No daban aun las siete menos cuarto de la mañana cuando me incorporé, ganándole la partida al despertador, preparado para desayunar y coger la furgoneta.
Sería de los primeros en recoger el dorsal y tras acercar la furgo a la salida (había aparcado algo más lejos), me vestí de corto y me dirigí a los baños por última vez.
No había pasado mucho rato desde que había recogido el mío, pero las pistas eran ya un hervidero de gente y tras charlar un rato con José Manuel, compañero de club y con Gutiérrez, del TAC, me situé en la cola del servicio.
Había bastante gente y no iba rápida, pero me entretuve charlando con compañeros del Club Atletismo Vélez y un muchacho que repetía tras haber sido su primera participación en una media la última edición de esta misma prueba, justo antes del confinamiento.
Tras aliviar los esfínteres me dispuse a calentar un poco por la pista y coger posición, poniéndome al día con Antonio Caba, Antonio Jesús Aguilar, Javier Aranda y otros.
Me sorprendió ver en la salida a Paco Contreras, Tenllado, Fran Viegas y Marina Anayan, los Beermenz, a los que llevaba meses sin ver.
Una vez ubicado bajo el arco de salida, me situé a la espalda de Antonio Jesús, que según comentó Caba, fue subcampeón en la última edición y me lancé tras él con el pistoletazo.
Confiaba en poder bajar de 1 hora 14 minutos pese a la dureza del circuito, con una salida vertiginosa con pendientes empinadas a favor y una llegada de infarto salvando casi todo el desnivel de la prueba en apenas 3 kilómetros, pero no me imaginaba rodar tan cómodo en la salida.
Apenas llevaba cuatro o cinco corredores por delante en la salida del estadio y cuando pitó el GPS el paso por el primer kilómetro, bajando por Calle Rafael Quintana, me sorprendió ver un ritmo inferior a 3:10 minutos el kilómetro.
Dejé de ir un poco la cabeza de carrera pero las piernas me pedían velocidad, así que aprovechando la pendiente y el viento a favor me fui pegando poco a poco a Antonio Jesús, que por momento cedía terreno, al suizo Michael Pfanner, al Nerjeño Dani Moreno y a Miguel, del Trotasierra.
No era mi objetivo ganar la carrera ni mucho menos, pero me veía con fuerzas para rondar un ritmo de unos 3:25 minutos el kilómetro hasta el tramo final, donde ya soltaría lo que me quedase dentro y con ese promedio, mantenía a la cabeza de carrera a la vista.
Pasamos el kilómetro 5 en poco más de 16 minutos (16:13 empleé yo) y ya en la Avenida Carlota Alessandri se empezó a destacar Antonio Jesús.
Mis otros tres compañeros también cambiaron el ritmo, no lo suficiente como para que no se les escapase Antonio, pero lo justo para ir poco a poco quedándome yo en tierra de nadie.
Escuchaba pasos cada vez más cercanos por detrás, así que tras hacer el kilómetro más lento de carrera hasta ese punto (3:29), decidí apretar un poco en cuanto bajamos al paseo marítimo para engancharme al grupo.
Soplaba además algo de viento en contra, suave pero molesto, así que sería mucho más llevadero alcanzarles que rodar en solitario.
Tras un kilómetro a 3:14 me puse de velocidad de crucero un ritmo de 3:20 minutos el kilómetro y llegando a la roca del Bajondillo me tomé un comprimido de sales y un par de buches de un gel, para coger fuerzas antes del ataque final para coger al grupo.
Lo enganché a la altura del Moliére playa, con Antonio ya llegando al giro del final de la playa de Los Álamos y cuando giramos nosotros me sorprendió lo destacados que íbamos del resto de corredores.
Había pasado el kilómetro 10 en 32:55, mi mejor marca personal de siempre en la distancia y aunque tenía todavía media prueba por delante, me encontraba bastante entero.
De hecho, me enganché al corredor suizo y a Dani mientras Miguel se quedaba un poco, aunque iríamos relevándonos conforme comenzaba a llegar el desnivel.
En la zeta de Calle Doctor Roberto Olarra Michael comenzó a destacarse, así que los demás aumentamos un poco el ritmo y en la siguiente cuesta cambió también Dani, quedándose poco a poco atrás Miguel.
Yo cedí bastante terreno en la cuesta del kilómetro 16, recuperé en la breve bajada del Paseo del Pan Triste y me fui quedando inexorablemente atrás en el cuestón Calle de las Mercedes - Calle Conde de Mieres, cuyo kilómetro completé en 4 minutos pelados, siendo el más lento de toda la prueba.
Diría que el final me vino largo, pero lo que realmente me vino largo fue ese desnivel tan fuerte, ya que en el kilómetro 19 me repuse y lo pude completar en 3:36.
Perdí algo de ritmo con las nuevas cuestas hacia meta, especialmente al pasar bajo el puente de la Avenida Libertad Camino del Molino de Batán.
Ya sabía que a mis perseguidores no los alcanzaba de ninguna de las maneras y en el giro para dejar atrás la salida de la autovía no vi a Miguel tampoco, por lo que me relajé un poco.
No mucho, ya que no quería hacer peligrar el sub 1:14, pero lo justo para no encontrar las fuerzas que necesitaba a la altura del Aqualand para cambiar de ritmo cuando comencé a escuchar pasos desde detrás.
Llegaban cada vez más cercanos y pese a que sabía que quedaban apenas unos cientos de metros de carrera, un corredor del Bewor, Ignacio Morón, me adelantó justo en la cuesta de acceso a la pista de atletismo.
Ya en el tartán si que saqué lo poco que me quedaba dentro, pero no fue suficiente y me quedé a dos segundos de alcanzar a Ignacio, que protagonizó una remontada de escándalo.
Paré el crono en 1:13:26, nueva marca personal en un circuito nada fácil, que me invita a soñar con alcanzar el 1:12 en un circuito llano si continúo trabajando a este nivel.
El próximo objetivo será la maratón de Sevilla, en dos semanas, el test no podría haber salido mejor.
5º absoluto y segundo en la categoría general española al no ser acumulables los trofeos (todo un acierto para fomentar la participación).
Toca recuperar bien estos días, ver como reacciona el cuerpo a la segunda dosis de Moderna el lunes e ir bajando kilómetros, ya que el trabajo está prácticamente hecho.
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