Tras tomarme mi cuenco de leche con avena reglamentario y repasar los geles y gomas energéticas que iba a usar en la carrera (de Santa Madre, que me fueron muy bien en los 101 km de Ronda), bajé al hall del hotel.
Este año no iría corriendo a la salida, cogería el bus de la organización, así que me planté en la puerta del hotel con el chaleco de hidratación y la mochila para el guardarropa mientras un grupo de jóvenes que salían de una boda pedían un taxi para ir a casa.
No tardó en llegar el bus y se fue llenando de corredores pese a que era el primero.
Ya Rubén, uno de los cuatro miembros de nuestro equipo junto a Adrián y Kiko, subió al mismo y bajamos juntos en el Paseo del Salón.
Tras dejar la mochila en el camión que la subiría al Veleta fuimos en busca de los baños químicos y nos fuimos encontrando con multitud de amigos y conocidos.
Entre ellos Adri y Kiko, pero vimos también a varios corredores del Green Power, el equipo de Juan María Jiménez, que sería uno de los favoritos, a los hermanos Palomera Svensson o a Dani Moreno, del Nerja, que en unos meses será padre también.
Quedaba aún un rato para que comenzase la prueba, pero ya nos dirigimos al cajón de salida, al que fueron llegando varios de los favoritos para ganar la prueba, como Ignacio Morón, el decaganador del marathon des sables Rachid Elmorabity y Cristóbal Ortigosa.
Tras la cuenta atrás empezó la carrera, muy rápida en mi opinión, aunque es verdad que salíamos con corredores que participaban en relevos, pero en la vuelta inicial al Paseo del Salón iba casi a 4:00 y llevaba un par de docenas de corredores por delante.
Como sabía que iba demasiado rápido y no quería dejarme llevar, bajé un poco el ritmo y entre otros corredores, me adelantó Marco, con quien hacía mucho que no coincidía.
Le veía fino fino, como el mismo me confirmó y siguió adelante a buen ritmo.
Los primeros kilómetros fueron sucediéndose e iba encontrando el ritmo, junto a Rubén y nos fuimos pegando al grupo de Juan María Jiménez.
Se nos empezaron a ir pasado el kilómetro 10, aunque seguían al alcance de la vista y ya a partir del 13 Rubén se me empezó a escapar también.
Sabía que sería muy complicado bajar el 4:37 de mi última participación, pero pese a la buena marca, ese año paré para ir al baño más o menos en la zona en la que estábamos y anduve bastante pasada la barrera de la hoya de la mora.
En cualquier caso yo iba a ritmo constante, buscando un pulso cómodo y comiendo y bebiendo con regularidad, quedaba mucha carrera aún por delante.
Llegué al Dornajo bastante fresco, con lo más duro aun por delante, pero divisé a lo lejos a Marco y nos fuimos adelantando durante un buen tramo.
Sin embargo, en el kilómetro 28 y medio me dio un apretón que me puso el estómago del revés, así que me crucé al otro lado de la carretera aunque no perdí mucho tiempo, dos o tres minutos a lo sumo, salí con las piernas temblando y sin referencia alguna de ritmo.
Aproveché para caminar un poco y beber, ya que hacía mucho calor y no había caído en llevarme la gorra sahariana que tan bien me vino en los 101, y volví al trote.
Con 20 kilómetros por delante y viendo el ritmo que llevaba sabía que el tramo final se me iba a hacer duro, así que me fui poniendo objetivos de trotar hasta cierto punto, caminar un poco para aprovechar para beber y volver a trotar de nuevo.
Fui adelantando corredores con esta estrategia y aumentando la motivación.
En uno de esos tramos de caminar me adelantó Dani Regal, con quien no coincidía, si la memoria no me falla, desde el Spartathlon.
Me dio mucha alegría verle y más con tanta fuerza, ya que tras charlar con la mujer de uno de sus compañeros que iba en bici, siguió a buen trote.
Iba justo de líquido, pensaba que no me haría falta repostar ya que los entrenos de cara al Veleta, de 26km y 1000 positivos los hacía con medio litro de agua en poco más de dos horas y para esta carrera llevaba un litro encima y fui hidratándome en los avituallamientos, pero pese a recargar en el anterior, ya apenas me quedaba nada.
Me tomé un gel, esperando el avituallamiento de anteriores ediciones en la hoya de la mora, pero en esta ocasión no estaba allí puesto.
Mientras me adelantaba un muchacho con acento francés que me recordaba a "Frenchie" de "The Boys", decidí caminar un trecho, ya que iba poco más lento que trotando y todavía quedaba el último repecho, de 10 kilómetros.
Cuando por fin llegué al avituallamiento, rellené ambos bidones, pedí que me echasen agua por encima mientras me bebía uno de ellos y lo volví a rellenar.
Entre ese avituallamiento y el penúltimo me adelantaron Alejandra Massa, primera corredora femenina y su liebre, Marc Gispert, a los que me pegué y nos fuimos adelantando mientras recuperábamos posiciones.
Comenzaba a ver camisetas conocidas, como la del Alpino Benalmádena, Sobre 2 Ruedas Bike o EPA Miguel Ríos, corredores a los que no veía desde hacía horas.
Me seguía notando fuerte, así que en vista de que la muchacha que iba en bici no podía mantener el ritmo de la primera corredora femenina y se descolgó, apreté un poco para continuar con Alejandra y Marc.
Para alivio de Alejandra, le dije que no salían 50 kilómetros exactos, sino poco más de 48, por lo que nos quedaba poco más de un cuarto de hora de carrera al ritmo que llevábamos.
Llegamos al remonte del telesilla y por la posición de los cables ya sabía donde estaba la meta, quedaba solo una larga recta con un giro a la izquierda de asfalto roto y el ascenso final.
Allá que me dirigí junto a Alejandra y Marc, mientras remontábamos posiciones y justo antes del ascenso final me sorprendió ver a Marco, a quien perdí en la parada técnica para ir al baño.
Enfilamos todos juntos la meta y me fundí en un abrazo con Dani Regal, que había llegado hacía unos minutos.
No ha sido mi mejor subida, pero para el entrenamiento que había podido acumular estoy muy orgulloso de esas 5 horas 2 minutos y de la actuación de mis compañeros, que hicieron todos una gran carrera que nos dejó al borde en entrar en el podio por equipos.
El próximo año más y mejor ;)
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