Tras establecer en la vigésimo octava edición de la media maratón de Málaga mi mejor marca en dicha media, con una hora y 20 minutos, el objetivo este año era superarla y llegaba concienciado y preparado.
Desayuné una porción de pizza de la noche anterior, como es habitual en mí antes de una competición (sobre las 6 y media) y tras ir al baño salí al recinto ferial de Fuengirola, donde había quedado con varios compañeros del club para ir a Málaga.
Nos distribuimos en los coches y aparcamos un rato después en el Paseo Marítimo Antonio Banderas, donde nos echamos una foto de grupo y fuimos caminando hasta la salida para soltar las piernas.
Pensé en quedarme en la salida ya que ya había dejado todo en el coche, pero tenía ganas de ir al baño, así que acompañé a mis compañeros y tras una rápida visita al WC volví a la salida.
Faltaban aun 15 minutos largos para la salida, pero desde megafonía avisaban de que en un minuto cerrarían los cajones de salida, así que salimos disparados hacia nuestros respectivos cajones.
El mío sería el 2º, donde traté de ir avanzando posiciones aprovechando que iba saludando compañeros por doquier; pese al madrugón, este sería otro año de salida lenta...
Varios minutos después, realizamos la cuenta atrás regresiva de 10 a 0 y comenzó la carrera...
Llevaba varias referencias por delante pero en esos momentos la salida era un caos y entre codazos y empujones me coloqué en el lateral derecho de la carretera para ir avanzanddo a tronpicones por los huecos que iba encontrando.
Miré el GPS tras unos 400-500 metros y vi que iba a 4:10; la idea era hacer un promedio de 3:48 y llegar entero a meta para hacer el último kilómetro progresivo, así que me pegué lo máximo posible a la derecha y haciendo cambios de ritmo finalicé el primer kilómetro en 3:49.
Óscar, de los Bichos Runners, se me había perdido ya en la distancia, pero Salvador Villodres estaba a unos 100 metros, así que me puse como objetivo alcanzarle y tratar de correr con él todo lo que pudiésemos.
Sabía que no se veía a punto para la media, pero en las dos carreras del circuito de Fuengirola ha quedado por delante de mí y esta semana coincidimos en un entrenamiento en la pista del Elola, por lo que confiaba en que estaría fuerte y haría un carrerón.
Tras poco más de un kilómetro a la caza lo alcance, justo en el giro de 180º que nos dirigía de nuevo hacia el puerto, donde me sorprendió ver a Juan Carlos Cabello junto a otro corredor del San Pedro.
Le pregunté que hacía por esa zona de la carrera y me dijo que hoy iba de liebre, para hacer 1:20 o 1:19, por lo que vi el cielo abierto y decidí colocarme tras ellos.
Lo bueno de haber salido desde "atrás" (dentro de que estaba en el segundo cajón), es que iba adelantando corredores con facilidad, lo que siempre es un plus motivacional.
Cuando vas en solitario se hace pesado el zigzagueo, pero ahora solo tenía que seguir la estela de Juan Carlos y su compañero.
Salva seguía a mi lado y por momentos escuchaba como se acoplaban más pisadas por detrás; estábamos formando un grupazo.
Íbamos clavando los parciales y pasamos el kilómetro 5 en 18:58, donde Juan Carlos y su compañero comenzaron a adelantarse tras coger una botella de agua.
Comencé a despegarme un poco y al pasar el sexto kilómetro me di cuenta de por qué... ¡habíamos estado rodando a 3:40!
El muchacho del San Pedro se dio cuenta también, ya que le pidió a Juan Carlos bajar un poco el ritmo y así volvimos de nuevo a reducir el ritmo.
Adelantamos poco a poco a Mónica y poco después a Janine, pero pese a que muscularmente estaba fenomenal comencé a notar algo raro...
Unos calambres que partían de la barriga me dificultaban mantener la zancada y aunque aguanté bien 2 kilómetros tratando de evadirme, al llegar al kilómetro 10 no era capaz de mantener el ritmo; en 37:50 había llegado, muy entero y con ganas...
Traté de concentrarme todo lo posible, pero unos repentinos retortijones me hicieron imposible seguir corriendo y a la altura del Parque 25 de noviembre tuve que salir de la carretera, cruzar la acera hacia un descampado y agacharme directamente.
Me dio tiempo por los pelos a bajarme las calzonas y no había caído en echar un paquete de clínex, que suelo llevar en tiradas largas o maratones.
Nunca me habían hecho falta en una media maratón y no pensaba que hoy fuese a ser la primera vez, pero en efecto, así fue...
Estuve algo más de un minuto "evacuando" y al acabar eché una ojeada alrededor y por suerte había un trozo grande de papel de cocina que no se veía muy sucio con el que pude apañarme.
Al incorporarme aproveché también para hacer pis y tras casi 2 minutos fuera de carrera y con la moral por los suelos, puesto que ya sabía que era imposible alcanzar la hora y 20, volví al asfalto.
Se notaba que no estaba en "mi zona" de la carrera, ya que comencé a adelantar corredores con una facilidad inusitada y cometí el error de correr como si acabase de comenzar la prueba.
Pese a haber parado a mitad del kilómetro 11, lo completé en 4:43 (en carrera no paro nunca el GPS, pase lo que pase) y comencé el 12 en 3:30 pero viendo que era un suicidio, decidí bajar el ritmo hasta completarlo en 3:52.
Me di cuenta a tiempo pero el derroche de energía en ese kilómetro y medio me acabaría pasando factura.
No me importaba en ese momento, lo que me tenía acojonado era que pese a la parada para soltar lastre, los calambres volvían a las andadas... ¿qué pasaba ahora?
En mi vida solo me he retirado en 6 carreras, siendo la más corta de ellas de 76 kilómetros (en 2 directamente no debería haber tomado la salida al estar lesionado), pero os prometo que por momentos, pensé en retirarme.
Cada zancada era un suplicio y estaba claro que no iba a hacer marca de ningún tipo, pero decidí continuar por dos motivos... el primero, porque tardaría menos en llegar a la meta corriendo que andando y el segundo, para recordar esa situación en futuras carreras.
Una vez que abandonas una vez es fácil volver a abandonar; sin contar el Spartathlon, desde 2017 no me lo planteaba, pero en media maratón nunca se me había pasado por la cabeza...
Mantuve la mirada en un corredor de amarillo que, como yo, iba doblando corredores con facilidad y durante un par de kilómetros parecía que los calambres estaban bajo control.
De repente volvieron a recrudecerse, coincidiendo con la subida a la Avenida Juan XIII, donde me alcancé con fuerza Antonio, de los Pollos Runners.
Traté de aprovechar ese "momentum" para alargar yo la zancada en las bajadas; él se pegaba y en la subida al puente sobre la Avenida de Andalucía era él el que tiraba mientras yo trataba de no despegarme demasiado.
Sin embargo y sin previo aviso, tuve que parar entre dos contenedores para evacuar de urgencia; no sabía de donde salía aquello, ya que pensaba que me había vaciado en la anterior parada, pero se ve que no...
La suerte estuvo de mi lado y al mirar en la papelera que tenía al lado encontré un paquete de Clinex con uno sin usar, lo que en ese momento era una bendición de los dioses.
Con una técnica que sería la envidia de los más expertos en papiroflexia logré limpiarme y volví a la carrera, totalmente hundido.
Al menos ya casi no me molestaba la barriga, aunque seguía teniendo calambres...
Me pasaron varios corredores dándome ánimos y reconocí entre ellos a Salva, del TAC, quien junto a Salvador Villodres y Moreno me habían ganado en la II Carrera del V Circuito de Carreras Urbanas de Fuengirola de la semana anterior.
Ahí también había tenido problemas estomacales, pero al ser solo 5 kilómetros pude aguantar al menos al final de la carrera...
Me alegró mucho ver a alguien conocido y traté de pegarme a él, pero tenía el cuerpo hecho polvo.
Al menos las piernas respondían, por lo que me puse a 4:08 durante dos kilómetros y en vista de que los calambres remitían y estaba a 2 kilómetros de meta, apreté un poco el ritmo y por primera vez en muchos kilómetros, vi el 3 en el minutero al completar el vigésimo kilómetro.
Fue una gozada bajar por Calle Alcazabilla con la alfombra roja del festival de cine de Málaga, ya que las sandalias se agarraban a la perfección; por desgracia no duró mucho y tuve que bajar un poco el ritmo mientras rodeábamos la catedral, ya que resbalaba en el suelo.
En esas me adelantó la liebre de 1:25, a la que llevaba unos minutos escuchando desde detrás.
No sabía en qué tiempo llegaría a meta y aunque desde luego no era lo que esperaba al tomar la salida, después de haber parado en 2 ocasiones y pese a las molestias estomacales me parecía increíble estar en esa franja.
Comencé a apretar el ritmo con cautela, recuperando algunas posiciones, pero en el giro hacia meta un nuevo calambrazo casi me obliga a parar de nuevo.
Ya me daban igual las posiciones y el tiempo, así que puse el piloto automático... hasta que un corredor me pasó en el pasillo de meta a toda pastilla.
Cambié un poco el ritmo y me puse a su altura; volvió a acelerar y decidí apretar un poco.
Lo cogí a apenas unos 30 metros de la meta y esprinté con todo lo que tenía, pero el muchacho me sorprendió con una última marcha y me arrebató la posición con decisión.
Desde 2014 no tenía un registro similar en la media, pero con todo lo que había sufrido me parecía una marca fenomenal.
Continué caminando hasta el final del pasillo de llegada, cogí agua, isotónica y una manzana y me dirigí hacia el baño más próximo para terminar de descargar.
Era increíble, pero pese a haber ido al baño antes de salir de casa, antes de tomar la salida y 2 veces en plena carrera, seguía expulsando lastre.
Para finalizar la jornada me dirigí de nuevo a la salida y estuve animando a mis compañeros de club; por más memoria que hago, ha sido la media en la que más he sufrido, pero al menos deja el listón muy bajo para que pueda superar la marca en la siguiente.
Un abrazo a todos y nos vemos en la próxima.
Desayuné una porción de pizza de la noche anterior, como es habitual en mí antes de una competición (sobre las 6 y media) y tras ir al baño salí al recinto ferial de Fuengirola, donde había quedado con varios compañeros del club para ir a Málaga.
Nos distribuimos en los coches y aparcamos un rato después en el Paseo Marítimo Antonio Banderas, donde nos echamos una foto de grupo y fuimos caminando hasta la salida para soltar las piernas.
Varios de los compañeros que correríamos la media |
Faltaban aun 15 minutos largos para la salida, pero desde megafonía avisaban de que en un minuto cerrarían los cajones de salida, así que salimos disparados hacia nuestros respectivos cajones.
El mío sería el 2º, donde traté de ir avanzando posiciones aprovechando que iba saludando compañeros por doquier; pese al madrugón, este sería otro año de salida lenta...
Varios minutos después, realizamos la cuenta atrás regresiva de 10 a 0 y comenzó la carrera...
¡Salida! |
Miré el GPS tras unos 400-500 metros y vi que iba a 4:10; la idea era hacer un promedio de 3:48 y llegar entero a meta para hacer el último kilómetro progresivo, así que me pegué lo máximo posible a la derecha y haciendo cambios de ritmo finalicé el primer kilómetro en 3:49.
Óscar, de los Bichos Runners, se me había perdido ya en la distancia, pero Salvador Villodres estaba a unos 100 metros, así que me puse como objetivo alcanzarle y tratar de correr con él todo lo que pudiésemos.
Sabía que no se veía a punto para la media, pero en las dos carreras del circuito de Fuengirola ha quedado por delante de mí y esta semana coincidimos en un entrenamiento en la pista del Elola, por lo que confiaba en que estaría fuerte y haría un carrerón.
Tras poco más de un kilómetro a la caza lo alcance, justo en el giro de 180º que nos dirigía de nuevo hacia el puerto, donde me sorprendió ver a Juan Carlos Cabello junto a otro corredor del San Pedro.
Le pregunté que hacía por esa zona de la carrera y me dijo que hoy iba de liebre, para hacer 1:20 o 1:19, por lo que vi el cielo abierto y decidí colocarme tras ellos.
Lo bueno de haber salido desde "atrás" (dentro de que estaba en el segundo cajón), es que iba adelantando corredores con facilidad, lo que siempre es un plus motivacional.
Cuando vas en solitario se hace pesado el zigzagueo, pero ahora solo tenía que seguir la estela de Juan Carlos y su compañero.
Salva seguía a mi lado y por momentos escuchaba como se acoplaban más pisadas por detrás; estábamos formando un grupazo.
Íbamos clavando los parciales y pasamos el kilómetro 5 en 18:58, donde Juan Carlos y su compañero comenzaron a adelantarse tras coger una botella de agua.
Tratando de no perder la estela |
El muchacho del San Pedro se dio cuenta también, ya que le pidió a Juan Carlos bajar un poco el ritmo y así volvimos de nuevo a reducir el ritmo.
Adelantamos poco a poco a Mónica y poco después a Janine, pero pese a que muscularmente estaba fenomenal comencé a notar algo raro...
Unos calambres que partían de la barriga me dificultaban mantener la zancada y aunque aguanté bien 2 kilómetros tratando de evadirme, al llegar al kilómetro 10 no era capaz de mantener el ritmo; en 37:50 había llegado, muy entero y con ganas...
Traté de concentrarme todo lo posible, pero unos repentinos retortijones me hicieron imposible seguir corriendo y a la altura del Parque 25 de noviembre tuve que salir de la carretera, cruzar la acera hacia un descampado y agacharme directamente.
Me dio tiempo por los pelos a bajarme las calzonas y no había caído en echar un paquete de clínex, que suelo llevar en tiradas largas o maratones.
Nunca me habían hecho falta en una media maratón y no pensaba que hoy fuese a ser la primera vez, pero en efecto, así fue...
Estuve algo más de un minuto "evacuando" y al acabar eché una ojeada alrededor y por suerte había un trozo grande de papel de cocina que no se veía muy sucio con el que pude apañarme.
Al incorporarme aproveché también para hacer pis y tras casi 2 minutos fuera de carrera y con la moral por los suelos, puesto que ya sabía que era imposible alcanzar la hora y 20, volví al asfalto.
Se notaba que no estaba en "mi zona" de la carrera, ya que comencé a adelantar corredores con una facilidad inusitada y cometí el error de correr como si acabase de comenzar la prueba.
Pese a haber parado a mitad del kilómetro 11, lo completé en 4:43 (en carrera no paro nunca el GPS, pase lo que pase) y comencé el 12 en 3:30 pero viendo que era un suicidio, decidí bajar el ritmo hasta completarlo en 3:52.
Me di cuenta a tiempo pero el derroche de energía en ese kilómetro y medio me acabaría pasando factura.
No me importaba en ese momento, lo que me tenía acojonado era que pese a la parada para soltar lastre, los calambres volvían a las andadas... ¿qué pasaba ahora?
En mi vida solo me he retirado en 6 carreras, siendo la más corta de ellas de 76 kilómetros (en 2 directamente no debería haber tomado la salida al estar lesionado), pero os prometo que por momentos, pensé en retirarme.
Cada zancada era un suplicio y estaba claro que no iba a hacer marca de ningún tipo, pero decidí continuar por dos motivos... el primero, porque tardaría menos en llegar a la meta corriendo que andando y el segundo, para recordar esa situación en futuras carreras.
Una vez que abandonas una vez es fácil volver a abandonar; sin contar el Spartathlon, desde 2017 no me lo planteaba, pero en media maratón nunca se me había pasado por la cabeza...
Mantuve la mirada en un corredor de amarillo que, como yo, iba doblando corredores con facilidad y durante un par de kilómetros parecía que los calambres estaban bajo control.
De repente volvieron a recrudecerse, coincidiendo con la subida a la Avenida Juan XIII, donde me alcancé con fuerza Antonio, de los Pollos Runners.
Traté de aprovechar ese "momentum" para alargar yo la zancada en las bajadas; él se pegaba y en la subida al puente sobre la Avenida de Andalucía era él el que tiraba mientras yo trataba de no despegarme demasiado.
Sin embargo y sin previo aviso, tuve que parar entre dos contenedores para evacuar de urgencia; no sabía de donde salía aquello, ya que pensaba que me había vaciado en la anterior parada, pero se ve que no...
La suerte estuvo de mi lado y al mirar en la papelera que tenía al lado encontré un paquete de Clinex con uno sin usar, lo que en ese momento era una bendición de los dioses.
Con una técnica que sería la envidia de los más expertos en papiroflexia logré limpiarme y volví a la carrera, totalmente hundido.
Al menos ya casi no me molestaba la barriga, aunque seguía teniendo calambres...
Tras la segunda "descarga"; hubiese llorado de felicidad con el momentáneo alivio... |
Ahí también había tenido problemas estomacales, pero al ser solo 5 kilómetros pude aguantar al menos al final de la carrera...
Me alegró mucho ver a alguien conocido y traté de pegarme a él, pero tenía el cuerpo hecho polvo.
Al menos las piernas respondían, por lo que me puse a 4:08 durante dos kilómetros y en vista de que los calambres remitían y estaba a 2 kilómetros de meta, apreté un poco el ritmo y por primera vez en muchos kilómetros, vi el 3 en el minutero al completar el vigésimo kilómetro.
Fue una gozada bajar por Calle Alcazabilla con la alfombra roja del festival de cine de Málaga, ya que las sandalias se agarraban a la perfección; por desgracia no duró mucho y tuve que bajar un poco el ritmo mientras rodeábamos la catedral, ya que resbalaba en el suelo.
En esas me adelantó la liebre de 1:25, a la que llevaba unos minutos escuchando desde detrás.
No sabía en qué tiempo llegaría a meta y aunque desde luego no era lo que esperaba al tomar la salida, después de haber parado en 2 ocasiones y pese a las molestias estomacales me parecía increíble estar en esa franja.
Comencé a apretar el ritmo con cautela, recuperando algunas posiciones, pero en el giro hacia meta un nuevo calambrazo casi me obliga a parar de nuevo.
Ya me daban igual las posiciones y el tiempo, así que puse el piloto automático... hasta que un corredor me pasó en el pasillo de meta a toda pastilla.
Cambié un poco el ritmo y me puse a su altura; volvió a acelerar y decidí apretar un poco.
Lo cogí a apenas unos 30 metros de la meta y esprinté con todo lo que tenía, pero el muchacho me sorprendió con una última marcha y me arrebató la posición con decisión.
¡Meta! |
Continué caminando hasta el final del pasillo de llegada, cogí agua, isotónica y una manzana y me dirigí hacia el baño más próximo para terminar de descargar.
Era increíble, pero pese a haber ido al baño antes de salir de casa, antes de tomar la salida y 2 veces en plena carrera, seguía expulsando lastre.
Para finalizar la jornada me dirigí de nuevo a la salida y estuve animando a mis compañeros de club; por más memoria que hago, ha sido la media en la que más he sufrido, pero al menos deja el listón muy bajo para que pueda superar la marca en la siguiente.
Un abrazo a todos y nos vemos en la próxima.
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