Ir al contenido principal

II Trail Arenas Bentomiz Xtreme "Ruta del Mudéjar"


Daban las 4 de la tarde cuando tras algo mas de hora y media en coche, aparcábamos Mayte y yo en Arenas, un pueblo de Málaga del que hasta hace unas semanas no habíamos oído hablar.

Llegaba muscularmente un poco cargado de mi aventura por Mallorca, pero con muchas ganas de conocer la ruta y sin prisa por completar la prueba.

Tras un breve paseo llegamos al colegio Valle Inclán, donde estaba el aparcamiento de corredores, aunque como ya llevábamos todo encima descartamos mover el coche.

Juan Sebastián estaba a cargo de la entrega de dorsales, por lo que en ese momento no pudimos charlar mucho y tras recoger el mismo y la bolsa del corredor, me dirigí a la cola del baño, situada en el lateral del colegio.


Preparado para la salida
La Gymsac estaba muy chula pero el contenido ya era una pasada... camiseta técnica, pasas denominación de origen Málaga, aceite de oliva virgen extra de cosecha local, gafas deportivas de sol (protección UV 400) y una funda impermeable para el móvil.

Tras un paso rápido por el baño me di un breve paseo por la zona y pude charlar con un montón de corredores, algunos de los cuales no me encontraba desde hacía bastante tiempo, como Francisco Campos o Maximiliano Chavarría y otros con quienes he coincidido más recientemente, como Antonio José, Víctor Manuel y Juan Sebastián y su padre, con quienes estuve charlando un buen rato.


Con Jesús Manuel, no os perdáis su galería de fotos de la prueba
Además de ponernos al día, me fueron poniendo en antecedente de qué me encontraría durante el recorrido y me avisaron de que tras el primer avituallamiento líquido me encontraría una bajada técnica de unos 200 metros, pero el resto del recorrido sería bastante corrible.


Con Juan Sebastián, izquierda y Antonio José, derecha.
Mi idea era correr con las Stone, que tras más de 2000 km tienen ya poco dibujo pero siguen siendo de mis sandalias preferidas para correr por montaña.

Con Juan Sebastián y Anttonio, su padre
Esta sería mi primera carrera por montaña desde la pasada Carrera Nocturna de Alhaurín el Grande, en junio del año pasado, que fue muy pistera, por lo que ya me hacía el cuerpo de que al estar integrada en el circuito de la Copa Provincial de Málaga iba a ser dura e iba a tener que andar mucho, pero me lo tomaría con filosofía.

Además de en la bolsa del corredor, se notaba que la organización se había volcado en el trato al corredor, ya que desde poco después de llegar estuvieron sirviendo café y dulces tradicionales hechos a mano para corredores y acompañantes, de forma totalmente gratuita y cuando nos dirigíamos a la plaza del ayuntamiento para tomar la salida escuché que se estaba preparando paella y barbacoa para la noche.

Salimos al trote para la plaza, donde comenzamos a apelotonarnos tras el arco de salida y tras colocarme varias filas por detrás de los corredores de cabeza, ya que el objetivo era disfrutar la prueba, preparé el GPS.

Con el disparo de salida comenzamos a correr buscando huecos y tras cerca de medio kilómetro de gran desnivel por las calles de Arenas, salimos a un carril por lo que la cabeza de carrera se divisaba ya en la distancia sin parar de correr mientras los mortales alternábamos ya el trote con los primeros pasos.

Tras un kilómetro de continuo ascenso por el carril llegamos a una rápida bajada cementada, donde comencé a adelantar corredores con energía pese a ir reteniéndome, ya que hasta que no completase la bajada técnica quería ir en modo de "ahorro de energía".

Llegamos al final de la rampa y me extrañó ver a varios corredores parados frente a un coche con dos voluntarios que se miraban indecisos.

Había corredores que habían ascendido por el tramo de la izquierda, donde había balizas, pero también las había por delante; uno de los corredores decía que ahora había que ir al cerro Veas, que era el que estaba por delante y por el que un buen grupo de corredores ascendía en ese momento.

Tras un momento de duda echó a correr y los demás les seguimos, mientras otro corredor afirmaba que el año pasado el bucle se había realizado a la inversa, bajando por donde ahora ascendíamos.

Cuando terminábamos el ascenso a la primera rampa los muchachos del coche comenzaron a llamarnos, indicándonos que estábamos yendo en dirección contraria, así que volvimos sobre nuestros pasos.

Algunos corredores estaban bastante enfadados, pero como mucho habríamos perdido 3 o 4 minutos entre el tramo que hicimos en dirección contrario y la vuelta... en una carrera de 25 kilómetros y de montaña, salvo que vayas a luchar por el podio, creo que es un margen de tiempo recuperable.

Aun así, hay que conceder que haber puesto una flecha en el suelo hubiese despejado todas las dudas, se ve que los voluntarios se habían confundido al ver corredores tomar ambas direcciones y hasta que no confirmaron el sentido no intervinieron.

En cualquier caso, al ser un bucle, al final el tiempo de los que ascendiesen por uno u otro lado tampoco debería variar demasiado, por lo que ascendí sin preocuparme mientras comenzaba a adelantar corredores nuevamente y me ubicaba en un grupito en el que iba Lourdes, del Alpino Benalmádena, que junto a Carmen eran en mi opinión de las favoritas para llevarse el podio femenino.

Tomé algo de ventaja, pero al llegar al avituallamiento y vi la soltura con la que bajaban los corredores que iban por delante de mí por la zona técnica decidí echarme a un lado cada vez que oía pasos para bajar con tranquilidad.

Mientras me adelantaba Lourdes derrapé y noté un pinchazo en la pierna izquierda, a mediación de la parte frontal, justo cuando ella derrapaba y tras caer de espalda se incorporaba como un resorte y continuaba bajando a gran velocidad; si llega a pasarme a mi creo que hubiese terminado de bajar haciendo la croqueta, ¡como se nota la experiencia!


Nivel de técnica en bajada -10

Se nota la falta de entreno en bajada...

Y que voy necesitando recambio de sandalias
Perdí en la bajada casi todas las posiciones que había recuperado en el ascenso, pero al menos la pierna parecía responder bien una vez cogimos la pista para continuar el descenso y en el posterior ascenso hacia la rampa cementada volví a reagruparme.

Ahora ya estaba pintada la flecha al pasar por la zona de ascenso al bucle, es una pena que no hubiese estado desde el inicio, ya que el balizamiento estaba siendo excelente.

Tras un nuevo tramo de pista bastante corrible, la pista dio paso a una vereda, pero como estaba situada en zona de umbría, con lo que el terreno era más blandito y me agarraba bien, pude mantener un buen ritmo.

En el reglamento se indicaba que se recomendaba llevar pantalón por debajo de las rodillas y ya entendía por qué, ya que me picaban las piernas del roce con las plantas y eso que apenas llevábamos 7 kilómetros, pero las vistas y el olor a campo lo compensaban con creces.

Tras otro tramo de frenético descenso llegamos a un arroyo donde no me compliqué y me metí de lleno en el agua; por un lado era refrescante tener los pies mojados, pero por el otro ahora las sandalias resbalaban un poco y al estar mojadas las correas no tenían tanta fuerza.

Lo bueno es que ahora tocaba un tramo de ascenso y con el sol y el calor que estaba haciendo no deberían tardar mucho en secarse.

Llegué al segundo arroyo con las sandalias casi secas pero aunque salté con fuerzas volví a mojármelas, así que me tomé lo que quedaba de ascenso hasta el avituallamiento del km 8,6 con calma, ya que intuía que no tardaría en llegar una bajada y prefería que los que tuviesen más fuerzas fuesen por delante para no estorbarles en la bajada.

Como corría con todo a cuestas, como de costumbre, me salté el avituallamiento y comencé a bajar con fuerza tras dos corredores, esperando que el ascenso fuese breve y ascendiésemos por un carril que quedaba a mano izquierda, pero tenía una cinta, así que continuamos bajando camino a otro arroyo.

En un momento dado se me fue el pie izquierdo, resbalando por dentro de la sandalia, con lo que impacté con fuerza contra el suelo con el pulgar, segundo y tercer meta, notando un agudo dolor que me subió hasta la rodilla.

No reparé en él porque en ese paso por agua estuve pendiente para no volver a mojarme, ya que en esta ocasión me había hecho daño, pero en cuanto comenzamos el escarpado ascenso, por el que subíamos caminando, no notaba secuelas del golpe.

Salvo un corredor que avanzaba a buen ritmo con bastones nadie pidió paso, por lo que pude subir cómodo, pero en el descenso del kilómetro 12 ya notaba como me iba dando punzadas el peroneo izquierdo al bajar.

Curiosamente, en los tramos corribles me molestaba más que en los técnicos, ya que en los segundos daba pasitos cortos y la molestia remitía, pero en cuanto alargaba un poco la zancada el dolor era bastante molesto.

Al llegar al kilómetro 14 y tras ganar posiciones en los ascensos y perderlas en los descensos consulté el reglamento de la prueba para confirmar la distancia; quedaban 11 kilómetros por delante y ya iba prácticamente cojo, así que decidí que me quedaría en el siguiente avituallamiento, que estaba a poco más de un kilómetro y medio.

Tratando de trotar cuando veía que la pendiente me ayudaba intentaba acortar el tiempo de sufrimiento, pero al final desistí y decidí llegar caminando, ya que el dolor menguaba bastante si mantenía pasos cortos.

Últimos metros en carrera...
He de agradecer los ánimos y la preocupación de los corredores que me fueron adelantando en ese tramo, en montaña siempre hay más camaradería que en el asfalto, pero eso no quita que haya que ser agradecido.

Cuando llegué al avituallamiento ya habían avisado a las voluntarias de que había un corredor que iba mal, pero les dije que me recogerían, por lo que no hacía falta que llamasen a la organización.

Me daba mucha pena porque quería ver el Castillo de Bentomiz, pero la salud es lo primero y a un mes del objetivo de la temporada, no hubiese sido prudente continuar en esas condiciones.

Degustando las deliciosas naranjas del avituallamiento hice tiempo mientras Mayte llegaba a Daimalos y cuando estuvo en la entrada del pueblo bajé poco a poco hasta la carretera para que me recogiese.

Ha sido mi primera retirada desde que el año pasado abandonase en el kilómetro 128 del Spartathlon, pero al igual que en esa ocasión no tuve dudas... el límite, para mí, se encuentra cuando la salud se ve afectada.

Ahora queda recuperar con garantías para poder meter una buena carga de cara a este último mes de preparación, pero hasta que no remitan por completo las molestias no trotaré; suerte que este año estoy dándole caña a la bicicleta también y al menos, fondo no perderé.

Me gustaría, antes de finalizar la crónica, agradecer a la organización, a Juan Sebastián y a todos los voluntarios implicados la labor que han realizado, ya que se notan las horas de esfuerzo y dedicación  cuando una prueba se organiza para el corredor.

Enhorabuena a todos los participantes, finalistas o no, ya que todo lo que el recorrido tiene de bonito lo tiene de duro y espero poder completar en un futuro la prueba.

¡Un abrazo!

Comentarios