A las seis de la mañana en punto me despertaba de un salto, con la cabeza aún dolorida del golpe que me pegué de madrugada con la barra de la litera.
Pese a acostarme a las 8 la tarde anterior, no había dormido del todo bien, no por los nervios, sino por dos grupos de adolescentes que tenía a dos habitaciones de distancia salían y entraban dando voces y portazos como si estuviesen solos en el albergue.
Pese sus interrupciones y dos visitas de madrugada al baño estaba descansado, así que me vestí de corto directamente y me dispuse a desayunar, un tupper de arroz con atún y aceitunas negras.
En la cama de Bassit, que finalmente no pudo venir por la fascitis, tenía toda la ropa y las cosas preparadas, así como el planning anotado.
A dos horas y media de la salida (nada más levantarme), tenía el desayuno, a una hora de la salida, una toma de High Energy gel de 226ers y a 50 minutos de la misma empezaría a tomar el pre entreno de Victory Endurance con cafeína que acabaría de tomar a 30 minutos de la salida.
Nada más prepararlo dejé la habitación y solté todas las cosas en la furgo salvo la llave de la misma, el botellín del pre entreno, que me acompañaría a la salida y los geles y sales que llevaba para la prueba.
De sales llevaba 4 comprimidos de las Saltstick de Aptonia y de geles un gel isotónico de 226ers, un Powergel Hydro de Powerbar y un gel con cafeína de Maurten.
En apenas 5 minutos estaba en la zona de salida, donde coincidí con un corredor con quien compartí carrera en la media maratón de Málaga de hace 4 años, buscando el sub 1h20' (creo que se llamaba miguel si no recuerdo mal).
También coincidí con Emilio, de Medrunning, que afrontaría su décima maratón, con quien estuve charlando hasta que abrieron la zona de acceso a los cajones.
Hacía algo de fresco aún, pero las nubes que por momentos nos rondaban, no tenían mucha pinta de permanecer en el cielo y me daba la sensación de que acabaríamos pasando calor.
Tras echarnos una foto para el diario de Sevilla un servidor y otros dos corredores, me saludó Ignacio Morón, con quien compartí podio en la media maratón de Torremolinos hacía unas semanas.
Él, que sabía que estaba más fuerte que yo, puesto que me adelantó llegando a meta, trataría de bajar de 2:28, su mejor marca.
Me animó a salir con él, pero aunque confiaba en bajar de 2h40' (que ya sería una minutada más rápida que mi mejor marca), sabía que no estaba tan rápido.
Cuando quitaron la cinta que nos separaba del cajón de la élite nos pegamos a ellos, descontando ya los minutos para el pistoletazo de salida.
Mirase por donde mirase todos los corredores a mi alrededor tenían el dorsal de élite y hace unos años ni si quiera me hubiese imaginado bajando de 2 h45' en maratón...
Ojo, que aun tendría que hacerlo y eso estaba dispuesto a demostrar.
Un minuto antes del pistoletazo de salida comenzó la carrera en categoría handbike y tras ellos salimos nosotros, a todo correr.
Me llevé algún empujón y un codazo involuntario y me abrí hacia el centro de la carretera intentando no arrollar a nadie ni que nadie me llevara por delante y tras un par de minutos caóticos, la carrera empezó a ordenarse.
Yo avanzaba estabilizado en torno a 3:35 minutos el kilómetro, la camiseta del Bewor de Ignacio se iba perdiendo en la distancia y comenzaban a formarse grupos, pero por momentos me encontraba en tierra de nadie.
Adelanté varios puestos en los dos primeros kilómetros y perdí otros tantos, es curioso que pese a estar ordenador en cajones de salida tardásemos tanto en empezar a formar grupos estables.
Me coloqué a la cola del grupo que mejor me iba una vez pasamos la bajada y subida del túnel, con la mirada fija en un corredor del Califas de Córdoba y dos corredores del País vasco, que dentro del grupo parecían llevar el ritmo más estable.
Al completar el cuarto kilómetro entramos por el Puente de la Barqueta a la zona de Isla Mágica y noté que el grupo se me iba un poco.
La cola estaba rondado a 3:32 minutos el kilómetro aproximadamente, algo por encima de lo que pensaba llevar, pero soplaba viento y me encontraba fuerte, así que decidí apretar un poco el paso y resguardarme dentro del grupo; pasé el kilómetro 5 en 17:50.
No debí de ser el único que acusaba el elevado ritmo, ya que antes de entrar en la Ronda de Triana pasé de ir a la cola del pelotón a situarme a mitad de grupo, sin variar el ritmo un ápice.
Al igual que en el primer avituallamiento, bebí un poco de agua en el que había pasado el Centro Comercial Torre de Sevilla, echándome el resto por encima; como preveía, para correr ya se notaba calor.
Al llegar al parque de los Príncipes nuestro grupo se unió con otro donde iban tirando en cabeza dos atletas, que curiosamente, se llamaban ambas Susana.
Pasé el kilómetro 10 y decidí adelantarme un poco, ya que en el giro del parque me fui quedando por fuera y no podía rodar con comodidad, así que aceleré por el exterior y penetré en el grupo a mediación, adelantando al chico del Califas en la recta previa al Puente de los Remedios.
Me tomé un par de buches del Powergel Hydro y lo eché aun lateral del camino, ya que no me apetecía comer ni beber pero sabía que tenía que echarle gasolina al cuerpo.
Fui avanzando a ritmo constante, siempre por debajo de 3:35, salvo en la nueva bajada y ascenso por el túnel de Calle Torneo, que me pilló acabando el kilómetro y se me fue a 3:38.
El paso por ese kilómetro, el 15, lo completé en 53:30 y me sorprendió que por primera vez en un buen rato, me adelantase por detrás un corredor a buen ritmo, en cuyo dorsal se leía el nombre "Bruno".
No le di más importancia y decidí sacar una cápsula de sales, pero con los dedos me costó abrir la bolsita de zip que llevaba en la cintura y me pasé el avituallamiento.
Tuve que esperar hasta el del kilómetro 17,4 para podérmela tomar, corriendo en tensión y cambiándola de mano a cada poco para que no se disolviese la cápsula con el sudor de los dedos (no sería la primera vez que me pasa).
No fue tampoco una toma "limpia", ya que me cuesta mucho beber de vasos y con dos vasos de agua traté de bajarla sin éxito y al final de la mesa, con uno de aquarius, conseguí tragármela.
Entre el empacho y la tos que me sobrevino al medio atragantarme tratando de tomarme la pastilla de sales se me quedó mal cuerpo y decidí colocarme a la cola del grupo durante un par de kilómetros, marcando dos parciales a 3:35 y un tercero a 3:40, pasando por el Centro Cívico los Carteros.
Ya me encontraba mejor y en ese kilómetro me había despistado, así que decidí adelantarme al grupo y bajar un poco el ritmo y se me fue un poco de las manos, ya que el siguiente kilómetro lo completé en 3:27, pasando la media maratón en 1:15:32.
Ya casi debía tomarme el segundo gel, pero solo de pensarlo me entraban náuseas, ya que aún se me repetían los vasos de agua y de isotónica, así que decidí cambiar el gel por más isotónica en el avituallamiento del kilómetro 22.
En la avenida Kansas City empecé a notarme un poco acalambrado, así que viendo que a lo lejos se vislumbraba ya otro avituallamiento, preparé la pastilla de sales de antemano.
Pasé el kilómetro 25 en 1:29:33 y acto seguido me dirigí a los voluntarios, necesitando de nuevo dos vasos de agua para hacer pasar el comprimido de sales, aunque al menos esta vez no me atraganté.
Llevaba ya las piernas pesadas y no terminaba de ir cómodo, algo que notaba en el pulso, que había ido toda la carrera en torno a 168 y ahora se elevaba a 171 y subiendo.
Los parciales por el momento no se resentían, pero si notaba como empezaba a ser adelantado poco a poco.
Primero me pasó una de las Susanas, acompañada de otros corredores y tras el avituallamiento del km 27, la otra, acompañada del corredor del Califas y uno de los corredores Vascos entre otros.
Empezaba a tener bastante fatiga ya y muy malas sensaciones, me sorprendía al mirar el crono seguir rodando en torno a 3:35 minutos el kilómetro y de apenas ojearlo de vez en cuando ya le echaba un vistazo a cada rato.
Sabía que en cualquier momento llegaría un parcial por encima de 3:35, era cuestión de tiempo... y el primero llegó pasado el kilómetro 30, que completé en un total acumulado de 1:47:28, más de 10 minutos más rápido que mi anterior mejor parcial de 30 kilómetros.
Llevaba ya un rato que no sabía ni por donde iba, algo mareado incluso y cuando enfilé el Paseo de la Palmera y me ubiqué estuve tentado de dejar la carrera por un instante.
Fue un instante fugaz, pero pensé en lo fácil que sería cruzar al Albergue Inturjoven, donde tenía aparcada la furgo y poner fin a la agonía que por un momento sonaba hasta bien.
Pero había venido a correr un maratón, pese a la petada que me estaba dando estaba haciendo los mejores tiempos de mi vida y aunque cada vez me adelantaban más corredores, seguía alcanzando a varios, a un ritmo cada vez mayor.
Rodaba ya a 3:41 minutos el kilómetro y subiendo, pero hace dos años jamás hubiese pensado que sería capaz de correr a ese ritmo en el kilómetro 32 de una maratón.
Distraía a la mente con ese pensamiento, con los recuerdos de momentos duros de otras pruebas, como mis primeras dos maratones, en las que incluso completé tramos andando (Málaga 2013 y Sevilla 2014) y con el descontar de los kilómetros.
Solo de pensar en comer o beber me entraban arcadas, tenía el estómago del revés y me notaba pinchazos hasta en los antebrazos de la tensión, pero aun rodaba por debajo de 4 minutos el kilómetro.
Me encontraba agotado pero lo que no pasaba por mi mente era la posibilidad de andar.
En ultras sobre todo, pasado cierto punto, el mero hecho de pensar en andar resulta todo un alivio, pero aquí no era una opción, lo que quería era acabar, cuanto antes.
Y sabía en mi fuero interno que tenía fuerzas aún, porque si no sería incapaz de rodar a esos ritmos con la paliza que llevaba encima, y mucho menos, de ir fijándome objetivos en la distancia, a los que poco a poco iba recogiendo y dejando atrás.
Me sorprendió ver en la entrada al Parque María Luisa a Bruno, que de repente se paraba en seco y se acercaba a unos matorrales ante el avituallamiento, creo que a devolver.
Mi objetivo pasó a ser doble, por un lado, intentar perder la menor velocidad posible y por otro lado, hacer lo posible para no vomitar también.
A lo mejor si lo hacía me sentía mejor, pero solo de imaginarlo me subía bilis por la garganta, literalmente.
A lo lejos vi una camiseta que me resultaba conocida, parecía del Club Atletismo Marbella, así que me centré en ella para disipar los pensamientos negativos y apreté el paso en la vuelta a la Plaza de España.
lo alcancé antes de llegar al kilómetro 35 y efectivamente era un corredor del Marbella, aunque no lo identificaba.
7 para meta y descontando, aún rodando por debajo de 4 minutos el kilómetro (con un total acumulado de 02:06:38).
Tenía la garganta seca por no parar de escupir (la bilis seguía subiendo a la boca a placer), pero me obsesioné con la idea de que si me echaba líquido al estómago, lo acabaría vomitado.
De tomarme alguno de los geles que llevaba en los bolsillos laterales del pantalón mejor ni pensarlo...
El primer kilómetro por encima de 4 fue el 37, a 4:04 y fue el último que miré.
Sabía que ya sería raro mejorar ningún parcial, así que fui poniendo pequeños objetivos, alcanzar al corredor de la gorra, llegar al siguiente avituallamiento...
Y me fui refugiando en los recuerdos del cruce a Sevilla con los Beermenz cuando vinimos corriendo juntos desde Santiago de Compostela hasta Secadero, ya que por momentos, atravesaba los mismos lugares que en aquella ocasión.
Creo que hasta estaba igual de cansado que en aquellos momentos...
Cada vez eran más los corredores que me adelantaban, corría en piloto automático, ni quería saber a qué ritmo, solo pensaba en ver cuando antes el arco de meta y ahí ya si, soltarlo todo...
Tras lo que pareció una eternidad llegué de nuevo al Paseo de las Delicias y sin saber como, aumenté un poco el ritmo.
Al llegar a la rotonda monumento a los marineros voluntarios apreté otro poquito el ritmo y cunado vi al final el arco de meta otro poquito más.
El reloj marcaba 02:35 desde la distancia, pese al catastrófico final y las malas sensaciones, iba a hacer un tiempazo, aunque aún había que completar una recta eterna.
Empezaba a notar que se me dormían los dedos de las manos, pero no podía frenar... ya llegaba a la alfombra... comenzaba a pisarla...
El reloj ya había pasado a 2:36 y seguía avanzando... quería pasar ya bajo el arco y poder detener ese incesante flujo de segundos...
Y entonces vi a un corredor de negro por el rabillo del ojo y esa fue la señal para el sprint final.
Pasé el crono en 2:36:34 (mi tiempo oficial sería de 2:36:36 y el real de 2:26:32) y estaba tan vacío que a diferencia de mi última llegada a meta de Sevilla, no pude ni emocionarme.
Saludé a un par de corredores, recibí mi medalla, me envolví en la manta térmica (no recuerdo en qué orden) y continué avanzando con paso mecánico hacia la furgoneta.
Era extraño, ahora que había acabado todo y a diferencia de otras carreras, no notaba las piernas especialmente cansadas...
Miré el reloj de forma instintiva, con la marca aún en la esfera, esperando a ser guardada en la memoria y en ese momento volví a la realidad y me di cuenta del tiempazo que había hecho.
Me emocioné bastante, pero no me quedaban fuerzas ni para llorar y solo quería llegar a la furgoneta cuanto antes.
Hacía apenas un par de años nunca pensé que mejoraría la marca de mi padre, de 2:47 y ahora tenía una 11 minutos más rápida, aunque poniéndolas en perspectiva, bien podrían ser similares.
En su época no había relojes GPS, zapatillas con placa de carbono ni geles energéticos y con dos niños y entrado ya en la treintena consiguió esa marca entrenando al amanecer para no descuidar la vida laboral y familiar.
Ahora, le he tomado el relevo y al pensar que a lo mejor, dentro de 30 años la siguiente generación vuelve a mejorar la marca, me volví a emocionar.
Cuando después de una eternidad llegué a la furgoneta, preparé el recovery mecánicamente y llamé a Mayte y a mis padres, sin poder contener la emoción.
Ya más calmado le mandé un audio a Julio Pastor, artífice también de esta marca al entrenarme desde hace ya algo más de año y medio y tras cambiarme y pasar por el baño del hostal, puse rumbo a casa.
Pese a lo mal que lo pasé en los últimos kilómetros, estoy contento con la carrera, especialmente con la marca y tengo la confianza de que en el futuro, puedo bajarla aún más; solo espero no pasarlo tan mal en el tramo final...
Enhorabuena, seguiras mejorando, hay margen
ResponderEliminarMuchas gracias Julio, espero que así sea y que sigamos mejorando juntos. ¡Un abrazo!
EliminarPreciosa crónica de tu Maratón de Sevilla. Pues si pasándolo tan mal al final con el estómago has hecho esta marca, no quiero pensar lo que mejorarías en un día normal!. Disfruta de lo logrado. Coincidí contigo en tu primera maratón de Málaga,en Ubrique, mi pueblo y el pasado Octubre en el 10k de Estepona. Está claro que estás hecho de una madera especial...Y aparte de buen Atleta, escribes muy bien. Por lo que miel sobre ojuelas!
ResponderEliminarMuchas gracias, espero que coincidamos pronto de nuevo, sea en tu pueblo o en otra carrera ;)
EliminarEnhorabuena!! Me parece una locura de tiempos. Quería pedirte asesoramiento en cuanto a correr con calzado minimalista y huaraches o bien con calzado amortiguado con placa de carbono. Leyéndote veo que los tiempos claramente han mejorado, pero hubieras conseguido estos tiempos sin pasar por correr casi descalzo?
ResponderEliminarActualmente corro con calzado minimalista y llevo unas semanas con sandalias, noto sobre todo muy buenas recuperaciones. Hago carrera de asfalto (10k sobre todo y algún 21k), trail ( 10-15k) y pista de atletismo (desde 100- 1500). Recientemente me he apuntado para hacer mi primera maratón y estoy muy dubitativo con que calzado utilizar.
Cómo te considero un experto tanto en el minimalismo como en calzado convencional, te pediría que hicieras una reflexión de que calzado utilizar, tanto para competiciones, entrenamientos, atletismo, asfalto, campo...
Muchísimas gracias de antemano!!
¡Muchas gracias por tu comentario! En su momento mejoré mis marcas con calzado amortiguado corriendo con huaraches, no al nivel de ahora, pero no creo que el calzado haya sido tan determinante. Dejé de lado el calzado minimalista tras mi segunda tentativa al Spartathlon por problemas en la rodilla, que desde entonces no han vuelto, pero quizás tampoco estaban motivados por las sandalias. Si te sientes cómodo corriendo con sandalias fenomenal, para competición a lo mejor si recomendaría algo más de amortiguación, porque a mi en mi caso me va bien, pero cada uno es un mundo. Más importante que el calzado pienso que es un entrenamiento adecuado, una buena alimentación y también el descanso, que dejé de lado durante años y ahora veo que es más importante de lo que parece!
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