El objetivo sería bajar de las tres horas y media, logrando, salvo cambio en el reglamento, la mínima para puntuar por equipos en el próximo campeonato de España de 100 kilómetros.
A diferencia de la última ocasión, en la que viajé el día de antes a Bilbao en avión, alquilé un coche, conduje a Santander, recogí el dorsal y pasé el día solo por la capital Cántabra, en esta ocasión llegaría con dos días de antelación.
Tras casi dos horas y media de tren y otras tantas en avión debido a un retraso, Joan Bofill, compañero de Els Sitges de Burjassot con el que coincidí en las 6 horas de Mula me recogió en el aeropuerto y tras dejar las cosas en el Chateau La Roca (el hotel de la organización), cenamos y nos fuimos a dormir relativamente temprano.
La mañana siguiente pude conocer en persona a Eduardo, el míster del club, a Vitin descalzo y a Juanjo, con quien coincidiría también en los 50 kilómetros.
Vitin y Joan debutarían en la distancia de 100 kilómetro y Eduardo, aunque falto de rodaje, participaría en los cien también como "seguro", para puntuar por si pinchaba alguno de nuestros compañeros.
Fuimos juntos a desayunar y recoger los dorsales, tras lo que dimos una vuelta de reconocimiento al circuito, donde conocimos a varias leyendas vivas del ultrafondo y coincidimos con varios compañeros, como Rafa Priego y su mujer, que nos acompañaron en el reconocimiento, Posado y Maria, que correrían también los 100 kilómetros y varios compañeros más.
Inicialmente tenía pensado trotar sobre media hora, pero la verdad es que tras la caminata por el circuito me daba por satisfecho, así que tras charlar con varios compañeros y antes de que se nos echase el día encima, almorzamos en el Policotes y nos despedimos hasta la hora de la cena.
Tras organizar las cosas y echarnos una siesta, fuimos a comprar las últimas cosas (arroz para el desayuno, coca-cola, vaselina e imperdibles) y Joan me enseño unas playas que había descubierto la tarde anterior, en Liencres, siendo la playa de Arnía una auténtica maravilla.
Allí nos encontramos con Mayte, Judith, Imael Zárate y su mujer y estuvimos poniéndonos al día y cargando hidratos hasta que ya la hora empezó a hacer prudente el irnos a descansar, ya que a las 5 de la mañana habría toque de diana.
No pude descargar antes de acostarme, lo que me tenía algo preocupado, pero por suerte fue lo primero que hice nada más despertarme.
Me tomé un comprimido de magnesio Aquilea con un vaso de agua en ayunas, me comí dos plátanos y me dirigí a la zona de cocina para hacer los vasitos de arroz blanco para Joan y para mí.
Fue una sorpresa encontrarme con Cristóbal Ortigosa mientras los preparaba, así como Marcos, el ultrafondista canario con quien, junto a Ismael, compartí tantísimos kilómetros en el I Ultrarunning Barcelona.
Habíamos quedado a las 5:40 para salir juntos hacia el Parque de las Llamas, pero decidimos hacer una última visita al excusado que a mí al menos me vino fenomenal, ya que pude volver a vaciarme y salvo sorpresa, el estómago, que es mi mayor debilidad, debería aguantar perfectamente.
Para la carrera llevaba 2 bidones de 33 cl con dos medidas y media bien cargadas de Tailwind, 2 bidones de 33 cl con coca-cola sin gas, varios comprimidos con sales minerales, dos sobrecitos de cafeína, dos hidrogeles y dos geles con cafeína.
La idea era tomar uno de los sobrecitos de cafeína a una hora del inicio de la prueba y otro sobre las dos horas, Tailwind a y 20 cada hora, coca cola a cada hora en punto junto a un comprimido de sales y cada hora a y 40 un gel, alternando sin y con cafeína.
Esta era la idea a priori, ya que es lo que tengo entrenado y me suele funcionar muy bien, aunque en Mula, que llevaba solo una medida en el Tailwind, me vi justo, por lo que decidí añadir las sales.
Llevaría en la mochila un gel de cada, un bidón de cada, las sales y el otro sobrecito de cafeína, dejando el resto en la carpa del club.
Los momentos previos a la entrada en cámara de llamada se me pasaron volando, charlando con los compañeros y con amigos como Fernando Soriano, que había viajado con Isa en el coche de ella tras sufrir un percance con la furgo justo antes de la prueba, Isaac y Elena, a quienes no había visto aun, como a Julio Pastor, Teresa, corredora del Rincón Fertilidad Vélez que debutaría en los 50 km o Tolo, a quien no veía desde el Spartathlon 2019.
Pasamos primero los corredores del 50, que saldríamos a las 7 de la mañana y posteriormente, sobre las 7:07, saldrían los del 100; sería una pasada poder disfrutar en primera línea de la batalla por el oro desde nuestra privilegiada posición, que seguro que se veía sobrepasada tras unas cuantas vueltas.
Tras la foto de familia volví hacia mi posición, sobre cuarta-quinta fila, pero ya estaban repartidos los corredores sobre las marcas y me vi relegado a una posición bastante más atrás, lo que tampoco me importaba, ya que así podría salir a mi ritmo y no cometer el error de pegarme a corredores más rápidos.
Tenía claro que no debía sobrepasar 4:10 minuto por kilometro ni bajar de 4:05, no sería fácil rodar constante debido al desnivel del circuito, pero de salir con cabeza dependería el éxito o el fracaso.
Nada más darse el pistoletazo de salida nos lanzamos a por la primera rampa del circuito, me bajé la mascarilla en la parte superior y en la bajada me sorprendió que pese a haber salido desde bastante atrás y ya haber ganado algunas posiciones, eran varios los corredores que me pasaban como balas por derecha e izquierda.
Tras dos kilómetros rápidos para coger una posición cómoda y abrirme bien en los giros, algunos de los cuales eran bastante cerrados, me coloqué al ritmo objetivo y finalicé la primera vuelta al circuito, de 5 kilómetros, en 20:46.
Había salido con sensación de hambre, pensaba que serían los nervios, pero tras dar un buche de Tailwind noté como el estómago rugía y decidí adelantar a la media hora la ingesta del hidrogel.
Una cosa que he aprendido a las malas es que si como y bebo directamente, la probabilidad de hincharme es muy alta, pero si ignoro la acuciante sensación de hambre o sed y espero un par de kilómetros, entra mucho mejor y evito que, a la larga, se me produzca ese embotamiento estomacal.
Llegando a mitad de segunda vuelta al circuito abrí el gel, del que fui bebiendo poco a poco mientras saludaba con ganas a los compañeros que iba viendo por la parte superior del trazado.
Esta claro que el ultrafondo está en auge y es para mi un auténtico placer coincidir con esta gran familia en una prueba de este calibre.
Corrían, entre otros Manolo Rico, Ares descalzo, Paco Robles, José "100 millas", Castilla, Nico de las Heras, el debutante Ortigosa, a quien conozco bien de las populares y medias malagueñas y muchos más, he nombrado los primeros que me han venido a la cabeza pero seguro que me dejo a muchos.
Completé la segunda vuelta en 20:41, algo más rápido que la anterior aunque sin desbocarme, pero decidí acercarme más a 4:10 que a 4:05 en la tercera vuelta y tratar de buscar una referencia.
Llevaba por delante un grupo de tres corredores en el que destacaba Manuel Lanzuela (a quien sigo desde hace tiempo en Strava) tanto por altura como por llevar el nombre en la espalda.
Pensé en pegarme a ellos, pero por momentos se dejaban de ir y empezaban a sacarme distancia, así que viendo que por el momento avanzaba solo, me concentré en el ritmo, las pulsaciones y la temperatura, que empezaba a subir ligeramente aunque las nubes nos proporcionaban cobijo aún.
Adelanté un poco la primera toma de coca-cola, ya que notaba la boca un poco seca y es mejor escuchar al cuerpo que encabezonarse con una pauta rígida y con un mejor sabor de boca, encaré la subida hacia la meta por tercera vez.
20:44, con buenas sensaciones, alcanzando al grupo de Manuel en el avituallamiento y hasta adelantándolo, ya que se dispersó por momentos al dividirse para coger cada uno algo de su mesa.
Volví a tomar coca-cola para bajar un comprimido de Saltstick y aunque no me desagradó, el hacer dos tomas tan seguidas, hubiese preferido agua, así que decidí localizarla en el siguiente paso por meta para coger un botellín en la siguiente; también me vendría bien para refrescarme, ya que sudaba ya profusamente.
Manuel no tardó en adelantarme, por lo que decidí pegarme a su estela y casi a final de vuelta, Cesareo pasó a nuestro lado pero no tardó en adelantarnos, a muy buen ritmo, por lo que imaginaba que habría hecho una parada técnica o similar, ya que no me cuadraba ese sprint en esa altura de carrera.
Cuarta vuelta completada en 20:36, localizando el agua pero sin parar a coger, ya que un par de corredores estaban haciendo lo propio y me obstaculizaban, por lo que decidí beber un buen trago de Tailwind y a la siguiente vuelta coger un botellín.
En el giro de asfalto pasado el puente me fijé en que la primera corredora femenina, que había ido pegada a mí un par de vueltas se había empezado a distanciar y que por otro lado, la cabeza de carrera del 100 estaba cada vez más cerca nuestra, así que nos daba como mucho una vuelta completa para que nos cogiesen.
Ecuador de la prueba superado en 20:31, con muy buenas sensaciones y entero físicamente.
Cogí un botellín de agua, del que me bebí casi la mitad del tirón para ayudar a bajar el gel con cafeína que había ido tomando en la vuelta anterior y el resto me lo eché por cabeza, cara y nuca, sintiendo un inmenso alivio con el frescor.
Manuel volvió a parar un momento en el avituallamiento, por lo que perdí la referencia, así que apreté un poco el paso y me pegué a Cesáreo, con el que hice un kilómetro muy bueno pero al que dejé atrás en la bajada al parque.
En la recta camino del tercer kilómetro del circuito me adelantaron Javier Martín y José Castilla, dorsales uno y dos respectivamente, junto a otros corredores que llevaban un ritmo muy bueno.
Decidí aumentar ligeramente el ritmo para no perderlos de vista y tener una referencia y empecé a rodar a ritmos cercanos a 4 minutos el kilómetro, completando la sexta vuelta en 20:21, cogiendo otro botellín para beber y refrescarme, como haría ya a cada vuelta ya que entre el calor, la humedad y el radiante sol que iluminaba ahora el circuito la temperatura comenzaba a ser preocupante.
No solo no se me escapó la grupeta de Castilla, sino que además me coloqué entre ellos, rodando ya ligeramente por debajo de 4 minutos el kilómetro e iba cómodo; era para mi una pasada estar junto a un referente como él, tenía que aprovechar los 7 minutos de ventaja que tenía y que él corría los 100, dudo que de otro modo pudiese compartir kilómetros con él en un futuro próximo.
Séptima vuelta completada en 20:19, a 15 kilómetros de meta, aunque no quería pensar aun en ello ya que esa distancia es un mundo y podían pasar muchas cosas.
En la bajada al parque me vengo arriba y decido seguir a Ortigosa, que nos alcanza desde detrás y a uno de los corredores de la grupeta de Castilla que se ha empezado a destacar y me pego a ellos, completando la octava vuelta en 20:11.
Tengo sensación de hambre, pero cuando me acerco a la carpa del club hay un corredor, imagino que despistado, ya que no llevaba la equipación de Els Sitges, parado justo en la zona donde tenía los geles, así que decido pasar de largo, beber un buche de Tailwind y otro de coca-cola y apretar para completar las dos vueltas que me quedan.
Ortigosa tiene pinta de ir justo de fuerzas y poco a poco se va descolgando, como voy haciendo yo con el otro corredor, ya que empiezo a notar las fuerzas justas y se me va escapando.
Se adelanta para hacer un pis a falta de kilómetro y medio para completar la vuelta y lo alcanzo y supero momentáneamente, pero cuando vuelve a mi altura y me azuza para que le siga me doy cuenta de que voy justo justo de fuerzas.
Paso por meta en 20:04, hambriento, pero decido ni parar a buscar los geles porque noto algo de cosquilleo en las manos y las piernas cada vez más rígidas y decido tomarme un comprimido de sales con Tailwind y que sea lo que tenga que ser.
Solo queda una vuelta pero por primera vez en toda la prueba no voy ni cómodo ni disfrutando, empieza a invadirme la negatividad y por momentos me arrepiento del cambio de ritmo de la vuelta anterior, ya que hice un kilómetro a 3:48 y ahora el más lento de la prueba, el 47, a 4:10.
Por suerte ya voy descontando, solo quedan cuatro y se que no solo voy a bajar de las tres horas y media, que era el objetivo, sino que, si no bajo mucho el ritmo, tengo hasta el sub tres horas y veinticinco.
La verdad es que no me preocupa y solo quiero llegar a meta... tengo mucho calor, me noto vacío, las piernas cansadas, el hormiguero de las manos parece que va a mas y se extiende al antebrazo...
En esos momentos me acuerdo del sobrecito de cafeína que me iba a tomar durante la carrera y que llevo encima, pero a falta ya de apenas dos kilómetros veo absurdo tomármelo, así que aprieto los dientes, miro el crono y achucho con todo lo que tengo para subir la rampa de hormigón a meta por última vez.
Paro el crono en 3:25:02, aunque el chip marcaría 3:25:04, quizás por los dos segundos que tardé en pasar por el arco de salida al comienzo de la prueba.
Décima vuelta completada en 20:47, la vuelta más lenta y con diferencia la más sufrida del circuito.
Me indican la zona de césped donde puedo pasar a coger la copa y avanzo en piloto automático hacia la carpa del club, donde Elena y la mujer de Ismael Zárate nos guardan las cosas y organizan todo, sin poder nada a los corredores por la normativa covid.
Al final me sobraron los geles y bidones de repuesto, pero me vinieron bien para hidratarme tras la carrera.
Esta segunda visita a la cuna del ultrafondo español ha superado con creces a la primera, especialmente por la convivencia con mis compañeros de Els Sitges de Burjassot, sobre todo Joan, pero también por esta fiesta que hemos vividos tanto los corredores de los 50 como de los 100.
Mención especial a Elena y la mujer de Ismael Zárate por hacer lo imposible por ayudarnos, animarnos y sacar de nosotros nuestra mejor versión, me hubiese encantado viajar con Mayte, lo que no fue posible por motivos laborales, pero en todo momento me sentí arropado.
Enhorabuena a la organización por sacar adelante un evento de esta magnitud en los tiempos que corren, con una gestión a mi parecer impecable y sobre todo enhorabuena a todos los corredores, en especial a los debutantes, porque el circuito no es el más favorable para hacer marca y menos con el calor que soportaron los corredores del 100, pero independientemente de que alcanzasen sus objetivos o no, puedo atestiguar que lucharon como jabatos.
Tras un paseo de 13 kilómetros al aeropuerto estirando las piernas acabó mi aventura en Santander, si todo va bien nos veremos en julio, en la Backyard de Montesinos.
Allí iré en coche, así que si alguien quiere uno de mis libros del reto 1000 km por el apego, que me avise y se lo entrego en mano.
Un abrazo a todos y hasta la próxima.
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