Tras varias semanas entrenando por fin con continuidad llegó una de las citas del año, en la que, teniendo en cuenta la experiencia de las 12 Horas de Almería, confiaba en poder superar por 13 kilómetros mi marca del año anterior, llegando a la imponente cifra de 200 kilómetros.
Estaba claro que sería muy complicado, pero teniendo en cuenta que el año anterior había acudido con gastroenteritis a la prueba y nos acostamos pasadas las 2 de la mañana.
Este año acudía a priori sano y a estaba en la cama poco después de las una de la madrugada, así que podría descansar cerca de 7 horas, que pasaron en un suspiro.
Compartí habitación con Julio Pastor, como el año pasado, pero este año Mayte vendría de apoyo, lo que además de anímicamente era una gran ventaja logística.
Coincidimos en el buffet del Ibis con Patricia Scalise, Nicolás Kierdelewic, Fabián Campanini, Manolo Rico, Ángela y muchos más.
Tras desayunar, nos dirigimos a la pista para coger sitio y seguir saludando amigos, como Ángel Mateos y Sonia Hurtado, compañeros de aventuras en cada vez más pruebas, Fernando Soriano e Isa, José Antonio Buendía, Paco Robles, Antoni Badía, Mia Carol, Yoel Díaz, Mario Jiménez, Mayte Martín, Luisito y seguro que me olvido a muchos, ¡mis disculpas!.
Junto a Antonio y Mia, foto que estaba pendiente de los 100 km de Caldes |
Tras coger sitio en una de las carpas más próximas a la zona de cronometraje, fuimos junto a Ángel, Sonia, Rafa y Laura al Mercadona a hacer acopio de víveres para las 24 horas y volvimos justo a tiempo para el Briefing.
Me dio mucha alegría volver a encontrarme con los hermanos Rojo, con Diego de asistencia y Mayte preparada para asaltar la mínima para el Spartathlon, probablemente en las 12 horas.
Organizando el chiringuito |
Poco después del Briefing organizamos el clásico pasillo de presentación, tras el cual se dio una vuelta de honor y participamos en un minuto de aplausos.
Chocando manitas |
Momento emotivo |
Terminé de prepararlo todo y me coloqué en el corralito de salida preparado para comenzar.
Chip sega-tobillos 2.0; este año era mucho más cómodo y con velcro. |
Preparados para la salida |
Comencé a trotar acompañando a Alberto, el descalcista, en la primera vuelta y ya me coloqué en mi sitio, dejando hueco para que me adelantasen pero pegado a la línea.
Mi idea era correr suave pero constante, sumando 10 kilómetros 200 en la primera hora, 10 kilómetros 100 metros en la segunda y alcanzando los primeros 30 kilómetros poco antes del aviso para el primer cambio de sentido.
Había estado comiendo una barrita triforza por hora y bebiendo agua y coca-cola al gusto, pero cuando Mayte me dijo que irían las chicas al Burguer King a comer decidí pedirle 2 hamburguesas de un euro, como en las 12 horas de Almería.
Allí me sentaron fenomenal, me las comí caminando, troté suave cerca de media hora tras comérmelas y después me sentí mucho más enérgico, habría que ver si surtía efecto.
Me notaba el estómago pesado, tenía bastantes gases y calambres estomacales, así que esperaba que comer me asentase la barriga.
Cerca de las 3 y media retornaron a la pista con mi prometido avituallamiento...
¡2 panes, 2 carnes y mucho ketchup! |
Poco después de comérmela tuve que parar para ir al baño y entré en las 4 horas con 40 kilómetros justos, pero lo que fue una parada puntual para soltar los gases se convirtió en un suplicio, ya que me asaltó una potente diarrea.
Estuve un buen rato sentado en la taza y tras pocas vueltas necesité volver al baño de nuevo.
Me encontré la puerta cerrada en esta ocasión y casi 5 minutos de reloj estuve en la puerta cuando salió un hombre con ropa de calle que me pidió disculpas al ver que llevaba el dorsal.
Sumando como podía... |
Sería genial si se acotase ese baño solo para participantes, pero en esos momentos ese era el menor de mis problemas, ya que el chorro trasero volvía a la carga y por momentos me transportaba a la edición del año pasado.
Nico me dejó un Fortasec, pero ni por esas, a los pocos minutos tenía que volver al baño, de donde salía Julio Pastor con mala cara y me confirmaba que también él lo estaba pasando mal con el estómago.
De momento seguía líder de la prueba con un ritmo impresionante, pero si estaba como yo, duraríamos poco en pista...
Llegué a la quinta hora con 48 kilómetros, pero con cada vez menos fuerzas, más calambres y más dolor de barriga, hasta el punto de ir 3 veces al baño en poco más de media hora y entre parada y parada cada vez podía trotar menos.
Entré en el segundo cambio de sentido con 56 kilómetros, lo que no estaba nada mal para el suplicio que estaba pasando y por momentos seguía soñando con los 200 kilómetros.
Si por fin empezaba a mejorar el estómago podría pasar las 12 horas con más de 110 kilómetros, pero ya conocía lo dura y larga que podía ser la noche del año anterior, así que seguía concentrado, vuelta a vuelta.
De repente comencé a sentir náuseas y tuve que comenzar a sentarme, tal y como me había pasado el año anterior.
No quería sentarme demasiado tiempo del tirón, pero el malestar iba cada vez a más y casi no me dejaba trotar; cada pocas vueltas acababa sentado en la carpa o en la propia taza del váter, pero la cosa no mejoraba.
Probé a comer pasta, té, caldo, coca-cola... pero este año nada surtía efecto.
Las chicas pidieron pizza para cenar y pensé en comerme una porción; si funcionaba y podía meter algo de alimento al cuerpo aun tenía opciones de salvar la carrera, pero si no, estaba sentenciado.
Tuvimos el primer apagón mientras me comía la pizza y por momentos pensé en abandonar, incluso aunque el cronometraje siguiese funcionando, ya que estaba muy desmotivado.
Me obligué a volver a la pista y pasé varias vueltas bastante entretenidas con Mónica, pero estaba muy falto de fuerzas y helado, así que volví a la carpa.
Cada vez tenía más náuseas y tenía que escupir la bilis para no vomitar y veía que Mayte estaba realmente preocupada.
Ángel se había retirado por molestias en el pubis, Rafa estaba helado y enfundado en su saco de dormir, Rubén se estaba planteando abandonar... el panorama era un desastre, menos mal que Patri continuaba trotando a buen ritmo, era la única que se salvaba de la carpa.
Tras mucho meditarlo decidí abandonar, con 77,9 km según el cronometraje oficial y 11 horas largas en carrera.
Pagamos otra noche en el Ibis y al menos pude ducharme, dormir lo que se dice dormir no pude hacerlo hasta las 3 de la mañana por los dolores en la barriga que tenía hinchada y súper dura.
A las 6 de la mañana estaba ya sentado en la taza del WC, pasé una noche mucho peor que la del año anterior, pese a estar en el hotel y no en la pista.
Tras desayunar una manzana y dos plátanos volvimos a la pista, para entregar el chip y disfrutar del final de la prueba, siempre emotiva y de la gran victoria de Fernando Soriano y Bárbara Campos.
Paco Robles también consiguió MMP, Luisito hizo un carrerón, Patri una buena marca pese a sufrir las últimas horas... me hubiese encantado haber sido parte de la experiencia desde dentro, pero ahora visto con perspectiva, tuve hasta suerte.
Esta mañana he recibido los resultados de unos análisis que me hice hace dos semanas.
Mi médico me conoce, es también deportista y sabe lo que hago, por lo que me ha dicho que no me ha mandado a hospitalizar directamente, pero a cualquier otra persona la hubiese enviado sin dudar.
Tengo el hierro y la hemoglobina por los suelos, entre otros valores, hasta el punto de que simplemente caminando me podría dar un colapso, por lo que me van a mandar con preferencia a hematología para que estudien mi caso y me manden tratamiento.
Hasta entonces, se me ha prohibido cualquier tipo de actividad intensa, nada de correr, nadar, montar en bici... ni si quiera ir caminando al trabajo, a menos de 3 kilómetros de casa.
La noticia me ha sentado como un jarro de agua fría, ya que es cierto que este año, comparando los entrenamientos del Spartathlon con los del año pasado me notaba mucho más lento y pesado y con un pulso promedio entre 10 y 20 pulsaciones de media superior a las tiradas del año pasado.
Pero como en mi día a día no había notado nada raro ni me había planteado que podría pasarme algo, de hecho, la analítica me la hice de rebote por otras cosas.
En fin, es tiempo de parar, descansar y recuperar, no me queda otra.
Tenía muchos planes y mucha ilusión puesta en el 2020, pero hasta que no tenga el visto bueno del médico habrá que aplazarlo todo.
Lo único con lo que sueño aun son los 6 dias de Hungría, y porque son en mayo, pero todo dependerá de lo que diga el médico.
Muchas gracias a todos por vuestros ánimos, apoyo y seguimiento, estamos en contacto.
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