Con las piernas bastante tirantes tras la carrera de la tarde anterior llegamos al olivar donde tendría lugar el cross y tras aparcar entre dos árboles me vestí de corto y me dirigí a recoger el dorsal.
Menos mal que salimos con tiempo de sobra, ya que nos recorrimos todo el pueblo con el coche buscando la salida, en giros en los que había que meter los espejos porque no pasábamos y llegando a calles sin salida, pero al final, localizamos la salida y hasta pudimos aparcar relativamente cerca.
Esta ha sido la primera carrera a la que acudía con Leo y de hecho, la primera carrera desde que soy padre, gracias a la invitación de mi amigo Carmona.