prueba, a ver en unos años...te lo dije el año pasado al abandonar y te lo digo este: Eres un máquina muy pocos pueden estar a tú nivel.

    Jose María

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    1. ¡Muchas gracias José María!

      Eso de ganarlo ya está en palabras mayores, pero está claro que la experiencia es un grado... el tiempo lo dirá, yo con seguir disfrutando la prueba año tras año me doy por satisfecho, pero si podemos bajar el tiempo, mejor ;)

      ¡Un saludo!

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Gran crónica y enorme el esfuerzo, pero creo que debería recordar que es motivo general de descalificación:

    Recibir ayuda o avituallamiento fuera de las zonas permitidas (excepto auxilio) de cualquier persona sea competidor o no.

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    1. ¡Buenas noches Alberto!

      Efectivamente, con el reglamento en la mano cualquier ayuda o avituallamiento fuera de las zonas habilitadas es motivo de descalificación.

      Así, todo aquel que acepte una golosina de manos de los chicos de la "Cuesta del Caramelito"o manguerazos de agua de las fincas posteriores a Setenil, o aquellos que parasen en Arriate a coger un refresco en un kiosco, a degustar una tapa en Alcalá o tomar un café en Montejaque deberían ser descalificados.

      Y sin embargo pienso que sería absurdo invertir medios y personal en eso, creo que es una norma más bien pensada para la élite, ya que un corredor de nivel con un equipo de fisio, médico o nutricionista haciendo seguimiento en tiempo real supone una ventaja decisiva frente a un corredor que no la tenga, aunque sea de más nivel.

      En cualquier caso veo más sensato aplicar controles de material obligatorio, que te puedo asegurar que en muchos casos ni la élite lleva (y no pesa tanto como para justificar su ausencia en ningún caso), pero ese es otro debate.

      Con el reglamento en la mano si, hasta que un compañero te eche réflex en carrera fuera de un punto habilitado para ello es motivo de descalificación, pero en el caso de la ayuda prestada por mis padres, que creo que es a lo que viene el comentario, fue recibida en zonas habilitadas para ello, como el Cuartel o Benaoján, donde hay avituallamientos.

      Sea como sea agradezco tu visita y comentario, a uno le alegra ver que a pesar de que fuese una prueba de hace ya tanto tiempo, sigue siendo leída.

      Un abrazo.

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  10. Hola, estoy de acuerdo en todo lo que comentas con respecto al material obligatorio. 100%.

    El Reflex entraría en la categoría de auxilio reflejada en las normas.

    Lo decía sobre todo porque creo que el espíritu de esta prueba, que es de todo menos competitivo, es el de luchar contra uno mismo. Por ejemplo, si en Setenil, tenemos apoyo externo, no tendría que esperar los 20 o 30 minutos (o más, según el año) para recoger la mochila para cambiar zapas o calcetines. Pero vamos, es solo una opinión.

    En todo caso, lo dicho arriba: Enhorabuena por la entrada, que creo que refleja perfectamente lo que son los 101 de Ronda.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola de nuevo!

      Si, en lo de Setenil tienes razón, si en lugar de llevar la mochila te la llevan cuentas con ventaja frente a los que la dejan, eso es indiscutible.

      A ver si este año coincidimos por los caminos y echamos un rato de charla.

      ¡Un abrazo!

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  11. Muy buena crónica y muy buena carrera.
    ¿Corriste por sensaciónes o pendiente del pulsòmetro?
    En caso de lo segundo, a qué porcentaje sueles ir en llano, bajadas y subidas?
    Gracias!

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    1. Sensaciones, en otra época si me guiaba por ellas, pero ahora mismo la banda la llevo para analizar la prueba a posteriori.

      En una sesión de intensidad moderada, en llano a 120-130, subida 150-160 y en bajada algo similar, ya que suelo aumentar la zancada para aprovechar.

      En una sesión de 2 horas y media con un desnivel positivo de 1000 metros suelo promediar 145 pulsaciones y en competición he llegado a 194 (en llano y 5k).

      ¡Un saludo!

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