Un mes después del parón por las molestias en el tibial anterior derecho que me impidieron acudir a Burjassot y Castilla surgía la oportunidad de participar en un nuevo ultrafondo.
En esta ocasión sería en 6 horas y en ruta, en la murciana ciudad de Mula, en un circuito de un kilómetro en el que intentaría nuevamente alcanzar una distancia de entre 75 y 80 kilómetros.
Sería mi primera prueba de 6 horas "de verdad".
El verano pasado ya intenté, sin éxito, completar esa distancia en unas 6 horas virtuales que realicé en la Avenida de Andalucía, Mijas, en las que, tras 3 horas y 45 minutos, viendo que no llegaba al objetivo, decidí apretar para bajar la marca en 50 km y dejarlo correr.
Salimos Mayte y yo de Fuengirola el sábado por la tarde y tras 500 kilómetros conduciendo, cené un tupper de pasta en el hostal y traté de dormir, sin éxito hasta las 12 de la noche, debido a un festival de música electrónica que tenían montado al lado del alojamiento.
A las 6 de la mañana en punto sonó el despertador, desayuné un mollete de pan con aceite y tomate, me bebí un botellín de Tailwind y tras vestirnos, nos dirigimos a la zona de salida.
Vimos a Julio Pastor camino al aparcamiento, a Fernando Soriano, a quien no reconocí con la mascarilla en el mismo (al ver su furgo ya me di cuenta) y tras saludarlos, me puse a montar la carpa con Mayte.
Traía agua, coca-cola, Tailwind, geles y plátano, me va mejor el alimento líquido que el sólido, especialmente cuando hace calor y fiel a mis últimas tiradas largas, no tomaría sales, sino que las ingeriría vía Tailwind mezclado con agua.
Cuando vi la fila para recoger los dorsales fuimos hacia allá y me encontré con Mayte y Fidel, con quienes no coincidía desde el Spartathlon 2019.
Pero no quedaron ahí los reencuentros, ya que también coincidí con Daniel, con quien corrí en 2014 en el Andorra Ultra Trail Mític, hace ya siete años.
Tras saludarlos a ambos y a otros compañeros, como a Pedro Serna, Ginés, Araceli, Buendía, hice un pis rápido en el retrete portátil, preparé los bártulos y me dirigí a la línea de salida, con ganas de correr.
Ocupamos nuestras marcas y nada más comenzar la prueba eché a correr a buen ritmo, completando la primera vuelta en algo menos de 4 minutos y 14 segundos.
Viendo que el ritmo era demasiado alto bajé un punto la intensidad, y antes de completar la segunda vuelta me adelantó un corredor alto y delgado que avanzaba con zancada poderosa.
No sabía si sería del maratón o de las 6 horas, así que yo seguía a lo mío, mientras me iba quedando con los corredores que sabía que eran de mi prueba a cada giro, a fin de ver cómo iban.
Pedro Serna y Fernando Soriano avanzaban a buen ritmo y Julio venía poco detrás; el corredor en cabeza se distanciaba a ritmo de una palmera más a cada giro, probablemente rodando a cerca de 4 minutos el kilómetro, ya que yo iba ligeramente por debajo de 4:20.
La temperatura estaba respetando por el momento, ya que el día estaba medio nublado y soplaba una ligera brisa que a mi por lo menos me daba la vida.
Sobre la vuelta 9 me adelantó Julio, que venía remontando con un buen cambio de ritmo, y en cuestión de un par de vueltas adelantó al corredor que iba en cabeza, que había perdido brío en la zancada y tenía gesto adusto.
Yo seguía a mi carrera, rodando entre 4:20 y 25, bebiendo cada 20 minutos Tailwind o Coca-cola, según tocase y pidiéndole a Mayte agua para refrescarme cada media hora aproximadamente.
El sol empezó a caer con fuerza sobre Mula y las nubes se fueron tal y como habían venido, aunque al menos la brisa ayudaba a mantener la temperatura a raya.
No tardó en parar a estirar el corredor que durante tantas vueltas había liderado la carrera y aunque se mantuvo en el circuito, cuando le pregunté cómo estaba me dijo que para él la carrera ya se había acabado.
Julio mantenía el ritmo como un reloj por delante, al igual que Fernando y Pedro por detrás, a quienes iba controlando en los giros.
Con la salida de la prueba de 4 horas los ritmos se descontrolaron un poco, al menos para mí, ya que costaba más mantener las referencias y adelantar.
Tras varias vueltas, me di cuenta de que de una vuelta para otra la distancia en el giro entre Julio y yo había pasado de 10 palmeras a 6 y en la vuelta siguiente estábamos a 3 palmeras.
Tardé aun varias vueltas en alcanzarlo y me comentó que continuaba dolorido de los tibiales, que había forzado en el ultrafondo de Castilla y que probablemente parase en breve para guardar fuerzas para Santander, como así hizo.
Entramos así en el ecuador de la prueba, siendo el anécdotico líder al haber abandonado los corredores que con tanto poderío habían liderado la carrera en sus inicios.
Aun así ya me había percatado de que las piernas no me iban finas y la ventaja tanto con Pedro Serna, que se había lanzado, como con Fernando, que continuaba a ritmo firme, era cada vez menor.
En cuestión de pocas vueltas comencé a notarme acalambrado, así que le pedí a Mayte, que estaba guardando la carpa, ya que se iba a volar con el viento, que me preparase una mezcla de agua y sales en proporción 3 medidas para 330 cl, bien cargada.
Comencé a caminar tramos cada vez más largos y aunque recuperé un poco cuando me bebí el bidón de Tailwind, el ritmo ya no era el mismo, los 80 kilómetros estaban ya totalmente descartados y a ese paso, hasta los 70.
Me enganché un par de veces con Fernando Soriano cuando éste me doblaba y aunque las sensaciones iban mejorando, me costaba horrores rodar por debajo de 5 minutos el kilómetro, tenía las piernas como bloques de madera y me dolían ya los hombros en cada giro, pese a haberme quitado la mochila hacía un buen rato.
Quedaban apenas 15 minutos para terminar las primeras 4 horas, así que pensé preguntarle a Manolo Rico si podía acabar en ese tiempo, ya que había modalidades de 2, 4 y 6 horas y cuando lo vi en un paso por meta y me confirmó que podía, decidí hacerlo así.
Al final se repetía la historia de las 6 horas virtuales, sin mmp en 50 km...
Teniendo la semana que viene la media maratón de Puente Genil veía más inteligente guardar y llegar bien a sufrir castigando al cuerpo las 2 horas que quedaban y no poder correr en Córdoba, o hacerlo renqueando.
Finalmente completé 53 vueltas en poco más de 4 horas (quedaban algo más de 2 minutos para las 4 horas en el anterior paso por meta y no contabilizaban parciales), que no está nada mal, pero esperaba algo más.
Seguramente el "pajarón" no fuese solo debido a la falta de sales, está claro que el mes de parón también influye, así como el calor y el haber salido a un ritmo vivo, pero era el planteamiento que tenía y al menos no paré por lesión.
De hecho, esta mañana ya he trotado media horita y tengo ya la mente puesta en Córdoba, donde, aunque no me sirva ya la marca, intentaré bajar de hora y 20.
Muchas gracias a Manolo Rico por organizar otro gran evento y enhorabuena a los campeones, especialmente a Fernando Soriano y a Joan Bofill, compañero del Burjassot.
PD: hubo un corredor que me preguntó si había llevado libros y cuando terminé estuve mirando a ver si lo veía pero no recordaba quien era, si lees esto escríbeme, yo te pago el porte ;)
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