Como si del estribillo de una canción pegadiza se tratase, el GR 248 o Gran Senda del Guadalhorce llevaba rondando mi mente y la de Paco varias semanas, a la espera de un día en el que se alineasen los astros para llevarla a cabo.
Ese día fue el pasado martes, en un resquicio que el mal tiempo que había azotado la provincia nos dejó en un día libre que nos cuadró a ambos.
Vestido con más capas que una cebolla salí de casa pasadas las 4 y media de la mañana con poco más de 3 horas de sueño en el cuerpo y más frío que un perro chico, pero poco a poco fui entrando en calor y fueron cayendo las capas.
Parecerá extraño, pero pese al viento, persistente en los abundantes tramos expuestos a la costa desde Fuengirola hasta Plaza Mayor, iba cómodo en manga corta... salvo por los brazos, dormidos de muñecas para abajo.
Los primeros 22 km del recorrido los tengo muy trillados, por lo que fui avanzando en piloto automático hasta la gasolinera donde había quedado con Paco.
Salí antes de lo previsto porque llevaba varios días con molestias en la garganta y muchos mocos y flemas, congestionado hasta tal punto de que si no era boca arriba y con un cuenco de cebolla en la mesita de noche, no era capaz de dormir; con semejante panorama no sabía como iba a reaccionar el cuerpo.
Por increíble que parezca, tras cerca de una hora de trote tenía las fosas nasales completamente limpias, ya que había expulsado todo lo que llevaba días atorado en mis vías respiratorias y por el momento, la garganta respetaba, ni rastro de tos.
Al llegar al Plaza Mayor consulté el móvil; llevaba con casi media hora de antelación y el termómetro marcaba 5 grados...
Teniendo en cuenta que el móvil iba en una mochila cerrada y pegada a mi espalda, la temperatura exterior podría ser cercana a 2 grados o inferior.
Teniendo en cuenta que el móvil iba en una mochila cerrada y pegada a mi espalda, la temperatura exterior podría ser cercana a 2 grados o inferior.
Mi cara de sueño al llegar a Plaza Mayor lo dice todo... pero la sonrisa de ilusión también |
Por suerte al chico de la gasolinera no le importó que pasase para mantener el calor; me coloqué una capa y media encima (manguitos+camiseta de manga larga) y conseguí recuperar la sensibilidad de los dedos sosteniendo un café hasta que estuvo templado.
Entre tanto llegó Paco y tras saludarnos echamos rápidamente a trotar rumbo a Guadalmar, donde estaba el final del GR 248, desde donde lo retomaríamos hasta El Chorro a lo largo de la jornada.
Nos fuimos poniendo al día mientras, aun al abrigo de la noche, fuimos corriendo en paralelo al aeropuerto hasta que los primeros rayos de luz nos desvelaban una maravillosa vista que nos acompañaría durante todo el día... ¡Las sierras estaban cubiertas de nieve!
Mientras Paco me contaba sus experiencias con el alpinismo en la zona de Chamonix y UTMB giramos a la derecha por un antiguo carril de tren, remontando el río hacia el Club de Golf del Guadalhorce.
Desde ahí pudimos contemplar Espartales y Llana, las dos pequeñas sierras que conforman la Sierra de Cártama, donde en marzo se celebrará el primer trail de la localidad.
Mientras nos acercábamos a la primera parada logística, en la Estación de Cártama, Paco me fue contando como fue la organización del trazado de la prueba, las diversas variantes que se consideraron y el resultado final; si dispongo del tiempo necesario me dejaré caer por ahí para correrla.
Los kilómetros se habían sucedido de forma gentil en las primeras horas y ya habíamos completado el primer maratón, pero tras un contundente desayuno con la familia de Paco tocaba volver al camino, ya que lo más duro estaba aun por llegar.
Dejamos Cártama por un área recreativa y discurrimos por un ancho carril que circula en paralelo a la A-7054 durante varios kilómetros, descubriendo una zona de Cártama totalmente desconocida para mi; desde luego se podría montar una media maratón rural que muy poco tendría que envidiarle a la de Mijas.
Tras pasar la zona de la Aljaima tuvimos un tramo de asfalto de varios kilómetros en el que cogimos buen ritmo.
Lo dejamos atrás cruzando una pequeña pasarela de madera que de repente parecía habernos transportado al corazón de Europa, ya que nos llevó a una zona de caminos cubiertos encharcados cubiertos de hoja caduca y rodeados de naturaleza.
Al salir al camino vimos un poste perteneciente al GR-248, con una indicación a izquierda y otra a derecha; no había ningún tipo de placa o señalización, pero según me comentó Paco, ambos llegarían a la zona de la fábrica harinera de Pizarra, nuestra siguiente parada.
Decidimos tomar el camino hacia la izquierda siguiendo el sentido que llevábamos y nos pusimos a charlar sobre triatlones, ironmans y ciclismo de montaña mientras avanzábamos sobre el barro, que dificultaba enormemente mantener el ritmo.
Había momentos en los que parecía que llevaba un huarache bajo mi propio huarache y otros en los que era aun peor, puesto que en algunas zonas el barro estaba tan blando que se me hundían las sandalias cuando pisaba, creando una nueva capa de barro adicional entre pie y huarache.
Pero eso no era lo peor, era hasta divertido dentro de lo que cabe, lo peor fue que cuando quisimos darnos cuenta parecía que estábamos volviendo bajo nuestros pasos...
Consultamos el GPS con el track oficial del recorrido e íbamos fuera de él, pero nos estábamos encontrando con marcas de la senda que no habíamos visto aun...
Tras cerca de 2 kilómetros y medio decidimos darnos la vuelta... una de dos, o el track está desactualizado o la persona que midió el recorrido oficial no siguió el propio sendero.
Sea como fuese nos lo tomamos con filosofía, comentando el boom de las carreras de obstáculos, retomamos nuestras huellas hasta la bifurcación, eligiendo en esta ocasión el camino contrario.
Lo curioso es que en ese lado también había marcas del GR y hasta ese momento no nos habíamos salido del track oficial, algo no encajaba.
Tras un par de kilómetros nos volvió a suceder, íbamos siguiendo el track y de repente las marcas desaparecieron tras atravesar un túnel... tuvimos que cruzar la vía del tren con suma precaución y tirar campo a través hasta la fábrica, acompañados por un nuevo segmento de barro hasta la carretera.
Ascendimos hasta un Día y allí nos compramos un poco de fruta, tanto natural como en puré, para reponer; 63 kilómetros y medio llevábamos ya.
Tras un largo ascenso a través del pasaje de Tolox continuamos nuestro transcurso por el GR 248 en dirección Álora, avance únicamente interrumpido para disfrutar de las vistas en la Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia.
De camino a Álora estuvimos charlando bastante, sobre turismo activo, el planteamiento de la senda (especialmente sobre la señalización de tramos conflictivos) y ya atravesando los campos de cítricos, del planteamiento del agroturismo de empresas como "Cítricos Juanito Orange", cuyos terrenos quedaban al margen del camino por el que ascendíamos.
Por suerte esta zona estaba menos embarrada, pero aun así me mojé los pies en varios cruces de arroyos, por no forzar la musculatura saltando más que nada (al correr con sandalias se te secan los pies en pocos minutos corriendo a un ritmo constante).
Precisamente eso comentábamos Paco y yo, sorprendiéndose cuando le comentaba que las Nunche 2, con las que llevo ya años corriendo, sobrepasan los 2600 kilómetros; y el único mantenimiento que necesitan es un lavado tras tiradas como la que afrontábamos y un cambio de correas cada 800-1000 kms.
El camino nos llevó nuevamente al margen del Guadalhorce y aunque se suponía que íbamos por la ruta correcta teníamos una alambrada a la derecha y el río a la izquierda, contando con apenas metro y medio de "camino" embarrado para avanzar.
No podíamos imaginar como harían los ciclistas para recorrer ese tramo; nosotros echamos el freno al trote y lo recorrimos caminando sin más, cruzando posteriormente la carretera para entrar en la Barriada del Puente, una de las zonas especialmente castigadas por las inundaciones de 1989 en Málaga.
Precisamente nos encontramos con un edificio precioso, abandonado, antes de llegar a la propia barriada, donde pedimos señas para comprar algo para almorzar.
Como eran las 2 y cuarto ya estaba todo cerrado, así que nos dirigimos a la fuente, donde 2 trabajadores almorzaban y nos dispusimos a comernos un par de barritas y fruta con ellos.
Continuamos la marcha maquinando si subir o no a Sierra Huma, ya visible frente a nosotros y cubierta de nieve en su zona superior, algo que personalmente no había visto nunca en persona y Paco comentó que él muy pocas veces.
Tras un pequeño tramo de asfalto hasta pasada la Barriada de Bellavista cogimos de nuevo camino, atravesando el arroyo de Jevar mientras comenzaba a lloviznar suavemente.
Llegamos así a la parte con mayor barro de todo el recorrido, donde los pies parecían pesar ya y las rodillas a picar, pero avanzábamos con ganas y teníamos ya una gran parte del recorrido cubierta.
En un momento dado nos despistamos (eso de que el track oficial y la señalización del camino no coincidiesen no ayudaba precisamente) y tuvimos que elegir entre ascender por un olivar y continuar por el margen del río.
Ascendimos por el barrizal pero nos encontramos con las vías del tren, por lo que tuvimos que volver sobre nuestros pasos.
La lluvia comenzaba a apretar por momentos; cruzamos un arroyo por el que Paco me comentaba que solía cruzar con la MTB y ascendimos una pronunciada cuesta donde nos encontramos con un olivar podado de una manera muy llamativa, ya que apenas quedaba el tronco y trocitos de lo que anteriormente habrían sido unas poderosas ramas.
Este olivar quedaba en el margen izquierdo del camino y contrastaba con el que estaba situado a la derecha, un olivar normal sin podar; Paco le echó una foto para enseñársela a su padre, no os digo más, era muy curioso.
Seguimos ascendiendo y ya divisamos a lo lejos el canuto por el que Pablo de Campillos nos comentaba en la etapa 7 del Reto 360º Solidarios que una vez ascendió con un amigo, pese al brutal desnivel que presenta; precisamente queríamos echarnos la foto en la Huma para enviársela, ya que esa zona es su territorio particular de entrenamiento.
Comenzamos a descender junto a una zona de torres de alta tensión cuyos cables chisporroteaban cuando la lluvia los mojaba y apretamos un poco el ritmo a la par que lo hacía la lluvia.
Teníamos el margen justo para ascender y descender la Huma antes de que se fuese el último tren de la estación de El Chorro, pero tras una rápida llamada Paco confirmó que podían recogernos de ser necesario.
Mientras la temperatura disminuía y las precipitaciones aumentaban llegamos a El Chorro, donde comeríamos y decidiríamos cual sería el plan a seguir.
Finalmente decidimos terminar la aventura donde habíamos ideado inicialmente, ya que se nos juntaron varias cosas... Paco no tenía cortavientos, yo no tenía frontal y casi ni batería en el GPS y una llamada a última hora le comunicó a Paco que un vecino había fallecido y debía acudir al duelo.
Decidimos esperar al tren tras el almuerzo y volver a Málaga poniendo punto y final a una aventura épica, que me recordó enormemente a mi interrail por Suiza hacía varias navidades...
La experiencia de correr con toda la serranía a tu alrededor nevada es mágica y la oportunidad de unir a pie la arena de la playa y la nieve de la Huma es algo que se puede hacer en muy pocos lugares, pero somos afortunados por vivir en Málaga y poder disfrutarlo, aunque sea en contadas oportunidades.
Para finalizar, con respecto a la Gran Senda del Guadalhorce, es una iniciativa excelente, pero hay tramos donde el asfalto es evitable y la señalización se puede mejorar en ciertos puntos.
Sería urgente actualizar también el trazado oficial para no conducir a error a los senderistas que quieran transitar por ella y de igual manera, una sinergia entre los propietarios de fincas y la diputación podría abrir nuevos caminos para cruzar por rincones mucho más espectaculares.
Poniendo todos de nuestra parte se puede conseguir una senda con una calidad medioambiental y turística de primera, las bases ya las tenemos.
Entre tanto llegó Paco y tras saludarnos echamos rápidamente a trotar rumbo a Guadalmar, donde estaba el final del GR 248, desde donde lo retomaríamos hasta El Chorro a lo largo de la jornada.
Nos fuimos poniendo al día mientras, aun al abrigo de la noche, fuimos corriendo en paralelo al aeropuerto hasta que los primeros rayos de luz nos desvelaban una maravillosa vista que nos acompañaría durante todo el día... ¡Las sierras estaban cubiertas de nieve!
Primeros kilómetros por la Senda del Guadalhorce |
El día se levantó perfecto para correr, con el terreno húmedo y blandito |
No se llega a apreciar bien en la distancia, pero todo lo que se al fondo es nieve |
Desde ahí pudimos contemplar Espartales y Llana, las dos pequeñas sierras que conforman la Sierra de Cártama, donde en marzo se celebrará el primer trail de la localidad.
Mientras nos acercábamos a la primera parada logística, en la Estación de Cártama, Paco me fue contando como fue la organización del trazado de la prueba, las diversas variantes que se consideraron y el resultado final; si dispongo del tiempo necesario me dejaré caer por ahí para correrla.
Desayuno de campeones en el km 43,5 |
Dejamos Cártama por un área recreativa y discurrimos por un ancho carril que circula en paralelo a la A-7054 durante varios kilómetros, descubriendo una zona de Cártama totalmente desconocida para mi; desde luego se podría montar una media maratón rural que muy poco tendría que envidiarle a la de Mijas.
Tras pasar la zona de la Aljaima tuvimos un tramo de asfalto de varios kilómetros en el que cogimos buen ritmo.
Lo dejamos atrás cruzando una pequeña pasarela de madera que de repente parecía habernos transportado al corazón de Europa, ya que nos llevó a una zona de caminos cubiertos encharcados cubiertos de hoja caduca y rodeados de naturaleza.
Al salir al camino vimos un poste perteneciente al GR-248, con una indicación a izquierda y otra a derecha; no había ningún tipo de placa o señalización, pero según me comentó Paco, ambos llegarían a la zona de la fábrica harinera de Pizarra, nuestra siguiente parada.
Decidimos tomar el camino hacia la izquierda siguiendo el sentido que llevábamos y nos pusimos a charlar sobre triatlones, ironmans y ciclismo de montaña mientras avanzábamos sobre el barro, que dificultaba enormemente mantener el ritmo.
Había momentos en los que parecía que llevaba un huarache bajo mi propio huarache y otros en los que era aun peor, puesto que en algunas zonas el barro estaba tan blando que se me hundían las sandalias cuando pisaba, creando una nueva capa de barro adicional entre pie y huarache.
Pero eso no era lo peor, era hasta divertido dentro de lo que cabe, lo peor fue que cuando quisimos darnos cuenta parecía que estábamos volviendo bajo nuestros pasos...
Consultamos el GPS con el track oficial del recorrido e íbamos fuera de él, pero nos estábamos encontrando con marcas de la senda que no habíamos visto aun...
Tras cerca de 2 kilómetros y medio decidimos darnos la vuelta... una de dos, o el track está desactualizado o la persona que midió el recorrido oficial no siguió el propio sendero.
Sea como fuese nos lo tomamos con filosofía, comentando el boom de las carreras de obstáculos, retomamos nuestras huellas hasta la bifurcación, eligiendo en esta ocasión el camino contrario.
Lo curioso es que en ese lado también había marcas del GR y hasta ese momento no nos habíamos salido del track oficial, algo no encajaba.
Tras un par de kilómetros nos volvió a suceder, íbamos siguiendo el track y de repente las marcas desaparecieron tras atravesar un túnel... tuvimos que cruzar la vía del tren con suma precaución y tirar campo a través hasta la fábrica, acompañados por un nuevo segmento de barro hasta la carretera.
Ascendimos hasta un Día y allí nos compramos un poco de fruta, tanto natural como en puré, para reponer; 63 kilómetros y medio llevábamos ya.
El aperitivo de media mañana |
Vistas desde la Ermita; de izquierda a derecha, Sierra de las Nieves, Prieta y Alcaparaín |
Y las vistas de la propia ermita |
Por suerte esta zona estaba menos embarrada, pero aun así me mojé los pies en varios cruces de arroyos, por no forzar la musculatura saltando más que nada (al correr con sandalias se te secan los pies en pocos minutos corriendo a un ritmo constante).
Precisamente eso comentábamos Paco y yo, sorprendiéndose cuando le comentaba que las Nunche 2, con las que llevo ya años corriendo, sobrepasan los 2600 kilómetros; y el único mantenimiento que necesitan es un lavado tras tiradas como la que afrontábamos y un cambio de correas cada 800-1000 kms.
El camino nos llevó nuevamente al margen del Guadalhorce y aunque se suponía que íbamos por la ruta correcta teníamos una alambrada a la derecha y el río a la izquierda, contando con apenas metro y medio de "camino" embarrado para avanzar.
No podíamos imaginar como harían los ciclistas para recorrer ese tramo; nosotros echamos el freno al trote y lo recorrimos caminando sin más, cruzando posteriormente la carretera para entrar en la Barriada del Puente, una de las zonas especialmente castigadas por las inundaciones de 1989 en Málaga.
Precisamente nos encontramos con un edificio precioso, abandonado, antes de llegar a la propia barriada, donde pedimos señas para comprar algo para almorzar.
Como eran las 2 y cuarto ya estaba todo cerrado, así que nos dirigimos a la fuente, donde 2 trabajadores almorzaban y nos dispusimos a comernos un par de barritas y fruta con ellos.
Continuamos la marcha maquinando si subir o no a Sierra Huma, ya visible frente a nosotros y cubierta de nieve en su zona superior, algo que personalmente no había visto nunca en persona y Paco comentó que él muy pocas veces.
Tras un pequeño tramo de asfalto hasta pasada la Barriada de Bellavista cogimos de nuevo camino, atravesando el arroyo de Jevar mientras comenzaba a lloviznar suavemente.
Llegamos así a la parte con mayor barro de todo el recorrido, donde los pies parecían pesar ya y las rodillas a picar, pero avanzábamos con ganas y teníamos ya una gran parte del recorrido cubierta.
Sierra Huma, frente a nosotros |
Ascendimos por el barrizal pero nos encontramos con las vías del tren, por lo que tuvimos que volver sobre nuestros pasos.
La lluvia comenzaba a apretar por momentos; cruzamos un arroyo por el que Paco me comentaba que solía cruzar con la MTB y ascendimos una pronunciada cuesta donde nos encontramos con un olivar podado de una manera muy llamativa, ya que apenas quedaba el tronco y trocitos de lo que anteriormente habrían sido unas poderosas ramas.
Este olivar quedaba en el margen izquierdo del camino y contrastaba con el que estaba situado a la derecha, un olivar normal sin podar; Paco le echó una foto para enseñársela a su padre, no os digo más, era muy curioso.
Seguimos ascendiendo y ya divisamos a lo lejos el canuto por el que Pablo de Campillos nos comentaba en la etapa 7 del Reto 360º Solidarios que una vez ascendió con un amigo, pese al brutal desnivel que presenta; precisamente queríamos echarnos la foto en la Huma para enviársela, ya que esa zona es su territorio particular de entrenamiento.
Comenzamos a descender junto a una zona de torres de alta tensión cuyos cables chisporroteaban cuando la lluvia los mojaba y apretamos un poco el ritmo a la par que lo hacía la lluvia.
Teníamos el margen justo para ascender y descender la Huma antes de que se fuese el último tren de la estación de El Chorro, pero tras una rápida llamada Paco confirmó que podían recogernos de ser necesario.
Mientras la temperatura disminuía y las precipitaciones aumentaban llegamos a El Chorro, donde comeríamos y decidiríamos cual sería el plan a seguir.
Efectivamente, la imagen que encabeza la crónica fue de las últimas, al realizar al revés el trazado |
Decidimos esperar al tren tras el almuerzo y volver a Málaga poniendo punto y final a una aventura épica, que me recordó enormemente a mi interrail por Suiza hacía varias navidades...
La experiencia de correr con toda la serranía a tu alrededor nevada es mágica y la oportunidad de unir a pie la arena de la playa y la nieve de la Huma es algo que se puede hacer en muy pocos lugares, pero somos afortunados por vivir en Málaga y poder disfrutarlo, aunque sea en contadas oportunidades.
Final de ruta |
Recuperando capas, bastante molido, pero feliz |
8% de batería le quedaba al GPS... ¡se le acabó a él antes que a nosotros! |
Sería urgente actualizar también el trazado oficial para no conducir a error a los senderistas que quieran transitar por ella y de igual manera, una sinergia entre los propietarios de fincas y la diputación podría abrir nuevos caminos para cruzar por rincones mucho más espectaculares.
Poniendo todos de nuestra parte se puede conseguir una senda con una calidad medioambiental y turística de primera, las bases ya las tenemos.
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